— ¿Quién te visitó anoche? —preguntó Marta, cuando la encontró recogiendo los pedazos de vidrios a la mañana siguiente—. Y no me pidas que me vaya porque Vanesa está arriba, con Fran, y yo ya le he pasado la varicela. -—Vicente Rivas —respondió Sofía, cerrando la puerta de la habitación del niño—. Gabriel se ha vuelto a dormir. Está recuperando el sueño perdido. Sofía le dio a su amiga una versión resumida de lo sucedido la noche anterior. El recuerdo de su discusión no la dejó conciliar el sueño durante horas, esa mañana no soportaba pensar en ello. Su mente estaba concentrada por completo en el hecho increíble de que Gabriel era hijo de Vicente Rivas, no de Ernesto. —¡Por dios! Sofía, ¿Y qué intenta hacer Vicente ahora? —preguntó Marta cuando Sofía finalizó la historia. —Dijo algo acerca de encargarse de Gabriel y de mí —musitó Sofía. — ¿Y has aceptado? La joven se sentía tan cansada que no recordaba con precisión lo que había dicho, solo que al final le pidió a Vicente que se
— Enfermo. —dijo Gabriel señalándose el mismo.—Sí, ya lo sé, mi cielo, pobrecito — respondió Elba. — Sofía. No sé qué te parece, pero he envejecido diez años en las últimas dos semanas.—Siento que tus hijos hayan estado enfermos —expresó Sofía, sintiéndose incómoda—. Permíteme prepararte una taza de té. Marta, mi inquilina y hada madrina, me ha comprado galletas de chocolate.— ¡Me encantan! —Elba observó a Gabriel, que volvió a entretenerse con sus borregos y vacas de juguete—. ¿Puedo ayudarte?Era evidente que deseaba hablar.—Desde luego. Acompáñame a la cocina —le pidió Sofía—. Gabriel vendrá a buscarnos si se aburre.Mientras Sofía llenaba la tetera de agua, Elba no le dio vueltas al asunto.—Vicente nos contó todo, Sofía.Los dedos de la joven temblaron al enchufar la tetera.—Debe de haberte sorprendido la historia —se enfrentó a su visitante sintiéndose acongojada—. Francamente, me asombra que hayas querido verme de nuevo.— ¿Por lo que intentabas hacer a Ernesto? —Elba se s
Dayana la miró con desprecio y exclamó indignada. —¡¿No entiendo cómo Vicente pudo haberse metido con una mujer tan vulgar como usted?!. ¡Pero gracias a dios ya recobró la razón!... Solo vine a advertirle que no se acerque más a Vicente, porque ya regresé a la mansión, hemos decidido darnos una segunda oportunidad. Y nos volveremos a casar. Sofía se quedó atónita y palideció, pero alcanzó a decir. — ¡Está mintiendo! Daniela vio con satisfacción la expresión de Sofía y le dijo con malicia. —No, por supuesto que no. Desde que nos vimos en la fiesta de gala de beneficencia, empezamos un acercamiento—Sofía apretó los puños con rabia y Dayana continuó diciendo—Vicente se dio cuenta de que a pesar de mis errores del pasado aún me ama. —luego sonrió con ironía, le restregó—Yo la invitaría a la mansión para que fuera testigo de cómo volví a ser la ama y señora de la mansión, de cómo me consiente volviendo a ser los mismos amantes apasionados. Vicente es muy bueno en la cama... Pero eso us
—Legalmente tal vez, pero no quiero ni necesito su ayuda. —No seas tan orgullosa, él es el padre de Gabriel y tu bebé —le dijo Marta—. Puede que haya iniciado una relación seria con otra mujer, pero eso a ti no te incumbe. —No es orgullo, no quiero estar cerca de él. —Quizá convendría esperar a que nazca el bebé para exigirle responsabilidades. —De verdad que no quiero su dinero, Marta. Lo que me preocupa es encontrar la manera de mantener a mis hijos y encontrar otro trabajo. Después de que Marta se fue, su amiga María la llamó para invitarla a tomar un café. —Se me ocurrió que podíamos comer un postre mientras hablamos —comentó María con una sonrisa. —Qué buena idea... —dijo Sofía. María la observó detenidamente y frunció el ceño. —Tienes muy mala cara, Sofía. ¿Qué te ocurre? La perspicacia de María incomodó a Sofía, que estuvo un rato comiendo su postre antes de responder. —No ocurre nada. El calor me agota, eso es todo. —Sofía quiero comentarte algo—dijo duda
