Sanie sonríe, y en ese momento, siento como ella se comienza a acercar a mi cuerpo, mientras que yo, decido cubrirlo con la toalla por qué ya me he secado toda el agua que me acompañaba después de haberme dado el baño anterior. Siento el calor de la respiración de Sanie acercarse a mi cuerpo, y soy capaz de sentir también cuando su mano se acerca a mi cintura y la agarra con toda la confianza del mundo, como si yo le hubiera dado el permiso a ella de que así lo hiciera. — Sí, eso lo sé. Eres la reina de las fiestas. Siempre has disfrutado de las fiestas del pueblo, especialmente cuando son de aquellas fiestas que suelen celebrarse porque hay una fecha especial, como lo es el día de la independencia del pueblo. Además, creo que esta vez, será una gran oportunidad para que te mezcles con la gente, y que te ganes la confianza de aquellos que aún no la tienen contigo. Y también te servirá para que hagas a un lado, por un momento, las responsabilidades de la realeza y goces con los tuyos
— Sí. Me gusta mucho. Eres una diosa en esto, Sanie — le he respondido a Sanie con sinceridad. Aunque yo sabía que ella notaba mi sinceridad, nada más en mi cara de absoluto placer se notaba. Por lo pronto, Sanie únicamente ha sonreído mi respuesta, y se ha concentrado en continuar con su respectiva tarea. El placer para ambas continuaba, ahora, Sanie se ha alejado de mi intimidad para acercarse más hacia mí, me ha besado en los labios, primero fue un beso que se me hizo bastante tierno, un poco que ha sido muy diferente a los besos que Edward me daba cuando ambos también teníamos sexo. Sé qué es malo comparar, pero es que la situación se centraba ahora en que en los besos de Sanie, yo percibí que en ellos había sentimientos encontrados que iban más allá de solo querer tener sexo conmigo.Sanie y yo nos besamos por mucho tiempo, hasta que nuestras respiraciones nos hubieran exigido que debíamos de separarnos para recuperar aire y así continuar con el gran momento del día. Entonces, S
Asentí y sonreí. Dejé que Sanie se marchara de mi habitación, y cuando ella cerró la puerta de esta, yo me apuré en meterme dentro de mi vestidor, me puse el vestido más elegante que encontré en mi closet. Me puse un vestido corto, que se ajustaba a mi cuerpo, resaltaba mi figura, y era un vestido de color escarlata precioso que iba a hacerme resaltar de entre los invitados de la fiesta del pueblo. Además, era un vestido precioso y elegante para no hacerme ver como una prostituta para la reunión que tenía con el alcalde. El vestido era escotado, pero se ajustaba muy bien al tamaño de mis senos, no los hacía ver ni muy grandes, ni tampoco muy pequeños, y tampoco los hacía ver de tal manera que estos pudieran llamar la atención de cualquiera. Luego, organicé mi cabello, por suerte, este era lacio, y así no me lo hubiera mojado en el momento en que me duché en la bañera, mi cabello era como mi mejor amigo, este se dejaba arreglar muy fácilmente de mí, simplemente, le pasé el peine para
Entonces, el alcalde del pueblo se acercó a mí con una sonrisa amable, amistosa, y se acercó a mí para agarrar mi mano con delicadeza, darle un pequeño beso con sus labios como muestra de saludo, y se alejó. Sin dudarlo sonreí cuando sentí sus labios rozar mi piel, pues él era un hombre tan atractivo que no me molestaría que llegara la oportunidad de que él se metiera bajo las sábanas de mi cama para una noche muy placentera.— Reina Helen, es para mí un honor recibirla en esta humilde alcaldía. Su presencia ilumina los días oscuros del pueblo. Y me alegra ser yo quien la reciba personalmente — expresó el alcalde, mirándome con sinceridad en sus ojos. Sus ojos eran preciosos, casi que podían compararse con perlas que una pudiera quedarse como hipnotizada, viéndolas todo el tiempo que pudiera. — Gracias, señor alcalde. Pero el honor es todo mío. Gracias por recibirme siempre tan amablemente. Además, he venido por qué hasta mi castillo han llegado los rumos de la celebración de una gra
