Nathan se arregla el traje, se remueve nervioso, como si aquel traje le molestara o le apretara, pero en realidad sólo es la ansiedad de ver entrar a su mujer de nuevo por aquella iglesia. Esta vez, aquella cantidad de invitados de la primera vez sólo están reservados para la fiesta, porque en la ceremonia de la iglesia sólo estarán los más importantes para ellos. Hank otra vez está parado allí, el abuelo sonríe abajo sentado en su silla de ruedas y Verónica espera a su hija con una sonrisa radiante mientras sostiene a su pequeño nieto. Dalia, Jason, Gianina, Steven y Victor también los acompañan en la reafirmación de su matrimonio. Convencer al padre fue difícil, porque ni siquiera el generoso aporte de Nathan le era suficiente para casarlos otra vez, pero cuando él le explicó que la primera vez se había portado como un idiota y había faltado a sus votos, el cura no pudo negarse. Y allí están, con el coro de fondo, esperando a que Mía haga su entrada. Por supuesto, para que todo s
Aquellos dos días Nathan no dejó que Mía saliera de la cama nada más que para ir al baño (y era él quien la cargaba hasta la puerta), porque todo lo demás lo hizo él. Se encargó de alimentarla, de bañarla, secarle el cabello y cuando Mía quiso colocarse un pijama o algo que le cubriera la desnudez, simplemente le arrancó la prenda de las manos para hacerla pedazos… algo que a Mía le provocaba cierta excitación y todo volvía a iniciar. Pero no sólo de sexo se trata el matrimonio, eso lo tienen muy claro, por lo que ahora están parados en la puerta, entregando las maletas a Jason, quien los llevará a la mansión de Leonidas para recoger allí a Verónica, quien se irá con ellos a la luna de miel. Puede no ser muy romántico, pero ella se ofreció gustosa hacerse cargo de Steve, así ellos podían disfrutar sus salidas sin preocuparse por el bebé. Aquella luna de miel iniciará en Ketchikan, Alaska, todo para cumplir los deseos de Mía de conocer aquel estado tan lejano, que promete días eterno
Capítulo FinalMía se ha incorporado a la universidad nuevamente, gracias a que Nathan la empujó para que lo hiciera ahora, considerando que Steve aún es pequeño y puede acostumbrarse a que mamá no esté tanto con él.Pero por supuesto, eso no hace más fácil tener que despedirse de él por las mañanas, cuando pasan a dejarla a la facultad.Ya está terminando el primer semestre y gracias a que ha solicitado pruebas de conocimientos al inicio del semestre para materias específicas, conseguirá terminar la carrera antes del tiempo previsto.Sin embargo, está muy cansada. Las últimas semanas han sido fatales, entre exámenes y trabajos sorpresa. Por las noches se ha dormido tarde para poder repasar, mientras que Nathan asume su rol de papá y super esposo para que ella no se abrume.Deja el lápiz a un lado del examen, mira el techo dejando escapar un suspiro y luego sonríe, porque ese es el último examen que debe rendir. Se pone de pie para entregarlo y cuando sale, una de sus compañeras, que
Steven se encuentra solo en la casa en donde creció junto a su único hermano. Tras la muerte de sus padres cuando eran jóvenes, Steven se volvió más centrado y quiso ayudar a su hermano, pero Robert tomó un camino muy diferente al suyo.Mientras Steven se dedicó a estudiar medicina para salvar vidas, Robert entró al ejército. Para cuando los dos habían terminado sus respectivas carreras muchas cosas habían cambiado y tomaron caminos muy poco convencionales, pero al menos estaban juntos… hasta que pasó aquello.Ocho años antes…Robert llega al departamento en el centro de la ciudad en donde su hermano vive solo. El tonto no quiso quedarse con la casa familiar y no lo culpa, los recuerdos que allí permanecen son lindos, pero también muy tristes.Llama a la puerta, segundos después un Steven sólo en bóxer y somnoliento le abre la puerta, lo deja entrar y camina directo al sofá en donde hay un par de botellas de vodka vacías, Robert frunce el ceño, camina hacia una silla y se sienta allí
