CHRISTIANO
Miro la sangre que brota del cuerpo inerte frente a mí, llevo años dentro de una de las organizaciones más peligrosas dentro del mundo de la mafia, ser el Capo di tutti capi y desafiar a la orden junto a la Cosa Nostra, es mi trabajo favorito. Los traidores pagan con la muerte sus errores. Esa es una de las reglas que me han enseñado, naces siendo líder o mueres siendo un cobarde revolcado entre los escombros de la miseria.
Llevo cincuenta y cuatro años viviendo lo mismo, dejo a mis halcones negros, asesinos estrategas, terminar de hacer el trabajo, mientras saco un puro, lo enciendo y fumo, el humo del cigarrillo relaja mi cuerpo, más no desaparece el estrés. Me dirijo a mi auto, donde me espera Dante Dioniri, mi mano derecha, mi Consigliere, quien parece no estar feliz con los resultados.
—Todo listo —me dice.
El auto se pone en marcha.
—Parece que no estás feliz —río con malicia.
—La Cosa Nostra no es un juego.
—Soy el líder, lo sé.
—Solo digo que deberías tener más cuidado, debes mandar a gente a hacer el trabajo sucio —replica.
—¿Y perderme la diversión? Nunca.
Suena mi móvil, observo la pantalla y frunzo el ceño al ver de quién se trata, uno de mis hombres de más confianza respecto a las investigaciones. Un infiltrado en la CIA.
—Diga.
—Señor, tengo información importante, al parecer gente de Estados Unidos está intentando investigar a fondo la información de la señorita Beatriz.
Tenso el cuerpo.
—Bloquea todo, que los Hackers se encarguen de hacer su trabajo, oculten, borren y modifiquen lo que sea necesario —demando.
—Como usted ordene.
—Sí, una mínima cosa se les llega a escapar, los mato.
—Sí, mi Capo. Una cosa más, ella está en Estados Unidos.
—Investiga el por qué.
—Lo haré, señor.
Cuelgo y de soslayo me doy cuenta de la mueca que realiza Dante.
—Esto es una pérdida de tiempo —murmura molesto.
—Es arriesgado, lo sé, pero necesario.
—Entiendo las razones, pero los métodos son irreales, es decir, quieres mover y destruir el mundo para protegerla, cuando ella sola se pone la soga al cuello —musita.
—Y seguirá siendo así —sentencio.
—Solo diré que es arriesgado, eres el Capo de la mafia italiana, si llegan a enterarse de que tienes una hija que vive a las sombras, me temo que la orden, hará todo lo posible por desaparecerla —me mira fijo—. Nadie debe enterarse del verdadero origen de Bea.
No respondo, porque estoy de acuerdo con ello. Fue por su seguridad, yo evitaba obtener las noticias de ella durante más de una década. Pero hace seis años, los estadounidenses la dejaron casi moribunda en los barrios bajos de Italia, desde entonces, cambie mi idea, debía protegerla detrás de las sombras.
—Si se deja envolver por las personas que la investigan en Estados Unidos, no es digna, y sería demasiado tonta.
Alzo la mirada y levanto la mano en señal de silencio, sella sus labios y yo sonrío.
—Creé cuando te digo esto, Beatriz Terson, no es tonta, y algo me dice que lo va a demostrar.
HOTEL BELMOUNT
BEATRIZ.
—Prometo comprarte un helado de doble chocolate —río.
—Que sean dos o no hay trato —refunfuña Vladimir al otro lado de la línea.
—Está bien, ahora promete que te portarás bien con Luca y Martín, pronto nos vamos a volver a ver ¿quieres?
—¡Sí, mami!
—Te quiero mucho, cariño.
—Y yo te amo tres millones, mami.
Colgamos y me siento aliviada de haber hablado con mi hijo, termino de secarme el cabello después de una larga ducha de agua caliente.
Volví a chequear el móvil de Leah, nadie me llamo, ya pasaron 2 días sin cumplir el contrato, a la empresa no le importa?. Entonces llamo al número que me dejaron en el contrato y al parecer seguía sin haber respuesta, lo cual era realmente extraño, pero ahora que estoy aquí encontraré la manera de verte. Nicola Hill.
Cuando veo que tengo dos notificaciones en el computador, uno es de mi correo privado, lo abro, se trata de una propuesta para colaborar con Company Empire, al parecer han reconocido mi trabajo, lo dudo por un instante, pero le mando una copia del correo a Martín, para que lo revise.
