Los ojos de Adrián se abren de forma exagerada, al mismo tiempo que su boca. El silencio se impone, y solo la respiración agitada de Lilia se atreve a romperlo.Ella, por más que intenta no sentirse intimidada por la expresión de desconcierto y estupor que muestra su ex, no puede evitar observarlo como un animalito asustado a la expectativa de una reacción de su parte.—¿Estás bromeando? —suelta él de repente, con voz temblorosa. La esclerótica de sus ojos se llena de sangre, mientras el rostro se le desfigura por la ira—. Dime que es una maldita broma, Lilia. ¡Habla! —sube la voz—. ¡Maldición, Lilia, ese hombre es un maldito playboy!—Adrián; Bratt y yo nos amamos...—¡¿Se aman?! —vocifera tan fuerte que Lilia casi da un respingo del espanto—. ¡Tener sexo no cuenta como amor! ¿Crees que el hombre más codiciado, no solo de Diamond, sino de todo este maldito país, se casaría contigo? ¡Por Dios, Lilia, deja de fantasear! ¡Bratt Nisson tiene dinero para escoger a la mujer que desee! ¿De
Los latidos de su corazón se tornan intensos y muy rápidos mientras ella corre detrás de Bratt, quien ya ha llegado al estacionamiento.—¡Espera! —grita desesperada.Al cabo de unos segundos, Lilia lo alcanza y se apresura a abrazarlo. Acto seguido, empieza a llorar contra su pecho.—Detente, por favor —ruega entre sollozos.—Le daré su merecido a ese maldito infeliz. Me tiene harto, ¿sabes? —Aprieta la mandíbula y se recuesta de su vehículo—. Estoy cansado de que ese malnacido te haga sufrir. ¿Hasta cuándo te joderá la existencia? Tú no estás sola, Lilia, y se lo voy a demostrar a ese mequetrefe del demonio.—Bratt, ¿me amas? —pregunta ella de repente y sin dejar de abrazarlo.Él se queda estupefacto por unos segundos, puesto que no se esperaba esa pregunta en un momento tan tenso como ese.—Sabes que te amo con mi vida, mi amor. Y porque te amo y no soporto que nadie te haga daño, es que iré a partirle la madre a ese tipo...—Bratt —lo interrumpe—, si me amas no irás a buscar proble
El beso lento y cargado de sentimientos se torna pasional y demandante; sin embargo, Lilia se aparta de él y sale corriendo del consultorio de Bratt, acción que lo deja estupefacto y muy confundido.—¿Qué diablos? —Él suspira y también sale para buscar a su novia.Camina por todo el pasillo con pasos pesarosos, puesto que se siente muy cansado debido a la cantidad de pacientes que tuvo que atender en todo el día. Lo único que desea es llevarse a Lilia a su departamento, darse un baño, cenar rico y hacerle el amor; luego dormiría como un bebé. No obstante, Lilia está tan rara que duda mucho que su deseo se lleve a cabo.—¿Dónde diablos se metió? —masculla para sí cuando, tras buscarla en varias salas, no la encuentra.—Bratt...Él se gira deprisa en dirección a la voz que lo llama.—¿Qué sucedió? —le reclama—. ¿Por qué saliste del consultorio de esa manera? ¿Estás bien? —pregunta lo último al notar lo pálida que luce.Ella asiente con movimientos de cabeza y finge una sonrisa despreocu
Lilia se mantiene en silencio durante todo el trayecto de regreso a la mansión de los Nissons, donde se encontrará con Bratt. Su ánimo decaído contrasta con el de sus amigas, que conversan animadamente acerca de la maternidad y hasta sobre los posibles nombres que les pondrán a sus hijos.Al llegar, los sirvientes cargan las bolsas de compras y las llevan a una de las salas privadas, donde luego cada cual tomará lo que le pertenece. Mientras tanto, ellas suben a la azotea en busca de sus parejas. Allí vuelven a merendar, a excepción de Lilia, quien, alegando que no tiene apetito, se mantiene callada y absorta en sus pensamientos.—¿Todo bien? —le susurra Bratt al oído, notando su estado de ánimo. Lilia está sentada sobre su pierna en un cómodo sofá que rodea la mesa donde reposan las bebidas y aperitivos que los demás disfrutan entre risas, conversaciones banales e incluso pequeñas discusiones entre Bratt y Jael.Ella asiente y se acurruca en su pecho, pero él no queda convencido. Est
