Lo primero que vieron los ojos de Luz al despertar y asomarse a la ventana de su habitación en la torre, fue la figura de Penélope prendida del brazo de Nero dirigiéndose a quien sabe dónde. “No pierde el tiempo la desgraciada”, bufó molesta Amelia. Luz sentía lo enfadada que estaba y aquella sed de venganza hacía Penélope. “Apuesto que en cuanto tenga la oportunidad le abrirá las piernas”, apostó Amelia y Luz se carcajeó. “¡No lo dudes ni por un segundo, querida amiga!”. “Desde el instante en que vi nacer a esa mujer supe que era una desgracia. ¡La diosa también lo sabe! Por eso me envió contigo”. “¿Ella sabía que todo esto sucedería…?”. “Ella sabe todo sobre sus hijos”, aseguró Amelia y Luz por fin lo entendió. “La diosa lo tenía todo planeado. Increíble. Pero… aún así, ¿Cómo pudo permitir que ese niño fuera asesinado de aquella forma? Por su… No pudo terminar. Le provocó un revoltijo de emociones en el estómago que pocas veces había sentido. “No te sientas así… no es tu r
La tensión en el ambiente podía cortarse incluso con una tijera.Nero no lograba entender lo que Zacarías le había dicho.¿Oliver y Penélope?¿Penélope viva y su hijo muerto?¿Ambos juntos en su antiguo reino?—Esto… es demasiado para procesar.Nero lo sentía, todo estaba yendo demasiado rápido y las cosas solo se le empeoraban. —Ya lo sé.—Me es imposible creer que Penélope sea capaz de algo así.—No es imposible si eres alguien lleno de avaricia.La duda bailo sobre el rostro de Nero, le era imposible pensar que la que había sido su esposa fuera capaz de hacerle algo tan cruel.—Ella sabia que el reino de mis padres era importante para mí… y ni siquiera sé que sucedió con nuestro hijo. Zacarias podía escuchar el dolor en la voz de Nero, y lo entendía, había perdido su hijo en la guerra, pero si sus oídos escucharon bien la discusión entre el lobo de Nero y Penélope, lo que sufrió el hombre frente a él, había sido mucho peor.—Quizás… tu lobo sepa algo al respecto —lo intento incen
Los rayos del sol acariciaban la antigua mansión mientras Luz descendía del coche con pasos inseguros. Su corazón latía con fuerza y emoción mientras sostenía su vientre. Desde su partida con Nero, habían pasado varios meses.Ofelia, la fiel sirvienta de la casa, se acercó a ella con los ojos llenos de sorpresa y alegría.—¡Señora Luz! ¡Ha regresado! ¡Qué alegría verla de nuevo!Luz sonrió débilmente y asintió.—Sí, Ofelia. He vuelto. ¿Podrías llevarme a mi habitación? Necesito descansar un poco.—Por supuesto, señora. Déjeme ayudarla —dijo Ofelia con cariño mientras apoyaba a Luz para caminar.En la intimidad de su habitación, Luz se sentó en la cama y miró a Ofelia con seriedad.—Ofelia, necesito hablar contigo. Hay algo que debes saber.La sirvienta notó la seriedad en el rostro de Luz y se sentó a su lado, esperando pacientemente.—Estoy embarazada, Ofelia. Es el hijo de Nero —dijo Luz en un susurro, pero sus palabras resonaron en el silencio de la habitación.Ofelia abrió los ojo
El viento soplaba suavemente mientras Luz caminaba por los jardines de la mansión, sumida en sus pensamientos. Habían pasado varios días desde el inesperado encuentro con Penélope y Nero, y aunque las cosas se habían calmado un poco, Luz seguía sintiendo una gran inseguridad sobre su relación con su pareja destinada.Ahora tenia a su loba, pero ambas estaban en el mismo barco, aunque tuvieran el apoyo y la compañía de la otra. En su mente, se preguntaba si Nero seguía teniendo dudas sobre su pasado con Penélope y si realmente estaba comprometido a formar una familia con ella y su hijo que estaba a punto de nacer.En ese momento, Ofelia, la fiel criada de la casa, se acercó a Luz con una expresión preocupada en su rostro.—Señora Luz, hay algo que necesito decirle.Luz la miró con curiosidad y notó que había algo inusual en el tono de su voz.—¿Qué sucede, Ofelia?—Creo que debe saber que yo llamé al señor Nero y le pedí que viniera a la mansión. Pensé que sería importante que hablaran
