CUATRO

Elizabeth Durán

Segovia / España Mayo-Viernes 20:46

Lo mire directamente a los ojos y me aterre al notar que esa mirada gris no provocaba dentro de mi lo que hacían muchas otras cuando estaba en una misión. Fui participé en un sin fin de acuerdos entre Paul y sus contactos para encargarme de la desaparición de muchos tantos. A Paul le llegaban las órdenes de robo, vigilancia o asesinato y yo siempre fui su fiel verdugo.

Por mi cuerpo habían pasado un sinfín de caricias, ya no podía contar cuántas bocas se habían apoderado de mis labios con intención de volverme suya, pero todos perdían la vida al momento perfecto, Paul me había enseñado bien, me habia obligado a afrontar mis miedos y convertirlos en mi fuerza, a lo largo de los años había perdido la toda habilidad de sentir, tanto asco como deseo. Me había convertido en una muñeca de porcelana, fria y hueca. Yo ya no sentía nada. Hasta Francisco era víctima de ese entrenamiento tan hostil, habíamos iniciado una relación nada sería pero jamás lograba convencerme al sexo siempre mente yo no sentía nada.

Cada hombre que tenía la desgracia de aparecer en la lista de Paul y por consecuencia en mi lista tenia el mismo comportamiento cada vez que me miraban. Sus bocas babeaban y parecía que las manos les picaban por tocarme sin embargo el final siempre era el mismo, un beso mío y luego la muerte. Ahora no tenía que matar al ruso, Paul lo había dejado claro pero el modus operandi era el mismo, el plan era llevarlo a la cama y no cualquiera sino a la cama donde estuviera esa jodida joya. Pero por primera vez desde hacía muchos años , algo cálido dentro de mi pecho había despertado.

Los ojos del hombre brillaron y yo aparte la mirada avergonzada, está misión se estaba volviendo tan complicada de pronto, el era amable, gracioso y me era fascinante notar que por primera vez un hombre me mirara a la cara y no al cuerpo o los pechos como un horrible animal hambriento.

—¿Es verdad que no me dirás tu nombre?— dijo con ese acento que me estaba encantado y yo sonreí genuinamente

—Si lo digo se perderá el encanto ¿No?—dije mirando hacia el salón. Observe muy a lo lejos a Paul desaparecer en una de las puertas y esa fue la señal perfecta ahora sí todo dependería únicamente de mi.

—Entonces me veré obligado a compartir esta velada a su lado hasta poder obtener su preciado nombre — dijo tomando de nuevo el mentón para mirarlo.

La diferencia en nuestras alturas era abrumadora, yo aún con tacones apenas lograba rozar una parte de sus hombros y el tenía que inclinarse para poder mirarme directamente a los ojos. De pronto me sentí completamente desprotegida, observe como Paul desaparecía en una de las puertas del salón y esa era mi señal para comenzar el verdadero plan sin embargo ese "algo" que este hombre habia despertado en mi me hacia detenerme, por alguna razón que no pidia comprender quería protegerlo, protegerlo de mi, todo.

Entonces más emociones se hicieron presente, era como si todo aprendido a lo largo de mi vida se había esfumado todos mis sentimientos aparecieron de golpe por esa maravillosa mirada que me transmitía sinceridad y seguridad. Tenía miedo de sentir algo así por alguien que tenía minutos de conocer y miedo de no entender que era ese jodido sentimiento repentino.

Mi respiración comenzó a agitarse, odiaba eso de mi creía tener ese horrible hábito cuando me ponía nerviosa pero no, aún estaba ahi mas vigente que nunca.

—¿Estás bien?— pregunto el ruso angustiado ¿Tan mal me veía?

—No soy muy sociable así que lugares muy concurridos me abruman con facilidad — dije tratando de regularizar mi respiración

—Podemos ir a un lugar, donde te sentías mejor—dijo de pronto y yo sonreí internamente, si se refería a su habitacion esto terminaría mas pronto de lo que imaginaba

—¿Dónde?— pregunté tratando de no ser tan obvia

—Ven conmigo —dijo sin más y extendió su mano al frente para indicarme ir primero.

