Luego de haber escuchado con atención las palabras frías de Edward, en medio de nosotros, se produjo un incómodo silencio del que ninguno de nosotros tuvo la valentía de impedir que sucediera. Las tensiones del momento se acumulan en el aire, y mi mente trabaja a toda velocidad para encontrar las palabras adecuadas que pudieran controlar la tensión de la inesperada situación, pues ahora a mis problemas se sumaba uno más. Pronto, decidí ganarle a Edward en ser yo la que primero rompería el silencio que nos acompañaba para así querer aclarar las cosas con él. — Edward, entiendo que te sientas preocupado y confundido. Pero todo lo que está ocurriendo es muy complejo de solucionar, y no deberías de apresurarte en juzgar acerca de la relación que tengamos Aren y yo en este momento. Además, debo ser sincera contigo, las cosas han cambiado, y la única manera que nos queda a todos de sobrellevarlas, es trabajar juntos en esto, apoyándonos mutuamente el uno con el otro por qué lo cierto es q
— Hola, Aren. Sí. Está todo bien, no tienes que preocuparte de nada. Gracias por el detalle, no esperaba encontrarme con este obsequio que me imagino, es de tu parte — le dije, mientras señalo con la mirada el ramo de flores y sigo cargando entre mis brazos al osito de peluche que me había encantado. Aren se acerca con una sonrisa tierna dibujada en su cara, y me regala un tierno beso en la mejilla sin pensarlo ni dos veces en siquiera haberlo hecho.— Me alegra que te haya gustado mucho, esperaba alegrarte un poco el día con este. Sé que las cosas están muy complicadas para todos, y con este detalle quiero que sepas que estoy aquí para ti, para lo que sea que necesites, no dudes en contar conmigo. Le sonrío y le miro con ojos de agradecimiento, mientras que sigo sosteniendo el peluche entre mis brazos, cargándolo cono si fuera un osito de verdad que era bebé y que necesitaba del cuidado de su madre mientras crecía y se convertía en un oso de verdad que pudiera sobrevivir por su pro
— No, Helen. Eso que planeas hacer está mal. ¿Es que acaso te has vuelto loca? De verdad, ¿Cómo estás pensando en ir a meterte con ese sujeto? — Aren insistió, sintiéndose muy enojado por lo que yo le proponía. — Aren, lo lamento, de verdad, créeme que esto no es algo que yo quiera hacer. Pero, no me queda más de otra, tengo que hacerlo. Es la única manera que encuentro de que este pueda hablar — dije a Aren, tratando de ser insistente con la decisión, pero no sin querer ser fastidiosa a tal punto de querer hacer enojarlo.— Reflexiona mejor las cosas, porque ni creas que voy a permitir que cometas esa locura. No te voy a apoyar con esto. ¿Entiendes? — dijo Aren con determinación, y volviendo a concentrarse a dar la vuelta para acercarse hasta la puerta de la habitación y retirarse de aquí, demostrándome que estaba muy enojado por mi decisión.— ¡Aren! ¡No te vayas así! — grité, pero ya era muy tarde, Aren se marchó y cerró la puerta de un portazo muy fuerte. Dejándome a mí allí, con
Aren suspiró profundamente para así él tratar de tranquilizarse un poco y decidió tomar un sorbo de su copa para antes de responder. — Helen, de verdad, entiendo tu urgencia y tu desesperación por encontrar una solución ante este problema por el que estamos pasando ahora. Lo sé porque yo también me siento igual, quiero encontrar una solución, ya mismo porque no quiero permanecer por toda la vida viviendo como si fuera un recluso que ha escapado de prisión y que no quiere que lo encuentre, pero en serio, debemos de hallar la manera correcta de hacer las cosas, sin precipitaciones, sin tener que apurarnos en tomar decisiones a la ligera. ¿Entiendes lo que digo? — dijo Aren. Me recargué en el respaldo del sillón, y me crucé de piernas, mirando a Aren fijamente a los ojos. — ¿Entonces qué es lo que propones, Aren? En verdad, así cómo lo sabes, no tenemos mucho tiempo, y mientras más nos demoremos, más complicado será para nosotros encontrar un buen plan para hacerle descubrir la verdad
