DOS

Elizabeth Durán

Segovia / España Mayo- Viernes 17:35

Mi respiración está agitada, tengo la adrenalina a mil por hora, siento como el sudor me recorre el cuerpo, estoy expectante ante cualquier movimiento, mis manos defendiendo mi guardia, hasta el momento voy invicta aunque Mariana ya tiene la ceja rota la sangre le está dificultando la visión. Ella se acerca a mi levantando su pierna derecha con intención de golpear mi costado, doy un salto hacia atrás y apenas rosa mi piel, se aleja de mi

—¡Vamos mi amor, tu puedes!— grita Francisco y yo sonrió al escucharlo, siempre me demuestra su apoyo, es mi fan número uno

Mariana se acerca y lanza su puño izquierdo contra mi pero el mi brazo derecho rápidamente me cubre el rostro, aprovecho la abertura en su guardia y estiró mi brazo derecho y siento como mi puño conecta con su mandíbula, si cabeza se ve hacia atrás y yo soy un paso alejándome de ella. No es una pelea a matarnos, nos hemos contenido en fuerza pero se que ese golpe le dejara una marca.

Mariana se recupera rápido, vuelve a levantar si guardia y da unos pasos hacia mi, tantea su distancia de mi, lanza de nuevo un golpe pero yo flexiono mi cuerpo hacia atrás, miró su puño pasar sobre mi rostro, Mariana se aleja un poco, me repongo y mido su distancia, lanzo una patada baja intentando romper su equilibrio pero ella salta evitando me y eleva su puño impactando contra la esquina de mi boca y siento el sabor de mi sangre invadir mi boca ¡Es buena!. Me acercó de nuevo Mariana está cubierta hago una finta de un golpe para intentar romper su concentración pero se mantiene firme, la veo feliz a practicado mucho para este día pero no dejaré que me gane. Me acercó con rapidez tanta que ella se desestabiliza por un segundo y yo aprovecho, un golpe en la mejilla, otro en el hombro y una más en el costado, se recupera rápido, yo elevo mi pierna derecha y conecto con un golpe directo en su costado izquierdo, su cuerpo sale prácticamente volando contra el suelo. Me acercó pero ella rápidamente coloca sus manos al frente para detenerme

—¡Basta El!— grita Paul detrás de mi

—Solo es una práctica amistosa no voy a matarla — dije riendo cuando giro a mirar sus ojos color marrón oscuro

—No es por ella, es por ti, mira nada más como tienes el labio — Paul me reprende acercando un espejo pequeño a mis manos, observo mi reflejo y hago una nueva de dolor cuando miró la abertura en mi labio inferior

—Hoy es la fiesta y tú no puedes ir toda magullada Elizabeth— reclama el hombre robusto que tanto adoro

—Tranquilo ahorita me pongo algo para que deje de sangrar y con maquillaje cubro el golpe— digo acercadome para abrazarlo

Paul hace un rostro de asco seguramente por qué estoy cubierta de sudor

—¿Porque te diste de ostias con Mariana si sabes que se muere por ganarte? — susurra cerca de mi oído

—Por eso mismo, para dejarle claro que no puede y por qué quería calmarme un poco — respondo dando un beso en uno de sus pómulos prominentes

—¿Que pasa mi reina?— pregunta tomándome de la cintura para alejarme un poco y mirarme a los ojos

—Tengo un mal presentimiento, no lo sé... —dije dudando —Solo estoy nerviosa— confieso con una sonrisa falsa

—Entonces cancelamos todo preciosa, esto se hace solo contando contigo pero si no te sientes lista podemos cancelarlo— dice Paul tomándome de los hombros

—¡Claro que no! Ya planeamos esto desde hace mucho tiempo así que se hará cómo se acordó, solo no me hagas caso —Sonrió para intentar desviar la tensión

—Muy bien mi reina, ya es hora...

Aceptó con la cabeza y Paul me toma de la mano para llevarme de regreso a la planta alta, Francisco me mira a lo lejos yo niego con la cabeza a Paul no le agrada para nada mi cercanía de Francisco aunque nunca hemos intimado más haya que unos besos Paul siempre es muy protector con cualquier hombre que se acerca a mi.

Para mí es una contradicción graciosa, Paul me sobre protege cuando estoy cerca de un hombre que parece interesarme pero desde pequeña me entreno para atraerlos, seducirlos y robarlos. No era la vida que una niña debía vivir o las enseñanzas adecuadas para alguna con tan solo ocho años. Pero nunca me queje, nunca lo desobedeci y siempre agradecí que sin tener ninguna responsabilidad, ningún lazo sanguíneo el se preocupara tanto por mi. Él era mi salvador, el me había alejado de un infierno, de un lugar donde había visto y vivido lo peor de la humanidad para luego enseñarme como ganarle a esa maldad, a esas personas poderosas que creen pueden hacer lo que quieren cuando quieren. Agradecí que me enseñará a defenderme, robar, a escapar a vigilar y a matar por qué así yo sentía que nadie podría volver a dominarme jamás.

—¡Ya esta listo y está precioso!— gritó Ren corriendo hacia mi

Rápidamente la tomé en mis brazos, ella a diferencia de Paul no tenía asco de mi cuando entrenaba

—¿Lo terminaste? —pregunté alejándome un poco de ella, observé su asiático rostro sonrojado y emocionado, me encantaba verla así, feliz y sonriendo.

—¡Si! —dijo sonriendo con genuina alegría

—¡Te va a encantar en verdad esta hermoso!— dijo casi gritando y me tomo del brazo para llevarme con ella.

Ren era muy habilidosa para su edad, tenía un genio increíble para la confección de ropa y apesar de su edad no le faltaba nada para ser aún mejor que todas diseñadoras famosas que salían en las redes.

