Elisa caminaba por la casa, tratando de memorizar todos los pasillos y puertas a su alrededor, creía que era una buena manera de sobrevivir por si algo sucedía, además era lo mejor que tenía para matar el tiempo.Pensó que sería bueno ver la televisión, alguna película o simplemente revisar facebook para enterarse de lo que pasaba con sus conocidos en Rusia y en su país. ¿Cómo estaría su hermana pequeña? Seguramente estaba loca por hablarle por skype acerca de sus programas de televisión favoritos, sobre todo del que solían ver juntas cuando aún vivía con ella: My Little Pony. La extrañaba, su hermana era su pequeña adorada, su bebé, como ella solía llamarla porque apenas tenía siete años. Si Andrei le había dado libertad dentro de la casa, ¿por qué no podía darle la oportunidad de comunicarse con su familia? Se entusiasmó con la idea, algo debía hacer para poder conseguir eso. ¿Pero qué?Mientras caminaba por un pasillo descalza con un short y una camiseta de hombre, se topó de fr
Andrei se puso de pie y fue camino a su habitación.Cerró la puerta fuertemente mientras comenzaba a golpear la pared con sus puños, porque parecía que la habían echado alcohol a la herida de haber perdido a su único amigo, y además, le hacía sentir que no había cuidado bien a su gente. Si él hubiera aceptado ir a beber con Kirill esa noche, él no habría muerto. Justo en ese momento ese pensamiento lo atacaba. No se había permitido llorarlo durante esos días y ahora no pretendía hacerlo tampoco, sin embargo, ahora estaba enojado con él mismo al recordar lo que había hecho para vengarlo. Pensó que había hecho lo suficiente para dejar de sentir rabia, pero no era así, ahora volvía a tener rabia y era porque no había hecho lo necesario.Había perdido mucha gente importante en su vida, que fuera una más la consideraba como algo que simplemente debía pasar y por eso no lloraba la muerte de nadie. Lo que debía hacer ya lo había hecho, pero odiaba aceptar que siempre se podía hacer más p
Elisa lo miró confundida, un tanto aturdida por su cambio de actitud tan radical. Andrei, por otro lado, la miraba a los ojos de aquella manera vacía en la que solía mirar a todo el mundo, incapaz de tener un ápice de calidez u otro sentimiento noble en ellos.—Tú… estás enfermo —habló ella con dificultad gracias al ritmo de su respiración, manteniendo sus manos en los hombros de él. Hace un rato se había sentido asesinada y luego en la gloria entre sus brazos, con él sobre su cuerpo, sintiendo su calor corporal que la estaba volviendo loca de a poco. Pero no podía dejar de perturbarle la combinación de cosas que había hecho con ella al adentrarla a su habitación. Nada ahí estaba bien.Andrei ladeó una sonrisa sin moverse, a pesar de que su boca la estaba echando del lugar.—¿Ah, sí? —volvió a acercar su rostro al de ella, para hablarle sobre los labios—. ¿Porque no quiero que sigas aquí para hacerte mía y luego matarte?—No es eso —se enojó. Claro que no era por eso, ella jamás h
—Estás comenzando a ver una esperanza en donde no la hay, estás dándole un significado a todo esto cuando no existe uno... Puedo ser tu psicólogo, ¿sabes? —le dijo Igor, algo animado.Elisa lo miró y rió insegura tras oírlo, se sentía estúpida e ilusa… y lo era.Estaba descolocada por lo que acababa de pasar con Andrei y le era imposible sacar esa imagen de su cabeza. —Entonces supongo que justamente, ahora tú no tienes nada que hacer —comentó simplemente, ante el acercamiento de Igor.—Siempre tengo que hacer, pero quiero relajarme, porque deshacerse de cadáveres es cansador. Pesan… —dejó descansar sus manos a sus costados.La chica pensó que bromeaba, pero aquello lo había dicho seriamente y todos en esa casa tenían la palabra “asesino” en la frente.Se tensó y Igor lo notó.—Descuida, aún no pretendo deshacerme del tuyo —la miraba, sonriendo ligeramente. Elisa dejó de mirarlo. ¿Por qué nadie en esa casa podía ser normal? Llevó sus rodillas hasta su pecho para abrazarlas, se sent
