—¿Qué crees que estás haciendo con eso en tus manos, Luz? —Soltó Nero con un tono de voz agresivo y Luz abrió los ojos asustada—. No tienes derecho a hurgar en mis cosas.Sus cejas se fruncieron en un intento de tratar de entender lo que decía el hombre que se había convertido en una bestia por un simple vestido, las manos le sudaban y miles de escenarios pasaban por su cabeza, pero ninguno lo creía posible, no con él.—¿Buscar entre tus cosas? Pero fuiste tú quien me dio permiso, idiota —dijo secamente, viendo cómo se ponía rojo de rabia.Las manos de Nero temblaban y no de nervios, estaba enfadado hasta ponerse colorado de rabia.—¡Aun así, no tienes derecho a tenerlo en tus manos!Nero se acercó a ella con un gesto dominante y agresivo, Luz dio un paso atrás, pero Nero lo que quería era ese vestido y sin dudarlo se lo arrancó de las manos con tanta agresividad que Luz se sorprendió.—¿Qué demonios te pasa? ¡Es solo un pedazo de tela vieja e inútil! ¡Un vestido sencillo de los días
Luz Ortiz estaba sentada en el borde de su enorme cama mirando esa jaula que medía el doble del tamaño de su antiguo apartamento. Tenía la mirada triste y perdida en aquella pared de color blanco puro, y solo podía sentir el dolor punzante que iba aumentando en su mejilla.—Maldito Nero… ¿Cómo pudo hacerme eso…? —sollozó.Sintió que su mejilla palpitaba y su corazón era el que le dolía.En todo el tiempo que había conocido al hombre, nunca lo había visto tan enojado por un viejo trozo de tela. Para ella, ese momento fue como si Nero y Raí se hubieran unido, revelando una parte de cada uno como si hubieran acordado intimidarla.Luz arrugó la cara y pensó que seguramente no había sido Raí quien le había sacado esos ojos rojos. Ella había entendido que eran de él, pero según le que dijo Nero, Raí era un espíritu dulce y justo, algo que no encajaba en el rompecabezas de aquella escena que tanto le molestaba."Imposible. Raí no es un idiota como Nero, lo conocí y el cachorro era demasiado
La chica cerró la puerta y se dio la vuelta para ver aquella casa vacía, desprovista de calor y con una nueva escena de traición a la confianza. Apoyó la espalda en la puerta que tenía detrás, dejó caer la cabeza y lloró hasta que sintió que todo el dolor la abandonaba. Todavía no se podía creer que Nero le hubiera hecho eso y que encima viniera con la cara bien lavada a pedir hablar con ella.Comprendió que darle eso no había sido la idea más sana que había tenido en su momento. Para empezar, nunca la había tenido. Pero la visión de aquella botella en sus manos junto con el deseo de vengarse, desató todo el infierno que estaba pasando. Se levantó del suelo cuando sintió aquel hormigueo en sus piernas. Pensó en ir a dormir y despejarse de todo, pero la preocupación de saber cómo se encontraba él no la dejaba. Solo podía dar vueltas por toda la casa y caminar sin cansancio. Finalmente camino hasta la puerta de su habitación, pego la frente contra la puerta y dejó escapar un susp
Nero amanecía y se dormía pensando en Luz. Viendo cada cinco segundos en dirección a aquella puerta que solo se abría para dejar ver enfermeras y a su amigo Henry. Pero no para mostrarle a aquella mujer que añoraba ver y que como siempre peleará por romper aquella regla que había impuesto él.—Me estoy volviendo loco sin ella… —murmuró Nero para Raí, pero él seguía sin dar señales de vida. Estaba enojado y lo entendía, pero eso no significaba que no lo extrañará.Las próximas horas fueron llenas de tragedias, para él la realidad era otra y aquella realidad fue más cruel cuando su amigo entro por aquella puerta y negó rotundamente haber visto a Luz al menos un poco interesada en verlo.Ella estaba cumpliendo con sus órdenes y había sido lo primero que le fue ordenado, así que no tenía nada del porque quejarse cuando volviera.—De todos modos soy un pendejo.—Sí. Por supuesto que lo eres, ¿de que te estás sorprendiendo?—¿Honestamente?—Sí.—De mi estupidez no me sorprende nada. ¿Cuánd