Lilia se pregunta cómo pudo alguien envejecer tan rápido, mas una cachetada mental le recuerda lo destructiva que es esa enfermedad. No obstante, ella siente que hay algo más que eso, como si su maldad lo hubiera consumido en complicidad con el cáncer. También ha visto eso en sus pacientes, que no necesariamente padecen la misma enfermedad.Quizás alguien de su rama la reprendería por ese pensamiento, pero ella cree mucho en la justicia divina y las leyes de las consecuencias de los actos.Por eso le costó tanto perdonarse a sí misma.—Liliana, no encuentro las palabras correctas para expresarte lo mucho que me arrepiento. Fui un mal padre, y la vida me ha hecho pagar con lágrimas de sangre mi mal trato hacia ti. Sé que no me merezco tu perdón, tampoco espero que me trates como tu papá, pero sí que sepas que yo estaba equivocado.» Tú eres una mujer bella, inteligente, valiente y auténtica. Estoy tan orgulloso de ti. Me demostraste que no necesitas de mi fortuna, ni mi apellido o infl
Lilia abre los ojos lentamente, y su mirada desorbitada se encuentra con la de Bratt, cuyo semblante luce cansado y preocupado.—¿Dónde estoy? —pregunta ella, confundida.—Estamos en la clínica. ¿Cómo te sientes?Lilia se queda callada por un rato, escaneando el lujoso lugar con la mirada. En el cuarto hay cuadros bonitos, muebles que supone son para los visitantes, una mesita a su lado, una nevera pequeña y una puerta que parece llevar al baño. La pulcritud y elegancia definen cada centímetro de aquel lugar, que más bien parece el cuarto de un hotel.Tras varios minutos en silencio, solo disfrutando de las caricias de Bratt en el cabello, Lilia recuerda lo sucedido y mira a su novio con pavor.—¿Nuestro bebé está bien? Yo estaba sangrando...Bratt cierra los ojos, apretándolos como si quisiera deshacerse de esa imagen tan horrible. Todavía le provoca escalofríos recordar aquello. Tras un suspiro que lo reconforta, Bratt mira a Lilia con una sonrisa que irradia calma y le frota la ine
Bratt observa a Lilia con expresión asustada. Suspira y, con voz trémula, le dice:—Espero que no te moleste, Hadita, pero no quiero que nuestra princesa nazca fuera del matrimonio. Por eso, me tomé la libertad de buscar un civil para casarnos. Cuando nazca nuestra bebé y estemos listos para hacer una gran boda, celebraremos como teníamos previsto meses atrás.Lilia mira a Bratt asombrada, luego observa a las personas presentes y se da cuenta de que hay un hombre que no conoce, y que supone es el juez.—¿Nos casaremos ahora?—Solo si deseas que lo hagamos de esta manera. Quería consultarlo contigo, pero también quería sorprenderte.Lilia mira a Adrián, quien se encuentra en un rincón de la sala. Él asiente en señal de acuerdo. Luego observa a Serena, quien hace lo mismo, hasta que nota que todos sus amigos están allí para apoyarlos.—Mami, tío Bratt me dijo que traiga los anillos.Alan camina hacia ella con una canastita acolchada, donde yacen los anillos de matrimonio.Lilia, que no
Un mes y medio después…Lilia divide las ropitas de la bebé y organiza algunos de los regalos junto a Alan, quien la ayuda a poner todo en su lugar.—¿Cuándo manita va a salir de tu barriga, mami? Ya quiero jugar con ella.Lilia le sonríe y extiende sus brazos para que él se acerque. Una vez frente a ella, lo abraza y le da varios besos en la cabeza.—Ya falta poco, pero no podrán jugar todavía porque ella va a estar muy chiquita. Pero cuando crezca un poco más, lo podrá hacer.—Oh... —balbucea un poco decepcionado, pero al instante sonríe—. No importa, mami, yo quiero verla ya. ¿Se parece a mí?—Por supuesto, mi amor. Ella es tan hermosa como tú, mi niño. —Lilia lo vuelve a abrazar. Alan le acaricia la barriga y le da un besito, luego susurra:—Sal pronto, manita, para que juguemos en el parque de juegos que nos hizo tío Bratt. ¡Si vieras lo divertido que es! Pero no quiero jugar solito...Lilia le acaricia el cabello al niño mientras él habla con su hermanita y le da besitos a la ba