Haidar resopló por enésima vez, visiblemente frustrado.—¿Qué pasa? —cuestionó Jamal, notando el estado de ánimo de su amigo.Haidar lo miró con seriedad.—Tyler es la persona que le brindó información a Marlene. Le dijo absolutamente todo sobre la relación que tengo con Brenda, incluso sobre que seremos padres de trillizos. Todo eso ahora lo sabe por Tyler. Es un traidor.Jamal frunció el ceño, incrédulo.—¿Cómo demonios se atrevió a hacerte algo así? No comprendo cómo una persona puede dejarse corromper por el dinero. ¿Qué tanto le pudo haber ofrecido Marlene para que terminara traicionándote, a ti que le has dado toda tu confianza?—Supongo que esta vez no se trata de dinero, sino de una amenaza directa que le hizo Marlene a Tyler —explicó Haidar—. Ya sabes que Tyler tiene una hermana estudiando enfermería en Italia. La cuestión es que Marlene lo amenazó con hacerle algo a su hermana. Quizás las amenazas de Marlene solo eran para asustarlo, y no eran verdaderas, pero Tyler terminó
La mañana llegó otra vez, y Mónica se estaba arreglando frente al espejo para su primer día de trabajo. Sin embargo, al mirar su reflejo, por un momento no se reconoció. Era como si estuviera viendo a una persona completamente distinta. La ropa que llevaba puesta, tan elegante y cuidada, contrastaba con los viejos uniformes de limpiadora doméstica que solía vestir. Ahora se veía diferente, sentía que era diferente. Su corazón latía con nuevas aspiraciones, otros objetivos, y una ilusión renovada. Por primera vez en mucho tiempo, miraba la vida con una perspectiva distinta.Mientras se ajustaba la camisa blanca metida dentro de una falda lápiz negra, recordó con gratitud el gesto de Dylan. Días atrás, él se había preocupado una vez más por ella, enviándole ropa y accesorios. Al principio, Mónica se sintió avergonzada. No era fácil aceptar que alguien, prácticamente un desconocido que ahora consideraba un amigo, se tomara tantas molestias por ayudarla. Sin embargo, sabía que Dylan solo
Dylan se cruzó de brazos, su mirada estaba fija en Karla, quien aún tenía los ojos abiertos de par en par, indignada. —Karla, deberías mantener la compostura y evitar este tipo de escenas. También tienes que dar el ejemplo en este lugar. ¿Crees que Mónica lo hizo a propósito? ¿Que realmente su intención era volcar el café sobre ti? Claramente fue un error, y deberías dejarla tranquila. Karla apretó los labios, furiosa. Miró a Dylan con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. —¿Me estás diciendo que esto es culpa mía? —replicó, alzando la voz—. ¿Ahora soy yo la culpable de que tu incompetente asistente me haya arruinado la ropa? Dylan no perdió la calma, pero su tono se volvió más severo. —No la insultes. Ni siquiera te lo estoy pidiendo amigablemente, Karla, te lo estoy exigiendo. Muestra respeto hacia una persona que, al igual que tú, está trabajando aquí. ¿Te fue mal en tu último caso? ¿Estás frustrada? Eso no es problema mío ni de mi asistente. Así que
—¿Por que no?… Te puedo ayudar, como si este fuera el único lugar al que podrías ir —bromeó Dylan, aunque su tono era delicado. —Creo que ya has hecho demasiado por mí. Solucionaré esto por mi cuenta —expresó, intentando sonar firme, aunque su voz temblaba ligeramente. Dylan la miró con seriedad y negó con la cabeza. —Estoy seguro de que no tienes idea de lo que vas a hacer en este momento. Así que permite que yo te ayude. Subiré algunas de tus cosas al auto, lo más importante, y todo lo demás lo enviaré a buscar mañana temprano. ¿De acuerdo? Mónica inspiró hondo, intentando procesar lo que estaba pasando. —Sinceramente, no quiero ser una molestia. Dylan, has hecho demasiado por mí desde el incidente en la oficina, y ahora pretendes ayudarme con algo que no debería ser un problema para ti. Dylan suspiró, inclinando la cabeza hacia un lado. —¿Quieres que mañana mi día sea todavía más ajetreado? —dijo, cruzando los brazos—. Quiero asegurarme de que tú, como mi asistente, puedas
