Capítulo 51

—¡Sofía! —le advirtió Vicente.

—¡Aguántate me dijiste cara de guasón! Me voy al baño a lavarme la cara—y se alejó buscando el baño que estaba a un lado de una piscina redonda. Cuando se estaba enjuagando la cara después de lavarse con jabón, se incorporó a verse en el espejo y se sobresaltó dando un gritó al ver parado a Vicente tras de ella.

—¡Aaaagghhh! ¡Vicente! ¡Me asustaste! ¡Diantres! ¡Pareces un espanto parado allí silencioso!

—¿Quién es Francisco? —preguntó irritado.

—¡Ah! ¿Estás celoso?, vaya, vaya. ¡Igual como cuando estuve celosa, y no me aclaraste nada porque no te dio la puta gana! Si quieres que te diga quien es Francisco, aclárame lo de Dayana.

—Odio cuando te crees que eres tú la que mandas. ¡Nunca había conocido una mujer como tú que le gustara darme órdenes!

—Bueno, acostúmbrate, así soy yo, esto es lo que hay. ¡Además, eso es lo que te ganas por ser un mujeriego!

— ¿Mujeriego yo? ¡Si no he metido otra mujer en mi cama desde que te conocí!

—¡Ay, Vicente, por favor!
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