queridos lectores, quienes esten leyendo esta histiria, quiera conocer su opinion que piensan de ella.
Danna caminó hacia Maya, quien la esperaba con una túnica en la mano.—Danna, esto fue lo único que pude encontrar para que te pongas.Danna rasgó su vestido, se quitó las mangas y unió las dos partes de abajo para que pareciera un pantalón y le fuera más cómodo moverse.—Esta ropa no será impedimento para que derrote a esa loba.En ese momento, una carcajada resonó en el lugar.—¿De qué te ríes? —preguntó Danna.—Danna, cuando ganes, Eros te pedirá que seas su luna y tendrás que casarte con él. ¿Recuerdas que lo prometiste?—¿De verdad crees que pienso en eso ahora? Ya veré cómo me zafaré de ese compromiso. Recuerda que seré la reina de la tierra de lobos y podré deshacerme de esa promesa.Maya sonrió, divertida. Sabía que Eos hacía todo lo posible para ayudar a su padre a estar con su mate; el destino los había reunido de nuevo.—Deja de reírte y vamos a la acción —reclamó Danna, con el ceño fruncido.Cuando Danna llegó al sitio acondicionado para la pelea, todos se quedaron con la b
Danna estaba cansada y se durmió en el carro. Eros la miró de reojo y sonrió con dureza, su mirada recorrió el rostro sereno de Danna mientras dormía. Para sus ojos, ella era hermosa, más bella que hace 5 años. Eros sintió un nudo en su pecho. Todavía recuerda la primera vez que conectaron, cómo sus miradas se encontraron en medio de una multitud y el mundo pareció detenerse por un momento. Sonrió con melancolía mientras recordaba cómo Danna se sonrojó esa primera vez que se miraron fijamente, cerró los ojos y susurró en voz baja.—diosa Selene, dame la oportunidad de reconquistar el corazón de Danna.Cuando llegaron a la mansión, Eros trató de despertarla, pero no se movía, dormida como una piedra. Miró a su madre para decirle.—Madre, lleva a la princesa a su habitación, que voy a llevar a Danna a la suya.Eurides asistió con la cabeza, tomó a la niña en sus brazos y salió primero del carro.Eros estaba feliz porque tendría a su mate en sus brazos, y así se la comería vivo mañana. C
En el comedor, mientras Danna desayunaba, conversaba animadamente con Maya acerca del itinerario de las reuniones. Fue entonces cuando Danna notó la entrada de Eros con su hija en brazos. Observó cómo él la acomodaba en la silla, y por unos instantes, se quedó absorta, contemplando su camisa blanca ajustada al cuerpo y los pantalones negros a su medida que resaltaban sus bien formados pectorales. Sacudió la cabeza cuando escuchó a Maya decir con una sonrisa traviesa.—Danna, deja de babear por tu enemigo o se dará cuenta.Danna se sobresaltó y tragó saliva al sentirse descubierta. Con la mirada baja, respondió a su amiga.—Deja de hablar tonterías, Solo estaba observando cómo Eos era acomodada en la silla—, respondió Danna, sintiéndose avergonzada por haber sido descubierta. Luego, trató de disimular y con una sonrisa añadió—. Cachorrita, ven con mami. Te ayudaré a comer.—Mami, ¿ahora puedo llamarlo papi guapo? Ayer dijiste que era tu mate y yo su hija. Por favor, mami, ¿papi guapo m
Danna comenzó a sentirse mareada y sudorosa, como si una ola de calor repentino hubiera invadido su cuerpo, mientras su loba revoloteaba en su mente y comenzaba a aullar. Ella tomó la decisión de llamar a Gina y pedirle que se encargará de buscar inhibidores dentro de la manada. Cuatro horas después, Gina tocó la puerta. —Pase —Danna caminaba de un lado a otro, tratando de controlar sus ansias. Cada minuto que pasaba, sentía que su cuerpo ardía en llamas. Gina entró nerviosa y con la mirada gacha comentó. —Señora Danna —informó Gina con preocupación en su voz—, he explorado meticulosamente cada rincón de la manada, pero los inhibidores se encuentran completamente agotados. Incluso me aventuro hacia otra manada cercana en busca de posibles suministros, pero no logré encontrar nada que se asemejara a ellos. —Gina, tráeme una cubeta con hielo. Asegúrate de que nadie se dé cuenta y, por favor, no tardes. Lo necesito con urgencia. Gina salió apresurada de la habitación. —Loba tonta,
