—Estás comenzando a ver una esperanza en donde no la hay, estás dándole un significado a todo esto cuando no existe uno... Puedo ser tu psicólogo, ¿sabes? —le dijo Igor, algo animado.Elisa lo miró y rió insegura tras oírlo, se sentía estúpida e ilusa… y lo era.Estaba descolocada por lo que acababa de pasar con Andrei y le era imposible sacar esa imagen de su cabeza. —Entonces supongo que justamente, ahora tú no tienes nada que hacer —comentó simplemente, ante el acercamiento de Igor.—Siempre tengo que hacer, pero quiero relajarme, porque deshacerse de cadáveres es cansador. Pesan… —dejó descansar sus manos a sus costados.La chica pensó que bromeaba, pero aquello lo había dicho seriamente y todos en esa casa tenían la palabra “asesino” en la frente.Se tensó y Igor lo notó.—Descuida, aún no pretendo deshacerme del tuyo —la miraba, sonriendo ligeramente. Elisa dejó de mirarlo. ¿Por qué nadie en esa casa podía ser normal? Llevó sus rodillas hasta su pecho para abrazarlas, se sent
Andrei miraba su copa de vino, mientras sus hombres conversaban de cosas triviales en su restaurante favorito. Había estado visitando uno de sus negocios anteriormente, el nuevo estadio de fútbol que estaba seguro sería el próximo más codiciado por las ligas de fútbol locales y extranjeras. Luego de eso, él había decidido que era bueno hacer una parada en ese lugar que siempre le hacía sonreír por lo bien que sabía la comida.Después de un momento necesitó estar solo, quería dar un paseo por las calles aledañas a ese lugar porque quería empaparse de la cotidianidad de la gente en esa ciudad que era tan diferente a la suya. Necesitaba recrear su mente para volver a casa con tranquilidad.—Iré a dar una vuelta.—¿Quieres que vaya tras de ti? —se ofreció uno de sus hombres.Él se puso de pie y le dio unas palmadas en su hombro para que no imitara su acción.—Descuida, disfruten la comida —guardó sus manos en los bolsillos de su jeans y comenzó a caminar.Hace tiempo que no se daba el
Elisa había estado ensayando su danza por dos horas en la sala en donde se hacían las reuniones sociales, aprovechando que no había hombres en casa cerca de la sala ni de ella. Estaba contenta, hacer ese tipo de actividad física le recreaba y la alegraba, ya que hace días ya que no hacía nada. Necesitaba algo con qué ocupar su mente, estaba aburrida y tenía que sacar de su cabeza de alguna manera lo sucedido con Andrei.Mientras iba preguntándose por Andrei y Igor, vio varias bolsas en frente de su habitación y no pudo evitar sorprenderse cuando las vio. Caminó hacia ellas y les echó un vistazo: era ropa de mujer. Comenzó a ver las prendas una por una entonces, eran cosas que ella definitivamente habría comprado: zapatos, vestidos, faldas, jeans al estilo skinny y de tiro alto, muchos tops y lencería. Adoraba esas prendas, y no podía evitar emocionarse al pensar que Andrei había comprado todo eso para ella. ¿Sería su manera de darle una atención luego de que jugara tanto con ella
El cabeza rapada soltó a la chica y Andrei negó con la cabeza, mientras sostenía la muñeca del intruso que osaba levantarle la mano a ella.Aquella no había sido una acción inteligente porque nadie podía tocarla, solamente él. El sujeto miró a su líder y pronto entendió que aquella chica le pertenecía. Estaba en serios problemas.—No decido si corto tu dedo o si simplemente te mato —siseó Andrei con voz fría y amenazadora.El pelinegro lo miraba desafiante, no se iba a humillar delante de nadie.—Ni lo uno ni lo otro. Esa puta me golpeó, debía defenderme —se excusó, escupiendo con rabia.Aquellas palabras fueron como si le hubieran echado alcohol en los ojos. Nadie tenía derecho de bajarle el perfil a sus palabras y tampoco de insultar a Elisa en su presencia, porque estaba él para defender lo que era de su propiedad. Sacó la pistola y le apuntó en la cabeza.—Esa puta es mía —espetó con voz sombría.—¡No, no lo hagas! —saltó Elisa, para tomarle el brazo y que no tirara del gatillo.
