Steven se encuentra solo en la casa en donde creció junto a su único hermano. Tras la muerte de sus padres cuando eran jóvenes, Steven se volvió más centrado y quiso ayudar a su hermano, pero Robert tomó un camino muy diferente al suyo.Mientras Steven se dedicó a estudiar medicina para salvar vidas, Robert entró al ejército. Para cuando los dos habían terminado sus respectivas carreras muchas cosas habían cambiado y tomaron caminos muy poco convencionales, pero al menos estaban juntos… hasta que pasó aquello.Ocho años antes…Robert llega al departamento en el centro de la ciudad en donde su hermano vive solo. El tonto no quiso quedarse con la casa familiar y no lo culpa, los recuerdos que allí permanecen son lindos, pero también muy tristes.Llama a la puerta, segundos después un Steven sólo en bóxer y somnoliento le abre la puerta, lo deja entrar y camina directo al sofá en donde hay un par de botellas de vodka vacías, Robert frunce el ceño, camina hacia una silla y se sienta allí
Cuando aterrizan en Alemania, Steven se da cuenta de que no lo han hecho en un aeropuerto regular, sino que en instalaciones privadas. El complejo es bastante amplio, eso justifica que un vehículo los traslade a la sede central del lugar, una vez allí los hermanos entran y una mujer con traje negro pegado al cuerpo y una tablilla con papeles se queda con la boca abierta.—¡Carajo! No vuelvo a ponerle vicodin a mi café, estoy viendo doble —Robert se ríe y le pasa una mano por los hombros a su hermano.—Te presento a Steven, mi gemelo mayor… así es, soy el pequeño de la familia —se burla de sí mismo y la mujer se ríe.—Bienvenido, señor Sanders, es un gusto tenerle aquí. Robert nos ha contado que es un médico excelente, sacó las mejores calificaciones de su generación —Steven mira a su hermano sin ocultar la sorpresa y él se encoge de hombros.—Siempre te dije que estaba orgulloso de ti, que no me creyeras es cuento tuyo. Vamos, debes conocer al equipo.Los dos caminan por allí, hasta q
Steven se queda absorto un momento con ese roce, hasta que la mujer lo saca de sus pensamientos. —Oye, doc, ¿ves todo tipo de cosas médicas? Porque tengo algo que creo necesita supervisión médica. —A ver… —le dice él con seriedad. Layla se pone de pie, se desabotona el pantalón como si nada y mete la mano dentro. —¡Layla, contrólate! —le dice uno de los chicos cuando la ve hacer eso. —¡No es mi culpa que seas tan pervertido! Sólo estoy quitando el broche del body —se levanta la prenda y deja ver una zona algo enrojecida en el costado izquierdo. Steven se acerca para revisar, toca y presiona, hasta que ella se queja—. No es para nada delicado… me gusta, seguro que es así para todo. Los hombres se ríen, Robert se pone serio y Steven sólo se sonroja, toma una de las cervezas frías que están en la mesa y la coloca en la zona. Layla da un gritito de sorpresa, pero luego suspira con alivio. —Se siente bien. —Es una contusión —le dice tratando de mantener la apariencia de doctor, pero
Steven se toma muy en serio eso de entrenarse, así que en cuanto llegan a la base, le pide ayuda a Robert con eso.Por supuesto, su hermano no le da tregua, aunque Steven también pone algo de lo suyo. Con su mochila de implementos se sube a la corredora y empieza de a poco a tener más resistencia. Lo mejor de todo es que a Layla no la ha visto para nada, así que se puede concentrar bastante en lo suyo.Hasta que llega el momento de aprender a pelear.Al llegar al cuadrilátero, Layla está allí ya agitada, porque ha estado entrenando desde hace un rato. Robert insta a su hermano a que suba y Steven lo hace, pero no está seguro.—Esto va a estar entretenido, doc. Yo ya quiero darte una paliza en ese trasero perfecto.—Yo no estoy muy convencido… ¿tengo que aprender algo básico?—Protege tus partes íntimas, la cabeza y el pecho a la altura del corazón. Lo demás aguanta —le dice Layla adoptando posición de combate—. Lánzame golpes como si quieseras noquearme, sin cohibirte.—Robert, ¿en ve
