Entro, está de espaldas, mirando al frente por enorme ventanal del que se puede admirar el paisaje lleno de rascacielos. Sus hombros anchos lo hacen ver de espaldas como un hombre alto. —Mandó llamarme, señor… —mi voz tiende de un hilo y no sé por qué. Él se gira y sus ojos asesinos se clavan en mí. —El juego terminó, Bea. Y diciendo esto deja una carpeta sobre su escritorio, una que lleva el nombre de Beatriz Terson. BEATRIZ Me quedo atónita con la reacción tan fría del Sr. Hill, observo con desconfianza la carpeta que deslizó sobre la superficie plana del escritorio, el silencio que nos rodea es ensordecedor, trago grueso, él parece no querer dejarme ir hasta que acepte tomar esa carpeta. —Quiero que leas esto —demanda. Mantiene ambas manos dentro de sus bolsillos, el olor a loción masculina pica mi nariz y levanto la mirada, el azul intenso de sus ojos me parece de pronto familiar, estiro la mano para agarrar dicha carpeta, pero me detengo al último momento, es como si su
NICOLA Termino de firmar los documentos que Bea dejó sobre mi escritorio hace un par de horas, levanto la mirada con discreción, ella mantiene su atención en el ordenador que descansa sobre sus piernas. Detallo su rostro, su nariz respingona, el labio partido que tanto me enloquecía en el pasado probar, sus ojos verdes eléctrico, su cabello rubio le da el toque perfecto, no me doy cuenta de que estoy caminando por terrenos peligrosos, hasta que siento la polla endurecida. Me remuevo incómodo en mi asiento, su cuerpo no ha cambiado, en todo caso ha tomado una mejor forma, sus pechos parecen más grandes, y eso debe ser por el embarazo, saber que hay una posibilidad, aunque sea pequeña, de que ese niño sea mío. Estoy frente a la mujer que me abandonó, la misma con la que había planeado toda una vida a su lado, desapareció sin decir nada. Verla de nuevo, aquí, tan tranquila, hace que enfurezca, sigue en su plan de desconocida, cuando ya he descubierto su verdadera identidad. Mis hom
BEATRIZSiento que he dejado de respirar, cuando miro al Sr. Hill, de pie, frente a mí, mirando con asombro, curiosidad y escudriñando el rostro de Vladimir, intento mantener la calma, sin embargo, no puedo, es como una colisión en mi interior, sus ojos, de un azul intenso como los de mi hijo, se anclan en él. El ambiente se torna extraño y hostil, cruzo una breve mirada con la recepcionista, quien parece tan atónita como yo. —Sr. Hill —comienzo con un patético ataque verbal. Coloco ambas manos sobre los hombros de mi hijo, como si eso pudiera defenderlo de todo. —Soy… —habla. —Es el Sr. Hill —arguyo—. Mi jefe. La mirada de Vladimir es perspicaz, pero su gesto se relaja en cuanto le explico. —Un placer conocerte —dice—. Mi mamá es la mejor. Mis ojos se abren como platos, es como si me estuviera mostrando desnuda ante él, había cosas que no puse en los documentos para entrar a trabajar, y esta es una de ellas, aunque algo me dice que él ya sabe todo, ya que su sorpresa no parece
MILENKA Son las seis de la mañana, me he levantado temprano para poder alistarme ,llevo mucho tiempo esperando la comida hecha por mi Nana, últimamente pienso que Nicola y yo hemos estado alejados por culpa de esa mujer, la odio, pensar en ella, me amarga el genio y saca lo peor de mí. —Falta poco, ten paciencia Me acerco hasta ella. —¿Segura qué a mi prometido le gustará? —inquiero incrédula. —A ti te gusta, solo recuerda mencionarle los pasos, de ese modo, creerá que lo hiciste tú —me comenta ensanchando una cálida sonrisa—. Aunque en mi opinión, debes tener cuidado, niña, si piensa que lo hiciste, el día de mañana que se casen y quiera que prepares algo, tendrás que hacerlo. Frunzo el ceño. —Pero para eso estarás tú —apunto. —El casado, casa, quiere, niña, yo no me iré de aquí si tu marido no lo acepta. —Lo hará —respondo con seguridad, haciendo mi cabello a un lado—. Nicola me ama, y él siempre hará lo que le pida. Mi nana niega con la cabeza, para cuando termina,
