Steven se toma muy en serio eso de entrenarse, así que en cuanto llegan a la base, le pide ayuda a Robert con eso.Por supuesto, su hermano no le da tregua, aunque Steven también pone algo de lo suyo. Con su mochila de implementos se sube a la corredora y empieza de a poco a tener más resistencia. Lo mejor de todo es que a Layla no la ha visto para nada, así que se puede concentrar bastante en lo suyo.Hasta que llega el momento de aprender a pelear.Al llegar al cuadrilátero, Layla está allí ya agitada, porque ha estado entrenando desde hace un rato. Robert insta a su hermano a que suba y Steven lo hace, pero no está seguro.—Esto va a estar entretenido, doc. Yo ya quiero darte una paliza en ese trasero perfecto.—Yo no estoy muy convencido… ¿tengo que aprender algo básico?—Protege tus partes íntimas, la cabeza y el pecho a la altura del corazón. Lo demás aguanta —le dice Layla adoptando posición de combate—. Lánzame golpes como si quieseras noquearme, sin cohibirte.—Robert, ¿en ve
Separarse para los dos se hace un dilema que no tiene solución, hasta que Layla retoma la cordura y se aparta, se pone de pie para tratar de sacarse esa sensación tan agradable, porque ella no se puede enamorar.En ese trabajo no puede haber amor, porque cuando aparece, las cosas siempre se joden.—Es… es mejor que me vaya —dice él advirtiendo que Layla no está bien.—¿Está escapando a lo que pasó? Eres el ícono de la valentía —dice con una mueca y mucho sarcasmo.—No estoy escapando, por mí te tiraría a la cama y seguiría mucho más allá —Steven se acerca con esa voz ronca y se para frente a ella—. Pero veo que quien está más complicada eres tú.—Sí, porque ahora no sé cuál de los dos gemelos me gusta más —dice ella con sinceridad y una sonrisa que a Steven le parece un gesto descarado para escapar de lo que siente en verdad.—Fácil, compara sus besos con los míos…—Ese es el problema, Robert me encanta y lo he toreado mil veces, pero tú en menos de una semana viniste aquí a buscarme
Cuando se encuentra frente a la puerta, respira profundo para darse valor, enfrentarla nunca es sencillo. Da unos toques en la fría madera y la voz de la chica se hace oír de inmediato, cuando oye un par de maldiciones salir del otro lado sabe que le ha interrumpido algo.—¡¿Quién carajo…?! Robert… —se lo queda mirando unos segundos sorprendida y antes de que lo deje entrar, Robert la toma por la cintura y la besa.Ese beso es exigente, dejando claro que él es importante en su vida aunque juegue con él y lo niegue. Layla lo recibe gustosa, porque le encanta, la hace sentir deseada, como si ella fuera agua en medio del desierto luego de perderse en una misión.Sus dedos van a su cabello, los enreda allí mientras que Robert cierra la puerta con un pie, llegan a la cama y allí la deja bajo su cuerpo, en donde las manos dan rienda suelta a la exploración.—Mierda, Sanders… —susurra con la voz cargada de deseo cuando él baja por su cuello y va metiendo sus manos por debajo de la playera—,
Cuando Robert entra en el cuarto y ve a Steven arreglando todo para meterse a la ducha, le dice que se apresure para salir juntos.Si conoce un poco a Layla sabe que querrá ir a esconderse a ese bar latino que tanto disfruta y él sólo quiere ponerla en aprietos, porque si de algo está seguro, es que la quiere presionar para que esta vez si tome una decisión y elija a uno de los dos.Pero no le dice nada a Steven, porque sabe que su hermano se opondrá si le dice a dónde van y para qué.Cuando su hermano sale de la ducha, lo empuja a la puerta y salen de allí directo a donde guardan sus vehículos. Y, tal como lo pensó, el de Layla no está allí.—¿A dónde me llevas? —le pregunta de mala gana Steven.—Iremos a conocer hermosas mujeres, les vamos a coquetear, conquistar y después… las dejaremos con las ganas porque no se me antoja besar a otra mujer este día.—¿Y a quién besaste…? —le pregunta riéndose Steven, hasta que cae en cuenta y se calla.—Lo siento, pero no me podía quedar atrás. A
