Respiro profundamente, tratando de mantenerme tranquila mientras que Edward observaba con atención hacia la puerta del castillo, como si quisiera con ello asegurarse de que Aren y su manada no fueran a querer regresar para apuñalarnos por la espalda mientras que estuviéramos desprevenidos. Mis ojos se encontraron con los ojos de Edward, mirándolo con agradecimiento por su preocupación.
— Estoy bien, Edward. Gracias. No tienes por qué preocuparte, sé cómo resolver esto. No sé por qué Aren está convencido de que yo fui la culpable de una desgracia que le ha sucedido a él y a su manada, pero estoy dispuesta a averiguarlo para hacerle entender que yo no he sido la culpable de su desdicha. Pues, tú bien sabes que yo he estado todo este tiempo aquí, en el castillo, no he salido para nada en los últimos días.
La sala común se quedó sumisa en un silencio de misterio luego de la partida de los hombres lobos. Mis pensamientos se centraron en buscar respuesta a lo anteriormente sucedido; la masacre.
Pronto, Sanie se acercó a nosotros, caminando con cautela y mirando con serenidad como siempre hacia pesar de que nos encontráramos en una escena tétrica sacada de una película de terror.
— No se preocupe por este desorden, mi reina. Yo me encargaré de esto — dijo ella.
Clavé mi mirada en Sanie, dándome cuenta de que en sus ojos, se iluminaba un destello bastante peculiar, aquel era un destello que yo siempre me fijé que aparecía para cada momento en el que ella hacía magia. Sanie se colocó enfrente del caos, extendió su mano, y pronunció: Ourdam, que aquella palabra en nuestro idioma antiguo significaba “Ordenar”, y entonces, fue ahí cuando Edward y yo fuimos testigos de lo que pasó después; un destello de viento salió de la mano de Sanie, lo hizo en un par de segundos porque luego desapareció de nuestra vista, además, nuestros cabellos y los de ella, salieron disparados a despeinarse para cuando la ráfaga de viento fuerte se materializó ante nosotros.
Pronto, un portal de remolino de viento se abrió, este se movía en círculos rápidos, y entonces, cada uno de los cuerpos desmembrados y cada una de sus partes desmembradas fueron elevándose en el aire hasta que abruptamente se metieron dentro del portal para desaparecer y nunca más regresar.
La magia de Sanie era muy poderosa, pero no tanto como para que ella hubiera podido conseguir limpiar todo este desastre de una sola intención. Pues en el suelo quedaron esparcidos por todas partes, lo que eran rastros de sangre y órganos. El portal de limpieza de Sanie se apagó en cuanto el último de los cuerpos desmembrados se metió en su interior, y ella con la mano aún estirada, ella dijo otra palabra para terminar de limpiar todo lo que quedó de dicho desastre, aquella palabra pronunciada por ella fue Limpu, que traducía “Limpiar”
Por arte de magia, la sala común del castillo había quedado relucientemente limpia ante los ojos de Edward y los míos. Yo no dudé en sonreír porque confiaba plenamente en las potencialidades de mi querida bruja y amiga, Sanie.
— Sanie, eso fue fantástico, muchas gracias por haber limpiado todo con tu magia. Aunque no me gusta que le hayas facilitado todo el trabajo a mi servidumbre — confesé, mirando a Sanie con una mirada perversa en cuanto pronuncié la palabra de la servidumbre. Puesto que en el castillo, la servidumbre, como era de imaginarse, eran humanos insignificantes que por un plato de comida en cada hora del día, por todos los días de su vida, ellos eran capaces de hacer todo lo que yo quisiera para complacerme.
Sanie me miró. Dejó de estirar su mano, y sus ojos volvieron a la normalidad.
— Sí, lo sé. Pero sabes qué adoro usar mi magia para ocasiones, así — dijo ella mirándome con una sonrisa cínica.
Edward y yo sonreímos con malicia, y los tres, por supuesto que siguiendo mi orden, nos encaminamos hasta la cocina para acercarnos a pedir nuestra cena. En la cocina, yo también tenía humanos trabajando, allí solamente había eran mujeres, todas eran muy guapas, y sobre todo, usaban delantales de cocina encima de sus cuerpos desnudos. Yo no dejaba que ellas usaran nada de ropa cuando estuvieran trabajando, de hecho, gracias a mi poder de hipnosis vampírica, yo había logrado hacer que ellas obedecieran todas mis órdenes, desde las más tontas hasta las más bizarras. Y cuando ellas fueron contratadas para trabajar en el castillo para mí, yo les di la orden de que siempre tenían que trabajar estando desnudas, y nada más podían usar sus delantales para cubrir sus zonas íntimas.
Vi como Edward miró a cada una de las mujeres con deseo y malicia, y como yo no era una amante celosa, y mucho menos, yo no era una amante posesiva, permití que Edward quisiera adueñarse de una de las mujeres de la cocina, él no se sorprendió ante mi decisión, por qué él sabía que nosotros únicamente podíamos darnos amor del bueno era cuando estábamos juntos en la cama. Una vez estuviéramos fuera de ella, cualquiera podía darse el lujo de disfrutar sus deseos placenteros con quien así lo deseara hacer.