Luz tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para contener la risa que sintió al verle con aquella cara de preocupación.Y cuando se acercó a coger aquella bolsa llena de comida que le ofrecía Henry, estando a espaldas de Nero, casi estalla en carcajadas al verle esconderse detrás del médico que hizo un gesto divertido.—¿Qué hace él aquí? —preguntó mirando fijamente a Henry que sintió como los pelitos de su cuerpo se erizaban—. Debería estar en el hospital terminando de recuperarse y en cambio está aquí pálido como un muerto y con cara de imbécil.—¡Eh, más respeto, niña! —replicó Nero, avanzando lo que había retrocedido.—¡Ah! ¿Quieres hablar de respeto? ¡Pues empecemos a hablar de respeto entonces! —No. Retiro mi intento de iniciar una guerra —murmuró el alfa bajando la voz.Luz entrecerró los ojos mientras él volvía a esconderse detrás de Henry, que lo observaba con los ojos muy abiertos.Pronto la carcajada del doctor se escuchó tan fuerte que asusto a ambos, se giró hacia su amig
«Sólo tienes que hacérselo saber a ella también y no volver a cometer errores tan patéticos»La voz de Raí resonó en los oídos de Nero como música. Sabía que Raí y Luz estaban enfadados con él, tenía que encontrar la forma de que ambos lo perdonaran, pero a diferencia de lo que quería Luz, él si sabía lo que quería Raí."¿Me hablas a mí o estás practicando?"."Estoy practicando para cuando Luz te deje como el gilipollas que eres y luego me pierda en la oscuridad porque sólo eres capaz de tener relaciones tóxicas, ¡eres tóxico!", espetó con malicia."Un tóxico para otro tóxico, ¿quién reclamaba a una hembra que ni siquiera conocía? ¿Yo? ¡No, no, no, no, amigo, eras tú!", replicó Nero entre risas, haciendo reír también a Raí."¡Eres un idiota!"."Ya lo sé y te agradezco que hayas vuelto a hablar conmigo, amigo. No sé qué sería de mí si te perdiera"."Sabes bien que ambos somos importantes en tu vida. Debes arreglar las cosas con ella lo antes posible"."¡Y lo haré! Lo juro..."Raí no ne
Luz no sabía si era mejor buscar un trozo de pan y atragantarse con el o salir corriendo de allí lo más rápido que pudiera para esconderse en el primer agujero que encontrara.Estaba completamente avergonzada y Nero se negaba a dejarla escapar de sus brazos tan fácilmente.—¿Y cuándo piensa declararse, señor Benaroch? Una no rejuvenece con el paso del tiempo —comentó la señora con una sonrisa llena de picardía.—Es cierto, señor Benaroch. Además, a las damas les gusta tener un anillo en el dedo cuanto antes, sobre todo cuando su marido es alguien guapo y codiciado por muchas mujeres —dijo uno de los jóvenes con un guiño.—Si yo fuera usted, le propondría matrimonio hoy mismo, señor Benaroch, es una joven muy hermosa —dijo el último, haciendo que Nero sintiera lo que hacía años que no sentía... celos—. ¡Ah! Lo siento, señor, no era mi intención. Ha sido muy irrespetuoso de mi parte y lo siento mucho.Por un lado, Nero pensó que el joven lo había dicho sin pensar, pero por otro, no era
**Unos 10 minutos atrás**Luz subió aquellas escaleras detrás de Nero siendo arrastradas por él; sintiendo ese calor que le transmitía y que extrañaba aunque intentara negarlo. Caminaron en silencio por aquel pasillo y justo en aquella puerta, el cuerpo de Luz se erizó y el miedo la sorprendió. Apretó su mano haciéndolo girar en su dirección.—¿Te encuentras bien…? —le preguntó arrugando la cara con aquella preocupación creciendo e su interior—. Luz, perdóname, no volveré a tocarte de esa forma no tengo intenciones de hacerlo, realmente me arrepiento y no es porque me enviarás al hospital. La chica sonrió con ese ligero sonrojó creciendo en sus mejilla, a su vez que veía la mirada llena de tristeza en él. Y no era para más, Nero de verdad se arrepentía de aquella idiotez que había hecho.—Confía en mi por está vez, niña. —susurró acariciando esa mejilla que le transmitía aquel calor que emanaba del cuerpo de Nero. Su visión se nublaba y la respiración se le entrecortaba con s