MILENKA Son las seis de la mañana, me he levantado temprano para poder alistarme ,llevo mucho tiempo esperando la comida hecha por mi Nana, últimamente pienso que Nicola y yo hemos estado alejados por culpa de esa mujer, la odio, pensar en ella, me amarga el genio y saca lo peor de mí. —Falta poco, ten paciencia Me acerco hasta ella. —¿Segura qué a mi prometido le gustará? —inquiero incrédula. —A ti te gusta, solo recuerda mencionarle los pasos, de ese modo, creerá que lo hiciste tú —me comenta ensanchando una cálida sonrisa—. Aunque en mi opinión, debes tener cuidado, niña, si piensa que lo hiciste, el día de mañana que se casen y quiera que prepares algo, tendrás que hacerlo. Frunzo el ceño. —Pero para eso estarás tú —apunto. —El casado, casa, quiere, niña, yo no me iré de aquí si tu marido no lo acepta. —Lo hará —respondo con seguridad, haciendo mi cabello a un lado—. Nicola me ama, y él siempre hará lo que le pida. Mi nana niega con la cabeza, para cuando termina,
BEATRIZ El cansancio comienza a hacer estragos en mi cuerpo, lo cierto es que no estoy acostumbrada a este tipo de nivel de trabajo, por lo regular, en Italia, suelo hacer lo que quiero porque me gusta y soy dueña de la galería, pero el seguir órdenes no es tan sencillo como creí cuando me metí en esto. Sr. Hill habla con uno de los empleados de la empresa textil, le explica que Guselyn Corporación, es una de las empresas textiles más importantes del país, dedicada a la producción de fibras naturales y sintéticas, telas, hilados y otros productos vinculados con la ropa de marca con la que Empire Company, va a asociarse. El Sr. Hill, parece tan entretenido con ello, por eso, aprovecho el que no me preste atención, y me aparto unos metros, saco mi móvil y le marco a Martín, quien me responde al segundo timbre. —Bea, Luca me contó lo sucedido hace unos días, se está poniendo a investigar más acerca del tema —me explica sin darme tiempo de ofrecerle un saludo. —Lo sé, pero sabes
NICOLA Trato de aparentar pasar un buen momento, no es así, mientras finjo que me interesa lo que sale de la boca de uno de mis socios, no dejo de pensar en dónde se ha metido Bea, desde que desapareció con mi hermana y Milenka, no he dejado de buscarlas con la mirada, hace quince minutos las había localizado en el pequeño minibar de la casa, pero ya no están. Con discreción, volteo a mi izquierda, tampoco localizo a Carlos Pedraza, uno de los amigos de Bianca, algo me da mala espina, empino el codo y termino con mi trago de una. —Creo que los negocios que estamos llevando a cabo, nos darán frutos muy pronto, la empresa textil usa de las mejores maquinarías, traídas desde el occidente —añade uno de los socios. —Eso es porque tenemos al mejor socio, o al menos, a uno de los más importantes entre nosotros —añade otro. Varias risas amistosas se sueltan enseguida, pero ya estoy suficientemente distraído. —¿Qué dices? —No escuché la pregunta, me distraje —respondo, dejando mi co
CHRISTIANO Miro con determinación el cielo cubierto por nubes grisáceas que anuncian la llegada de una nueva tormenta, cuando se es más viejo, con el paso de los años, vas disfrutando cada uno de los detalles más insignificantes que la naturaleza nos regala. Hay decisiones que conllevan consecuencias de gran peso, eso me lo enseñó mi padre cuando era un niño, y lo saboree cuando tomé el puesto como Capo de la mafia italiana. —¿Sigues pensando en Bea? La voz de Dioniri, me saca de mi ensimismamiento. Le doy una nueva calada a mi puro y volteo para tomar asiento. —Ella siempre está en mis pensamientos, desde el día en el que nació. Asiente. —Pero sabes que es arriesgado lo que estás haciendo, creo que debes cambiar de táctica, el haber mandado a Levi sin saber la verdad de los orígenes de Bea, es arriesgado —me comenta con preocupación en la mirada. En especial porque los dos hemos criado a Levi como un segundo hijo, el mío lo es, pero de él no. Siempre le tuvo cariño, y el
