Capítulo 46
Sofía, a su lado de la cama de hospital, sosteniendo su mano, estaba muy preocupada porque Marina tenía los ojos hundidos y sudorosa deliraba.

—¡Marina, por favor no hables…!

—¡No, necesito hablar!... cuida a mi hijo… perdóname por haberte dicho que no lo quería…

—¡Eso no importa! Solo estabas asustada…—dijo Sofía, angustiada.

—Quiero que… seas su madre.

Sofía empezó a llorar porque no deseaba que se despidiera y le exclamó.

—¡Tú lo vas a criar y vas a ser su madre!

—¡Promételo!... por favor…

—¡Te lo prometo!, ¡Te lo prometo! ¡Por favor no te despidas!... ¡No me dejes sola! ¡Marina, no te vayas! ¡Tú eres mi hermanita pequeña! —exclamó Sofía llorando desconsolada.

—¿Él va a venir a verme?... dile que venga…

—¿Quién va a venir?

—¡Él me ama!... como yo a él… Sofía lo quiero ver…

—¿Marina a quién quieres ver?

— A Ernesto Rivas… el señor Rivas… yo lo amo

Sofía confusa le pregunta.

—¿Ernesto Rivas? ¿Al que le hacías las suplencias como mecanógrafa?

—¡Llámalo!... el señor Riva
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