Edward y yo hemos salido de la habitación roja, escuchando con mucha más claridad a través de nuestros oídos todo lo que estaba sucediendo en el castillo. Yo estaba segura de que aquello que escuchaba mi oído era nada más que los sonidos de una fuerte batalla proveniente desde la sala común del castillo, justo el lugar donde mi fiesta sexual estaba siendo celebrada.
Me preocupé mucho, claramente, no ha sido porque los invitados puede que estuvieran sufriendo en este momento, más bien, me he preocupado era porque me urgía con inmensas ganas querer saber quién se había tomado el atrevimiento de querer irrumpir dentro de mi hogar a hacer todo este alboroto cuando la fiesta se estaba llevando en paz.
Pero por el olor que mi nariz vampírica estaba percibiendo a medida que Edward y yo avanzamos el recorrido desde el pasillo de la habitación oscura hasta llegar a la sala común, este estaba siendo un fiel testigo de todo lo que sucedía en el lugar; escuchaba gritos de terror, llanto, súplicas y hasta maldiciones. Todo en la sala común del castillo parece haberse convertido en un gran caos difícil de manejar. Aunque para mí, no hay tarea que no sea difícil de realizar.
Edward y yo llegamos a la sala común del castillo, efectivamente, todo estaba vuelto un completo caos. Los gritos de terror que mi oído escuchó fueron ciertos, había sangre derramada por todas partes, así como también había quienes estaban tratando de escapar, otros estaban atados con una soga en grupos mientras se mantenían sentados en el suelo, llorando a mares, suplicando para que se les permitiera salir de allí con vida y salud. Otros, simplemente, habían sido asesinados a sangre fría. Había órganos humanos esparcidos tanto en el suelo como en las paredes de la sala común.
El olor de la sangre inundaba cada parte de mi nariz, una sensación de ansiedad y descontrol dominaba todo mi cuerpo, a pesar de que yo ya sabía cómo controlar mi hambre por la necesidad de la sangre humana. Yo ya no bebía sangre humana por diversión y descontrol, la bebía solamente para comer, y no lo hacía de la manera tan brutal como suelen los humanos pensar que los vampiros nos alimentamos de ellos; en mi caso, yo tenía personal encargado en el castillo de cazar humanos para extraer de sus cuerpos, una mínima cantidad de sangre era guardada en frascos que se mantenían refrigerados y conservados en un banco de sangre dentro de mi castillo.
Aquella era mi alimentación diaria, servida al desayuno, al almuerzo y a la cena, como si nada yo llevara una dieta líquida para mantenerme joven y bella como siempre sin importar mi edad, es por esta razón que yo me sentía ansiosa en este momento por haber visto aquella escena de película de terror infiltrada en mi castillo.
Edward me miró con preocupación, él sabía que yo estaba tratando de resistirme lo mejor que podía ante mi sed de sangre humana. Mis colmillos no habían tardado en aparecer. Y en mis ojos, yo sabía que unas grietas negras se habían aparecido en la parte de mis hoyuelos, justo debajo de mis ojos. Cuando sintieron mi presencia, la batalla que apenas ha iniciado se detuvo por un momento para que todos los que estaban allí presentes se voltearan a mirarme fijamente y con atención.
Fue en ese entonces cuando descubrí quién era el que estaba detrás de todo esto. Era Aren y su manada de hombres lobo los atacantes e interceptores de mi palacio. El lobo alfa se erguía con majestuosidad, su mirada se dirigió hacia mí, estaba lleno de ira y de sed, de venganza en contra mía, como era de esperarse, porque él y yo siempre habíamos sido enemigos desde hace más de una década.
Los ojos de Aren me miraron con salvajismo, su pelaje grisáceo brillaba bajo la luz de los candelabros de la sala común que se mantenían luminosas gracias a la magia de Sanie. Mis ojos se han quedado mirando fijamente a la bestia que tengo enfrente de mí, con una mirada amenazante, puesto que desde hace mucho tiempo, tenía mis propias razones para querer acabar con él de una buena vez. Y parece que finalmente ha llegado el día en que sucedería.