Haidar finalmente se unió a Brenda en la habitación. Ella estaba recostada sobre la cama, acariciando su vientre con ternura mientras sentía los movimientos de los trillizos. Él se sentó a su lado, observándola en silencio por un momento antes de hablar.—¿Puedo saber la razón por la que decidiste trabajar en casa hoy? —preguntó Brenda con suavidad, rompiendo el silencio.Haidar suspiró, pasándose una mano por el cabello oscuro.—Solo no quise ir a la oficina. Además, todo lo que tenía que hacer podía realizarlo desde mi despacho aquí en casa. Hace poco terminé, justo a tiempo para poder cenar contigo.—No te preocupes, entiendo que trabajes bastante. —Brenda sonrió levemente, aunque su rostro pronto se tornó pensativo—. Haidar, hay algo que quiero preguntarte… Algo que sigue rondando mi cabeza. Quiero saber cuándo, finalmente, vas a ser sincero conmigo y hablarme sobre tu pasado. No quiero parecer insistente o repetitiva, pero siento que ya deberías haberlo hecho.Haidar respiró prof
Brenda estaba en casa esa tarde, disfrutando de un momento de tranquilidad mientras acariciaba su vientre. Los movimientos de los trillizos siempre lograban calmarla, aunque en el fondo su mente seguía ocupada con las preguntas sin respuesta sobre el pasado de Haidar. Había intentado evitar pensar en ello, pero la incertidumbre la seguía persiguiendo.De repente, el timbre de la puerta sonó y la sacó de sus pensamientos. Con una mezcla de curiosidad y sorpresa, se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con Aisha, la hermana de Haidar, quien llevaba una amplia sonrisa en el rostro.—¡Aisha! —exclamó Brenda, sorprendida—. No esperaba verte. Aisha sonrió con calidez y la abrazó suavemente.—Hola, Brenda. Perdona por llegar así sin avisar. Sé que debería haberte visitado antes, pero las cosas han estado un poco agitadas últimamente —dijo, mientras entraba al hogar de Brenda.Brenda cerró la puerta detrás de ella y asintió con una sonrisa.—No te preocupes, me
Brenda tomó un sorbo de su té mientras Aisha terminaba su relato. Había escuchado cada palabra atentamente, sintiendo cómo las piezas del pasado de Haidar empezaban a encajar. Sin embargo, también entendía que lo que Aisha le había contado era solo una parte de la historia, y que había mucho más que Haidar guardaba en su interior.—Aisha, gracias por decirme todo esto. Sé que para ti también debe ser muy difícil hablar de algo tan doloroso, especialmente porque se trata de tu familia y de algo que Haidar aún no puede compartir conmigo —confesó con sinceridad, agradecida con ella.Aisha asintió con una leve sonrisa.—Exactamente, Brenda. Y te lo digo porque he visto lo preocupada que estás. Mi sobrino puede tardar mucho en abrirse completamente contigo, pero al menos ahora tienes una idea de lo que pasó. Él no guarda silencio porque no confíe en ti, sino porque el dolor de revivir esos momentos lo paraliza.Brenda suspiró profundamente. Sentía una mezcla de alivio por saber más y trist
Haidar apenas podía contener su frustración mientras escuchaba a Marlene lanzar su venenosa amenaza. Las palabras que salían de su boca eran como puñales, diseñadas para perforar cada parte de su alma. Ella lo observaba con una sonrisa retorcida, había maldad en sus palabras, que lo hacía querer sacar a esa mujer de su vida para siempre.—Supuse que esa sería tu respuesta —dijo Marlene, cruzando las piernas con aire de superioridad—. Que no vas a dejar a Brenda y que harás cualquier cosa para proteger ese estúpido matrimonio. Pero debes saber algo, Haidar: yo no estoy jugando. Una vez que Brenda sepa la verdad, te dejará. No importa cuánto intentes evitarlo, terminará alejándose de ti de todas maneras.Haidar apretó los puños bajo el escritorio, sintiendo cómo la rabia hervía en su interior. No se atrevía a interrumpirla, aunque sabía que cada palabra estaba destinada a desequilibrarlo.—¿Prefieres que sea yo quien le diga cuáles fueron tus intenciones verdaderas cuando te acercaste a