Madelaine había pasado a visitar a Brenda en el piso. Ambas estaban sentadas cómodamente en el sofá, hablando animadamente. —De manera que Jamal me propuso vivir juntos —dijo Madelaine con una sonrisa entusiasta—. Por supuesto, acepté. Al principio me sorprendió bastante, pensé que sería algo precipitado, pero me di cuenta de que ambos deseamos lo mismo. Incluso me ofreció la opción de comprar otro lugar y decorarlo a mi gusto, pero me pareció innecesario. Me gusta muchísimo la casa en la que vive ahora, siento que podríamos estar bien allí.Brenda sonrió ampliamente y asintió con alegría.—Ay, Madelaine, de verdad me encanta el rumbo que ha tomado tu vida. Es como si tu regreso estuviera lleno de cosas bonitas. Y mírate nada más, estás al lado de un hombre que te ama con locura. En serio, eres muy afortunada.Madelaine dejó escapar una pequeña risa y negó con la cabeza, con humildad.—Tú no te quedas atrás, ¿eh? También eres muy afortunada. Haidar te ama muchísimo y, pronto, serán u
Brenda salió del baño, incluso después de un momento relajante en la ducha, no había logrado calmar su mente. Su cabeza seguía llena de pensamientos que se entrelazaban ferozmente, sin dejarle un momento de descanso. Mientras se secaba el cabello y comenzaba a vestirse, sentía cómo su mente volvía una y otra vez a los mismos temas. Pensaba en esa bebé que probablemente nunca llegó a existir, pero cuya idea seguía atormentándola.La incertidumbre la carcomía. ¿Realmente había existido esa niña que era la hermana de Haidar? ¿Qué le había pasado exactamente a ellos? Más allá de eso, Brenda sentía una profunda confusión respecto a los secretos que rodeaban a los padres de Haidar. Había algo que él no quería contarle, algo que se negaba a decirle, y su silencio era bastante frustrante. Sabía que Haidar estaba protegiendo algo, pero no lograba entender por qué. Suspiró profundamente, dejando caer los hombros mientras se sentaba en la cama. La preocupación se reflejaba en su rostro, pero rá
Haidar miró a Jamal con una expresión pensativa, atrapado en sus propios pensamientos. Jamal, al notar el cambio en su amigo, frunció el ceño y le preguntó:—¿Por qué te has quedado tan pensativo, amigo? Pareces distraído. Haidar suspiró, dejando caer la cabeza hacia adelante antes de responder.—Lo que sucede es que todavía recuerdo que ni siquiera le he dado un anillo a Brenda. Ni un anillo de compromiso, ni un anillo de casados. Nada en absoluto. Todo comenzó con una mentira, y desde entonces, simplemente le he quitado importancia a esos detalles. Jamal arqueó una ceja, sorprendido por la revelación. —No puedo creerlo, Haidar. ¿De verdad? ¿Nunca le has dado un anillo? Ella debe haberse preguntado sobre eso, sin duda. Haidar se pasó una mano por el cabello, frustrado. —Sí, un poco. Pero la verdad es que, en su momento, pensé que no era tan importante. Además, he estaba tan ocupado en mi trabajo que no le puse reparo a esos detalles. Jamal se inclinó hacia adelante, apoyando lo
Haidar, tras salir de su empleo y mientras estaba dentro de su auto, se quedó pensativo respecto al asunto de comprar el anillo para Brenda. No quería que pasaran los días y olvidarse de nuevo de ese tema; era como si, de alguna forma, se sintiera comprometido a darle el anillo. Después de todo, era lo mínimo que podía hacer, considerando cómo habían comenzado las cosas entre ellos y todos los malentendidos que le había hecho vivir.Sin embargo, él era demasiado malo para las sorpresas o para organizar una cena romántica. Se le daba bien invitarla a salir a un restaurante y comer algo delicioso, pero ir más allá, ser más romántico, se le complicaba, como si no fuera parte de su ser.Finalmente, el hombre comenzó a conducir. El tráfico, a esas horas, casi al anochecer, era un poco tedioso, pero estaba tan sumido en sus pensamientos que el tiempo parecía avanzar como una tortuga. Media hora después, llegó al lugar, se bajó del auto y entró a la joyería. No era l