Di una mirada por todo el salón, en efecto Paul no estaba y la mayoría de las chicas no dejaban de mirarnos ni un segundo, eso sería un problema más a futuro ya que muchos ojos habían estado sobre mi desde el momento que los reporteros hicieran su escándalo, ahora pegada al Volkov todo era más llamativo, no sabía donde irían a parar las fotos que nos estaban tomando, tan solo espero que esa jodida joya sea lo suficiente costosa como para sobornar a los periodistas de no hacer público el material obtenido en esta fiesta.

Mi decepción se hizo evidente cuando el lugar al que se refería el hombre era a la parte del jardín junto al salón aunque agradecí bastante haber salido por una puerta de emergencia que no era obstruida por la prensa o por las mujeres en busca del ruso. Fue silencioso y secreto y el aire golpeando contra mi rostro me estaba haciendo regresar a la normalidad. No entendía nada de lo que mi interior anunciaba con la cercanía de ese hombre pero yo tenía un trabajo que hacer, mis amigos, mi pequeña famila estaba contando conmigo y yo no podía dejarme llevar por la duda o por el repentino sentimiento de anhelo por una persona que no llevaba más de una hora de conocer. Caminamos con lentitud entre los pinos perfectamente cortados alrededor de nosotros, el color de las rosas era difícil de adivinar por la oscuridad de la noche pero el aroma que estas desprendían era fantástico, las estrellas brillaban como un millar de diamantes y el silencio repentino tanto a mi alrededor como en mi mente me tranqulizaron al instante.

—Escuche que venías con el buen Paul Durán —dijo de pronto el ruso indicando que me sentase en una banca de mármol aún lado de una enorme fuente.

—Si, el es un familiar mio...—dije sorprendida de que lo conociera

—¡Uy! Eso complica todo entonces...

—¿Por qué?— pregunte curiosa

—¿Conoces algo de sus negocios?

—No lo conozco tanto, el pariente de mi madre —menti, claro que lo conocía perfectamente pero no podía darle detalles de nosotros ni a él ni a nadie

—Pero si no lo conoces tanto ¿Por qué te trajo a esta fiesta?— pregunto el ruso mirándome a los ojos

—Supongo que no tenía acompañante ¿Hay algún problema?

—Hay mucha gente bastante interesante en esta fiesta—dijo mirando hacia la nada, su espíritu alegre se habia apagado

—¿Y eso no es bueno?— dije tomando su mano como un impulso —Asi te conocí a ti...

—Eso en ocasiones es peligroso —susurro con tristeza

—¿Eso quiere decir que tú eres peligroso?— pregunté tratando de llamar de nuevo su atención

—Me gustaría decir que no...— dice mirándome de nuevo

—Entonces eso es un si...

Aleksander se quedó un momento en silencio mirando mis ojos como si quisiera transmitir una alerta de auxilio solo con su mirada. ¿Acaso estaba arrepentido de si linaje?

—Interesante saber que seguía al hombre más guapo de la fiesta y posiblemente intenté hacerme daño —dije en tono de broma, Alekander abrió los ojos con sorpresa

—¡Claro que no, yo nunca intentaría dañarte!— dijo alterado

—Yo se que no, la verdad no pareces del tipo asesino serial

—No lo soy...

Respire profundamente y me acerque a su rostro

—De cuál tipo eres entonces... — el ruso trago saliva tan fuerte que pude escuchar como paso por su garganta, yo me acerque un poco más

—Del tipo tímido supongo — dijo alejándose un poco de mi, yo solté una risa por su comentario que tomo al ruso por sorpresa.

—Ese comentario no te va muy bien, con ese uno noventa de estatura —dije tratando de ya no reír

—Es mi hermano... — dijo de pronto y yo lo mire confundida

—¿C-Como?

—Ese perfil que buscas es el que tiene mi hermano, yo soy muy diferente

—No es algo que busco es algo que tú apariencia transmite, pero la verdad tu perfíl me gusta —dije apartando mi mirada de él para luego tomar mi cabello y jugar un poco con el.

