Luz no sabía si era mejor buscar un trozo de pan y atragantarse con el o salir corriendo de allí lo más rápido que pudiera para esconderse en el primer agujero que encontrara.Estaba completamente avergonzada y Nero se negaba a dejarla escapar de sus brazos tan fácilmente.—¿Y cuándo piensa declararse, señor Benaroch? Una no rejuvenece con el paso del tiempo —comentó la señora con una sonrisa llena de picardía.—Es cierto, señor Benaroch. Además, a las damas les gusta tener un anillo en el dedo cuanto antes, sobre todo cuando su marido es alguien guapo y codiciado por muchas mujeres —dijo uno de los jóvenes con un guiño.—Si yo fuera usted, le propondría matrimonio hoy mismo, señor Benaroch, es una joven muy hermosa —dijo el último, haciendo que Nero sintiera lo que hacía años que no sentía... celos—. ¡Ah! Lo siento, señor, no era mi intención. Ha sido muy irrespetuoso de mi parte y lo siento mucho.Por un lado, Nero pensó que el joven lo había dicho sin pensar, pero por otro, no era
**Unos 10 minutos atrás**Luz subió aquellas escaleras detrás de Nero siendo arrastradas por él; sintiendo ese calor que le transmitía y que extrañaba aunque intentara negarlo. Caminaron en silencio por aquel pasillo y justo en aquella puerta, el cuerpo de Luz se erizó y el miedo la sorprendió. Apretó su mano haciéndolo girar en su dirección.—¿Te encuentras bien…? —le preguntó arrugando la cara con aquella preocupación creciendo e su interior—. Luz, perdóname, no volveré a tocarte de esa forma no tengo intenciones de hacerlo, realmente me arrepiento y no es porque me enviarás al hospital. La chica sonrió con ese ligero sonrojó creciendo en sus mejilla, a su vez que veía la mirada llena de tristeza en él. Y no era para más, Nero de verdad se arrepentía de aquella idiotez que había hecho.—Confía en mi por está vez, niña. —susurró acariciando esa mejilla que le transmitía aquel calor que emanaba del cuerpo de Nero. Su visión se nublaba y la respiración se le entrecortaba con s
Henry juró que vio el rostro de la dama cambiar tan rápido como lo que parecía un relámpago. Pasó de esa tierna y dulce sonrisa a la expresión más fría del mundo en cuanto vio a su hijo bajar las escaleras de la mansión.—¿Se encuentra bien, señora Cook? —le preguntó Henry muy bajito—. Parece que algo le disgusto demasiado.Pero aquello en lugar de ser respondido por la anciana fue suplantado por las palabras su hijo.—Estaban… haciendo cosas y… por eso no pude limpiar —murmuró cabizbajo y entre dientes.La anciana negó gentilmente haber notado ese dolor en el rostro de su hijo. Era un buen chico, pero muy enamorado y entendía si le dolía, pero le dolía más no darles de comer por culpa de una mujer que, según ella, no valía la pena porque ya tenía dueño.Así que se armó de valor y se mostró renuente.—Si están ocupados, entonces pasa a otra habitación y así sucesivamente —indicó la señora entregándole una escoba para limpiar el suelo—. Mientras tanto ayúdame aquí, hay bastante que lim
Nero apretó los labios y contuvo la respiración al ver esos pequeños pechos rebotar en el momento en que Luz se puso firme frente a él con un pequeño salto de anticipación.—Estoy lista, ¿ahora qué? —Dijo completamente emocionada.El alfa pasó ese trago nervioso y entrelazó sus dedos con los de ella, le quitó el típico mechón de cabello que obstruía su rostro y delicadamente la arrastró escaleras abajo.—¡Ay, más despacio! ¿A dónde vamos?—Ya verás a dónde vamos, te tengo una sorpresa —murmuró con emoción. Luz sonrió ampliamente y se dejó llevar por el toque dulce del hombre que esparcía su perfume a cada paso que daba.No tenía idea de por qué lo amaba tanto pero la hacía sentir como si fuera su hogar… como si siempre lo hubiera sido y no ese infierno donde ella estaba. Sabía que donde estaba presente ese aroma almizclado y amaderado, estaba su verdadero hogar.—¿Una sorpresa?—Sí, así es, una sorpresa.—¿Como la que te di? —bromeó, sintiendo el ligero apretón en su mano.
