NICOLA
—Ana, dime más sobre esa.. Sra. B. —le mandé a mi secretaria después de que se marche Milenka.
—Bueno, solo se sabe que, hace seis años, un misterioso mecenas comprara sus primeras obras con mucho dinero, se hizo famosa, tiene talento, pasó de ser una don nadie a la famosa artista que es ahora —comenta—. De hecho, el trabajo del famoso pintor Martín Lovato, viene de su galería.
Me quedo callado y sopeso la opción, debe tratarse de una nueva rica, como solemos llamarles a las personas que apenas van comenzando a amasar una fortuna. Debería de interesarse en el puesto de trabajo.
—¿Qué más se sabe de ella?
—No hay mucha información sobre la Sra. B. Mucho de los datos personales no están disponibles.
—Pero es una mujer con talento, debe serlo para que alguien de la altura de Martín Lovato, trabaje con ella —ladeo una sonrisa de media luna—. La necesitamos. Pon la oferta de trabajo como te ordene, referente a la Sra. B, ella será nuestra, cueste lo que me cueste.
—Como ordene, señor.
Ana sale y suena el teléfono de la empresa, respondo, el dolor de cabeza va disminuyendo y me pongo cómodo al saber que viene de mi agente privado.
—Señor, sobre la desaparecida Sra. Leah Sanders…
[…]
BEATRIZ
Aeropuerto Internacional O'Hare, Chicago.
Tamborileo los dedos sobre el respaldo del asiento mientras el avión termina de aterrizar, es la primera vez que lo hago sola, sin compañía, una vez estando en tierra, recojo mi equipaje y saco mi móvil para llamar.
—¿Todo bien? —me pregunta la voz masculina al otro lado de la línea.
Tomo una larga bocanada de aire.
—Sí, he llegado—respondo sintiendo algo en mis entrañas.
—Sana y salva, es lo que importa —dice y no parece tan contento.
—¿Cómo va el asunto de la galería allá? —comienzo a caminar hacia las afueras del aeropuerto.
—Bien, he arreglado el asunto del pedido cancelado. Sabes que no debes preocuparte por nada.
Eso lo sé, de todas las personas en las que puedo confiar, son mis amigos gays Martin y su pareja, Luca. Durante mi ausencia se ocupará de los asuntos de la galería conjunta.
—¿Vladimir sigue enfadado?
—¿Qué esperabas? Su madre decidió ir a una misión suicida —bufa en plan amistoso—. Sigo pensando que es mala idea el que fueras sola.
Suelto un largo suspiro de exasperación.
—Vamos, sabes que tengo que hacer esto —frunzo el ceño al ver a lo lejos, un auto oscuro, estacionado con vidrios blindados, parece sospechoso.
—Como tú digas.
—¿Ha habido algún avance de Leah?
—Ninguno, sigue en coma, los médicos dijeron que es un proceso largo, todos sabemos que hay casos en los que los pacientes tardan semanas, meses…
—O años —intervengo.
Un nuevo silencio se forma entre los dos.
Levanto mi cabeza y me noto la pulsera que llevo, la que me regaló Leah por mi cumpleaños, me trae los recuerdos del pasado.
Hace seis años que comencé una vida y dejé atrás una de la que no tengo idea, soy pintora, Leah me instruyó hasta que mejoré mis habilidades, al poco tiempo comencé a ganar dinero con la venta de mis cuadros. Un día tuve suerte de que un misterioso mecenas me encontró, y me compró mis primeros cinco cuadros con un valor que nunca había visto en mi vida.
Algo que me ayudó notablemente para poder abrir mi primera galería, lo cual me generaba los gastos básicos, y dejé de sentirme una carga para Leah, después de un tiempo me encontré con Martín Lovato, el que está en línea, un pintor con talento nuevo y fresco, haciendo una alianza que solo logró que nuestro trabajo creciera y fuera reconocido por el mundo.
El único problema es que nadie me conoce, no me atrevo a dar la cara al público, ya que sigo teniendo el miedo y la sensación extraña que me dejó el accidente, ni siquiera sé cómo es que llegué a Italia, Leah solo comentó que un día me encontró en el hospital, le hicieron una llamada extraña gracias a mi identificación, la cual estaba en mi bolso.
Mi nombre es Beatriz Terson, pero el mundo me conoce como Sra. B, cuando se trata de dar exposiciones, por lo regular permanezco tras bambalinas, algo que al parecer le gusta a la gente, dándole un toque misterioso. Por lo general, es Leah quien se encarga de dar la cara por mí.
Gracias a Leah, mis amigos, y por supuesto, el mecenas misterioso que solo deja en su nota del ramo, llamado “CL”, me he convertido en un mito de la industria del arte. Solo tengo una duda sobre que el mismo nombre “CL”, que también apareció en la nota del regalo del babyshower de Vlad hace seis años. Por mucho que investigara, nunca pude averiguar quién era.
