Los dedos del hombre recorrían mi piel. Esa sensación era tan extraña que me dejaba algo confundida, incapaz de decir siquiera una palabra con claridad. Solo pude bajar mi cabeza y solté un gemido ahogado, mirándole con los ojos llenos de lágrimas.Sin embargo, el efecto de la pastilla ha llegado al extremo. Con los toques del hombre, mis deseos iban aumentando cada vez más, tan intenso que quería derretirme entre sus manos.Aunque quería resistirme en mi mente, pero el efecto de la pastilla tomó el control de mi cuerpo. Comencé a romper la ropa del hombre mientras jadeaba incontrolable. El hombre se dio cuenta que algo en mi reacción no estaba del todo bien, acarició mi mejilla y dijo con un tono de ironía:—Tu temperatura está muy elevada, ¿tomaste algo raro? Ustedes las jóvenes de hoy en día sí que saben cómo divertirse. No te preocupes, te ayudaré. Después de hablar, me sacó del estanque. Me apresuré a cubrirme el rostro, pero el hombre ardía en una excitación tan primitiva que
Pude sentir en ese momento la temperatura del hombre, quien se estaba acercando aún más, el pánico me invadió por completo, y elevé la voz con fuerza suplicando:—¡No, por favor! No puedes hacerme esto. Mi novio no te lo perdonará.Intenté forcejear, pero el hombre era tan fuerte, sujetaba mis piernas con firmeza, mientras decía frases que yo no entendía:—Ya que estás en el estanque, ¿para qué hacerte la inocente ahora? Compórtate muy bien, te daré una buena propina cuando termine. Luego bajó su cabeza sobre mi cuello, me resistía con todas mis fuerzas y mi mente empezó a aclararse poco a poco.“Me guardé para que mi primera vez fuera con Javier, no podía perder mi virginidad con otro,” pensé.Pero el hombre me mantenía sujeta con tanta fuerza que no podía soltarme de ninguna manera.Me sentí completamente desesperada, y mi mente luchaba por encontrar una salida. De inmediato calculé en mi mente, "si grito pidiendo ayuda, sin duda alguna llamaré la atención de otros, pero luego no
El hombre, alterado por el camarero, le pasó su tarjeta mientras maldecía una y otra vez. Al mismo tiempo, que me abrazaba con fuerza, como si temiera que me escapara en cualquier momento.Me acurruqué entre sus brazos, sin atreverme a levantar la mirada, muerta de miedo de ser identificada en cualquier momento.Mientras ellos pasaban la tarjeta, aproveché para observar de manera discreta a mi alrededor.No había solo un camarero cerca, y si armaba un escándalo en ese momento, quizás me descubrirían, dejando al descubierto mi verdadera identidad.Para entonces, aunque haya reservado mi inocencia, igual no podría explicar lo sucedido a Javier. Si eso afectara nuestra relación, el precio sería demasiado alto.Todo indicaba que hoy ya no tenía otra salida. En medio de mi desesperación, comencé a urdir otro plan, “Para proteger mi reputación y evitar de esa manera que alguien se enterara de lo sucedido hoy, la única salida era dejarlo hacer lo que quiera. Hoy en día, la medicina está ta
Al regresar a la habitación, me apresuré a quitarme la ropa y meterme directo a la ducha.El olor del estanque era demasiado intenso, y necesitaba quitarme ese olor antes de que Javier regresara.Después del susto que pasé, mi mente quedó despejada por completo.Por suerte, no había pasado nada grave, y mi inocencia seguía intacta.Al rato llegó Javier y al ver la habitación decorada con tanto esfuerzo de mi parte, se emocionó muchísimo. Sostuvo mi rostro entre sus manos y me dio un beso delicado, con un tono lleno de ternura, me preguntó:—Me llamaste tantas veces para que volviera, ¿qué sorpresa entonces me preparaste?Bajé la mirada, sin saber qué responder.El efecto de la pastilla ya había pasado. El conjunto de lencería que había preparado para la ocasión estaba completamente empapado en el estanque. “¿Qué sorpresa podría acaso darle ahora?”, pensé.Sin embargo, Javier estaba de muy buen humor. Al verme callada, considero que solo era timidez. Me sonrió y no insistió en pregun
