Nero amanecía y se dormía pensando en Luz. Viendo cada cinco segundos en dirección a aquella puerta que solo se abría para dejar ver enfermeras y a su amigo Henry. Pero no para mostrarle a aquella mujer que añoraba ver y que como siempre peleará por romper aquella regla que había impuesto él.—Me estoy volviendo loco sin ella… —murmuró Nero para Raí, pero él seguía sin dar señales de vida. Estaba enojado y lo entendía, pero eso no significaba que no lo extrañará.Las próximas horas fueron llenas de tragedias, para él la realidad era otra y aquella realidad fue más cruel cuando su amigo entro por aquella puerta y negó rotundamente haber visto a Luz al menos un poco interesada en verlo.Ella estaba cumpliendo con sus órdenes y había sido lo primero que le fue ordenado, así que no tenía nada del porque quejarse cuando volviera.—De todos modos soy un pendejo.—Sí. Por supuesto que lo eres, ¿de que te estás sorprendiendo?—¿Honestamente?—Sí.—De mi estupidez no me sorprende nada. ¿Cuánd
Luz tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para contener la risa que sintió al verle con aquella cara de preocupación.Y cuando se acercó a coger aquella bolsa llena de comida que le ofrecía Henry, estando a espaldas de Nero, casi estalla en carcajadas al verle esconderse detrás del médico que hizo un gesto divertido.—¿Qué hace él aquí? —preguntó mirando fijamente a Henry que sintió como los pelitos de su cuerpo se erizaban—. Debería estar en el hospital terminando de recuperarse y en cambio está aquí pálido como un muerto y con cara de imbécil.—¡Eh, más respeto, niña! —replicó Nero, avanzando lo que había retrocedido.—¡Ah! ¿Quieres hablar de respeto? ¡Pues empecemos a hablar de respeto entonces! —No. Retiro mi intento de iniciar una guerra —murmuró el alfa bajando la voz.Luz entrecerró los ojos mientras él volvía a esconderse detrás de Henry, que lo observaba con los ojos muy abiertos.Pronto la carcajada del doctor se escuchó tan fuerte que asusto a ambos, se giró hacia su amig
«Sólo tienes que hacérselo saber a ella también y no volver a cometer errores tan patéticos»La voz de Raí resonó en los oídos de Nero como música. Sabía que Raí y Luz estaban enfadados con él, tenía que encontrar la forma de que ambos lo perdonaran, pero a diferencia de lo que quería Luz, él si sabía lo que quería Raí."¿Me hablas a mí o estás practicando?"."Estoy practicando para cuando Luz te deje como el gilipollas que eres y luego me pierda en la oscuridad porque sólo eres capaz de tener relaciones tóxicas, ¡eres tóxico!", espetó con malicia."Un tóxico para otro tóxico, ¿quién reclamaba a una hembra que ni siquiera conocía? ¿Yo? ¡No, no, no, no, amigo, eras tú!", replicó Nero entre risas, haciendo reír también a Raí."¡Eres un idiota!"."Ya lo sé y te agradezco que hayas vuelto a hablar conmigo, amigo. No sé qué sería de mí si te perdiera"."Sabes bien que ambos somos importantes en tu vida. Debes arreglar las cosas con ella lo antes posible"."¡Y lo haré! Lo juro..."Raí no ne
Luz no sabía si era mejor buscar un trozo de pan y atragantarse con el o salir corriendo de allí lo más rápido que pudiera para esconderse en el primer agujero que encontrara.Estaba completamente avergonzada y Nero se negaba a dejarla escapar de sus brazos tan fácilmente.—¿Y cuándo piensa declararse, señor Benaroch? Una no rejuvenece con el paso del tiempo —comentó la señora con una sonrisa llena de picardía.—Es cierto, señor Benaroch. Además, a las damas les gusta tener un anillo en el dedo cuanto antes, sobre todo cuando su marido es alguien guapo y codiciado por muchas mujeres —dijo uno de los jóvenes con un guiño.—Si yo fuera usted, le propondría matrimonio hoy mismo, señor Benaroch, es una joven muy hermosa —dijo el último, haciendo que Nero sintiera lo que hacía años que no sentía... celos—. ¡Ah! Lo siento, señor, no era mi intención. Ha sido muy irrespetuoso de mi parte y lo siento mucho.Por un lado, Nero pensó que el joven lo había dicho sin pensar, pero por otro, no era