—¿De verdad te gusta?— dijo curioso tomándome de la barbilla con delicadeza, giro mi rostro hacia él

—¿Por qué lo dudas?— murmuré sin dejar de mirarlo

Mi corazón se aceleró, por primera vez este paso no era el más desagradable, por primera vez si deseaba un beso de ese hermoso hombre, quizás la joya no sería lo único que robaría está noche. Aleksander se acercó a mi rostro pero antes de poder unir nuestros labios la brisa de los rociadores comenzó a esparcirse a nuestro alrededor obligandonos a retirarnos rápidamente.

Afortunadamente el ruso cubrió gran parte del agua con su cuerpo rodeandome hasta llegar a la entrada de las habitaciones, esto parecía ser un completo desastre pero cuando Aleksander comento que me llevaría a su habitación para poder sacarnos y regresar a la fiesta todo se iluminó de nuevo.

La habitación estaba en penumbra cuando el ruso abrió la puerta, un aroma a lavanda y menta invadió rápidamente mi olfato, entre con lentitud, tratando de observar con disimulo cada rincón de la habitación.

—Esta fiesta de está volviendo muy divertidad— dije sentándose en la orilla de la cama exhausta por intentar correr con esos tacones

—Podemos descansa un poco— dijo Aleksander mirándome con miedo, en verdad era un tipo tímido

—¡Oh! Sería de gran ayuda si pudiera quitarme un momento estás zapatillas —dije mirando mis punzantes pies

—¡Claro! —dijo con ánimo

Hice aún lado la tela de mi vestido, por la parte donde tenía la apertura para poder mirar mi pierna, estaba apunto de inclinarme para poder retirar el seguro de mi zapatilla pero una mano más grande que la mía rodeo rápidamente mi tobillo, eleve la vista y ahi estaba ese sensual y hermoso ruso hincado ante mi, acariciando con ternura y delicadeza la piel de mi pierna, esos precioso ojos grises me miraron deseando un permiso por tocarme, yo asentí con la cabeza y pronto senti como sus labios impactaron contra la piel desnuda de mi pierna, no sentí miedo, no sentí asco como todo el tiempo cuando estaba con un hombre, por un momento sentí deseo, deseo por que no se detuviera, deseo de saber que tanto podian hacer esos labios. Pero antes de poder averiguarlo Aleksander se alejo de mi con rapidez

—Creo que necesitó un trago... — dijo de pronto

—¿Quieres uno? — Yo acepte con la cabeza

Estaba igual de acelerada y nerviosa que el y un poco de alcohol sería perfecto para hacerme regresar a la realidad, no podía acostarme con el aunque lo intentará, después de todo siempre era igual mi cuerpo desprendían deseo pero al momento de la verdad esos tormentosos recuerdo no me dejaban continuar. Observe como el ruso abrió la botella de vodka y sirvió en un pequeño vaso

—Crees que pueda usar un poco el baño— dije levantándome rápidamente

—Adelante— dijo sirviendo otro vaso

Entre rápidamente al baño, necesitaba agua en mi rostro, agua helada para bajarme lo que sea que ese hombre estaba provocando en mi, quizás después de tantos años el sería el remedio para mi mal, quizás aunque fuera por una sola vez podía disfrutar de mi vida sexual aunque fuera por una noche, después de todo nadie tendría por qué saberlo. Escuché un fuerte golpe y el sonido del cristal romperse así que salí rápidamente, ahogue un grito entre mis manos mientras mis ojos contemplaban una de las peores escenas en mi vida.

—¡Joder esto no puede estar pasando! —dije sin habla

Aleksander Volkov se retorcía en el suelo mientras que de su boca portaba sangre en forma de espuma, prácticamente me arroje contra el suelo a su lado, su mirada inyectada en sangre demostrando su dolor me observaba con miedo y una súplica silencio rogando por su vida. Coloque su cabeza sobre mis piernas y rápidamente me tomo de la mano con fuerza

—¡No es cierto!— grite mirando como más y más espuma salía de su boca, la fuerza con la que sujetaba mi mano fue lentamente disminuyendo, el estaba muriendo

—Yo no... —Me faltaba aire y valor para hablar

—Yo... Lo siento —dije sin dejar de mirarlo, esa mirada tan desesperada suplicando por no morir me estaba volviendo añicos el corazón.

El agarre de Aleksander Volkov contra mi mano desapareció y con ello se fue su vida y la mía también.

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