—Este es un lugar estupendo para trabajar. Espero que disfrute de su tiempo aquí —dijo Aura y salió de detrás del mostrador. Estaba descalza y llevaba las uñas de los pies pintadas de rojo. Y Sofía trató de poner cara de que estaba acostumbrada a ver a los empleados descalzos en una empresa."¡Ok!... Espero no arrepentirme de buscar trabajo aquí. Ya que fueron los únicos que me llamaron para hacer la entrevista.Caminando sobre la esponjosa alfombra, escoltó a Sofía hasta unas puertas dobles de roble. Empujó una de ellas, dio un paso atrás y le hizo un gesto para que entrara. —Tome asiento, Mateo llegará enseguida. —para Sofía no pasó inadvertido que tuteó a su jefe.La puerta se cerró silenciosamente detrás de ella, dejándola sola en el despacho de Mateo. Como le habían indicado, se sentó en uno de los sillones de cuero negro. Cruzó los tobillos y se colocó el maletín que llevaba sobre el regazo. Miró a su alrededor, nerviosa. El despacho era enorme y su decoración impersonal, pare
Daba la impresión de que quería librarse de él, caviló Mateo, las mujeres nunca querían librarse de él, todas se mostraba coqueta o dispuestas a complacerlo. —Tonterías —insistió él, y se levantó de la silla, dando la discusión por terminado —Tengo un hueco ahora y me gustaría asegurarme de que te encuentras a gusto. Sofía se puso en pie con cierta reticencia y salió del despacho, delante de él. A pesar de cierta rigidez, se movía con fluidez y gracia femenina. Las curvas del abultado y hermoso trasero se mecían tentadoramente de izquierda a derecha, observó él. Esa falda ajustada que dejaba notar el cuerpazo que tenía, seguro se la pasaba metida en el gimnasio. Respiró hondo para poner en orden sus pensamientos. En el pasillo, se colocó a su lado. —Seguro que has visto la sala de juegos cuando venías para acá. En todas las plantas hay una —indicó él, orgulloso, cuando se detuvieron en la puerta.— Es una de nuestras innovaciones favoritas. Me la paso en esa sala el mismo tiempo
Se detuvieron delante de un despacho para visitas y él abrió la puerta. El escritorio estaba a un lado del gran espacio de la recepción de la oficina de finanzas. Un ordenador y un teléfono ocupaban media mesa. Había un cuadro con el logo de la empresa y un ficus en una esquina. Era perfectamente adecuado para trabajar a gusto. —Esta será tu casa durante las próximas semanas. La mesa tiene material, el teléfono está activo y tienes enchufes para conectar tu portátil. Si necesitas algo, la asistente de contabilidad, Verónica, puede ayudarte. Está al final del pasillo, a la izquierda. La secretaria principal Sara está de vacaciones, por eso nos vimos en la necesidad de buscar una asistente, cuando ella regrese, te adjudicaré otro puesto. Tu jefe inmediato es el gerente de finanzas, se llama Omar Mendoza, no se encuentra. Pero lo conocerás mañana. Sofía asintió con un seco gesto. Parecía estar deseando que se fuera, adivinó Mateo. ¿Cuál era su problema? Estaba rígida y tensa, como si an
Dayana puso música para empezar a bailar, contoneándose de una manera tan sensual como una bailarina exótica. Era su manera de coquetear para atraer a los hombres. Eso le hizo recordar cuando la sorprendió bailando con su mejor amigo. Vicente supo que estaba intentando llamar su atención mediante la provocación sexual y la ignoró deliberadamente. Aquella actitud le resultaba desagradable y obscena. En su opinión, una mujer debía comportarse con decoro y dignidad fuera del dormitorio. Por desgracia, Dayana siempre lo avergonzaba cuando se tomaba algunas copas de más en una fiesta. Otro defecto más de la larga lista. ¿Qué diablos estaba pensando cuando regresó con su ex? Por supuesto que lo sabía perfectamente, por despecho y dolor. Y un gran deseo de molestar a Sofía. **** El primer oficial del yate, Donato, se encontraba hablando con una camarera. —Si no estás dispuesta a presentar una queja oficial, yo no puedo hacer nada. La señorita Torres es la novia del señor Rivas. Me temo que