BEATRIZ El cansancio comienza a hacer estragos en mi cuerpo, lo cierto es que no estoy acostumbrada a este tipo de nivel de trabajo, por lo regular, en Italia, suelo hacer lo que quiero porque me gusta y soy dueña de la galería, pero el seguir órdenes no es tan sencillo como creí cuando me metí en esto. Sr. Hill habla con uno de los empleados de la empresa textil, le explica que Guselyn Corporación, es una de las empresas textiles más importantes del país, dedicada a la producción de fibras naturales y sintéticas, telas, hilados y otros productos vinculados con la ropa de marca con la que Empire Company, va a asociarse. El Sr. Hill, parece tan entretenido con ello, por eso, aprovecho el que no me preste atención, y me aparto unos metros, saco mi móvil y le marco a Martín, quien me responde al segundo timbre. —Bea, Luca me contó lo sucedido hace unos días, se está poniendo a investigar más acerca del tema —me explica sin darme tiempo de ofrecerle un saludo. —Lo sé, pero sabes
NICOLA Trato de aparentar pasar un buen momento, no es así, mientras finjo que me interesa lo que sale de la boca de uno de mis socios, no dejo de pensar en dónde se ha metido Bea, desde que desapareció con mi hermana y Milenka, no he dejado de buscarlas con la mirada, hace quince minutos las había localizado en el pequeño minibar de la casa, pero ya no están. Con discreción, volteo a mi izquierda, tampoco localizo a Carlos Pedraza, uno de los amigos de Bianca, algo me da mala espina, empino el codo y termino con mi trago de una. —Creo que los negocios que estamos llevando a cabo, nos darán frutos muy pronto, la empresa textil usa de las mejores maquinarías, traídas desde el occidente —añade uno de los socios. —Eso es porque tenemos al mejor socio, o al menos, a uno de los más importantes entre nosotros —añade otro. Varias risas amistosas se sueltan enseguida, pero ya estoy suficientemente distraído. —¿Qué dices? —No escuché la pregunta, me distraje —respondo, dejando mi co
CHRISTIANO Miro con determinación el cielo cubierto por nubes grisáceas que anuncian la llegada de una nueva tormenta, cuando se es más viejo, con el paso de los años, vas disfrutando cada uno de los detalles más insignificantes que la naturaleza nos regala. Hay decisiones que conllevan consecuencias de gran peso, eso me lo enseñó mi padre cuando era un niño, y lo saboree cuando tomé el puesto como Capo de la mafia italiana. —¿Sigues pensando en Bea? La voz de Dioniri, me saca de mi ensimismamiento. Le doy una nueva calada a mi puro y volteo para tomar asiento. —Ella siempre está en mis pensamientos, desde el día en el que nació. Asiente. —Pero sabes que es arriesgado lo que estás haciendo, creo que debes cambiar de táctica, el haber mandado a Levi sin saber la verdad de los orígenes de Bea, es arriesgado —me comenta con preocupación en la mirada. En especial porque los dos hemos criado a Levi como un segundo hijo, el mío lo es, pero de él no. Siempre le tuvo cariño, y el
BEATRIZEl tic tac del reloj, no hace más que ponerme de malas, es lunes, y el fin de semana, el Sr. Hill, estuvo teniéndome a su disposición, si bien no me pidió gran cosa, no paraba de darme órdenes por medio de llamadas para que lo comunicara con alguno de sus socios, como si él no pudiera hacerlo por su cuenta. Por otra parte, no confío en Bianca Hill, ni en Milenka, esas dos me tendieron una trampa, estoy segura de que no tuve sexo, pero ¿por qué tanta saña conmigo? Puede que las dos estén celosas, de cualquier modo, de esas dos arpías, tendré cuidado de ahora en adelante, entre más lejos, mucho mejor. Tampoco hay muchos avances con el caso de Leah, y comienzo a sentir la desesperación como una soga invisible alrededor de mi cuello, a nada de ahorcarme, me siento como el ratón acorralado por un gato. —¿Cambiaste la cita con el embajador de la Company Elle? La voz del Sr. Hill, rompe el encanto de mis pensamientos y levanto la mano, sus ojos azul eléctrico me cautivan, y me re