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Capítulo 4: Buscar quien me defienda

El ruido de varios pájaros me hace despertar y yo intento procesar lo que sucede, porque estoy en medio de un bosque hermoso lleno de muchas flores y árboles frutales que anoche veía como cosas terroríficas.

Aturdida, reviso mi cuerpo para saber qué es lo que sucede, porque en mi condición, no podría soportar un rechazo sobre todo, cuando proviene del alfa. Así que, no puedo entender que es lo que sucede.

‘¿Es una nueva forma de castigarme, diosa luna?’ me pregunto mentalmente.

Mi alfa, me ha rechazado, ¿Cómo podría regresar a la manada cuando vivo en su casa como una sirvienta que todos maltratan? Mi plan de marcharme con mi pareja, es un completo desastre y no puedo regresar a una manada de la que tanto quiero marcharme, pero, tampoco tengo la posibilidad de irme, sin tener una manada que me acoja.

Estoy conectada a la manada y si el rechazo del alfa casi acaba con mi vida, no puedo tentar mi suerte renunciando a mi conexión con la manada ahora o realmente moriré.

— Mejor pensemos en salir de aquí antes que un animal salvaje acabe contigo por no poder usar tu fuerza de loba para defenderte. — digo levantándome del suelo.

Aturdida, me quedo inmóvil intentando comprender si esto es un sueño o es la verdad, porque no debería estar tan cómoda y sin dolor cuando recibí latigazos, he sido ahorcada, golpeada y me he caído muchas veces intentando huir.

— ¿Qué rayos está sucediendo? ¿Por qué no tengo ningún dolor? — pregunto confundida.

Sin saber qué es lo que pasa, camino por el lugar hasta que finalmente encuentro la salida, pero, cuando estoy por caminar a la deriva sin un hogar al que regresar, mi infierno se muestra delante de mí, al estar Robert sonriéndole a un lobo que es muy parecido al lobo que vi antes de desmayarme.

‘No, seguramente es él. El olor a azafrán y madera están en él. Debe ser el mismo lobo.’ Me digo mentalmente.

— ¡Antonella! ¡¿Qué demonios haces aquí?! — grita el alfa Robert y yo retrocedo con temor.

— Señor…

— ¡Si has sobrevivido a mi rechazo, deberías mostrar que eres alguien competente! ¡Gana al menos el techo en el que vives, huérfana inútil! — dice el alfa Robert.

‘¿Por qué tuvo que ser mi pareja destinada? ¿Acaso he vendido secretos de la manada a los enemigos o que sucede?’ me quejo mentalmente.

— ¡Antonella! — grita el alfa Robert y yo me estremezco.

— ¿Acostumbran a tratar así a las lobas de tu manada? — pregunta el hombre cuyo nombre es un misterio para mí.

— No podría considerar loba a una mujer que no puede transformarse en loba ni mucho menos tiene su espíritu lobo. Básicamente es una humana. — se queja el alfa Robert.

— No lo creo, he visto su mirada roja antes. Una que solo posee un alfa.

El hombre que me observa seriamente, hace que mi corazón se acelere mientras el alfa Robert se burla de lo que acaba de decir él y no es para menos, no puede ser posible que yo sea una alfa, cuando no tengo un lobo conmigo.

— Disculpe que se lo diga señor Waldorf, pero, es imposible que una mujer como ella sea una alfa.

— ¿Qué pasa? ¿No crees posible que las mujeres sean alfas? ¿Eres de los alfas machistas que se niegan a compartir clasificación con las mujeres?

— No, señor. Soy una persona que comprende que hay mujeres excepcionales que no pueden clasificar en beta o en omega, por eso, sé que Antonella no puede ser una alfa. Ella es solo… ella.

— Bien, solo ella, ¿te quedarás molestándonos con tu presencia? — pregunta el lobo con seriedad y yo me concentro en detallar cada uno de sus rasgos faciales, para compararlos con el hombre que vi antes de desmayarme.

No coincide… no hay manera que la persona con rostro borroso, pero, más amable, sea el mismo hombre frente a mí. Pero, el hilo del destino no miente, él es uno de mis tres parejas destinados.

No, ya no son tres, ahora hay dos, porque el hilo que me conectaba al alfa Robert, se encuentra en un color gris y cortado debido a su rechazo.

— Me marcharé.

— Ve a los establos, los caballos están incontrolables y los inútiles de los veterinarios dicen que es porque no te han visto. — dice el alfa Robert

Aunque no esperaba un buen trato, cuando nunca lo he recibido de su parte, si esperaba que me preguntará porque no había regresado a casa, después de todo, era la primera vez que no dormía en su territorio y él vio lo herida que estaba.

— ¿Ni siquiera vas a preguntar como dormí, alfa? — pregunto cuando lo veo pasar a mi lado sin algún tipo de remordimiento.

— ¿Qué dices?

— Me dejó en medio de un bosque desconocido casi muriendo, pero, ¿esto es lo único que va a decirme? — pregunto molesta.

— ¿Quieres que te aplauda, pequeña? No estás muerta, pero, eso no es un alivio para mí, si no, una desgracia. Que molesto es ver que la esclava de la manada haya sido mi pareja destinada. — dice el alfa Robert con desagrado.

Decidida a morir de una vez por todas, pero, hacerme respetar, camino hacia él lista para golpearlo, pero, recuerdo que no puedo ganarle con fuerza y por eso, miro al lobo que observa todo con desinterés.

— ¿No vas a defenderme, querido? — pregunto al lobo que me observa confundido.

— ¿Estas loca, sucia Antonella? Sé que alguien puede enloquecer al no recibir su espíritu lobo, pero, ¿no crees que abusas de tu locura al usar al rey alfa como tu escudo? — pregunta el alfa Robert.

— ¿Rey alfa? — pregunto aturdida y de inmediato, intento retroceder, al darme cuenta que incluso me aferré a su brazo.

— ¿Qué pasa, querida? ¿Me pides que te defienda y no sabes quién soy? — pregunta el hombre con su mirada roja y una sonrisa sobre sus labios.

‘Si es el lobo de anoche.’ Me digo mentalmente.

— A-alfa… — dice el alfa Robert.

— ¿Por qué te alejas de mí, querida? ¿Estás molesta porque al despertar no me viste? — pregunta el rey alfa rodeándome con su brazo para pegarme a él.

‘Oh, por todos los cielos’ me digo mentalmente.

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