BEATRIZ
Me encuentro feliz, ¿por qué? No lo recuerdo realmente, pero mi sonrisa parece genuina y resplandeciente, miro en dirección al cielo, no hay nubes en el cielo, es un día soleado, voy manejando al tiempo que tarareo una canción en la radio, luego, sucede, intento frenar el auto, pero no puedo, los frenos no funcionan y el choque me obliga a cerrar los ojos.
Todo pasa de forma demasiado rápido como para reaccionar o pensar en algo más. Pedazos de vidrio explotan frente a mí y cubro mi rostro, el auto da varias vueltas, lo siento, mi cuerpo golpea el asiento varias veces, siento como si mis huesos se rompieran, abro los ojos, alcanzando a ver la placa de un carro oscuro, luego un golpe frío y duro en la cabeza, me hunde en la oscuridad.
Varias imágenes se proyectan en mi mente, el accidente, luego de lejos las voces de los paramédicos, todo es borroso, paso de eso al día del parto, las contracciones son horribles. Es como ser partida en dos desde adentro, pese a no tener idea de nada, pujo lo más que puedo, los doctores me alientan.
Duele, duele demasiado, pero ese sufrimiento es compensado cuando escucho el sonido más armonioso de mi vida, el llanto de mi hijo. Él abre sus ojos, mostrándome un azul eléctrico tan intenso, que me deja sin aliento, estoy feliz, observando a mi hijo, cuando todo se desvanece y ahora me encuentro en medio de agua turbia, mis palpitaciones se aceleran, el aire en mis pulmones se comprime.
Miro a mi alrededor, estoy en medio de la nada, desciendo la mirada y me encuentro con sangre en mis manos, entonces despierto gritando. Mi pecho sube y baja, me encuentro dentro de la habitación del hotel, la laptop encendida y las cortinas recorridas, todo está tal cual, cierro los párpados con fuerza y luego abro los ojos, tratando de convencerme de que todo ha sido otra pesadilla, solo que esta vez noto algo diferente.
Logré recordar y recuperar algunos fragmentos, como la matrícula del vehículo que vi antes de desmayarme, eran de Estados Unidos, americanas, no italianas, un hormigueo recorre mi cuerpo, me siento impotente de no poder recordar un poco más, las pulsaciones en mi cabeza son cada vez más fuertes.
Intento mantener la calma, pero los mareos me asaltan casi de inmediato, mi mirada se enfoca en un punto invisible de la sábana, todo me da vueltas, entonces, en un esfuerzo por recordar más de mi accidente, cierro los ojos y la oscuridad vuelve a llevarme a las garras de un profundo sueño.
Escuchando de lejos, la carcajada de una mujer, el sonido más siniestro que me eriza la piel, aún en sueños.
[...]
A la mañana siguiente, intento sacudirme los efectos de la pesadilla de anoche. hare mi mejor intento para conseguir este puesto en Empire Company.
Reviso mi aspecto frente al espejo, encontrar un traje que no fuera de marca, ni de categoría alta, fue una pequeña odisea, llevo puesta una falda fruncida por la cintura, color oscuro, que me llega por arriba de las rodillas, una blusa blanca abotonada, una chaqueta formal y zapatos de tacón, todo a juego, mi cabello rubio lo he recogido en una coleta alta, dejando algunos tirabuzones sueltos, mi maquillaje es ligero, pero notable, no me esmero en ponerme joyas, eso delataría mi estatus social.
El bolso que llevo es sencillo, nada que sea de marca, cuando al fin me quedo satisfecha con mi aspecto, decido darme prisa para llegar a tiempo a la entrevista de trabajo. Incluso el carro que he rentado es de bajo presupuesto. Para cuando llego a Company Empire, me quedo sin aliento al ver el enorme edificio elegante, lleno de azulejos. Pese a que he visto cosas más maravillosas, no deja de ser hermoso y siniestro a la vez.
Entrando, le doy la información a la recepcionista, quien me indica subir a la última planta, donde me entrevistarán. Asiento, subo al ascensor tratando de no llamar mucho la atención, al llegar, una de las secretarías me indica que enseguida dará aviso de mi llegada.
—La señorita Bianca Hill la atenderá, pase —me dice la secretaria.
Me lleva hasta una de las oficinas, le doy las gracias a la secretaría, y cuando entro, veo frente a mí a una mujer de cabello oscuro y ojos más negros que la noche, su mirada permanece sobre los documentos que firma, hasta que el sonido de la puerta al cerrarse a mis espaldas, la hace levantar la mirada.
—Buenos días, soy Belinda Astor —me presento.
Pero las palabras se quedan suspendidas en el aire, cuando el rostro de la mujer palidece como si estuviera viendo a un fantasma.
—No puede ser —susurra con un destello de malicia en los ojos.
La mujer que permanece en silencio frente a mí, palidece, pero hay algo en sus ojos, un brillo que me eriza la piel, su mirada se transforma a una llena de odio, como si me conociera. Un silencio sepulcral nos envuelve y me aclaro la garganta.
—Vengo por el asunto de…
—No —susurra sin dejar de mirarme.
