Cap. 113: Yo... soy Raquel.

Los gritos de Renata resonaban por los pasillos de la mansión, su voz cargada de angustia mientras intentaba reanimar a Gertrudis. Ángelo, a pesar del dolor en su costado, se levantó con esfuerzo y se dirigió al despacho, guiado por la desesperación en el tono de Renata.

Cuando llegó, encontró a Renata arrodillada junto a Gertrudis, quien yacía inconsciente en el suelo. Renata, con las manos temblorosas, intentaba reanimarla.

—¿Qué pasó? —preguntó Ángelo con preocupación, apoyándose en el marco de la puerta mientras se acercaba lentamente.

—No lo sé… estaba hablando y de repente se desmayó, —respondió Renata con la voz entrecortada, sin apartar la mirada de Gertrudis.

Ángelo se arrodilló con dificultad junto a ellas, evaluando la situación. Su mirada se suavizó al ver el rostro pálido de Gertrudis.

—Déjame ayudarte, —dijo con firmeza, poniéndose de pie con esfuerzo—. Buscaré algo para reanimarla.

Se dirigió rápidamente hacia el baño y regresó con una botella de alcohol y algodón. Mojó
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