—¿Sigues al teléfono? —la voz de Martin interrumpió mis pensamientos.
—Si.—Mi voz se vuelve ronca por el dolor.
—Aún puedes tomar un vuelo de vuelta a casa —arguye en tono inseguro.
Me detengo en seco, mientras estaba volando en el avión, ese pensamiento se me vino a la mente, pero dejar de lado a Leah, la mujer que fue como mi madre durante años debido a la ausencia de esta, no era una opción, sigue sin serlo ahora que estoy aquí.
—No, debo hacer esto, es necesario —refuto.
—Es peligroso y casi difícil poder infiltrarse en Company Empire, estás sola en Chicago, debes tener cuidado.
Llego hasta la fila de taxis que esperan a sus pasajeros, adelante de mí están dos parejas, de pronto, siento cosquillas en la nuca, como si alguien me estuviera viendo, volteo a mi izquierda, derecha y atrás, no hay nada, por lo que deduzco que es producto de mis nervios.
—Lo tendré, debo colgar, te mandaré un me saje de texto cuando llegue al hotel —dejo que el taxista meta mi maleta a la cajuela cuando llega mi turno—. Dale un beso de mi parte a Vladimir.
Martín suelta un largo y tedioso suspiro.
—Será como digas, cuando arreglemos los asuntos faltantes en la galería, iremos a Chicago, solo cuídate mucho, por favor.
—Lo haré, no te preocupes.
Cuelgo y me pongo en marcha, con un solo objetivo en mente.
CHRISTIANO Miro la sangre que brota del cuerpo inerte frente a mí, llevo años dentro de una de las organizaciones más peligrosas dentro del mundo de la mafia, ser el Capo di tutti capi y desafiar a la orden junto a la Cosa Nostra, es mi trabajo favorito. Los traidores pagan con la muerte sus errores. Esa es una de las reglas que me han enseñado, naces siendo líder o mueres siendo un cobarde revolcado entre los escombros de la miseria. Llevo cincuenta y cuatro años viviendo lo mismo, dejo a mis halcones negros, asesinos estrategas, terminar de hacer el trabajo, mientras saco un puro, lo enciendo y fumo, el humo del cigarrillo relaja mi cuerpo, más no desaparece el estrés. Me dirijo a mi auto, donde me espera Dante Dioniri, mi mano derecha, mi Consigliere, quien parece no estar feliz con los resultados. —Todo listo —me dice. El auto se pone en marcha. —Parece que no estás feliz —río con malicia. —La Cosa Nostra no es un juego. —Soy el líder, lo sé. —Solo digo que deberías
BEATRIZ Me encuentro feliz, ¿por qué? No lo recuerdo realmente, pero mi sonrisa parece genuina y resplandeciente, miro en dirección al cielo, no hay nubes en el cielo, es un día soleado, voy manejando al tiempo que tarareo una canción en la radio, luego, sucede, intento frenar el auto, pero no puedo, los frenos no funcionan y el choque me obliga a cerrar los ojos. Todo pasa de forma demasiado rápido como para reaccionar o pensar en algo más. Pedazos de vidrio explotan frente a mí y cubro mi rostro, el auto da varias vueltas, lo siento, mi cuerpo golpea el asiento varias veces, siento como si mis huesos se rompieran, abro los ojos, alcanzando a ver la placa de un carro oscuro, luego un golpe frío y duro en la cabeza, me hunde en la oscuridad. Varias imágenes se proyectan en mi mente, el accidente, luego de lejos las voces de los paramédicos, todo es borroso, paso de eso al día del parto, las contracciones son horribles. Es como ser partida en dos desde adentro, pese a no tener idea
BEATRIZParece tan sorprendido como ella al verme, mantengo mi postura y abro la boca para decir algo, cuando ella interrumpe. —La señorita Belinda ha solicitado para el puesto de tu asistente personal, pero le decía que el puesto ha sido cubierto —balbucea rápidamente—. Por lo que ya no necesitamos que esté… La mirada del hombre cambia a una furiosa. —Yo me encargo, Bianca —espeta con dureza. —Hermano, ya tengo a la mujer que tiene lo que se necesita para el puesto, no es necesario que ella se quede —insiste.Sin embargo, él parece no prestar atención a lo que dice, sus ojos siguen fijos en mí, a tal punto que comienza a hacerme sentir un poco incómoda. —Nicola —le llama. —Déjanos a solas, Bianca —pide en tono neutral. —Pero… —Ahora.Rompe todo contacto visual conmigo, para lanzarle una mirada cargada de advertencias a su hermana. Ella termina asintiendo de mala gana, toma sus cosas, entre ellas, la carpeta con mi documentación, me echa un último vistazo de arriba abajo y sal
