Luego de entrar a la casa e ir por Anabet hasta la sala, Daryl se queda con una sensación diferente, como un pequeño ruido que no lo deja tranquilo. La mujer lo mira con esa cara de inocencia mezclada con tristeza, se acerca a ella y la abraza. —¿Siempre será así cuando ella quiera escapar? ¿Vas a correr tras ella para que no se vaya? —No puedo dejarla hacer lo que le plazca, no está aquí de vacaciones. —Pues la verás más seguido, porque acaba de perder todo —Daryl la mira interrogante y ella niega con la cabeza —. No me hagas caso, mejor dime, ¿a dónde la dejaste ir? —Con tu abuelo, al parecer está enfermo. —Mi abuelo siempre ha estado enfermo, seguro te hizo creer que era grave para poder salir de aquí, no sabes lo manipuladora que puede ser. Anabet se refugia en el pecho de Daryl, dejando la duda sobre las palabras de Zoe. Pero tiene a su gente con ella, así que puede estar tranquilo, si pasa algo extraño o es una mentira de Zoe podrá hacérselo pagar con creces. La mujer se
Pasaron un par de días más, Franco seguía decayendo en su salud y los doctores le habían dicho a Zoe que ya no quedaba nada por hacer más que esperar a que le llegara el momento. Está sentada allí, con la vista fija en su mano aferrada a la de su abuelo, cuando Carlo entra a la habitación su corazón se estruja por completo, al ver a su prima en aquellas condiciones. —Zoe… prima, por favor, ve a comer algo, yo me quedaré con el abuelo. —No… —dice en un susurro perdido. Carlo no insiste, porque sabe que su prima no le hará caso. De pronto, las máquinas comienzan a sonar y ella se para enseguida. Carlo llama a una enfermera, que entra seguida de un médico y comienzan a reanimar a Franco. Todo pasa en cámara lenta para Zoe, cómo corren, Carlo abrazándola y luego la cara del doctor al ver la hora en su reloj. —Hora del deceso… dieciocho horas, catorce minutos —se acerca a Zoe y Carlo, pero antes de que hable, Zoe lo detiene. —No me lo diga… por favor no… Poco a poco su cuerpo cae al
Al llegar a la mansión Marchetti, Zoe se va directo a la habitación como si fuera un robot. Daryl la sigue, porque necesita hablar con ella sobre ese posible embarazo, pero cuando la chica abre la puerta de la habitación, se tambalea segundos antes de desplomarse. Daryl logra tomarla entre sus brazos antes de que se golpee contra el piso y comienza a gritar por alguien que llame al doctor. La lleva a la cama, se aparta y puede ver la expresión de la chica, que no se parece en nada a la que vio en aquella fiesta, risueña, alegre y con un brillo especial. Estaba por completo apagada, demacrada y con profundas ojeras bajo sus ojos. Rita se para en la puerta para decirle que el doctor llegará en unos minutos. —Prepárele una sopa, algo ligero, pero que sea rápido. —Sí, señor. Rita sale corriendo para cumplir con la orden, mientras que Zoe recupera poco a poco la consciencia. —¿Qué me pasó? —Te desmayaste —le dice él tomando asiento en una silla al lado de la cama y cruzando los dedo
Zoe se sienta a la mesa para el desayuno, pensando qué rayos hacer ese día, porque sin trabajar, se está volviendo loca. Luego, se le ocurre una idea para nada ilógica. A ella la despojaron de sus acciones y de su puesto en la vicepresidencia de la empresa, porque según la tradición, la mujer debe quedarse en casa cuidando al marido y los hijos, pero como su esposo no tiene interés en ella y no tienen hijos, puede hacer algo desde casa. Sonríe feliz por su idea en el momento en que Daryl se sienta al lado de ella para desayunar. —Es extraño verte sonreír, seguro estás pensando en tu admirador —le dice con tono agrio. —No necesito pensar en alguien para sonreír, es solo que tuve una idea para no morir de aburrimiento sin hacer nada aquí. —Sobre eso, que bueno que tocas el tema —pone aquella expresión seria y Zoe sabe que su desayuno está a punto de arruinarse—. No sé qué concepto de matrimonio tienes, pero no quiero una esposa mantenida… —¡¿Disculpa?! —se pone de pie con brusqueda