— Helen, reina de los vampiros, he sido avisado de que has infringido las leyes que nosotros mismos nos encargamos de interponernos para llevar la fiesta en paz — gruñó Aren con una voz que resonó en todo alrededor de la sala común; la tensión nos acompañaba en este momento.
Me mantuve serena, consciente de la gravedad de la situación, aunque yo sabía muy bien de qué estaba hablando él, sin embargo, mi orgullo solamente me permitía reaccionar de la manera más conveniente para mí, antes de que la situación se saliera de mis manos. Pues, yo no podía darme el lujo de permitir que una disputa entre especies desencadenara una guerra en mi reino. Respiré profundamente, intentando mantener la calma en mi cuerpo, y recuperando la estabilidad de mi estado vampírico escondida en mi interior.
— Aren, no entiendo a qué has venido hasta acá para reclamarme y querer desquitarte con mis súbditos cuando yo no te he dado el permiso para hacerlo. Yo no sé de qué me estás hablando. ¿Quieres explicarme?
Aren parece haber perdido la paciencia con mi pregunta, pero se mantenía firme ante su posición.
— Tu bien sabes de qué es lo que yo estoy hablando — él refunfuñó.
Edward permanece a mi lado, fiel como siempre lo era, él estaba alerta ante cualquier movimiento que pudiera ocurrir. Opté por hablar con un enfoque diplomático y decisivo, estoy segura de que la confrontación, hablarnos a gritos, llevarnos al borde de la pelea no iba a ser nada bueno para ninguno de los presentes. Sobre todo, para Aren y para mí.
— Te aseguro de que yo no sé nada de lo que hablas. Pero de lo que estoy segura es de que no me gusta que se metan a mi castillo a ocasionar el caos sin razón alguna. Si me lo permites Aren, investigaré qué fue lo que sucedió, y siendo así, encontraré al responsable de lo cometido. Pero ahora, márchense de mi castillo, no los quiero volver a ver aquí nunca más — ordené a Aren y su manada.
Aren se mantenía mirándome fijamente, con mucho enojo, como si quisiera de la nada, abalanzarse hacia mí, y luego, querer comerme la cara de un solo mordisco. Sus compañeros de manada permanecen quietos, también alertas ante cualquier cosa que yo pudiera hacer o mandar a hacer a los demás. Edward no les quitó la mirada de encima ni un solo segundo por qué él sabía que esos hombres lobos eran imposibles de controlar. Ni siquiera el propio Aren podía controlarlos a veces, siendo él su rey alfa.
— Bien. Te daré un día a partir de la media noche de hoy para que puedas esclarecer esto. De lo contrario, si no demuestras tu inocencia, te aseguro que las cosas para ti se pondrán más feas de lo que puedes imaginar, que serán — dijo Aren con determinación.
Aren se dio la vuelta, y se marchó con su manada. No sin antes haberse asegurado de que con su mirada lograría intimidarme, pero se fue de inmediato cuando supo que no lo había conseguido.
— ¿Reina Helen? ¿Está bien? ¿De qué m****a estaba hablando él? — preguntó Edward, volviendo a mantener su compostura tranquila porque la tensión ya se había alejado de nosotros al momento de haber visto que Aren y su manada se fueron de mi castillo.