BEATRIZ La alarma del despertador suena estridente, pero de nada funciona porque me he levantado dos horas antes de lo previsto, luego de haberle llamado a Martín y a Luca para saber sobre los pedidos de la galería, y del estado de salud de Leah, quien sigue en coma. La tarde de ayer fue extraña, en especial por el señor Hill, quién no solo me miraba como un objetivo al que aplastar, sino, como si me conociera bien. Me remuevo inquieta, pero me alisto y salgo media hora antes, tengo dos objetivos claros, investigar quién dentro de Company Empire está detrás del accidente de Leah, sus razones, y fingir bien mi papel de asistente personal. Reviso mi atuendo, no es de marca, trato de ponerme accesorios normales, los tacones me resultan incómodos, pero me mantengo firme y segura. Le mando un mensaje de texto a Martín, avisando que voy de salida y que trataré de conseguir la información que sea necesaria. Al llegar a la oficina, el enorme edificio que se presenta ante mí como una
BEATRIZ Estaciono a las afueras de la mansión del Sr. Hill, no es que me sorprenda, personas millonarias como él, suelen ser ostentosas al momento de adquirir alguna propiedad, esta es al estilo colonial, pero mantiene un aire urbano, en cuanto llego, las rejas se abren al mostrar mi tarjeta de identificación de la empresa. Para cuando llego a la puerta, subo los pequeños escalones, cuando el rechinar de unas llantas sobre el pavimento de piedra, llama mi atención y detiene mi paso, el dolor de pies me quema y dar un paso más, no podría. La señorita Hill, sale del Mazda rojo, y camina hacia mí con decisión. —¿Qué haces aquí? —espeta con crudeza en su mirada. —El Sr. Hill me ha pedido unos documentos. Ella me fulmina con la mirada. —¿Piensas engatusar a mi hermano con artimañas de nuevo? —merma el espacio que hay entre las dos. No me muevo, no sé de lo que habla, pero no le temo, pase gran parte de años atrás hundida en la oscuridad, no soy de las que se dejan amedrentar
NICOLA Me quedo congelado por un par de segundos al ver cómo Bea, se desploma ante mis ojos, no importa cuánto se empeñe en decir que es Belinda Astor, ella es Beatriz Terson, la mujer con la que me iba a casar hace seis años, la mujer que amé más que a nadie en el mundo. Perdí los estribos y ahora estaban frente a mí, las consecuencias. La tomo entre mis brazos y la dejo sobre el sofá, sacando mi móvil para llamar al hospital privado Hilton, luego la cargo y la llevo hasta mi auto con rápida acción. Le coloco el cinturón de seguridad y piso el acelerador. Al llegar, un par de enfermeras ya nos están esperando, dejo que los doctores hagan su trabajo, quedándome en la sala de espera, hasta que el doctor Herman, me pasa a su oficina privada. —¿Cómo se encuentra? —pregunto directo. —La señorita Belinda Astor se encuentra perfectamente de salud, puede que el desmayo haya sido provocado por falta de buena alimentación, necesita algunas vitaminas, descansar y tomar mucha agua natur
Subo a mi auto y enciendo el motor, mientras me alejo, siento que el aire vuelve a llenar mis pulmones. Al llegar a mi casa, reviso mi correo, el real, al parecer, Company Empire está insistiendo mucho en que yo, La Sra. B, trabaje con ellos, pero no es una opción, no en estos momentos. Son las diez de la noche, cuando mi móvil suena. He cerrado los ojos, pero termino incorporándome. El nombre del Sr. Hill aparece y frunciendo el ceño, respondo. —¿Hola? "Vamos, Nicola, eres tan juguetón" Se escucha solamente la voz femenina seductora en el telefono.No puedo controlar mi sentimiento aun sabiendo que alguien me provoca delibradamente. con el corazón acelerado ,cuelgo de inmediato y me meto debajo de las sábanas. [...] A la mañana siguiente, me levanto muy temprano, hoy debo avanzar con la investigación. Para cuando salgo de casa, y llego a la oficina, voy directo hacia el área de recursos humanos, aún no está Alan, el encargado, por lo que me cuelo verificando que nadie me v
BEATRIZ La firma con los nuevos socios de Company Empire, ha salido tal y como el Sr. Hill predijo, reviso su agenda sin pensar en la información que permanece dentro del drive, regresando a casa tendré que revisar la información y enviar una copia a Luca para que sus hombres investiguen. Termino de engullir el emparedado de carne enchilada, y pienso en que el que venga Luca va a ser un problema. El Sr. Hill ya sospecha, y me está investigando, a más, algo que noté es que hay un déficit en las acciones que recién entraron a la empresa y de las que Nicola aún no está enterado, lo sé porque he verificado todo lo que hace. Termino de pagar y salgo del local de comida rápida. Estoy a punto de irme a mi departamento para hablarle a Vladimir, cuando mi móvil suena. Se trata del Sr. Hill, pero no es una llamada, sino, un mensaje de texto. “Calle brumo, No. 569, manzana 8, ven de inmediato, tengo que hablar con usted sobre un asunto importante” Frunzo el ceño, él no suele mandarme men