Entonces, la cueva se abrió ante nosotros, la luz de la luna se filtró entre las ramas de los árboles, dejándome ver entonces todo aquello que rodeaba el interior del lugar. Una suave brisa movía las hojas de los árboles, y así mismo lo hizo con mi cabello. Escucho que se forma una especie de susurro en el viento, y eso me generó una melodía muy tranquilizadora que había ayudado a que yo me sintiera segura y en confianza de estar allí. El lugar simplemente era muy sereno, y muy tranquilo, sin duda, este era el sitio perfecto para cualquiera que quisiera buscar un refugio en el que pudiera pensar con más claridad, lo podía hacer sin problema alguno porque no había nada ni nadie que lo pudiera interrumpir. — Wow, Aren, este lugar es increíble. Nunca me imaginé que existiera un rincón tan hermoso y apartado en medio del bosque. Nunca me imaginé que lo llegaría a conocer — le dije a Aren, sintiendo como la tensión que se recargaba sobre mi cuerpo empezaba ahora a disiparse por la paz y
Sin embargo, antes de que nuestro romanticismo pudiera continuar como debía, justo antes de que Aren pudiera haberme querido besar de nuevo, todo se vio interrumpido por un sonido que escuché que provenía desde la distancia más lejana, pero que gracias a mi oído de vampiro, pude distinguir muy bien de qué se trataba. Rápidamente, nos separamos de nuestro abrazo, y nuestras miradas se posaron sobre la puerta de entrada al lugar secreto. — ¿Has escuchado eso? — pregunté, mientras que mi oído se agudizaba para captar cualquier sonido que pudiera servirme para saber qué era lo que exactamente estaba ocurriendo afuera. Aren frunce el ceño, también sintiéndose muy alerta de todo. Pues parece ser que nuestra tarea de pasar desapercibidos ya había terminado. Parecía ser que la gente del pueblo se ha puesto de acuerdo entre ellos para habernos encontrado y así armarse de valor para venir a enfrentarnos de una vez por todas ante nuestro problema que ya nos ha encontrado. El susurro del vien
Era una noche fría de invierno, y allí estaba yo, sentada en mi trono, disfrutando de una velada única e inigualable. Aquella era una velada que era especial para mí, puesto que la bruja de mi reino, que era mi mejor amiga, Sanie, ella había conjurado un precioso hechizo en el que, al menos unas 30 personas, estaban dispuestas a hacer todo lo que yo quisiera que les ordenará hacer.En ese momento, nos encontrábamos celebrando una fiesta de origen carnal, una fiesta en que la que mis súbditos humanos se tocaban entre ellos para darse mucho placer. Eran hombres y mujeres, especialmente, de piel blanca, todos con estatus social alto, a pesar de que eran humanos. Todos ellos vivían como reyes, por qué aunque yo era la reina vampiro, y ellos unos simples inmortales, ellos sabían que debían de llevar bien la fiesta para ser acreditores de todos sus beneficios, ese privilegio incluía el hecho de ser malditos por una bruja y ser obligados a hacer todo aquello que yo quisiera que hicieran dent
Entonces, los susurros de la noche comenzaron a hacerse presentes en el interior de la habitación roja mientras que Edward y yo nos sumíamos en una responsabilidad de un éxtasis compartido. La pasión entre nosotros era muy intensa que casi podía compararse con una de las antorchas que iluminaban el interior de esta. Su llama se intensificaba a medida que nuestros cuerpos se unían en una oleada de calor impresionante y difícil de apagar. La cama, era a la única testigo de todas nuestras hazañas en aquel lugar del castillo. Por suerte, yo había escogido el lugar perfecto donde se refugiarían mis historias placenteras, con cada uno de mis amantes. Puesto que Edward, no era el único que se daba el placer de llegar al éxtasis con mi cuerpo y con mi sed de sexo. No, había más hombres, yo era una mujer sin compromiso que no buscaba el amor, ni tampoco buscaba casarme.Yo era una reina que nada más vivía para la ambición y para mi reino. Ese había sido mi juramento para el día de mi coronaci