Capítulo 3: Su rechazo

Soy una mujer lobo defectuosa, de eso no hay dudas, porque ni siquiera ahora puedo conocer a mi espíritu lobo, pero, ¿Por qué tengo otro defecto? ¿Acaso me gané la lotería de los defectos o que sucede?

— ¿Qué está sucediendo?

— Ven aquí, Antonella. — ordena mi alfa y yo me estremezco.

— Señor…

— Es una orden, ¿acaso vas a desobedecer a tu alfa?

— ¿Usted lo sabía? — pregunto angustiada.

— ¿Te sorprende tanto que una huérfana tan poca cosa y defectuosa sea la pareja destinada de este alfa? — pregunta mi alfa transformándose en humano, para mostrarme que mi hilo del destino, está conectado a su dedo anular.

Es verdad… realmente es mi pareja destinada… bueno, una de mis parejas destinadas. Pero, ¿Por qué razón? Se supone que uno nada más tiene una sola pareja destinada. Entonces…

— No lo entiendo.

— ¡Yo tampoco entiendo porque me castigaron de esta forma! Pero, tranquila, serás útil como tapete para limpiarme los pies, esa será tu forma de pagarme por la condena que tengo que vivir por ser tu mi mate. — dice el alfa Robert.

Trago duro, mientras las lágrimas mojan mis mejillas. Ya que, por segunda vez en la noche, me decepciono al notar que lo que tanto anhele tener, me es entregado de la peor forma.

‘Ya no puedes demostrar que estaban equivocados sobre no tener una loba y ahora, no tienes un hombre lobo amable que te ame aunque no tienes una loba y te saque de la manada infernal en la que vives.’ Me digo mentalmente.

No entiendo cuál es el pecado que estoy pagando, porque solo eso podría justificar porque me están tratando tan mal, cuando evidentemente yo no le he hecho daño a alguien, si no que, soy quien recibe todo este dolor.

— No puede ser posible.

— Si tienen problemas de los que encargarse, háganlo en su territorio y no en el territorio de alguien más. — dice el lobo negro marchándose con esa aura tan poderosa y peligrosa.

— Ven ahora mismo, Antonella.

— No puede ser…

— Ha despertado la única cosa de loba que posees, así que, es más fácil someterte ahora, ¿quieres probar? — pregunta el alfa Robert.

— Por favor, déjeme ir. No soy una mujer que…

El alfa corre hacia mí y yo caigo sintiendo sus patas en mi pecho y su rostro tan cerca del mío que su gruñido se escucha fuerte.

— No te he dado permiso para pedirme dejarte. ¿Acaso no comprendes que me has condenado a tu lado y por eso, debes pagar?

— Usted tiene su prometida.

— Eres una mujer lobo y no lo entiendes, Antonella. El placer solo puede conseguirse con la pareja destinada. Por eso, aunque marque a Eliza, será como tener una amante de la que escasamente tengo un vínculo sexual, cuando sabes que somos más que únicamente apareamiento.

— No es mi culpa que sea mi pareja destinada, señor alfa.

El lobo se aleja de mí y vuelve a transformarse en humano, solo para mostrarme su mirada roja llena de odio hacia mí, porque sin saber qué fue lo que le hice, ese hombre me odia.

— Si tan solo los lobos tuviéramos más de una pareja destinada, todo fuera perfecto. Entonces, no estaría atado a esta inútil.

— ¿No hay manera de que alguien tenga más de una pareja destinada?

— ¿Eres idiota? Sabes perfectamente que la conexión entre lobos es única y por eso, solo puede estar destinada a una sola pareja.

‘Es verdad, entonces, ¿Por qué razón yo tengo tres mates? Además, ¿Por qué me muestran los tres como si fuera un examen con tres opciones de respuesta? ¿No debería esperar a ser rechazada por uno para poder aparecer el siguiente?’ me pregunto mentalmente.

— ¿Qué es lo que me pasa a mí? ¿Por qué tengo que ser yo su pareja? — pregunto molesta.

— ¿Te atreves a molestarte, Antonella? ¡Yo soy quien tiene todo que perder aquí, no tú! — grita el alfa y yo tiemblo del temor, pero, no me detengo.

— ¿Qué puede perder usted? ¿Es el fin del mundo para usted no poder tener el máximo placer sexual con Eliza? ¡Míreme, señor! ¡Yo tenía la esperanza que mi pareja me sacara del infierno en el que vivo, pero, resulta que mi pareja es quien permite todo eso!

Mi queja le resulta divertido al alfa y no me sorprende, algo que me ha mostrado él es que es un hombre que no siente lastima o empatía por alguien, ni siquiera por su prometida. Por lo que, no puedo esperar que él me entienda o cambie por ello su trato hacia mí.

— Es lo menos que mereces por arruinarme la vida, sucia Antonella.

— Si tanto le desagrado, puede romper el vínculo ahora. — digo enojada.

Mi comentario, hace que mi alfa me tome del cuello y me levante al punto que sienta que me asfixie, pero, ni siquiera mi mirada de temor y mis manos intentando liberarme de su agarre, hace que él se detenga.

Es una de mis parejas destinadas, entonces ¿Por qué me trata de una manera tan cruel? Sé que los alfas pueden soportar muchas cosas y por eso, son tan firmes, fríos y despiadados. Pero, ¿esto ya no es un abuso?

— ¿Te atreves a decirme que es lo que tengo que hacer? — pregunta él con frialdad.

— Señor…

El alfa Robert me suelta con brusquedad y yo intento recuperar mi respiración, sintiendo que todo mi cuerpo duele.

— Está bien, yo Robert Morales, te rechazo a ti, Antonella Priego como mi mate, ¿aceptas mi rechazo? Tú no te atreverías a ha… — dice el alfa Robert con fuerza, como si quisiera que la luna que brilla sobre nosotros lo escuchara.

— Lo acepto. — digo 

De inmediato, el dolor se apodera de mí de una forma diferente a la habitual, es como si mis venas quemaran, mi corazón se endureciera y no pudiera latir. Me quejo del dolor e incluso de mi boca sale sangre que le divierte a mi alfa.

— Una mujer lobo usaría a su espíritu lobo para tener una muerte sin dolor, pero, tú no tienes eso, así que, sufre hasta morir por ser rechazada. Quédate a ser comida de los animales salvajes, Antonella. — dice el alfa Robert marchándose.

Mi vista se nubla, el dolor se siente en cada parte de mi cuerpo y yo grito del dolor sintiendo como la vida se me escapa, sin poder agarrarla. Es entonces cuando diviso al lobo negro de antes, que lame mi pecho.

— Es inaudito que mi mate tenga una conexión con varios hombres. — dice él antes que yo cierre mis ojos.

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