NICOLALa rabia me consume poco a poco, siento que el aire me falta, pero eso es lo de menos, perdí la cabeza, la perdí por completo, el resquemor es tanto, que me pica y me hace sentir incómodo en mi propia piel. Salgo del hospital, sintiendo que ni la brisa gélida aplaca mis pensamientos. Pero ver a Bea en brazos de otro hombre, no mejora las cosas, saca al hijo de perra que era antes. En el pasado siempre fui posesivo hasta la mierda con Bea, ahora, con su regreso, es como estar de vuelta en bucle que me lleva directo, una y otra vez en el pasado. «Maldita mentirosa»Lo vi en su mirada, no me puede engañar, la conozco tan bien, no hay espacio en su piel que no haya saboreado, besado, probado de la manera más salvaje, y en el hospital, cuando despertó llorando y gritando mi nombre entre sus sollozos, supe que me escondía algo. Y ahora, en lugar de correr a mis brazos como en el pasado, recibió el afecto de Martín Lovato, echándome de la habitación, estoy tan confundido, Milenka m
BEATRIZLa garganta se me cierra y el mundo se me viene encima, cuando escucho la pregunta de mi hijo, sus ojos, del mismo color que los de Nicola, provocan que el corazón me lata tan fuerte, que por un momento piense que saldrá de mi pecho. Tanto Martín como Luca se lanzan miradas cómplices, no dicen nada, porque saben que en cuestiones de mi hijo, soy la única con el deber de responder. Cierro los ojos con fuerza, tomo una larga bocanada de aire y me enfrento ante el silencio ensordecedor. —Escuchaste mal, cariño —mi voz es apenas audible—. Ven a saludar, que mamá te extrañó horrores. Vladimir borra de su rostro la duda y corre hacia mi dirección, se sube a la camilla donde le hago un espacio, extiendo mis brazos y lo envuelvo con mi calor, dándome el tiempo para inhalar su olor a loción infantil y a su fragancia natural. —Me asusté, mami —susurra—. Pero el tío Luca dijo que cómo era tu pequeño hombrecito, debía ser valiente. —Así es —le doy un beso en la mejilla. Las cosas so
BIANCAReviso las copias de los últimos contratos que firmó Nicola, con dos de las empresas más importantes del país, una textil y la otra petrolera, los contratos y firmas son millonarias, esto sin duda si aumenta en demasía nuestra fortuna. Pero eso no es lo que me inquieta, sino, el hecho de que no me lo comentara. Hasta hace dos semanas, Nicola y yo éramos un dúo, nos contábamos todo y trabajábamos en equipo, ahora, con la llegada de Bea, me oculta cosas como estas, frunzo los labios a tal punto que termino rechinando los dientes. La odio en demasía. No importa lo que haga, siento que me encuentro pisando el mismo terreno baldío del pasado. Estoy segura de que esto es un jodido descuido porque está empecinado con ella de nuevo. —Pero no voy a permitir que eso suceda —saco un encendedor y quemo los contratos para luego lanzar los restos al bote de metal que yace al lado de mi escritorio. Mi teléfono móvil suena y reviso la pantalla que parpadea, ladeando una sonrisa. —Señorita
BEATRIZLa cabeza me estalla, no sé en donde se ha metido Nicola, tampoco hago el esfuerzo por encontrarlo, al igual que yo, ambos necesitamos espacio, las emociones han sido duras y la verdad demasiado dolorosa, siento que he vuelto a revivir, como si todos estos seis años hubiera vivido bajo una capa de neblina. Los doctores me hicieron un par de chequeos más, para luego decirme que todo se encontraba en orden. Son las ocho de la mañana, Luca me avisó que luego de lo sucedido con Nicola, mandó a Vladimir a su casa, con Anastasia, lo cual me deja tranquila. Y ahora estaba en casa de Martín, con un nudo en la garganta, bebiendo un vaso de agua fría, sin ánimos de hablar sobre el pasado. Esperando a que siga con mi historia, Luca se desespera y Martín se queda callado, analizando la situación, él es así, seguro que ya está pensando en todas posibles soluciones y en las consecuencias de cada una de ellas. —No puedo creer que Nicola Hill, sea tu prometido —es Luca quien rompe el silen