Luz solo pudo sonreír cuando él hombre la estrecho entre sus brazos desde su espalda, sintiendo su enorme pecho que retumbaba como un tambor contra ella debido a lo agitado que estaba su corazón.Pronto sintió que un suave beso se colaba en su cabeza y el entrelace de sus dedos contra los suyos la dejaba sin aliento. La vista que tenían en frente era preciosa y la compañía única, y especial.—¿Hiciste todo esto? —preguntó Luz con un susurró.—No lo hice —negó con suavidad rosando su aliento por el cuello de la muchacha—. Yo soy de los que dan los créditos. Esto lo hizo Fernan, la idea si fue mía y la comida la ayudo a preparar Henry.Ella negó con suavidad sin poder creer que hasta los amigos del lobito lo habían ayudado a conquistarla.Le enternecía el corazón verlo hacer de todo para que lo perdonara, sin embargo lo que ella más deseaba, aún no se lo había dado, y tenía que ser honesta con ella misma, no podía olvidar sus sentimientos por él, esos mismos sentimientos que no entendía
Luz ni siquiera pensó en que era eso especial que tenía Nero por mostrarle, solo se dejó guiar por él hasta que llegaron a una pequeña cabaña con rasgos antiguos.Aunque se veía vieja y desgastada, todo estaba muy bien cuidado. Las ventanas se encontraban perfectamente pulidas, la madera parecía haber sido restaurada pocos días antes de que ellos llegaran, la pintura en algunas zonas de la cabaña se veía como si hubiera sido retocada no hace mucho y tanto las puertas como las cosas que tenía por dentro, y se veían desde afuera, estaban muy bien cuidadas.—¿Es tuya? —Preguntó ella maravillada y lo vio asentir con un rictus de tristeza formándose en su rostro—. Se ve realmente muy hermosa. ¿Podemos entrar?Por un instante Nero sintió que el corazón se le rompía en mil pedazos. Hacía ya mucho tiempo que no se aparecía tan frecuentemente en aquel lugar tan lleno de recuerdos que le estremecían el corazón.Él la tomó de la mano con fuerza, haciendo que Luz mirará en su dirección, pero tan
Ambos se dejaron caer sobre la cama con la respiración agitada, habían disfrutado cada momento de aquella locura.Nero atrajo a Luz hacia su cuerpo y acaricio su espalda con dulzura, dejo un beso tierno en sus labios y en su frente, y agradeció a la diosa luna por mandarla a su camino.Se arrepentía de renegar sobre lo débil que eran los humanos, para él eran seres inútiles, pero cuando conoció a Luz, supo que si existían de los fuertes y si ella estaba a su lado, definitivamente todo valía la pena.Luz sonrió medio dormida sobre su pecho cuando lo sintió acariciar su mejilla y abrazarla con ternura para luego dormir solo un ratito antes de irse de aquel mágico lugar.Cuando finalmente fueron las tres de la mañana Nero se despertó primero, giró lentamente si mirada hacia un lado y entonces la vio, profundamente dormida y desnuda… muy desnuda.Finalmente era suya, completamente suya y de su lobo por supuesto, pero suya al final.Sonrió como un bobo, retirando el típico mechón de cabell
Nero casi sintió que le faltaba el aire de los pulmones, la mujer que había amado, a quien le había entregado toda su vida, había planeado matarlo con su mejor amigo y hasta sin él."¿Estas bromando con eso, Raí? Porque no es para nada gracioso, ¡para nada!"."Yo no bromeo con nada de eso, amigo mío, y eso lo sabes mejor que bien. Esa mujer intento matarte y el frasco que tiene Luz aun en su poder, contenía el veneno que te daría"."¿Luz tiene aún el frasco con ella?""¿Y tiene veneno dentro? Sí, pero ella no lo quiere usar en ti. Lo siento, lo presiento y confió en ella incluso a ciegas"."¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?""Porque ella piensa en ambos, en ti y en mí, imbécil. ¿Cuándo tu mujer te dijo que me trataras con cuidado? ¡Nunca! Así que aterriza, cerebro de cacatúa".Negro se quedó pensando en silencio por un momento mientras intentaba asimilar todo lo que su lobo le había dicho.Si era cierto que su difunta mujer lo había intentado asesinar, eso solo podía significar qu