Cuando aterrizan en Alemania, Steven se da cuenta de que no lo han hecho en un aeropuerto regular, sino que en instalaciones privadas. El complejo es bastante amplio, eso justifica que un vehículo los traslade a la sede central del lugar, una vez allí los hermanos entran y una mujer con traje negro pegado al cuerpo y una tablilla con papeles se queda con la boca abierta.—¡Carajo! No vuelvo a ponerle vicodin a mi café, estoy viendo doble —Robert se ríe y le pasa una mano por los hombros a su hermano.—Te presento a Steven, mi gemelo mayor… así es, soy el pequeño de la familia —se burla de sí mismo y la mujer se ríe.—Bienvenido, señor Sanders, es un gusto tenerle aquí. Robert nos ha contado que es un médico excelente, sacó las mejores calificaciones de su generación —Steven mira a su hermano sin ocultar la sorpresa y él se encoge de hombros.—Siempre te dije que estaba orgulloso de ti, que no me creyeras es cuento tuyo. Vamos, debes conocer al equipo.Los dos caminan por allí, hasta q
Steven se queda absorto un momento con ese roce, hasta que la mujer lo saca de sus pensamientos. —Oye, doc, ¿ves todo tipo de cosas médicas? Porque tengo algo que creo necesita supervisión médica. —A ver… —le dice él con seriedad. Layla se pone de pie, se desabotona el pantalón como si nada y mete la mano dentro. —¡Layla, contrólate! —le dice uno de los chicos cuando la ve hacer eso. —¡No es mi culpa que seas tan pervertido! Sólo estoy quitando el broche del body —se levanta la prenda y deja ver una zona algo enrojecida en el costado izquierdo. Steven se acerca para revisar, toca y presiona, hasta que ella se queja—. No es para nada delicado… me gusta, seguro que es así para todo. Los hombres se ríen, Robert se pone serio y Steven sólo se sonroja, toma una de las cervezas frías que están en la mesa y la coloca en la zona. Layla da un gritito de sorpresa, pero luego suspira con alivio. —Se siente bien. —Es una contusión —le dice tratando de mantener la apariencia de doctor, pero
Steven se toma muy en serio eso de entrenarse, así que en cuanto llegan a la base, le pide ayuda a Robert con eso.Por supuesto, su hermano no le da tregua, aunque Steven también pone algo de lo suyo. Con su mochila de implementos se sube a la corredora y empieza de a poco a tener más resistencia. Lo mejor de todo es que a Layla no la ha visto para nada, así que se puede concentrar bastante en lo suyo.Hasta que llega el momento de aprender a pelear.Al llegar al cuadrilátero, Layla está allí ya agitada, porque ha estado entrenando desde hace un rato. Robert insta a su hermano a que suba y Steven lo hace, pero no está seguro.—Esto va a estar entretenido, doc. Yo ya quiero darte una paliza en ese trasero perfecto.—Yo no estoy muy convencido… ¿tengo que aprender algo básico?—Protege tus partes íntimas, la cabeza y el pecho a la altura del corazón. Lo demás aguanta —le dice Layla adoptando posición de combate—. Lánzame golpes como si quieseras noquearme, sin cohibirte.—Robert, ¿en ve
Separarse para los dos se hace un dilema que no tiene solución, hasta que Layla retoma la cordura y se aparta, se pone de pie para tratar de sacarse esa sensación tan agradable, porque ella no se puede enamorar.En ese trabajo no puede haber amor, porque cuando aparece, las cosas siempre se joden.—Es… es mejor que me vaya —dice él advirtiendo que Layla no está bien.—¿Está escapando a lo que pasó? Eres el ícono de la valentía —dice con una mueca y mucho sarcasmo.—No estoy escapando, por mí te tiraría a la cama y seguiría mucho más allá —Steven se acerca con esa voz ronca y se para frente a ella—. Pero veo que quien está más complicada eres tú.—Sí, porque ahora no sé cuál de los dos gemelos me gusta más —dice ella con sinceridad y una sonrisa que a Steven le parece un gesto descarado para escapar de lo que siente en verdad.—Fácil, compara sus besos con los míos…—Ese es el problema, Robert me encanta y lo he toreado mil veces, pero tú en menos de una semana viniste aquí a buscarme