Si Layla les pidió que la dejaran en paz, lo que comenzó a pasar desde el día siguiente a esa conversación es realmente lo contrario.Por la mañana Robert llegó con desayuno para ella y Steven llegó con algo para la resaca, aunque no bebió tanto, pero Layla lo agradeció de todas maneras, y por supuesto que el desayuno se lo devoró con ganas.Se fueron a una misión y ahora que están de regreso, Robert sale para comprarle un arma que para Layla es letal, una navaja bastante especial y sabe dónde encontrarla. Mientras que Steven va por algo completamente diferente.Los dos llegan a la puerta de Layla, se miran y Robert se destornilla de la risa.—¿En serio?—Tú con lo tuyo y yo con lo mío… no me avergüenzo —Steven toca la puerta y desde dentro oyen a Layla decirles que entren con la voz cargada de mal genio.—¿Sí saben que los cristianos quieren descansar luego de patearle el cul0 a un montón de traficantes de mujeres? —dice mientras se gira en la cama para enfrentarlos y salta de esta c
Dos misiones más y Harman anuncia su retiro, por eso es por lo que todos han planeado una buena despedida porque saben que el hombre no regresará a esto. Su prioridad ahora es estar con su hijo y reconquistar a su mujer, aunque esté pensando en casarse con otro hombre. Para poder hacerlo sin medir las consecuencias, deciden que la base es el mejor lugar. Así que no se han cortado en nada de lo que quieren para darle una despedida como se lo merece. Ciento cinco misiones, todas exitosas, sin un rasguño ni mucho menos nada que pueda manchar su historial. Robert aprendió muchas cosas de él, aunque era el líder real del equipo, el honor de la última palabra siempre fue de aquel hombre de sonrisa calmada y aspecto paternal. —¿Globos? —pregunta Layla riéndose, pero también admirando el trasero de los hermanos Sanders, con los que ha tenido muchos encuentros y anécdotas. —Sí, todos merecen globos en una fiesta en su honor —dice Robert. —Y después nos servirán para jugar al tiro al blanc
Cuando la luz del sol se vuelve insoportable en el cuarto, Steven se levanta con cuidado y camina al baño completamente desnudo. Al salir de allí ve a Layla con el cabello desparramado en la almohada, cubierta sólo con la sábana porque el edredón quedó con la marca de que ahora es diferente. Busca su ropa para salir a buscar algo de comer, pero ella se despierta con una sonrisa y tira de su bóxer para que se meta dentro de la cama otra vez. —No te vayas… —Iba por comida —la besa con ternura en la nariz y ella la arruga porque le provoca cosquillas y ese gesto es uno de los que se le quedaría en la memoria a Steven para siempre. —No quiero comida, te quiero a ti… se siente bien estar así —se acurruca apoyando su cabeza en el brazo del hombre, pasa el suyo por su abdomen y le sube una pierna encima. —Layla, no me des esperanzas… —No te compliques más, sólo disfruta el momento, mira que ya mi cabeza es un huracán… ustedes me tienen al borde de la locura. Steven le besa el cabello
En cuanto a Layla, ve la figura de Robert frente a ella en la puerta, sólo siente unos nervios que le nacen desde el estómago, pero no tiene nada que ver con las mariposas que realmente siente revolotear en el cuando está cerca de Steven.—¿Qué quieres? —le pregunta con seriedad y lo deja entrar.—Me duele la espalda, tal vez podrías ayudarme como la última vez —le dice mirándola con expresión de perrito abandonado y ella sólo se ríe.—Está bien, ya sabes lo que debes hacer —Layla despeja un poco su cama para dejarle espacio a Robert para que se acueste boca abajo y ella poder aplicar la presión en la espalda.Robert se quita la chaqueta y la playera, las deja sobre una silla y se recuesta en la cama boca abajo. Layla se sube sobre él, con las rodillas apoyada en su espalda, Mientras sus manos comienzan a buscar el punto exacto en donde presionar.—No te muevas… Chilla cuando te apriete.—Está… ¡Bien! —chilla Robert, porque la mujer ni siquiera le dio tiempo de prepararse para la pres