Cuando la tarjeta de invitación llega a las manos de Zoe, mira el techo y se deja caer en una silla cerca suyo. Otra fiesta más, esta vez para celebrar el cumpleaños de la princesa Anabet, como si no fuera suficiente ya tener que verla al menos día por medio allí, haciéndole arrumacos a Daryl y mirándola de manera despectiva. Lo único que la consuela es que Daryl ya no la deja que lo bese delante de ella, porque en verdad eso sería mucho más humillante. Aquel día dejó que el estar allí, en su lugar secreto y recordar el pasado, la hiciera vulnerable. Por eso, ahora trataba de no coincidir con su esposo, no fuera que otro ataque de amabilidad le llegara y terminara peor que un beso. Rita aparece esta vez con una caja algo más grande y una rosa roja. —¿Otro regalo? —Sí, de la misma persona que no sabemos quién es. —Llévelo a la habitación, por favor. Vuelve a meterse en el trabajo que se trae entre manos, uno que involucra a Carlo, pero de manera silenciosa, para no tener problema
Cuando Zoe termina de arreglarse, se mira frente al espejo y queda impresionada de ella misma. Aunque la muerte de su abuelo ha sido reciente, su primo Carlo le dijo que no se dejara morir, que su abuelo no quería eso para ella y pues… sí tenía razón. Si ella se dejaba hundir en la tristeza, solo iba menospreciar lo que sus padres y su abuelo le enseñaron desde pequeña. Además, el duelo lo llevaba dentro desde hace años, ahora podía hacer lo mismo, mantenerse firme por fuera aunque por dentro estuviera destrozada. Se coloca unos aros de plata con una fina perla, se coloca la máscara y extiende los brazos para que las alas de su disfraz también lo hagan. Sí, el disfraz que eligió es un ángel, su madre le decía que eso había sido ella desde que supo que estaba embarazada. Es un vestido que se ajusta a sus curvas con delicadeza, de manga corta y escote reina Anna, las alas son de plumas suaves y blancas, con toques plateados en las orillas, dándole un aura especial a la luz de la habit
Zoe no puede creer que tuviera tan mala suerte para que Daryl la encontrara así, no entiende nada de lo que al tipo frente a ella le pasó para hacer algo así. —Daryl… no es lo que piensas… —se apresura en decir, pero por supuesto que no la escucha. —¡¿Ah no?! Entonces no te estabas besando con tu amante, ¿verdad? —¡Yo no lo besé y no es mi amante! —le dice ella con firmeza, pero lo que pasa a continuación le resulta como una bofetada. —Me siento profundamente ofendido, Zoe —dice el hombre con un tono de voz herido y ella lo mira como si quisiera matarlo. —¡Cállate! Yo a ti no te conozco más que desde hace diez minutos… —¡Pero bien que te viniste con él a su habitación! —brama Daryl y tira de ella para sacarla del lugar—. Eres una descarada, sucia y traicionera, pero qué se puede esperar de una mujer a la que le gusta meterse en la cama de hombres comprometidos, seguramente este también tiene una relación que quieras fastidiar. —No sigas por ese camino, porque te vas a arrepentir
Cuando Zoe abre los ojos, se despereza, se gira y se encuentra la imagen que no pensó jamás encontrar. Era hermoso. Dormido, Daryl es realmente hermoso, se ve joven, relajado, como si nada lo atormentara. Se parece tanto a su versión de aquel hombre que tantas veces soñó que llegaba con ella para cumplir su promesa. No puede evitar que un par de lágrimas salgan de sus ojos, se levanta con cuidado, se coloca una bata para capear el frío y baja a la cocina para preparar algo de desayunar. En el momento que cruza la puerta, el hombre abre los ojos, observando el espacio que ahora está vacío, sin poder olvidar la imagen de aquella mujer que se ve tan bella dormida, en especial porque no puede decirle nada que sea contrario a lo que él diga. Se gira un poco, observa el techo unos minutos y luego decide que es momento de levantarse, pero primero, cumple con su rutina de ejercicios en el gimnasio de la casa. Zoe sube con una bandeja llena de cosas que la señora del servicio le dice que