Capítulo84
Todos, incluyendo al Rey Benito, quedaron atónitos con las palabras de Desislava. El Rey Benito miró rápidamente a Isabella, quien, con los ojos ligeramente enrojecidos, asintió débilmente.

El General Herrera y el General Atilio, así como los otros antiguos subordinados de Bernardo Díaz de Vivar, quedaron igualmente impactados al escuchar la terrible noticia.

—¿Cómo es semejante cosa posible? —exclamó el General Herrera, con incredulidad.

Con voz suave, Isabella explicó:

—Hace ocho meses, todos los espías enemigos que estaban infiltrados en la capital se movilizaron. En mi casa… salvo las pocas personas que me acompañaron cuando me casé con el General Vogel, todos perecieron bajo el filo de sus metales.

—¡Ampárenos Dios que barbaridad! —murmuraron los generales, incapaces de asimilar la noticia.

Su padre había muerto en el campo de batalla junto con sus seis hijos varones, y ahora lo poco que quedaba de su familia también había sido aniquilada. No había palabras para describir semejant
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