Respiro profundamente, tratando de mantenerme tranquila mientras que Edward observaba con atención hacia la puerta del castillo, como si quisiera con ello asegurarse de que Aren y su manada no fueran a querer regresar para apuñalarnos por la espalda mientras que estuviéramos desprevenidos. Mis ojos se encontraron con los ojos de Edward, mirándolo con agradecimiento por su preocupación.— Estoy bien, Edward. Gracias. No tienes por qué preocuparte, sé cómo resolver esto. No sé por qué Aren está convencido de que yo fui la culpable de una desgracia que le ha sucedido a él y a su manada, pero estoy dispuesta a averiguarlo para hacerle entender que yo no he sido la culpable de su desdicha. Pues, tú bien sabes que yo he estado todo este tiempo aquí, en el castillo, no he salido para nada en los últimos días. La sala común se quedó sumisa en un silencio de misterio luego de la partida de los hombres lobos. Mis pensamientos se centraron en buscar respuesta a lo anteriormente sucedido; la mas
Mientras que Edward y yo disfrutábamos juntos de la cena tan deliciosa que estábamos degustando, he sentido como la sangre humana recorre cada parte de mi cuerpo, brindándome toda aquella energía y vitalidad que solo ella podría hacer para que yo me mantuviera intacta como siempre. Edward y yo nos mirábamos con ojos satisfechos por lo que pasaba, estábamos viviendo juntos uno de nuestros mejores momentos como vampiros, y estos eran de aquellos lujos que podríamos darnos mientras que mi mandato siguiera vivo. Sanie, por su parte, ella saboreaba su sándwich con mucha calma, como si viendo aquella escena no fuera capaz de producirle cualquier sensación de asco. No, ella estaba más que acostumbrada a tener que ser testigos de este tipo de cosas al ser mi cómplice en todo. Ella terminó de comer su sándwich, y se dedicó a quedarse sentada en su lugar correspondiente, bebiendo cada sorbo de su copa de vino tinto y pidiéndole a las chicas de la cocina que le sirvieran más hasta que ella no p
Por aquella noche, estando sola en mi habitación, me senté en el pequeño sillón que tengo junto a la ventana, dispuesta a contemplar todo el paisaje oscuro que se extendía mucho más allá del castillo. La luna llena estaba potente por esta noche, esta ha de haber sido la razón perfecta para demostrar la teoría del porqué Aren y su manada se había comportado mucho más enojado y agresivos que nunca. El resplandor de la luna llena iluminaba todo a su alrededor, incluyendo el interior de mi habitación, de hecho, estaba tan fuerte que yo no tuve necesidad de encender las antorchas de mi habitación para ver en medio de la oscuridad de la noche. Abrí la botella de vino, y comencé a beber a un sorbo cada que podía desde su pico sin necesidad de haberme servido en una copa porque yo no la había llevado, simplemente, iba a darle pico botella a la botella toda la noche por qué yo no tenía nada más interesante que hacer ahora. Aren y su manada habían entrado a mi castillo a acabar con la fiesta q
Dos hombres lobo siendo humanos me han llevado arrastrada por todo el camino desde la entrada de la casa hasta lo que era una imponente mansión que servía como refugio para Aren y su manada. Mi mente trabajaba en enfocarse en lo más importante, en lo que era su meta de haber hecho esta visita inesperada, sin embargo, no conseguía hacerlo por qué se ha distraído de su verdadero objetivo; ahora, me preocupaba más el hecho de cómo era que Aren iba a reaccionar ante mi presencia indeseada en su casa. Pues, mi visita, si parecía indeseada por qué con el comportamiento de sus hombres, era más que evidente. Al entrar en la mansión, pude percibir la tensión que mi presencia generó en el ambiente. Apenas ahora es que caigo en la cuenta de que los hombres de Aren, vestían todos de negro, como si alguien hubiera muerto y hoy haya sido su sepelio. Los hombres de Aren me llevaron a la fuerza hasta la oficina de Aren, creando una atmósfera de agresividad y desconfianza. Los hombres lobo me guiaro