Separarse para los dos se hace un dilema que no tiene solución, hasta que Layla retoma la cordura y se aparta, se pone de pie para tratar de sacarse esa sensación tan agradable, porque ella no se puede enamorar.En ese trabajo no puede haber amor, porque cuando aparece, las cosas siempre se joden.—Es… es mejor que me vaya —dice él advirtiendo que Layla no está bien.—¿Está escapando a lo que pasó? Eres el ícono de la valentía —dice con una mueca y mucho sarcasmo.—No estoy escapando, por mí te tiraría a la cama y seguiría mucho más allá —Steven se acerca con esa voz ronca y se para frente a ella—. Pero veo que quien está más complicada eres tú.—Sí, porque ahora no sé cuál de los dos gemelos me gusta más —dice ella con sinceridad y una sonrisa que a Steven le parece un gesto descarado para escapar de lo que siente en verdad.—Fácil, compara sus besos con los míos…—Ese es el problema, Robert me encanta y lo he toreado mil veces, pero tú en menos de una semana viniste aquí a buscarme
Cuando se encuentra frente a la puerta, respira profundo para darse valor, enfrentarla nunca es sencillo. Da unos toques en la fría madera y la voz de la chica se hace oír de inmediato, cuando oye un par de maldiciones salir del otro lado sabe que le ha interrumpido algo.—¡¿Quién carajo…?! Robert… —se lo queda mirando unos segundos sorprendida y antes de que lo deje entrar, Robert la toma por la cintura y la besa.Ese beso es exigente, dejando claro que él es importante en su vida aunque juegue con él y lo niegue. Layla lo recibe gustosa, porque le encanta, la hace sentir deseada, como si ella fuera agua en medio del desierto luego de perderse en una misión.Sus dedos van a su cabello, los enreda allí mientras que Robert cierra la puerta con un pie, llegan a la cama y allí la deja bajo su cuerpo, en donde las manos dan rienda suelta a la exploración.—Mierda, Sanders… —susurra con la voz cargada de deseo cuando él baja por su cuello y va metiendo sus manos por debajo de la playera—,
Cuando Robert entra en el cuarto y ve a Steven arreglando todo para meterse a la ducha, le dice que se apresure para salir juntos.Si conoce un poco a Layla sabe que querrá ir a esconderse a ese bar latino que tanto disfruta y él sólo quiere ponerla en aprietos, porque si de algo está seguro, es que la quiere presionar para que esta vez si tome una decisión y elija a uno de los dos.Pero no le dice nada a Steven, porque sabe que su hermano se opondrá si le dice a dónde van y para qué.Cuando su hermano sale de la ducha, lo empuja a la puerta y salen de allí directo a donde guardan sus vehículos. Y, tal como lo pensó, el de Layla no está allí.—¿A dónde me llevas? —le pregunta de mala gana Steven.—Iremos a conocer hermosas mujeres, les vamos a coquetear, conquistar y después… las dejaremos con las ganas porque no se me antoja besar a otra mujer este día.—¿Y a quién besaste…? —le pregunta riéndose Steven, hasta que cae en cuenta y se calla.—Lo siento, pero no me podía quedar atrás. A
Si Layla les pidió que la dejaran en paz, lo que comenzó a pasar desde el día siguiente a esa conversación es realmente lo contrario.Por la mañana Robert llegó con desayuno para ella y Steven llegó con algo para la resaca, aunque no bebió tanto, pero Layla lo agradeció de todas maneras, y por supuesto que el desayuno se lo devoró con ganas.Se fueron a una misión y ahora que están de regreso, Robert sale para comprarle un arma que para Layla es letal, una navaja bastante especial y sabe dónde encontrarla. Mientras que Steven va por algo completamente diferente.Los dos llegan a la puerta de Layla, se miran y Robert se destornilla de la risa.—¿En serio?—Tú con lo tuyo y yo con lo mío… no me avergüenzo —Steven toca la puerta y desde dentro oyen a Layla decirles que entren con la voz cargada de mal genio.—¿Sí saben que los cristianos quieren descansar luego de patearle el cul0 a un montón de traficantes de mujeres? —dice mientras se gira en la cama para enfrentarlos y salta de esta c