Oliver había estado lidiando con un tormento interno desde que Penélope le hizo aquella terrible solicitud. Sabía que era una decisión equivocada y que nunca podría seguir adelante con algo tan cruel, pero también temía lo que Penélope pudiera hacerle si se negaba.Finalmente, después de varios días y años de lucha interna, Oliver decidió buscar a Nero para contarle la verdad sobre la solicitud de Penélope y deshacerse de ese peso que lo atormentaba.Encontró a Nero en la mansión, rodeado de pañales y juguetes para el bebé. Se veía feliz y emocionado, y Oliver sintió un nudo en la garganta al pensar en la verdad que tenía que revelarle.Se cercó lentamente al patio donde lo veía jugar con su hijo y este al verlo llegar se sorprendió.—Nero, necesito hablar contigo —dijo Oliver con seriedad.Nero miró a Oliver, notando su expresión preocupada.—¿Qué pasa?—¿Podemos hablar en otro lugar? Lo que tengo que decirte es delicado y no puede hablarse a los ventos de tu patio.Nero asintió y lo
El sol brillaba en el cielo, y la mansión estaba tranquila cuando Luz decidió dar un paseo por los jardines para disfrutar del aire fresco y relajarse por un momento. Mientras caminaba entre las flores, no pudo evitar sentir una sensación de paz y serenidad.Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando escuchó una voz familiar detrás de ella. Se giró y se encontró cara a cara con Penélope.—Vaya, vaya, si es la nueva esposa de Nero. ¿Disfrutando de tu nueva vida aquí?Luz se mantuvo serena y calmada, a pesar de la presencia de Penélope.—Hola, Penélope. Sí, estoy feliz con mi vida junto a Nero.Penélope esbozó una sonrisa maliciosa.—Oh, claro, feliz con mi exmarido y la vida que debió de ser mía. Debe ser una vida de ensueño para ti.Luz sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a mantener la calma.—Lo siento si alguna vez te he hecho daño, Penélope, pero nuestro pasado ya no importa. Lo que importa es el presente y el futuro que estamos construyendo juntos.Penélope
El día esperado había llegado. En la majestuosa torre, el ambiente estaba lleno de emoción y celebración. Marciel, el joven hijo de Oliver y Penélope, se preparaba para su graduación como aprendiz de Zacarías, el sabio anciano que había sido su guía y mentor en el camino de la sabiduría y el conocimiento.La familia se reunió en el salón principal, donde los retratos de sus ancestros miraban con orgullo la escena. Nero y Luz estaban emocionados y orgullosos del hijo de su amigo, mientras que Oliver, el antiguo amante de Penélope, también estaba presente para celebrar el logro de Marciel.Zacarías, con su sabiduría y humildad característica, se acercó a Marciel y le entregó una medalla especial.—Marciel, has demostrado dedicación y perseverancia en tu búsqueda de conocimiento. Hoy, te gradúas como mi aprendiz, y estoy seguro de que llevarás contigo el legado de la sabiduría que te he transmitido. Que sigas siempre aprendiendo y creciendo en la senda de la verdad.Marciel recibió la me
—¡Lárgate! ¿Acaso crees que somos caridad? ¡Fuera de aquí!Los fuertes gritos de un hombre retumbaban por las paredes de un oscuro callejón.—¡Deme una última oportunidad, señor! Le pagaré, se lo aseguro, le pagaré todo lo que le debo. Pero por favor no me saque de mi departamento, no tengo a dónde ir.Luz rogaba de rodillas a aquel hombre como si su vida dependiera de eso, y en cierto modo, si dependía.A sus 13 años se había quedado huérfana. Su vida no era sencilla, trabajando de mesera para poder pagar la universidad a duras penas y quedando a deber el alquiler.Era clara la molestia de aquel hombre y la entendía, ¡Claro que sí! Pero él también debía de entenderla a ella y a su pobre vida, pero la realidad era que no le importaba cuando rogara, no aceptaría, tenía que darle a cambio algo que el deseaba desde el primer día en que llegó al edificio.—¡Por favor, déjeme quedarme solo una noche! —Pidió ella con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Solo una noche!Él hombre sonrió con malici