BEATRIZ Al llegar a casa, me encuentro demasiado cansada como para poder revisar la información obtenida de recursos humanos, la cabeza me estalla, tomo medicina para el dolor, me doy una ducha y me acuesto, quedando dormida al instante. Para cuando despierto, mi cuerpo está muerto, no tengo ánimos de nada, sin embargo, la vida de Leah está en peligro, por lo que saco fuerzas, me alisto y voy a la oficina. Para cuando estoy en la sección de cocina, preparando el café del Sr. Hill, una de las chicas de recepción me habla. —Belinda, ¿puedes echarle un vistazo a esto? —me dice indicando una carpeta. —Claro —sonrío. Me encanta ser productiva y ayudar a los demás, por lo que dejo el café, le doy la espalda y checo los documentos que me muestra, le doy un par de consejos. —Gracias, Belinda. —No hay de qué. —Nos vemos luego. —Vale. Vuelvo al café, le agrego tres cucharadas de azúcar, yendo directo a la oficina de Nicola, entrando, organizo su escritorio, viendo sobre él, e
Milenka se me acerca, parece preocupada en serio, y me irrita al ver a Bea llegando cinco minutos después. —¿Qué haces aquí? mejor busca un buen abogado, porque esta es la segunda vez que intentas hacer algo en contra de mi familia —me limito a rechinar los dientes. —El Sr. Hill, estaba conmigo, puede que sirva de ayuda. Suelto una risotada que hace eco en la estancia principal. —No me hagas reír, tú lo quieres muerto, no sé qué es lo que planeas Bea, pero juro que si algo le pasa a mi hermano… —sentencio, mermando el espacio entre las dos—. Juro que si la primera vez fallé, no habrá una segunda oportunidad, no me provoques. Ella tensa el cuerpo, levanta la mirada, abre la boca para decir algo, pero me aparto, dejándola con la palabra en la boca. Las horas pasan hasta que el doctor sale. —¿Familiares del Sr. Hill? Me pongo de pie al mismo tiempo que las otras dos, pero apresuro el paso, siendo la primera en llegar. —Soy su hermana, ¿Qué tiene Nicola? —pregunto con angus
BEATRIZEl escalofrío que recorre mi espina dorsal, no desaparece, para cuando llego a mi departamento, mi pecho sube y baja debido a mi respiración acelerada, la cabeza me estalla, desde que salí del hospital por sentirme responsable de lo sucedido con el Sr. Hill, esta extraña sensación no me abandona. Es como estar dentro de un bucle, me dirijo a la cocina y tomo un vaso de agua, hasta ahora, había querido mantenerme al margen porque tengo otras prioridades, como el asunto de Leah, pero desde que vino a mí la imagen de una placa con el registro de este país, y los comentarios de la familia Hill, no dejo de pensar en que ellos en realidad si me conocen. La razón por la que lo he estado negando todo este tiempo, es por miedo, y porque necesito descubrir quién está detrás del accidente de Leah. Bebo un vaso de agua pensando que eso me tranquilizará, no lo hace, con manos frías y nerviosas, saco del bolso mi teléfono móvil, tengo varias llamadas perdidas de Martín y algunos mensaje
Entro, está de espaldas, mirando al frente por enorme ventanal del que se puede admirar el paisaje lleno de rascacielos. Sus hombros anchos lo hacen ver de espaldas como un hombre alto. —Mandó llamarme, señor… —mi voz tiende de un hilo y no sé por qué. Él se gira y sus ojos asesinos se clavan en mí. —El juego terminó, Bea. Y diciendo esto deja una carpeta sobre su escritorio, una que lleva el nombre de Beatriz Terson. BEATRIZ Me quedo atónita con la reacción tan fría del Sr. Hill, observo con desconfianza la carpeta que deslizó sobre la superficie plana del escritorio, el silencio que nos rodea es ensordecedor, trago grueso, él parece no querer dejarme ir hasta que acepte tomar esa carpeta. —Quiero que leas esto —demanda. Mantiene ambas manos dentro de sus bolsillos, el olor a loción masculina pica mi nariz y levanto la mirada, el azul intenso de sus ojos me parece de pronto familiar, estiro la mano para agarrar dicha carpeta, pero me detengo al último momento, es como si su
