Capítulo192
Isabella apretó los dientes y le dijo a la criada Filomena:

—A partir de esta noche, usted me enseñará a hacer bordados, quiero bordar uno perfecto.

Las cosas que dejó sin resolver en su juventud debían ser arregladas ahora. Ella podía aceptar no ser perfecta, pero no podía tolerar haber regalado por toda la ciudad productos defectuosos.

Lo que aún le generaba dudas era por qué su madre guardó esos pañuelos. Eso lo entendía. ¿Pero por qué el Benito también lo había conservado? ¿Y por qué lo llevaba consigo?

Había algo en su mente que pasó fugazmente, pero no logró captarlo. ¿Será que al Benito le gustaban las cosas feas?

—Vaya gusto peculiar —murmuró para sí misma.

Mientras las doñas Filomena y Matilde organizaban el depósito, Eduardo aprovechó para informarle a Isabella:

—Señorita, el señor Rafael ha preparado los libros de cuentas. Me pidió que se los pasara para que los revise.

—Perfecto, déjelos en la biblioteca, esta noche los revisaré —respondió Isabella.

Eduardo asintió.

—Tambié
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