**Unos 10 minutos atrás**Luz subió aquellas escaleras detrás de Nero siendo arrastradas por él; sintiendo ese calor que le transmitía y que extrañaba aunque intentara negarlo. Caminaron en silencio por aquel pasillo y justo en aquella puerta, el cuerpo de Luz se erizó y el miedo la sorprendió. Apretó su mano haciéndolo girar en su dirección.—¿Te encuentras bien…? —le preguntó arrugando la cara con aquella preocupación creciendo e su interior—. Luz, perdóname, no volveré a tocarte de esa forma no tengo intenciones de hacerlo, realmente me arrepiento y no es porque me enviarás al hospital. La chica sonrió con ese ligero sonrojó creciendo en sus mejilla, a su vez que veía la mirada llena de tristeza en él. Y no era para más, Nero de verdad se arrepentía de aquella idiotez que había hecho.—Confía en mi por está vez, niña. —susurró acariciando esa mejilla que le transmitía aquel calor que emanaba del cuerpo de Nero. Su visión se nublaba y la respiración se le entrecortaba con s
Henry juró que vio el rostro de la dama cambiar tan rápido como lo que parecía un relámpago. Pasó de esa tierna y dulce sonrisa a la expresión más fría del mundo en cuanto vio a su hijo bajar las escaleras de la mansión.—¿Se encuentra bien, señora Cook? —le preguntó Henry muy bajito—. Parece que algo le disgusto demasiado.Pero aquello en lugar de ser respondido por la anciana fue suplantado por las palabras su hijo.—Estaban… haciendo cosas y… por eso no pude limpiar —murmuró cabizbajo y entre dientes.La anciana negó gentilmente haber notado ese dolor en el rostro de su hijo. Era un buen chico, pero muy enamorado y entendía si le dolía, pero le dolía más no darles de comer por culpa de una mujer que, según ella, no valía la pena porque ya tenía dueño.Así que se armó de valor y se mostró renuente.—Si están ocupados, entonces pasa a otra habitación y así sucesivamente —indicó la señora entregándole una escoba para limpiar el suelo—. Mientras tanto ayúdame aquí, hay bastante que lim
Nero apretó los labios y contuvo la respiración al ver esos pequeños pechos rebotar en el momento en que Luz se puso firme frente a él con un pequeño salto de anticipación.—Estoy lista, ¿ahora qué? —Dijo completamente emocionada.El alfa pasó ese trago nervioso y entrelazó sus dedos con los de ella, le quitó el típico mechón de cabello que obstruía su rostro y delicadamente la arrastró escaleras abajo.—¡Ay, más despacio! ¿A dónde vamos?—Ya verás a dónde vamos, te tengo una sorpresa —murmuró con emoción. Luz sonrió ampliamente y se dejó llevar por el toque dulce del hombre que esparcía su perfume a cada paso que daba.No tenía idea de por qué lo amaba tanto pero la hacía sentir como si fuera su hogar… como si siempre lo hubiera sido y no ese infierno donde ella estaba. Sabía que donde estaba presente ese aroma almizclado y amaderado, estaba su verdadero hogar.—¿Una sorpresa?—Sí, así es, una sorpresa.—¿Como la que te di? —bromeó, sintiendo el ligero apretón en su mano.
Luz solo pudo sonreír cuando él hombre la estrecho entre sus brazos desde su espalda, sintiendo su enorme pecho que retumbaba como un tambor contra ella debido a lo agitado que estaba su corazón.Pronto sintió que un suave beso se colaba en su cabeza y el entrelace de sus dedos contra los suyos la dejaba sin aliento. La vista que tenían en frente era preciosa y la compañía única, y especial.—¿Hiciste todo esto? —preguntó Luz con un susurró.—No lo hice —negó con suavidad rosando su aliento por el cuello de la muchacha—. Yo soy de los que dan los créditos. Esto lo hizo Fernan, la idea si fue mía y la comida la ayudo a preparar Henry.Ella negó con suavidad sin poder creer que hasta los amigos del lobito lo habían ayudado a conquistarla.Le enternecía el corazón verlo hacer de todo para que lo perdonara, sin embargo lo que ella más deseaba, aún no se lo había dado, y tenía que ser honesta con ella misma, no podía olvidar sus sentimientos por él, esos mismos sentimientos que no entendía