Al mirarme a la cara, Aren frunció el ceño por culpa de mi sarcasmo, pues evidentemente, él se ha sentido molesto por mi comentario imprudente. Sin embargo, él no podía ser capaz de negar la verdad de mis palabras; si la manada y él estuvieran de luto, Aren no se hubiera dejado descubrir mientras tenía sexo con una de sus compañeras. Me acerco hasta él con el paso decidido a ignorarlo por cualquier intención fría que tenga de querer intimidarme.— Tranquilo, Aren. No he venido hasta aquí para juzgarte por tus elecciones personales. Tú pasarás tu luto como desees hacerlo. Pero creo que este es el momento perfecto de que nos olvidemos nuestras diferencias, y nos unamos para descubrir que fue lo que sucedió, para que te hubieras tomado la molestia de haberme acusado a mí como la culpable de dicho delito — dije con firmeza, dejándole a Aren muy en claro de que no estaba dispuesta a dejar que mi reputación muy bien ganada se bajara a pique por su culpa.Aren permaneció intacto en su posici
Ahora, Aren parece haberse relajado un poco al haber recibido mi halago y al haberse dado cuenta de que yo no lo molestaría más con mis malas intenciones. Mientras tanto, él abría la botella del vino, y la servía en su respectiva copa, él había traído dos, una para él y una para mí, al ser una de las copas, estiró su mano hacia mí para que yo estuviera dispuesta en recibirla. Así lo hice, recibí la copa de vino en mi mano, y antes de beber un sorbo, decidí esperar a que Aren sirviera su copa para que pudiera acompañarme a beber y a degustar de este delicioso manjar.Luego de que él se sirvió su copa, fue cuando ambos le dimos un pequeño sorbo a nuestras copas, deleitamos nuestras lenguas con el exquisito sabor del vino amargo que estaba en su perfecto estado, y yo decidí concentrarme de nuevo de lo que era más importante; mi razón de estar aquí. Entonces, me mantuve firme en querer seguir de nuevo tratando de hacer mi cuestionamiento inicial.— Bien, Aren. Ahora que hemos roto el hiel
Pronto, Aren se quedó en profundo silencio por un momento, él está tratando de procesar la información. Sus ojos comienzan a reflejar en ellos, una pequeña mezcla de dolor, confusión, un atisbo de duda y resentimiento por querer encontrar al asesino de su hermano menor y hacerle pagar por todo el daño que le ha causado a su manada, y sobre todo, todo el daño que le ha causado a él. Tomó de nuevo otro sorbo de su copa de vino que estaba por vaciarse antes de querer hablar, todo apuntaba a que él sentía que hablaría mejor si bebía un sorbo de vino antes de, por qué parecía que este iba a ayudarle a encontrar las palabras adecuadas para hacerlo. — Helen, entiende que la situación es muy complicada para mí. No estoy en mis mejores cabales como para querer darte más detalles de lo que sucedió. Lo que te dije es lo único que yo sé; el olor de la sangre de mi hermano, la mordedura en su cuello, todo apunta a que el asesino es un vampiro. Y también acabo de darme cuenta de una cosa; tú no e
Me despido de Aren con una sonrisa agradecida, y me dirigí hacia la salida de su oficina. Afuera, estaba rodeado de nuevo por hombres lobos, todos se asemejaban a un grupo de robots que vestían igual, caminaban igual, y hasta sus comportamientos eran los mismos, salvo que hay una diferencia entre ellos; los hombres lobos razonaban, sentían, percibían, en otro caso, el robot no iba a poder hacer todo aquello que un humano haría en su día a día.Camino por el pasillo, pasando por en medio de las miradas que tengo clavadas en mi presencia, y es ahí cuando quisiera poder tener la habilidad de leer la mente de los demás, puesto que me encantaría saber qué estarán pensando estos hombres lobos de mí que algunos no dejan de mirarme con ojos de querer devorarme viva de un solo mordisco, y otros, me miraban con tal lujuria que me hicieron hasta soltar una pequeña carcajada por qué eran de esa clase de hombres que no iban a conseguir meterse tan fácilmente en mi cama. Salí de la mansión de Aren