Incluso a Brenda se le había quitado el apetito después de que el árabe apareciera de imprevisto y la atrapara en medio de aquella conversión. —Yo... —Ha tomado una tarta de chocolate y la ha devorado hace rato, eso no está bien, el exceso de azúcar es dañino y más en su estado —terminó diciendo Alexandra, en un intento por salvarla al tiempo que la enredada en otro embrollo falso. No sé le había ocurrido otra cosa. El árabe, un poco confundido, acabó asintiendo con la cabeza, como si creyera sus palabras al tiempo de dudar. Finalmente se acabó de acercar y besó su frente con ternura. —Tomaré una ducha, por favor, apegate a las recomendaciones de la doctora. —Sí, te lo prometo, no sé repetirá. Haidar asintió con la cabeza, mientras caminaba hacia la habitación, las preguntas circulaban sin parar, ¿cómo entregarle el anillo a Brenda? Era una situación completamente nueva para
Después de aquella conversación con él, Alexandra permaneció en la cocina por un rato más, sintiéndose inquieta. Sabía que Brenda había estado hurgando entre las cosas de Haidar. Conocía al árabe lo suficiente como para saber que si llegaba a descubrirlo, no reaccionaría bien. Haidar tenía un carácter fuerte, se enfadaría al saberlo. Por su parte, Haidar regresó a la habitación después de un largo rato pensando en su despacho y un momento en la cocina con Alexandra. Al recostarse junto a Brenda, quien dormía profundamente, finalmente logró calmar su mente y, tras dar algunas vueltas en la cama, el sueño lo venció. A la mañana siguiente, Brenda despertó como de costumbre, y como era habitual, su esposo ya no estaba a su lado. Se estiró lentamente, moviendo sus extremidades con pereza, mientras sus ojos aún luchaban por adaptarse a la luz del día. Después de unos minutos, logró reunir la energía suficiente para levantarse, darse una ducha rápida y vestirse con ropa cómoda. Sin emb
Haidar y Brenda llegaron a la oficina. Mientras él se acomodaba en su escritorio, comenzando a revisar papeles y abrir su computadora, Brenda tomó un momento para observarlo. Había algo fascinante en la forma en que trabajaba. Su postura erguida, sus movimientos seguros y la manera en que sus ojos se enfocaban en los documentos frente a él lo hacían parecer un hombre completamente en control de su entorno. Era impresionante verlo en su elemento: concentrado, eficiente y con una capacidad de análisis que Brenda no podía evitar admirar.Por un instante, Brenda se permitió pensar en lo mucho que había cambiado su percepción de Haidar desde el principio de su relación. El hombre que una vez le pareció un enigma frío y distante ahora era su esposo, el padre de sus futuros hijos, y alguien por quien sentía un respeto inmenso.Para no aburrirse mientras él trabajaba, Brenda decidió ayudarlo con algunas tareas sencillas. No quería sentirse una espectadora pasiva, especialmente después de que
Después de almorzar juntos en el comedor, Brenda y Haidar regresaron a la oficina. El árabe se acomodó en su silla cómoda, mientras Brenda se sentaba en uno de los sofás, sacando su teléfono para distraerse un poco. Fue entonces cuando Haidar recordó algo importante: tenía una junta pendiente, una reunión a la que no podía faltar. Justo en ese momento, Aurora, tan eficiente como siempre, apareció en la puerta.—Señor Abdelaziz, estoy aquí para recordarle que tiene una junta pendiente. Todos ya lo están esperando en la sala de reuniones —informó con profesionalismo la pelirroja.Haidar asintió con la cabeza y Aurora, tras cumplir con su tarea, se retiró de la oficina. Antes de salir, el hombre se volteó hacia Brenda con una leve sonrisa.—La junta será un poco larga. Procuraré terminar lo antes posible para que no estés tanto tiempo sola aquí.Brenda le restó importancia con un gesto tranquilo y una sonrisa comprensiva.—No te preocupes por mí, estaré bien. Espero que todo salga bien,