Entramos a nuestra habitación, al frente estaba exhibido un vestido color rojo brillante que para mí era el vestido más hermoso que había visto y no solo por qué lo había modificado mi amada Ren sino por qué en verdad estaba precioso.

— Está impactante y muy bello— dije tomando su mano para darle un beso en ella, Ren se sonrojo y me miró con preocupación

—¿Que paso en tu labio?— dijo preocupada y yo rápidamente cubrí mi boca para no espantarla

—Mariana y yo estábamos entrenando y nos pusimos un poco violentas— dije pasando mi mano por su oscuro cabello liso que llegaba solo hasta su mentón

—¡Pero Ell así el maquillaje estará arruinado!— exclamó molesta

—Tranquila, voy a darme un baño y verás que no está tan mal cómo se ve —dije alejándome de ella para ingresar al baño, necesitaba con urgencia sentir el agua cubrir mi cuerpo.

Sentía el agua prácticamente hirviendo recorrer mi piel volviendola roja al contacto. Solté un suspiro pesado, por fin había llegado el día, Paul había llegado con esta idea hacía más de medio año, el robo del siglo solía llamarlo. Nos había dejado lo importante que era ser perfectos en este momento, habíamos hecho muchísimos atracos pero este me ponía nerviosa por qué a él lo pienso nervioso. Paul era un hombre sin escrúpulos, le daba lo mismo si debíamos matar para poder obtener el botín pero siempre fue seguro de si mismo y yo crecí igual, llevar quince años a su lado me hacía entenderlo a la perfección y había algo en este plan en especifico que lo alteraba. La familia más peligrosa de Rusia visitaba al pueblo y claro venían con un regalo multimillonario que Paul quería.

Nuestro negocio era independiente y yo conocía muy poco de los grandes mandos y más aún del por qué Paul tenía tanto miedo a los rusos. Yo era la carnada y la que llevaría acabó el robo pero la insistencia de Paul con no dañar a ninguno de esa familia me quitaba el aliento. Me era más sencillo matar y robar sin dejar pista sin embargo algo dentro de mi gritaba que no debía hacerlo que algo saldría mal pero esto era una orden de Paul y yo jamás de desobedecido a ese hombre.

—Yo creo que con un poco más de brillo de vería mejor — dijo Ren mientras analizaba mi rostro

—Creo que así está bien, si pones más brillo se perderá el encanto del vestido — dije sonriendo para ella

— Tienes razón así te queda muy bien— dijo ella alejándose de mi para mostrarme al espejo.

Observé el resultado del trabajo mi pequeña Ren, me había maquillado de una maneja elegante y poco cargado resaltando el azul de mis ojos y el largo de mis pestañas, había arreglado mi negra cabellera en una colega alta que dejaba caer el resto por mi espalda como una larga cascada azabache. Mis labios eran de un tono nude combinando a la perfección con el color de mi vestido.

—¿Te gusta?— dice nerviosa y yo sonrió al mirarla en el reflejo del espejo

—Si me gusta, haces que me vea bonita— digo levantandome para dirigirme hacia ella

—Tu eres bonita hermana, mucho más bonita que cualquier mujer que he visto — dice mirándome con atención

—Trae el vestido, si seguimos tardando Paul se volverá loco— Ren Asintió con la cabeza y se dirigió rápidamente a la prenda detrás de nosotros

Observé mi cuerpo en el reflejo del espejo, el vestido era algo revelador para mí gusto, mi espalda estaba completamente expuesta y mis firmes pechos parecían asfixiarse prominente escote de hombros caídos. Las curvas de mi cuerpo de marcaban por lo ajustado de la tela y la apertura del lado derecho hasta casi mi ingle dejaba ver sin tapujos mi torneada pierna derecha.

Ren me acercó unos tacones de catorce centímetros cubiertos de pequeños diamantes brillantes y un bolso pequeño donde solo podía guardar mi celular. Mi Pequeña hermana se interno dentro del vestido para colocarme la piernera en mi extremidad izquierda, donde no fuera visible y me entrego el pequeño frasco con sedante que guardo entre mis pechos

—¡Estas lista y exageradamente hermosa!— dijo Paul apareciendo de pronto en el marco de la puerta

—¿No crees que es muy exagerado?— dije arreglando el vestido para verificar que nada se saliera de su lugar

—De eso se trata, que seas perfecta y bella para atraer su atención—dice Paul tomándome de la cintura

—El plan es sencillo pero con una falla todos estaremos perdidos— explica Paul

—Francisco estará en la parte trasera del salón con Adam, yo entraré contigo pero el resto depende de ti — explico y yo lo mire atenta

—Es un hombre bastante sobresaliente, parece irradiar un algo que atrae a las mujeres como abejas a la miel por lo que seguramente te será algo complicado acércate a él...

—Eso no me lo explicaste antes— reclamó molesta

—Hermosa no lo vi relevante— se excuso el calvo mirándome con ternura

—¡Claro que es relevante!— digo alterada — Si detrás de él hay tantas mujeres como dices me será imposible, tendría que hacer o tener algo lo suficientemente poderoso como para ser yo su centro de atención y no cualquier otra chica— dije molesta, esto se estaba complicando más de lo necesario.

—Estás y serás perfecta, esto solo es un trabajo más ¿De a cuerdo?— Asentí con la cabeza

—Ahora respira y suelta como te enseñe —dijo Paul acariciando mis hombros

—Esta bien, lo haré a la perfección como siempre —afirme con seguridad

—¿Entonces recuerdas su nombre?— pregunto mirándome a los ojos

—Si es Aleksander Volkov...

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