Danna habló con voz molesta, pero en su interior estaba encantada de que fuera él quien lograra calmar su celo.—Después de transcurrir estos tres días, regresaremos a la normalidad. No creas que he olvidado cómo me trataste en el pasado, debí obedecerte por ser una simple omega, pero ahora que soy tu reina, tú debes obedecerme.Eros le levantó la barbilla con la mano que tenía libre y la obligó a mirarlo mientras le susurraba.—Entonces, voy a aprovechar estos tres días para complacerte y demostrarte que eres mía, su Majestad.—Ya deja de decirme Majestad.Eros le besó la comisura de los labios. Con voz sensual, balbuceó.—Te llamaré mi reina, porque eso eres para mí.Al escucharlo con ese tono de voz, Danna presenció una sensación de escalofríos que recorrió su cuerpo. Pudo percibir cómo su temperatura corporal empezaba a aumentar. Mimosa le susurró.—Puedes llamarme como quieras, ¿pero dame otro revolcón rico? Anda, sí —restregó la mejilla contra la sombra de su barba.Eros la giró
Eurides estaba intranquila, rogaba que se le pasara el celo rápido a Danna. Cada vez que veía a su hijo salir de la habitación, lo veía más ojeroso y débil. En la habitación, Danna despertó, abrió los ojos con pereza. Sintió que su celo había bajado su intensidad. Ya no se sentía como un volcán en erupción. Vio a Eros salir del baño y se sonrojó al acordarse como lo obligó a corresponderle como mate. La marca de su cuello le palpitaba. Llevó la mano derecha a la herida que ya estaba curada. Eros se acercó a la cama y Danna miró su cuello. Pasó un dedo por su marca y soltó una carcajada. Susurro en su mente "ahora ese lobo no va a poder negar que tiene mate". Se divirtió al ver en su cuello una figura de loba blanca con destellos plateados, ese era el sello de su manada. —Eros, ya Hedé te ha tomado como su propiedad —lo dejo en forma de bromista. Eros entrecerró los ojos y esbozó una sonrisa traviesa en sus labios. Danna, al notar esa expresión, borró su sonrisa de la cara y salió c
Al día siguiente, empezaron las reuniones entre los alfas. Tres manadas más habían sido atacadas por la Manticola. Ante esta situación, Danna tomó la decisión de enviar a esas manadas a su propio reino. La incertidumbre la agobiaba, ya que no sabía a lo que se iban a enfrentar, pero parecía ser la mejor opción enviarlos allá. El plan era claro: una vez que Danna lograra recuperar sus manadas y restablecer la seguridad, los alfas y sus gentes regresarían a las tierras del sur. Mientras tanto, aquellos alfas y guerreros que no habían sufrido heridas en los ataques se quedarían para brindar apoyo a la reina. La unión de los alfas y su disposición a sacrificar su propia seguridad por el bienestar común se hacían evidentes.Gina se hallaba cómodamente sentada al pie de un viejo roble. Sus ojos miran con atención el delicado ballet de mariposas que danzaban en torno a Eos, los destellos de color contrastaban armoniosamente con la dulzura de la niña.Con los brazos extendidos Eos se movía al
Eros desplegó lobos rastreadores para buscar al lobo que acechaba a su hija. Gina no logró ver el rostro del hombre y Eos no dijo quién era porque hizo una promesa. Para la mentecita de niña, las promesas no se rompen. No encontraron pista de quién podía ser. En la hora de la cena, no quisieron presionar a la niña, y fue silenciosa. Estaban preocupados por su hija. Danna y Eros salieron a hablar con sus guerreros para reforzar la frontera sur. La seguridad de la manada era su prioridad. Los guerreros de Danna llegarían en dos días y el Beta de Eros lo estaban esperando. Danna y Eros llegaron tarde y se dirigieron a la habitación de su hija. Ella abrió la puerta y con el corazón en un puño expresó. —¿Dónde está Eos? Diosa Selene, no permitas que le pase nada. Eros, que estaba detrás de ella, le colocó las manos en los hombros. —No te alarmes, vamos a tu habitación. Seguro te fue a buscar. Salieron de esa habitación; Hércules estaba inquieto. Eros trataba de mantener la calma. Al l