—¿Disculpe?
Tensa el cuerpo al tiempo que se cruza de brazos y me mira de arriba abajo, su rostro comienza a distorsionarse por la molestia. Sin embargo, recordando cuál es mi objetivo, y pese a que no me ha hecho preguntas, de dos pasos me acerco hasta su escritorio y dejo sobre este, la carpeta con los documentos.
—Aquí está mi información —arguyo con seguridad.
El ambiente es hostil, sigue mirándome, detallando mi rostro, estudiando cada uno de mis movimientos, como si esperara a que hiciera algo.
—¿Se encuentra bien? —inquiero con cautela.
Sus ojos centelleantes descienden hasta la carpeta, la toma entre sus manos y comienza a hojear mis documentos.
—Belinda Astor —dice en tono arisco—. Tienes un buen historial, recomendaciones…
Levanta la mirada y se muerde el labio inferior. Es como si estuviera pensando en algo.
—¿Por qué quieres el puesto? —pregunta.
La miro de un modo extraño.
—Necesito el empleo y…
—Sabes qué —cierra la carpeta de golpe y la desliza sobre el escritorio hacia mi dirección—. No puedo darte el trabajo, el puesto ya está cubierto.
Sus palabras se quedan suspendidas en su boca cuando la puerta se abre de golpe. Mi mente ya comienza a maquinar algo para quedarme con el empleo.
—Hermano —dice la mujer, esta vez mira hacia mis espaldas con los puños cerrados.
—¿Bea? ——Se escucha Una voz masculina hace que el estómago se me revuelva, el sonido ronco y gélido, hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal. De pronto, un tipo alto, bien parecido, de cabello oscuro alborotado, y ojos de un azul eléctrico tan penetrable, se presenta frente a mí.
BEATRIZParece tan sorprendido como ella al verme, mantengo mi postura y abro la boca para decir algo, cuando ella interrumpe. —La señorita Belinda ha solicitado para el puesto de tu asistente personal, pero le decía que el puesto ha sido cubierto —balbucea rápidamente—. Por lo que ya no necesitamos que esté… La mirada del hombre cambia a una furiosa. —Yo me encargo, Bianca —espeta con dureza. —Hermano, ya tengo a la mujer que tiene lo que se necesita para el puesto, no es necesario que ella se quede —insiste.Sin embargo, él parece no prestar atención a lo que dice, sus ojos siguen fijos en mí, a tal punto que comienza a hacerme sentir un poco incómoda. —Nicola —le llama. —Déjanos a solas, Bianca —pide en tono neutral. —Pero… —Ahora.Rompe todo contacto visual conmigo, para lanzarle una mirada cargada de advertencias a su hermana. Ella termina asintiendo de mala gana, toma sus cosas, entre ellas, la carpeta con mi documentación, me echa un último vistazo de arriba abajo y sal
BEATRIZ La alarma del despertador suena estridente, pero de nada funciona porque me he levantado dos horas antes de lo previsto, luego de haberle llamado a Martín y a Luca para saber sobre los pedidos de la galería, y del estado de salud de Leah, quien sigue en coma. La tarde de ayer fue extraña, en especial por el señor Hill, quién no solo me miraba como un objetivo al que aplastar, sino, como si me conociera bien. Me remuevo inquieta, pero me alisto y salgo media hora antes, tengo dos objetivos claros, investigar quién dentro de Company Empire está detrás del accidente de Leah, sus razones, y fingir bien mi papel de asistente personal. Reviso mi atuendo, no es de marca, trato de ponerme accesorios normales, los tacones me resultan incómodos, pero me mantengo firme y segura. Le mando un mensaje de texto a Martín, avisando que voy de salida y que trataré de conseguir la información que sea necesaria. Al llegar a la oficina, el enorme edificio que se presenta ante mí como una
BEATRIZ Estaciono a las afueras de la mansión del Sr. Hill, no es que me sorprenda, personas millonarias como él, suelen ser ostentosas al momento de adquirir alguna propiedad, esta es al estilo colonial, pero mantiene un aire urbano, en cuanto llego, las rejas se abren al mostrar mi tarjeta de identificación de la empresa. Para cuando llego a la puerta, subo los pequeños escalones, cuando el rechinar de unas llantas sobre el pavimento de piedra, llama mi atención y detiene mi paso, el dolor de pies me quema y dar un paso más, no podría. La señorita Hill, sale del Mazda rojo, y camina hacia mí con decisión. —¿Qué haces aquí? —espeta con crudeza en su mirada. —El Sr. Hill me ha pedido unos documentos. Ella me fulmina con la mirada. —¿Piensas engatusar a mi hermano con artimañas de nuevo? —merma el espacio que hay entre las dos. No me muevo, no sé de lo que habla, pero no le temo, pase gran parte de años atrás hundida en la oscuridad, no soy de las que se dejan amedrentar