Abro el siguiente correo, este es uno fantasma, que suelo usar para enterarme de cosas, en él, hay una oferta de trabajo como asistente personal para la misma empresa, lo abro, leo los requisitos y sonrío, porque es una oportunidad para poder infiltrarme.
Saco de mi bolso los documentos con mi identidad falsa, miro la pantalla de mi ordenador y me postulo para el trabajo. Ahora mi nueva identidad dice que soy; Belinda Astor.
BEATRIZ Me encuentro feliz, ¿por qué? No lo recuerdo realmente, pero mi sonrisa parece genuina y resplandeciente, miro en dirección al cielo, no hay nubes en el cielo, es un día soleado, voy manejando al tiempo que tarareo una canción en la radio, luego, sucede, intento frenar el auto, pero no puedo, los frenos no funcionan y el choque me obliga a cerrar los ojos. Todo pasa de forma demasiado rápido como para reaccionar o pensar en algo más. Pedazos de vidrio explotan frente a mí y cubro mi rostro, el auto da varias vueltas, lo siento, mi cuerpo golpea el asiento varias veces, siento como si mis huesos se rompieran, abro los ojos, alcanzando a ver la placa de un carro oscuro, luego un golpe frío y duro en la cabeza, me hunde en la oscuridad. Varias imágenes se proyectan en mi mente, el accidente, luego de lejos las voces de los paramédicos, todo es borroso, paso de eso al día del parto, las contracciones son horribles. Es como ser partida en dos desde adentro, pese a no tener idea
BEATRIZParece tan sorprendido como ella al verme, mantengo mi postura y abro la boca para decir algo, cuando ella interrumpe. —La señorita Belinda ha solicitado para el puesto de tu asistente personal, pero le decía que el puesto ha sido cubierto —balbucea rápidamente—. Por lo que ya no necesitamos que esté… La mirada del hombre cambia a una furiosa. —Yo me encargo, Bianca —espeta con dureza. —Hermano, ya tengo a la mujer que tiene lo que se necesita para el puesto, no es necesario que ella se quede —insiste.Sin embargo, él parece no prestar atención a lo que dice, sus ojos siguen fijos en mí, a tal punto que comienza a hacerme sentir un poco incómoda. —Nicola —le llama. —Déjanos a solas, Bianca —pide en tono neutral. —Pero… —Ahora.Rompe todo contacto visual conmigo, para lanzarle una mirada cargada de advertencias a su hermana. Ella termina asintiendo de mala gana, toma sus cosas, entre ellas, la carpeta con mi documentación, me echa un último vistazo de arriba abajo y sal
BEATRIZ La alarma del despertador suena estridente, pero de nada funciona porque me he levantado dos horas antes de lo previsto, luego de haberle llamado a Martín y a Luca para saber sobre los pedidos de la galería, y del estado de salud de Leah, quien sigue en coma. La tarde de ayer fue extraña, en especial por el señor Hill, quién no solo me miraba como un objetivo al que aplastar, sino, como si me conociera bien. Me remuevo inquieta, pero me alisto y salgo media hora antes, tengo dos objetivos claros, investigar quién dentro de Company Empire está detrás del accidente de Leah, sus razones, y fingir bien mi papel de asistente personal. Reviso mi atuendo, no es de marca, trato de ponerme accesorios normales, los tacones me resultan incómodos, pero me mantengo firme y segura. Le mando un mensaje de texto a Martín, avisando que voy de salida y que trataré de conseguir la información que sea necesaria. Al llegar a la oficina, el enorme edificio que se presenta ante mí como una
BEATRIZ Estaciono a las afueras de la mansión del Sr. Hill, no es que me sorprenda, personas millonarias como él, suelen ser ostentosas al momento de adquirir alguna propiedad, esta es al estilo colonial, pero mantiene un aire urbano, en cuanto llego, las rejas se abren al mostrar mi tarjeta de identificación de la empresa. Para cuando llego a la puerta, subo los pequeños escalones, cuando el rechinar de unas llantas sobre el pavimento de piedra, llama mi atención y detiene mi paso, el dolor de pies me quema y dar un paso más, no podría. La señorita Hill, sale del Mazda rojo, y camina hacia mí con decisión. —¿Qué haces aquí? —espeta con crudeza en su mirada. —El Sr. Hill me ha pedido unos documentos. Ella me fulmina con la mirada. —¿Piensas engatusar a mi hermano con artimañas de nuevo? —merma el espacio que hay entre las dos. No me muevo, no sé de lo que habla, pero no le temo, pase gran parte de años atrás hundida en la oscuridad, no soy de las que se dejan amedrentar