De la boca de Edward, crecieron un par de colmillos de vampiro, anunciándome que él estaba sediento, pero no de sexo. Más bien, él estaba sediento, era de sangre humana, parece que tenía hambre y que ha llegado el momento de cenar para él.
Entonces, Edward se acercó con elegancia hacia una de las mujeres, esta era una chica de piel blanca, ojos azules y cabello negro que le caía con delicadeza hasta su cintura, pero que en ese momento, ella lo tenía agarrado de una cola de caballo por reglas generales de sanidad en la cocina, sin importar de que ella en realidad no más estuviera allí para servirnos tanto para Edward y para mí de comida.
En algunas ocasiones, Edward y yo solíamos compartir de nuestra comida, pero justo ahora que él tenía a aquella chica entre sus brazos, decidí que era mejor dejar que él disfrutará de su cena a solas sin tener que ser un chicle para él.
Sanie se acercó hasta el comedor, se ubicó en una de sus sillas, y una de las mujeres, que era una castaña de ojos miel y cabello corto, se acercó rápidamente hasta ella, con un plato de comida preparado para Sanie; era un sándwich de cordero asado acompañado de una copa de vino tinto.
Sanie bebió con mucho gusto un buen sorbo de su vino tinto y sin quitarnos la mirada a Edward y a mí, ella se dispuso a comer mientras era testigo de lo que iba a suceder a continuación.
Estuve a punto de escoger a otra mujer, pero Edward se apresuró en dejarme que yo compartiera de su comida. Sonreí con malicia, y él estando ubicado desde el otro lado del cuello de la chica, yo me preocupé por acercarme al otro, y a la vez, Edward y yo decidimos clavar los dientes en el cuello de la chica hasta lo más profundo de sus venas para comenzar a sentir como el sabor de su sangre se dominaba nuestra boca con suma delicia.
Mientras que Edward y yo disfrutábamos juntos de la cena tan deliciosa que estábamos degustando, he sentido como la sangre humana recorre cada parte de mi cuerpo, brindándome toda aquella energía y vitalidad que solo ella podría hacer para que yo me mantuviera intacta como siempre. Edward y yo nos mirábamos con ojos satisfechos por lo que pasaba, estábamos viviendo juntos uno de nuestros mejores momentos como vampiros, y estos eran de aquellos lujos que podríamos darnos mientras que mi mandato siguiera vivo. Sanie, por su parte, ella saboreaba su sándwich con mucha calma, como si viendo aquella escena no fuera capaz de producirle cualquier sensación de asco. No, ella estaba más que acostumbrada a tener que ser testigos de este tipo de cosas al ser mi cómplice en todo. Ella terminó de comer su sándwich, y se dedicó a quedarse sentada en su lugar correspondiente, bebiendo cada sorbo de su copa de vino tinto y pidiéndole a las chicas de la cocina que le sirvieran más hasta que ella no p
Por aquella noche, estando sola en mi habitación, me senté en el pequeño sillón que tengo junto a la ventana, dispuesta a contemplar todo el paisaje oscuro que se extendía mucho más allá del castillo. La luna llena estaba potente por esta noche, esta ha de haber sido la razón perfecta para demostrar la teoría del porqué Aren y su manada se había comportado mucho más enojado y agresivos que nunca. El resplandor de la luna llena iluminaba todo a su alrededor, incluyendo el interior de mi habitación, de hecho, estaba tan fuerte que yo no tuve necesidad de encender las antorchas de mi habitación para ver en medio de la oscuridad de la noche. Abrí la botella de vino, y comencé a beber a un sorbo cada que podía desde su pico sin necesidad de haberme servido en una copa porque yo no la había llevado, simplemente, iba a darle pico botella a la botella toda la noche por qué yo no tenía nada más interesante que hacer ahora. Aren y su manada habían entrado a mi castillo a acabar con la fiesta q
Dos hombres lobo siendo humanos me han llevado arrastrada por todo el camino desde la entrada de la casa hasta lo que era una imponente mansión que servía como refugio para Aren y su manada. Mi mente trabajaba en enfocarse en lo más importante, en lo que era su meta de haber hecho esta visita inesperada, sin embargo, no conseguía hacerlo por qué se ha distraído de su verdadero objetivo; ahora, me preocupaba más el hecho de cómo era que Aren iba a reaccionar ante mi presencia indeseada en su casa. Pues, mi visita, si parecía indeseada por qué con el comportamiento de sus hombres, era más que evidente. Al entrar en la mansión, pude percibir la tensión que mi presencia generó en el ambiente. Apenas ahora es que caigo en la cuenta de que los hombres de Aren, vestían todos de negro, como si alguien hubiera muerto y hoy haya sido su sepelio. Los hombres de Aren me llevaron a la fuerza hasta la oficina de Aren, creando una atmósfera de agresividad y desconfianza. Los hombres lobo me guiaro