— Edward, Edward, Edward… Qué bueno que esa es tu respuesta, por qué, efectivamente, lo nuestro es solamente sexo, y que yo sepa, nosotros no tenemos ningún tipo de compromiso. Tú bien puedes mirar, y hasta acostarte con cualquier chica que se te interponga en el camino, y lo mismo pasa conmigo. Yo también tengo derecho en hacer lo que quiera, puedo mirar, y hasta saborear a quien yo desee. Tú no eres un impedimento para que yo sea libre de hacer lo que me plazca. Nuestro “contrato” establece eso; podemos hacer lo que queramos sin tener que ofender al otro por qué no somos pareja. ¿Lo recuerda? — le dije, mientras que mis dedos resaltaron las comillas imaginarias con la que mencioné la palabra contrato para que Edward entendiera mi sarcasmo por qué nosotros jamás habíamos firmado en sí un contrato que estableciera todo lo que yo decía. Edward me mira fijamente a los ojos, pude percibir cómo mis palabras eran tan fuertes para él que este estaba completamente disgustado con todo. Yo sé
Edward nos mira sorprendido a Sanie y a mí, pero más que sorprendido, está feliz, pues su sonrisa lo dice todo; su sonrisa nos anunciaba a ambas que este parece ser un sueño hecho realidad para él. Desnudas, nos acercamos a él, y luego que estamos frente de él, nos damos la vuelta para mirarnos a los ojos, luego nos acercamos, ella me agarra de la cintura con sus delicadas manos, y yo me acerco rápidamente a sus labios para besarla apasionadamente y ella corresponde mi beso. El resto de la tarde se convierte en una tarde placentera, los gemidos inundan el interior de la habitación roja. Nunca antes en mi vida he tenido la oportunidad de experimentar todo aquello que estoy sintiendo ahora, tener a Edward y a Sanie a mi lado disfrutando de aquello que más nos gustaba hacer se ha convertido en un sueño hecho realidad. Cuando terminamos con la primera ronda, decidimos que era momento de descansar hasta que nuestros cuerpos pudieran continuar, y entonces, aproveché ese momento para mand
La fiesta sexual acabó para nosotros en la habitación roja cuando supimos que ya había llegado el momento de retirarnos a vestirnos para ir juntos a la fiesta del pueblo. Yo estaba más que emocionada por la fiesta, era obvio, desde que nací y aprendí a bailar, me había convertido en una fanática de estas festividades. Sin importar cuál fuera el motivo por el que las fiestas se celebraran, yo era feliz asistiendo a ellas. En medio de nuestra conversación en la mañana con el alcalde. Él nos informó a Edward y a mí que no era sumamente necesario asistir a la fiesta con una etiqueta formal de presentación personal. Yo era la reina del pueblo, sin embargo, quise aprovechar esa ocasión para dejar de vestirme tan elegante como siempre mantenía, busqué entre mi ropa, y encontré un precioso, un jean negro de bota campana, unos tacones de plataforma muy baja que me iban a permitir bailar con mucha comodidad sin tener que estar al pendiente de qué iba a caerme; también encontré un precioso top
— Señor alcalde… Yo no pretendía darle esas insinuaciones — le dije al alcalde. Aquello no ha sido del todo cierto, era verdad que yo le haya estado coqueteando a él, pero solamente fueron algunas ocasiones, sin embargo, ahora, yo no pretendía que sucediera algo entre nosotros, por qué mi sed de placer ya había cesado. Y ahora, en realidad, lo único que yo ansiaba era poder participar de la fiesta que se estaba comenzando a poner muy interesante. — Sí. Lo sé, pero eres una mujer muy hermosa, eres excitante. Estoy seguro de que cualquier hombre, y hasta cualquier mujer, se derrite con tu belleza cada que te ve. Así como yo lo estoy, por favor, Reina Helen. No me rechaces, y hazme tuyo esta noche — dijo él, por poco, parecía que este estuviera a punto de arrodillarse ante mí para que yo accediera a su petición. — Alcalde, no. Yo no quiero hacer esto, déjeme por favor volver a la fiesta — le digo. Tratando de zafarme de su agarre, más no parece que yo pudiera conseguir hacerlo, no enti