Zoe no puede creer que tuviera tan mala suerte para que Daryl la encontrara así, no entiende nada de lo que al tipo frente a ella le pasó para hacer algo así. —Daryl… no es lo que piensas… —se apresura en decir, pero por supuesto que no la escucha. —¡¿Ah no?! Entonces no te estabas besando con tu amante, ¿verdad? —¡Yo no lo besé y no es mi amante! —le dice ella con firmeza, pero lo que pasa a continuación le resulta como una bofetada. —Me siento profundamente ofendido, Zoe —dice el hombre con un tono de voz herido y ella lo mira como si quisiera matarlo. —¡Cállate! Yo a ti no te conozco más que desde hace diez minutos… —¡Pero bien que te viniste con él a su habitación! —brama Daryl y tira de ella para sacarla del lugar—. Eres una descarada, sucia y traicionera, pero qué se puede esperar de una mujer a la que le gusta meterse en la cama de hombres comprometidos, seguramente este también tiene una relación que quieras fastidiar. —No sigas por ese camino, porque te vas a arrepentir
Cuando Zoe abre los ojos, se despereza, se gira y se encuentra la imagen que no pensó jamás encontrar. Era hermoso. Dormido, Daryl es realmente hermoso, se ve joven, relajado, como si nada lo atormentara. Se parece tanto a su versión de aquel hombre que tantas veces soñó que llegaba con ella para cumplir su promesa. No puede evitar que un par de lágrimas salgan de sus ojos, se levanta con cuidado, se coloca una bata para capear el frío y baja a la cocina para preparar algo de desayunar. En el momento que cruza la puerta, el hombre abre los ojos, observando el espacio que ahora está vacío, sin poder olvidar la imagen de aquella mujer que se ve tan bella dormida, en especial porque no puede decirle nada que sea contrario a lo que él diga. Se gira un poco, observa el techo unos minutos y luego decide que es momento de levantarse, pero primero, cumple con su rutina de ejercicios en el gimnasio de la casa. Zoe sube con una bandeja llena de cosas que la señora del servicio le dice que
Sanders entra con Zoe a la casa y la deja en el sofá, mientras por la radio llama a una de las chicas del servicio que estudia enfermería. —¡¿Qué le pasó?! —dice Daryl, acercándose a Zoe con preocupación. —No lo sé, estaba haciendo la revisión de rutina y la vi tambalearse, luego solo se desplomó. —Llévala a la habitación, que la revisen allí y… —Daryl… no me siento bien —lo interrumpe Anabet y también se desmaya. —Lo que me faltaba —dice sosteniendo a Anabet y dejándola en el sofá en donde estaba Zoe. Sanders sube con ella las escaleras, Rita le ayuda a abrir la puerta y la chica que mandó a llamar llega para revisar a Zoe. Tanto Rita como Sanders se quedan allí, el segundo muy preocupado, porque con cada día que pasa, se siente más atraído por ella. Zoe abre los ojos, de los cuales corre un hilillo de lágrimas, se pone de pie con dificultad y camina hasta el vestier. —Señora, debería quedarse a descansar, lo más probable es que sea la tensión que se le bajó. —Estoy bien, so
Doce años atrás… Para Zoe, estar con su amigo era lo mejor que le podía pasar, en especial porque sus padres viajaban mucho por causa del trabajo. Para Daryl, era lo mismo, también pasaba mucho tiempo solo y nada de lo que hiciera lo hacía sentir mejor, excepto compartir sus días con Zoe. Cuando Daryl se fue aquellos días con sus padres a la playa, Zoe se sintió muy sola, pero eso le ayudó a decidirse y decirle al chico lo que sentía por él. Aunque tenía cierto temor de ser rechazada, lo haría de todas maneras, porque quien no arriesga no cruza el río. Pero, la sorpresa fue para ella, cuando Daryl le regaló aquella pulsera de caracolas, haciéndole una promesa de amor, a la que Zoe no dudó en responder de manera afirmativa, porque ella también lo quería. En ese instante, en que van de camino al parque de diversiones, ella siente miles de mariposas en su estómago y ve todo de una manera distinta, como si el mundo tuviera más color. Durante el trayecto al lugar, Daryl no le suelta la