BEATRIZYa ha amanecido y sigo sin poder dejar de mirar a Nicola, me parece que fue en una vida pasada cuando despertaba de este modo, luego me follaba tan duro, a tal grado de que algunos días iba a la oficina caminando raro. Detallo su rostro, está completamente dormido, parece estar lleno de paz, como si no rompiera un plato. No ha envejecido nada, sé que pronto va a cumplir treinta y un años, pero es como si el tiempo jamás le hubiera cobrado factura, sonrío al ver el pequeño corte que tiene en la parte superior de su frente, debido al golpe que le dio Luca para que dejara de comportarse como un idiota. Tuvimos que disculparnos con los novios, me morí de vergüenza, al final, aceptaron el hecho de que estaba ebrio y no en sus cinco sentidos. —Te sigo amando más que a nada en el mundo —le susurro—. Nicola. Levanto la mano para tocar su rostro, sin embargo, me detengo a unos cuantos milímetros, sintiendo como un nuevo nudo se forma en mi garganta, ¿cómo pudo creer que lo había ab
CHRISTIANONo escucho lo que me dice uno de mis hombres al otro lado de la línea, porque mis ojos están anclados en las imágenes que me muestra la laptop, imágenes detalladas en las que se divisa Levi, caminando cerca de los terrenos adyacentes de una de las propiedades de Luca Massimo, un importante empresario millonario italiano, son tomadas satelitalmente y otras tomadas por uno de mis investigadores. No está llevando a cabo las cosas tal y como se las pedí, eso me molesta de sobremanera, en espacial cuando es Dioniri quien me mira con altanería, porque esto le da la razón a sus planteamientos, de hace unas semanas, quise darle la oportunidad de demostrar que es capaz, pero me equivoqué. —Tengo que colgar —digo. —Entendido, señor. Cuelgo y termino por cerrar el ordenador. —Te lo dije —me repite Dioniri. —Y no te creí —tenso el cuerpo—. Pero no volverá a ocurrir. El silencio que nos inunda, hace que el ambiente se vuelva hostil, hosco, estoy enfadado, si no tuviera mi sangre,
MILENKALa nariz me arde, los ojos me pican y limpio con rabia, las lágrimas que ruedan por mis mejillas, odio sentirme de este modo, tan vulnerable, siempre he sido caprichosa, desque nací, he tenido todo a manos llenas, soy la princesa de la casa, la obra maestra de mi padre; Evan Yasori, CEO de la empresa petrolera, Dolshe. Como hija suya, tengo una imagen que cuidar, por ende, no puedo dejarme vencer por una cualquiera como lo es Bea. —¿Te encuentras bien Milenka? La voz de una de las secretarias de Nicola, me obliga a salir de mi estupor y dibujar una tenue sonrisa. —Sí —respondo con voz apenas audible. Haciendo notar el nudo de mi garganta, Paula, como se llama, me mira con lástima y toca mi hombro en señal de apoyo. —¿Es porque el Sr. Hill no está aquí? —pregunta.Frunzo el ceño, sin embargo, mi gesto cambia con fugacidad. —Lo extraño —sorbo mi nariz—. Pero no es solo eso, no me contesta los mensajes, rechaza mis llamadas y ni siquiera me dijo a dónde iba o con quién. F
NICOLANo soy idiota, sé lo que pasó anoche, me encuentro confundido, no por el hecho de haber descubierto que Bea no me mintió realmente, sino, por lo ocurrido, me he devanado los sesos esperando encontrar una razón por la cual alguien nos hubiera querido separar hace seis años. No la encuentro, la gente con la que solíamos rodearnos, eran allegados y siempre recibimos halagos, buenos deseos por estar juntos. Y ahora, me siento perdido, por una parte, está el sentimiento de angustia e impotencia, al saber que he perdido tiempo, porque pese a que parece haber vuelto a mí, realmente ya no es mía, y eso es lo que más me cabrea. Y ahora la tengo frente a mí, con una maldita falsa plisada, bucaneras negras, que hacen juego con sus valerianas de tacón alto, y un crop top, se ve tan antojable, que me tengo que dar la vuelta para no ponerla en cuatro y penetrarla. Además, hay asuntos más importantes que tratar, como el hecho de que soy padre. Un sueño que siempre compartí con ella. —Sient