NICOLA Me quedo congelado por un par de segundos al ver cómo Bea, se desploma ante mis ojos, no importa cuánto se empeñe en decir que es Belinda Astor, ella es Beatriz Terson, la mujer con la que me iba a casar hace seis años, la mujer que amé más que a nadie en el mundo. Perdí los estribos y ahora estaban frente a mí, las consecuencias. La tomo entre mis brazos y la dejo sobre el sofá, sacando mi móvil para llamar al hospital privado Hilton, luego la cargo y la llevo hasta mi auto con rápida acción. Le coloco el cinturón de seguridad y piso el acelerador. Al llegar, un par de enfermeras ya nos están esperando, dejo que los doctores hagan su trabajo, quedándome en la sala de espera, hasta que el doctor Herman, me pasa a su oficina privada. —¿Cómo se encuentra? —pregunto directo. —La señorita Belinda Astor se encuentra perfectamente de salud, puede que el desmayo haya sido provocado por falta de buena alimentación, necesita algunas vitaminas, descansar y tomar mucha agua natur
Subo a mi auto y enciendo el motor, mientras me alejo, siento que el aire vuelve a llenar mis pulmones. Al llegar a mi casa, reviso mi correo, el real, al parecer, Company Empire está insistiendo mucho en que yo, La Sra. B, trabaje con ellos, pero no es una opción, no en estos momentos. Son las diez de la noche, cuando mi móvil suena. He cerrado los ojos, pero termino incorporándome. El nombre del Sr. Hill aparece y frunciendo el ceño, respondo. —¿Hola? "Vamos, Nicola, eres tan juguetón" Se escucha solamente la voz femenina seductora en el telefono.No puedo controlar mi sentimiento aun sabiendo que alguien me provoca delibradamente. con el corazón acelerado ,cuelgo de inmediato y me meto debajo de las sábanas. [...] A la mañana siguiente, me levanto muy temprano, hoy debo avanzar con la investigación. Para cuando salgo de casa, y llego a la oficina, voy directo hacia el área de recursos humanos, aún no está Alan, el encargado, por lo que me cuelo verificando que nadie me v
BEATRIZ La firma con los nuevos socios de Company Empire, ha salido tal y como el Sr. Hill predijo, reviso su agenda sin pensar en la información que permanece dentro del drive, regresando a casa tendré que revisar la información y enviar una copia a Luca para que sus hombres investiguen. Termino de engullir el emparedado de carne enchilada, y pienso en que el que venga Luca va a ser un problema. El Sr. Hill ya sospecha, y me está investigando, a más, algo que noté es que hay un déficit en las acciones que recién entraron a la empresa y de las que Nicola aún no está enterado, lo sé porque he verificado todo lo que hace. Termino de pagar y salgo del local de comida rápida. Estoy a punto de irme a mi departamento para hablarle a Vladimir, cuando mi móvil suena. Se trata del Sr. Hill, pero no es una llamada, sino, un mensaje de texto. “Calle brumo, No. 569, manzana 8, ven de inmediato, tengo que hablar con usted sobre un asunto importante” Frunzo el ceño, él no suele mandarme men
NICOLA Cuando llego a la comisaria, Bianca se me acerca, Milenka me pone al tanto de la situación, al parecer encontraron a Bea en una de nuestras propiedades, con el collar Bulgary de mi madre, no solo eso, destrozó la casa, rompió los vidrios de las ventanas, los muebles los rompió con un hacha, en su mayoría, el recuento de los daños es enorme. —Debe pagar por lo que hizo —apunta mi hermanastra. —No puedo creerlo, y tan santa que se veía —añade Milenka a mi lado. —¿En dónde está? —pregunto. — en la oficina, están escuchando su versión de los hechos—me explica Bianca—. Me parece también que ha llamado a un abogado. Yo sí que lo sé, porque ella no es quien aparenta ser, pero no digo nada, muevo el cuello con estrés y me dirijo hacia la recepcionista, mi hermana tira de mi brazo y la miro mal, por encima del hombro. —¿Qué piensas hacer? —escudriña mi rostro a detalle. —Hablaré con ella —confieso con lentitud—. Deja de cuestionar lo que hago. Me suelto de su agarre, pido
BEATRIZ Al llegar a casa, me encuentro demasiado cansada como para poder revisar la información obtenida de recursos humanos, la cabeza me estalla, tomo medicina para el dolor, me doy una ducha y me acuesto, quedando dormida al instante. Para cuando despierto, mi cuerpo está muerto, no tengo ánimos de nada, sin embargo, la vida de Leah está en peligro, por lo que saco fuerzas, me alisto y voy a la oficina. Para cuando estoy en la sección de cocina, preparando el café del Sr. Hill, una de las chicas de recepción me habla. —Belinda, ¿puedes echarle un vistazo a esto? —me dice indicando una carpeta. —Claro —sonrío. Me encanta ser productiva y ayudar a los demás, por lo que dejo el café, le doy la espalda y checo los documentos que me muestra, le doy un par de consejos. —Gracias, Belinda. —No hay de qué. —Nos vemos luego. —Vale. Vuelvo al café, le agrego tres cucharadas de azúcar, yendo directo a la oficina de Nicola, entrando, organizo su escritorio, viendo sobre él, e