Al mirarme a la cara, Aren frunció el ceño por culpa de mi sarcasmo, pues evidentemente, él se ha sentido molesto por mi comentario imprudente. Sin embargo, él no podía ser capaz de negar la verdad de mis palabras; si la manada y él estuvieran de luto, Aren no se hubiera dejado descubrir mientras tenía sexo con una de sus compañeras. Me acerco hasta él con el paso decidido a ignorarlo por cualquier intención fría que tenga de querer intimidarme.— Tranquilo, Aren. No he venido hasta aquí para juzgarte por tus elecciones personales. Tú pasarás tu luto como desees hacerlo. Pero creo que este es el momento perfecto de que nos olvidemos nuestras diferencias, y nos unamos para descubrir que fue lo que sucedió, para que te hubieras tomado la molestia de haberme acusado a mí como la culpable de dicho delito — dije con firmeza, dejándole a Aren muy en claro de que no estaba dispuesta a dejar que mi reputación muy bien ganada se bajara a pique por su culpa.Aren permaneció intacto en su posici
Ahora, Aren parece haberse relajado un poco al haber recibido mi halago y al haberse dado cuenta de que yo no lo molestaría más con mis malas intenciones. Mientras tanto, él abría la botella del vino, y la servía en su respectiva copa, él había traído dos, una para él y una para mí, al ser una de las copas, estiró su mano hacia mí para que yo estuviera dispuesta en recibirla. Así lo hice, recibí la copa de vino en mi mano, y antes de beber un sorbo, decidí esperar a que Aren sirviera su copa para que pudiera acompañarme a beber y a degustar de este delicioso manjar.Luego de que él se sirvió su copa, fue cuando ambos le dimos un pequeño sorbo a nuestras copas, deleitamos nuestras lenguas con el exquisito sabor del vino amargo que estaba en su perfecto estado, y yo decidí concentrarme de nuevo de lo que era más importante; mi razón de estar aquí. Entonces, me mantuve firme en querer seguir de nuevo tratando de hacer mi cuestionamiento inicial.— Bien, Aren. Ahora que hemos roto el hiel
Pronto, Aren se quedó en profundo silencio por un momento, él está tratando de procesar la información. Sus ojos comienzan a reflejar en ellos, una pequeña mezcla de dolor, confusión, un atisbo de duda y resentimiento por querer encontrar al asesino de su hermano menor y hacerle pagar por todo el daño que le ha causado a su manada, y sobre todo, todo el daño que le ha causado a él. Tomó de nuevo otro sorbo de su copa de vino que estaba por vaciarse antes de querer hablar, todo apuntaba a que él sentía que hablaría mejor si bebía un sorbo de vino antes de, por qué parecía que este iba a ayudarle a encontrar las palabras adecuadas para hacerlo. — Helen, entiende que la situación es muy complicada para mí. No estoy en mis mejores cabales como para querer darte más detalles de lo que sucedió. Lo que te dije es lo único que yo sé; el olor de la sangre de mi hermano, la mordedura en su cuello, todo apunta a que el asesino es un vampiro. Y también acabo de darme cuenta de una cosa; tú no e
Me despido de Aren con una sonrisa agradecida, y me dirigí hacia la salida de su oficina. Afuera, estaba rodeado de nuevo por hombres lobos, todos se asemejaban a un grupo de robots que vestían igual, caminaban igual, y hasta sus comportamientos eran los mismos, salvo que hay una diferencia entre ellos; los hombres lobos razonaban, sentían, percibían, en otro caso, el robot no iba a poder hacer todo aquello que un humano haría en su día a día.Camino por el pasillo, pasando por en medio de las miradas que tengo clavadas en mi presencia, y es ahí cuando quisiera poder tener la habilidad de leer la mente de los demás, puesto que me encantaría saber qué estarán pensando estos hombres lobos de mí que algunos no dejan de mirarme con ojos de querer devorarme viva de un solo mordisco, y otros, me miraban con tal lujuria que me hicieron hasta soltar una pequeña carcajada por qué eran de esa clase de hombres que no iban a conseguir meterse tan fácilmente en mi cama. Salí de la mansión de Aren
Pronto, escucho cuando la puerta de la habitación se abre lentamente, y Sanie entra allí con una sonrisa dibujada en el rostro. Su cabello oscuro cae en sus hombros, está muy bien peinado, y su maquillaje es suave, sin usar nada grotesco que la haga verse muy exagerada. Su ropa era un sencillo vestido amarillo que nada más se ajustaba al cuerpo era en su cintura porque luego se dejaba caer hasta sus rodillas, parecía más como si usara una falda corta y una blusa de manga larga. — Buenos días. Espero no haberte interrumpido en este momento privado, mi querida reina — dice ella con un toque de suavidad en su voz, mientras que la puerta de la habitación se cierra a su espalda.Río suavemente mientras me acomodo en la bañera, buscando que con las burbujas mi cuerpo pudiera cubrirse completamente para no dejar ver nada hacia el exterior. El agua tibia estaba cambiando su semblante, ya no se encontraba tan tibia, pero ahora estaba era fría. Al menos, las burbujas seguían consistentes, aunq