Andrei miraba su copa de vino, mientras sus hombres conversaban de cosas triviales en su restaurante favorito. Había estado visitando uno de sus negocios anteriormente, el nuevo estadio de fútbol que estaba seguro sería el próximo más codiciado por las ligas de fútbol locales y extranjeras. Luego de eso, él había decidido que era bueno hacer una parada en ese lugar que siempre le hacía sonreír por lo bien que sabía la comida.Después de un momento necesitó estar solo, quería dar un paseo por las calles aledañas a ese lugar porque quería empaparse de la cotidianidad de la gente en esa ciudad que era tan diferente a la suya. Necesitaba recrear su mente para volver a casa con tranquilidad.—Iré a dar una vuelta.—¿Quieres que vaya tras de ti? —se ofreció uno de sus hombres.Él se puso de pie y le dio unas palmadas en su hombro para que no imitara su acción.—Descuida, disfruten la comida —guardó sus manos en los bolsillos de su jeans y comenzó a caminar.Hace tiempo que no se daba el
Elisa había estado ensayando su danza por dos horas en la sala en donde se hacían las reuniones sociales, aprovechando que no había hombres en casa cerca de la sala ni de ella. Estaba contenta, hacer ese tipo de actividad física le recreaba y la alegraba, ya que hace días ya que no hacía nada. Necesitaba algo con qué ocupar su mente, estaba aburrida y tenía que sacar de su cabeza de alguna manera lo sucedido con Andrei.Mientras iba preguntándose por Andrei y Igor, vio varias bolsas en frente de su habitación y no pudo evitar sorprenderse cuando las vio. Caminó hacia ellas y les echó un vistazo: era ropa de mujer. Comenzó a ver las prendas una por una entonces, eran cosas que ella definitivamente habría comprado: zapatos, vestidos, faldas, jeans al estilo skinny y de tiro alto, muchos tops y lencería. Adoraba esas prendas, y no podía evitar emocionarse al pensar que Andrei había comprado todo eso para ella. ¿Sería su manera de darle una atención luego de que jugara tanto con ella
El cabeza rapada soltó a la chica y Andrei negó con la cabeza, mientras sostenía la muñeca del intruso que osaba levantarle la mano a ella.Aquella no había sido una acción inteligente porque nadie podía tocarla, solamente él. El sujeto miró a su líder y pronto entendió que aquella chica le pertenecía. Estaba en serios problemas.—No decido si corto tu dedo o si simplemente te mato —siseó Andrei con voz fría y amenazadora.El pelinegro lo miraba desafiante, no se iba a humillar delante de nadie.—Ni lo uno ni lo otro. Esa puta me golpeó, debía defenderme —se excusó, escupiendo con rabia.Aquellas palabras fueron como si le hubieran echado alcohol en los ojos. Nadie tenía derecho de bajarle el perfil a sus palabras y tampoco de insultar a Elisa en su presencia, porque estaba él para defender lo que era de su propiedad. Sacó la pistola y le apuntó en la cabeza.—Esa puta es mía —espetó con voz sombría.—¡No, no lo hagas! —saltó Elisa, para tomarle el brazo y que no tirara del gatillo.
Andrei abrió la puerta con el pie, adentro había un olor a pudrición, seguramente porque había cadáveres olvidados. Al notarlo, ella comenzó a forcejear nuevamente con él, pero esta vez presa del pánico, tratando de morderle la mano nuevamente para que no la siguiera haciendo bajar los escalones, pero no podía zafarse. Estaba desesperada, aterrada, quería gritar y ya estaba comenzando a chillar. Andrei, por su parte, la agarraba firmemente.Elisa estaba tan asustada que deseaba ver su rostro. El lugar estaba oscuro, pero la luz de la noche iba a permitir que algo vieran luego de acostumbrarse a la oscuridad, además, el lugar no era demasiado grande.Cuando llegaron abajo Elisa sintió pelaje descuidado en sus pies y parte de sus piernas. Eran ratas, y con eso quiso morir de un ataque al corazón. El miedo le subió por los pies para luego viajar por sus piernas y apoderarse de todo su cuerpo. Comenzó a moverse desesperadamente, tratando de saltar para no tener que tocar el suelo, ll