Los días se convirtieron en semanas, Zoe salía cada vez que Anabet dejaba la casa y paseaba por el jardín, hablaba con Robert y luego se encerraba. Pero Daryl no estaba contento con todo eso, llevaba casi un mes sin dormir y la situación se le estaba haciendo insostenible.Quiso enviar a Anabet a un departamento, para que estuviera más cómoda, pero se negó rotundamente. Lo curioso es que, al inicio buscaba estar con él, pero de un día para otro dejó de insistir y solo le daba uno que otro beso cuando nadie los veía.Así, se llegó un día que para Zoe siempre había sido de alegría, pero hoy sería muy diferente.Al abrir los ojos, suspira cansada, ese día es su cumpleaños y no tendrá el saludo ni las canciones de su abuelo. Pero sí el de alguien especial para ella, su teléfono repica y al ver quién es, sonríe.—Buenos días, prima hermosa… ¡Feliz cumpleaños!—Gracias, primo hermoso, aunque no sé si sea muy feliz.—¡Claro que lo será! Te envié un regalo que sé te va a encantar, ya lo verás
—¿Acaso no lo sabías? —le dice Carlo con sarcasmo—. Bueno, ahora lo sabes.—Zoe, yo no… —él trata de explicarse, pero Zoe no lo deja.—Lo sé, también lo olvidaste… pero no te preocupes —le dice tocándole el brazo en un gesto que le resta importancia—, esas cosas pueden pasar.Zoe se gira hacia el pastel, sopla la vela, pidiendo solo un deseo y todos aplauden, ignorando por completo al hombre que está allí, sin saber qué hacer. En aquel instante, se escucha el chillido de Anabet, que viene llegando y se hace pasar por inocente.—¡Prima, estás celebrando sin mí! —Daryl se voltea y ella se queda helada, baja la mirada, mientras él se acerca.—¿Tú lo sabías? —le pregunta evidentemente enojado, ella asiente fingiendo vergüenza.—Sí… pero ella me dijo que no quería celebrarlo, yo… —Daryl mira a Zoe, que sonríe sin poder creer las palabras de su prima.—Di lo que quieras, aunque de tu boca salgan solo mentiras, él te va a creer de todas maneras… —se gira a todos los presentes y les dice con
Para Daryl salir de la habitación de Zoe con aquella elección obligada lo ha dejado por parte baja impactado, camina hasta su cuarto y se queda viendo la puerta en donde permanece Anabet, mientras las palabras de Zoe resuenan una y otra vez en su cabeza.«Si quieres que las cosas sean más sencillas entre tú y yo, debes elegir: o me dejas ir o la sacas de aquí.»¿Cómo se supone que haría algo así?Se supone que a Anabet la ama, que debería ver por ella y cuidarla de todo lo malo que pudiese afectar a su hijo, pero lo cierto es que no tiene cómo hacerlo sin causarle daño a Zoe… y ahora mismo debía elegir entre una y otra.Se tira a la cama con cansancio, se queda mirando el techo y se da cuenta que ha cometido muchas faltas, la primera y más grave es tener consideraciones con Zoe. Sin embargo, por muy implacable que sea, nunca fue malagradecido y a Zoe le debe mucho, porque su matrimonio con ella le trajo muchos beneficios a su inmobiliaria, además de abrirle camino con inversionistas d
En cuanto abre los ojos, Zoe dedica ese pensamiento único a sus seres amados que no están con ella y se va directo a la ducha.Al salir, se viste con un pantalón ligero y ancho, una blusa ajustada y una chaleca de hilo. Se calza unos zapatos bajos, para estar cómoda mientras se dedica a revisar la bolsa de valores.Va leyendo las noticias y así la encuentra Rita, que le lleva el desayuno, pero se ve más ansiosa que de costumbre.—¿Pasa algo?—No me gusta el chisme, pero al pasar por fuera de la habitación del señor, oí a la bruja gritar y llorar.Zoe se pone de pie enseguida, justo en el momento en que Anabet entra hecha una furia.—¡Tú hiciste que me echara! ¡¡Maldita!! —Zoe le hace un gesto a Rita para que se retire, la muchacha lo hace, pero no para escapar, sino para ir por alguien que socorra a Zoe.—¿Te corrieron? Pero si eres su amor, ¿cómo es posible que eso ocurra? —le dice Zoe con burla, para ocultar la sorpresa por la decisión de Daryl… por primera vez la eligió a ella.—¡¡