Andrei abrió la puerta con el pie, adentro había un olor a pudrición, seguramente porque había cadáveres olvidados. Al notarlo, ella comenzó a forcejear nuevamente con él, pero esta vez presa del pánico, tratando de morderle la mano nuevamente para que no la siguiera haciendo bajar los escalones, pero no podía zafarse. Estaba desesperada, aterrada, quería gritar y ya estaba comenzando a chillar. Andrei, por su parte, la agarraba firmemente.Elisa estaba tan asustada que deseaba ver su rostro. El lugar estaba oscuro, pero la luz de la noche iba a permitir que algo vieran luego de acostumbrarse a la oscuridad, además, el lugar no era demasiado grande.Cuando llegaron abajo Elisa sintió pelaje descuidado en sus pies y parte de sus piernas. Eran ratas, y con eso quiso morir de un ataque al corazón. El miedo le subió por los pies para luego viajar por sus piernas y apoderarse de todo su cuerpo. Comenzó a moverse desesperadamente, tratando de saltar para no tener que tocar el suelo, ll
Elisa adoraba que el agua caliente la cubriera por completo mientras caía desde arriba. La sensación de sentir la caída del agua como cientos de caricias en la cabeza hacía que sus músculos allí la relajaran por completo, lo mismo ocurría cuando esas caricias caían en su espalda. Miró sus piernas. Al parecer, pronto iba a necesitar otra depilación porque el efecto de la depilación láser pasaría pronto.Le gustaba pensar en cosas cotidianas, puesto que ampliaba su mente y la sacaba de ese mundillo lleno de cosas malas que la rodeaba. También sería bueno leer un libro, quería mantener su cabeza activa para no tener que sucumbir al estrés de estar bajo el brazo de Andrei todo el tiempo.Temprano en la tarde de ese día, cuando despertó, estaba sola en su cama con otra ropa: era un pijama. Apenas fue consciente de eso, recordó lo que había pasado la noche anterior y le costó creer que era cierto porque parecía más una pesadilla. No, no había sido una pesadilla, había ocurrido en serio.
Ya de noche, Andrei bebía de su vaso con whisky entretenido manteniendo una conversación con Arnold, el líder de un clan amigo. Ambos, junto con Kirill, se conocían desde los diez años. No era demasiado cercano a él como lo era del fallecido peli negro, pero se llevaban bien y tenían historias y pasadas en común. Estaban en el club favorito de Kirill, recordándolo con gracia y distrayéndose de vez en cuando con un nuevo baile. Andrei tenía razón, aquel club no era el hermano del cementerio del club de Elisa, era más bajo y burdo, pero el entretenimiento masculino estaba garantizado.—Lo que hacen estas chicas queda bajo al lado de lo que hace tu motín —comentó el rubio, mientras miraba a una chica bailar.Andrei dejó de beber, para dejar de mirar a la bailarina y centrarse en su vaso. Sí, Arnold tenía razón y por eso mismo la había invitado a ese club.—¿Cómo era su nombre? —volteó hacia el castaño.—Elisa —respondió, recordándola y junto con ello lo que había pasado la noche recién
—Quiero un tequila margarita, por favor —respondió la castaña sin demora, hace días que deseaba uno y ahora tenía una excelente oportunidad.Arnold sonrió y llamó a una camarera. Elisa la miró con desdén pensando que era una ofrecida, se le veía todo y su falda era enfermamente corta. ¿Para qué se la ponía, si al final iba a mostrar su tanga de todas maneras? Se avergonzó de sí misma en cuanto notó lo que hacía, a ella le pedían vestirse así. Pero dejó de sentirse culpable en cuanto notó que Igor se iba con ella.—Elisa —la llamó Andrei con su ceja alzada, ella lo vio y dejó de mirar al rubio y a la camarera. Fue hasta él para sentarse en una silla a su lado, no sin sentirse observada y eso la ponía nerviosa y la reconfortaba, porque le había dado al blanco con su vestimenta.Cuando todos volvieron a sus asuntos la castaña decidió hablarle, suavizando su voz, porque no tenía caso hacerse la ofendida con él. Pronto llegaría su ansiado trago y sabía que su boca se iba a calentar e i