NICOLA Termino de firmar los documentos que Bea dejó sobre mi escritorio hace un par de horas, levanto la mirada con discreción, ella mantiene su atención en el ordenador que descansa sobre sus piernas. Detallo su rostro, su nariz respingona, el labio partido que tanto me enloquecía en el pasado probar, sus ojos verdes eléctrico, su cabello rubio le da el toque perfecto, no me doy cuenta de que estoy caminando por terrenos peligrosos, hasta que siento la polla endurecida. Me remuevo incómodo en mi asiento, su cuerpo no ha cambiado, en todo caso ha tomado una mejor forma, sus pechos parecen más grandes, y eso debe ser por el embarazo, saber que hay una posibilidad, aunque sea pequeña, de que ese niño sea mío. Estoy frente a la mujer que me abandonó, la misma con la que había planeado toda una vida a su lado, desapareció sin decir nada. Verla de nuevo, aquí, tan tranquila, hace que enfurezca, sigue en su plan de desconocida, cuando ya he descubierto su verdadera identidad. Mis hom
BEATRIZSiento que he dejado de respirar, cuando miro al Sr. Hill, de pie, frente a mí, mirando con asombro, curiosidad y escudriñando el rostro de Vladimir, intento mantener la calma, sin embargo, no puedo, es como una colisión en mi interior, sus ojos, de un azul intenso como los de mi hijo, se anclan en él. El ambiente se torna extraño y hostil, cruzo una breve mirada con la recepcionista, quien parece tan atónita como yo. —Sr. Hill —comienzo con un patético ataque verbal. Coloco ambas manos sobre los hombros de mi hijo, como si eso pudiera defenderlo de todo. —Soy… —habla. —Es el Sr. Hill —arguyo—. Mi jefe. La mirada de Vladimir es perspicaz, pero su gesto se relaja en cuanto le explico. —Un placer conocerte —dice—. Mi mamá es la mejor. Mis ojos se abren como platos, es como si me estuviera mostrando desnuda ante él, había cosas que no puse en los documentos para entrar a trabajar, y esta es una de ellas, aunque algo me dice que él ya sabe todo, ya que su sorpresa no parece
MILENKA Son las seis de la mañana, me he levantado temprano para poder alistarme ,llevo mucho tiempo esperando la comida hecha por mi Nana, últimamente pienso que Nicola y yo hemos estado alejados por culpa de esa mujer, la odio, pensar en ella, me amarga el genio y saca lo peor de mí. —Falta poco, ten paciencia Me acerco hasta ella. —¿Segura qué a mi prometido le gustará? —inquiero incrédula. —A ti te gusta, solo recuerda mencionarle los pasos, de ese modo, creerá que lo hiciste tú —me comenta ensanchando una cálida sonrisa—. Aunque en mi opinión, debes tener cuidado, niña, si piensa que lo hiciste, el día de mañana que se casen y quiera que prepares algo, tendrás que hacerlo. Frunzo el ceño. —Pero para eso estarás tú —apunto. —El casado, casa, quiere, niña, yo no me iré de aquí si tu marido no lo acepta. —Lo hará —respondo con seguridad, haciendo mi cabello a un lado—. Nicola me ama, y él siempre hará lo que le pida. Mi nana niega con la cabeza, para cuando termina,
BEATRIZ El cansancio comienza a hacer estragos en mi cuerpo, lo cierto es que no estoy acostumbrada a este tipo de nivel de trabajo, por lo regular, en Italia, suelo hacer lo que quiero porque me gusta y soy dueña de la galería, pero el seguir órdenes no es tan sencillo como creí cuando me metí en esto. Sr. Hill habla con uno de los empleados de la empresa textil, le explica que Guselyn Corporación, es una de las empresas textiles más importantes del país, dedicada a la producción de fibras naturales y sintéticas, telas, hilados y otros productos vinculados con la ropa de marca con la que Empire Company, va a asociarse. El Sr. Hill, parece tan entretenido con ello, por eso, aprovecho el que no me preste atención, y me aparto unos metros, saco mi móvil y le marco a Martín, quien me responde al segundo timbre. —Bea, Luca me contó lo sucedido hace unos días, se está poniendo a investigar más acerca del tema —me explica sin darme tiempo de ofrecerle un saludo. —Lo sé, pero sabes