BEATRIZEl tic tac del reloj, no hace más que ponerme de malas, es lunes, y el fin de semana, el Sr. Hill, estuvo teniéndome a su disposición, si bien no me pidió gran cosa, no paraba de darme órdenes por medio de llamadas para que lo comunicara con alguno de sus socios, como si él no pudiera hacerlo por su cuenta. Por otra parte, no confío en Bianca Hill, ni en Milenka, esas dos me tendieron una trampa, estoy segura de que no tuve sexo, pero ¿por qué tanta saña conmigo? Puede que las dos estén celosas, de cualquier modo, de esas dos arpías, tendré cuidado de ahora en adelante, entre más lejos, mucho mejor. Tampoco hay muchos avances con el caso de Leah, y comienzo a sentir la desesperación como una soga invisible alrededor de mi cuello, a nada de ahorcarme, me siento como el ratón acorralado por un gato. —¿Cambiaste la cita con el embajador de la Company Elle? La voz del Sr. Hill, rompe el encanto de mis pensamientos y levanto la mano, sus ojos azul eléctrico me cautivan, y me re
BEATRIZ El llanto del pequeño hace que salga de mi total aturdimiento y me aparto por completo de Nicola, quien tensa el cuerpo y fulmina con la mirada a Milenka, su novia. Tomo mis cosas, cuando ella cierra la puerta dando un fuerte golpe que retumba y hace eco por toda la estancia. —De aquí nadie se va, hasta que me expliquen, qué estaban a punto de hacer —replica, dando un puntapié. —No hagas drama, lo que sea que crees haber visto, no es cierto —arguye el Sr. Hill, volviendo a su asiento. —¡Pues explícame, porque a mi parecer, parece que estaban a punto de darse un beso! —alza los brazos con dramatismo. —Considero que mejor me voy —susurro—. Hasta mañana, Sr. Hill. Intento pasar por el lado de Milenka, sin embargo, esta rodea mi brazo con su mano, clavándome las uñas. —¡Tú no te vas a ningún lado, m*****a zorra! —brama, tirando de mi brazo con más fuerza. Tanta, que provoca que el niño suelte en llanto de nuevo. —¡Milenka! —exclama el Sr. Hill con voz demasiado ro
NICOLAMi idea era sencilla, incomodar a Bea, hacerla sentir tan mal, que la orillaría a un abismo del que caería conmigo, bueno, las cosas no funcionaron como las planeé. Porque eso funcionó para mí, desde que llegamos noté cómo ella miraba a Luca con demasiada amabilidad, les regaló una sonrisa real tan genuina, que me puse celoso de inmediato. Todo desmejoró cuando conocimos a Martín, con él, su sonrisa y actitud cambiaron, se comportaba cuando era mía, lo cierto es que si yo no soy feliz, ella no tiene por qué serlo tampoco, ese es mi objetivo. Me aseguró que no folló con Carlos, no le creo, y aunque fuera cierto, eso no quita el que se hubieran besado. Cierro los puños sin darme cuenta ni poner atención de las palabras que brotan de la garganta de Luca Massimo. —¿La Sra. B, es hermosa? —la pregunta de quien dice llamarse Sr. CL, nos toma a todos los presentes por sorpresa. En especial por Bea, quien casi escupe la sopa de zanahoria que estaba probando, teniendo que limpiar lo
BEATRIZ El aire se me atora en la garganta cuando veo que Nicola está golpeando a Martín a puño cerrado, todo sucede tan rápido, que no me da tiempo a reaccionar, lamentando el hecho de que Luca se haya marchado. —¡Sr. Hill! —exclamo—. ¡Por favor, deténganse! No me escucha, al contrario, parece toro desbocado, viendo rojo a un solo objetivo, y ese es mi amigo. —¡Cómo te atreves a tocarla! —brama. —¡No es lo que parece! —Martín intenta soltarse de su agarre. Pero un nuevo puñetazo le cierra la boca, comenzando a sangrar por la boca y la nariz, las manos me sudan, pero como puedo, intento detenerlo, tomándolo del brazo. —¡Déjelo en paz! —chillo. Nicola me empuja y casi pierdo el equilibrio. —¡Ella es mía! —sigue golpeando. Volteo a mi alrededor en busca de algo que me pueda servir, localizando un jarrón de barro, este tiene agua, lo tomo y se lo vierto por encima a Nicola. —¡Si se calma, se lo puedo explicar, joder! —Martín escupe sangre. —No hace falta explicar l