Javier me soltó, me ayudó a vestir y me dijo con ternura:—Alana, espérame un momento, ya vuelvo. Acepté, pero por dentro estaba hecha un manojo de nervios. Sabía muy bien que tenía que ver con el tipo de hace un rato.Cuando me escapé, el camarero había llamado al gerente. "¿El asunto no está resuelto todavía? ¿Y si el gerente me reconoció y fue a quejarse con Javier? Si Javier se enterara de lo que pasó, ¿me dejaría? ¿Y qué haría con mi matrícula?", no podía dejar de darle vueltas una y otra vez al asunto.Cuanto más pensaba, más nerviosa me ponía. Mis dedos temblaban y el sudor me cubría la frente, formando pequeñas líneas. Mi mente daba vueltas, buscando una excusa para enfrentar a Javier.Pasó un buen rato antes de que Javier regresara, maldiciendo: —Los clientes de ahora realmente se creen los dueños del mundo. Su tarjeta no tiene saldo suficiente, pero dice que el problema es nuestro y arma un tremendo escándalo en el vestíbulo.Mi rostro palideció al instante y el miedo me i
Me quedé sin palabras, sin saber cómo responder.El rostro de Javier se fue ensombreciendo como un cielo antes de la tormenta.Mordí mi labio, sintiendo cómo los nervios me consumían por dentro mientras mi mente daba vueltas y vueltas buscando la excusa perfecta.Quizás podría echarle toda la culpa a ese hombre, diciendo que intentó violarme.Al fin y al cabo, con la noche tan oscura y el viento en contra, aunque hubiera cámaras, difícilmente se grabaría lo que realmente pasó.Pase saliva, armándome de suficiente valor para soltar mi versión de los hechos, pero el teléfono de Javier volvió a sonar, interrumpiendo el momento.Con una evidente molestia, Javier atendió la llamada. Logré pescar algunas palabras sueltas como "nueva mercancía", "seleccione", "al estanque", pero no entendí ni una sola palabra.Javier colgó, me clavó una mirada confusa y luego me ordenó que ni pensara en salir de la habitación.Justo después de que él saliera, el gerente tocó el timbre de manera inesperada.En
Los gritos y llantos en el estanque resonaban sin cesar, como un infierno en carne viva.Con las manos temblando como hojas, saqué el teléfono; la grabación seguía activa. En la pantalla, mi compañera tenía una expresión de terror absoluto, tapándose la boca mientras las lágrimas le corrían por las delicadas mejillas.Bajé la cabeza para escribir: [Llama a la poli, pide ayuda…]Ni siquiera alcancé a terminar cuando una patada brutal me mandó volando. Rodé por el suelo un par de veces antes de quedar quieta.Con un agudo dolor que me atravesaba todo el cuerpo, me levanté como pude. Y ahí estaba Javier, plantado frente a mí, rodeado de sus guardaespaldas.Mi teléfono cayó directo al estanque cercano. La pantalla se apagó bajo el agua como un testigo silenciado.—¿Acaso no te quedó claro cuando te ordené que te quedaras en la habitación? —Javier se inclinó, agarrando mi cabello con una brutalidad que me arrancó un lamento de dolor.—¿Qué diablos es este lugar? —solté un odio evidente.Jav
Javier ordenó que me liberaran de las cadenas, y yo salí del agua arrastrándome hacia la orilla. La tela mojada se pegó por completo por mi cuerpo dejando algunas partes apenas visibles, bastante seductora. A mi alrededor, los hombres comenzaron a respirar cada vez más fuerte, sus miradas lascivas recorriendo cada centímetro de mi piel.Esbocé una sonrisa apenas perceptible, y me dirigí hacia Javier.Sus ojos se ensombrecieron por completo. Reconocí su expresión, esa era la evidencia de su excitación.—Vayamos allí —dije, señalando con un gesto el sofá en la esquina—. Quiero atenderte como te mereces. Javier negó, y antes de que pudiera reaccionar, su mano se hundió en mi cuerpo a través de la delicada tela que apenas me cubría. Su agarre era fuerte, casi dominante.—No intentes jugar conmigo, hagámoslo aquí mismo—murmuró con un tono de voz baja y molesto.Mientras un gemido escapaba de mis labios. Una sensación que mezclaba dolor y un cosquilleo irresistible me recorrió de pies a ca