NICOLA Me quedo congelado por un par de segundos al ver cómo Bea, se desploma ante mis ojos, no importa cuánto se empeñe en decir que es Belinda Astor, ella es Beatriz Terson, la mujer con la que me iba a casar hace seis años, la mujer que amé más que a nadie en el mundo. Perdí los estribos y ahora estaban frente a mí, las consecuencias. La tomo entre mis brazos y la dejo sobre el sofá, sacando mi móvil para llamar al hospital privado Hilton, luego la cargo y la llevo hasta mi auto con rápida acción. Le coloco el cinturón de seguridad y piso el acelerador. Al llegar, un par de enfermeras ya nos están esperando, dejo que los doctores hagan su trabajo, quedándome en la sala de espera, hasta que el doctor Herman, me pasa a su oficina privada. —¿Cómo se encuentra? —pregunto directo. —La señorita Belinda Astor se encuentra perfectamente de salud, puede que el desmayo haya sido provocado por falta de buena alimentación, necesita algunas vitaminas, descansar y tomar mucha agua natur
Subo a mi auto y enciendo el motor, mientras me alejo, siento que el aire vuelve a llenar mis pulmones. Al llegar a mi casa, reviso mi correo, el real, al parecer, Company Empire está insistiendo mucho en que yo, La Sra. B, trabaje con ellos, pero no es una opción, no en estos momentos. Son las diez de la noche, cuando mi móvil suena. He cerrado los ojos, pero termino incorporándome. El nombre del Sr. Hill aparece y frunciendo el ceño, respondo. —¿Hola? "Vamos, Nicola, eres tan juguetón" Se escucha solamente la voz femenina seductora en el telefono.No puedo controlar mi sentimiento aun sabiendo que alguien me provoca delibradamente. con el corazón acelerado ,cuelgo de inmediato y me meto debajo de las sábanas. [...] A la mañana siguiente, me levanto muy temprano, hoy debo avanzar con la investigación. Para cuando salgo de casa, y llego a la oficina, voy directo hacia el área de recursos humanos, aún no está Alan, el encargado, por lo que me cuelo verificando que nadie me v
BEATRIZ La firma con los nuevos socios de Company Empire, ha salido tal y como el Sr. Hill predijo, reviso su agenda sin pensar en la información que permanece dentro del drive, regresando a casa tendré que revisar la información y enviar una copia a Luca para que sus hombres investiguen. Termino de engullir el emparedado de carne enchilada, y pienso en que el que venga Luca va a ser un problema. El Sr. Hill ya sospecha, y me está investigando, a más, algo que noté es que hay un déficit en las acciones que recién entraron a la empresa y de las que Nicola aún no está enterado, lo sé porque he verificado todo lo que hace. Termino de pagar y salgo del local de comida rápida. Estoy a punto de irme a mi departamento para hablarle a Vladimir, cuando mi móvil suena. Se trata del Sr. Hill, pero no es una llamada, sino, un mensaje de texto. “Calle brumo, No. 569, manzana 8, ven de inmediato, tengo que hablar con usted sobre un asunto importante” Frunzo el ceño, él no suele mandarme men
NICOLA Cuando llego a la comisaria, Bianca se me acerca, Milenka me pone al tanto de la situación, al parecer encontraron a Bea en una de nuestras propiedades, con el collar Bulgary de mi madre, no solo eso, destrozó la casa, rompió los vidrios de las ventanas, los muebles los rompió con un hacha, en su mayoría, el recuento de los daños es enorme. —Debe pagar por lo que hizo —apunta mi hermanastra. —No puedo creerlo, y tan santa que se veía —añade Milenka a mi lado. —¿En dónde está? —pregunto. — en la oficina, están escuchando su versión de los hechos—me explica Bianca—. Me parece también que ha llamado a un abogado. Yo sí que lo sé, porque ella no es quien aparenta ser, pero no digo nada, muevo el cuello con estrés y me dirijo hacia la recepcionista, mi hermana tira de mi brazo y la miro mal, por encima del hombro. —¿Qué piensas hacer? —escudriña mi rostro a detalle. —Hablaré con ella —confieso con lentitud—. Deja de cuestionar lo que hago. Me suelto de su agarre, pido