Cuando Mía cruza la puerta tras su madre, cierra la puerta del despacho y se queda allí, como si no quisiera apartarse por si tiene que escapar. Verónica se retuerce las manos con nerviosismo, hasta que deja salir un suspiro, levanta la mirada y le dice con cautela a Mía. —Primero, quiero pedirte perdón, por no haberme dado cuenta de todo lo que ocurrió hace veinte años, para entonces era una mujer felizmente casada, que quería más que nada tener un hijo y así formar una familia. «Llevaba seis años de matrimonio con Todd y queríamos tener un hijo, pero no lograba embarazarme. Me hice estudios, buscamos ayuda profesional, pero no lo conseguía, eso me tenía frustrada, pero de todas maneras no perdí la esperanza. «El doctor decidió enfocarse en Todd, lo mandó a realizarse estudios, los que salieron normales y no entendía por qué no conseguía ser madre —Verónica se sienta, sin dejar de mirar a los ojos a Mía, quien puede ver un profundo dolor en su madre. «Ese año, para el cumpleaños
Nathan no sabía cómo contentar a Mía, estaba realmente molesta porque él quería seguir adelante con el divorcio. En ese momento, Mía entra en la cocina, en donde Nathan está preparando su postro favorito, en cuanto Mía siente el olor a chocolate y canela, sabe lo que su esposo está tramando, pero pasa directo a la nevera para buscar un poco de leche y, luego de beberlo, se va al jardín. —Dalia, ¿qué más se puede hacer para contentar a una mujer? Tengo una semana tratando de que Mía vuelva a hablarme, a mirarme… es que hasta en el suelo estoy durmiendo y ya me duele todo. —Lo siento, señor, pero es que yo tampoco entiendo que, amándola tanto, usted quiera seguir adelante con el divorcio. —Tengo mis razones —dice él y mira a la puerta para asegurarse de que Mía no entre—. Quiero proponerle matrimonio otra vez, como ella se merece, y darle la boda de sus sueños, que lance el ramo, bailar el vals… —Quiere hacer con ella todo lo que no hizo la primera vez —Nathan asiente y Dalia sonrí
Mía observa el lugar, mira a todos lados, sin poder creer lo que sus ojitos ámbar ven. Nathan se acerca a ella con esa sonrisa cautivadora, va con un traje negro de tres piezas que le queda, ay madre mía… Mía trata de pasar saliva, pero simplemente no puede, porque la boca se le ha secado de repente. —Nathan… ¿qué haces aquí? Mi madre… no hay nadie más… —No, por hoy sólo nos atenderán a nosotros, lo de tu madre era una pequeña mentira para que quisieras salir —la toma de las manos, pero no puede evitar que ese calor que su mujer emana lo llame a rodearla por la cintura—. Estás realmente hermosa, esposa mía… —No te creo, veo mi cuerpo cada día y no es hermoso. —¿Bromeas? Es el cuerpo de una madre… ¿tienes idea de lo que te admiro? Aun sabiendo que subirías de peso, que eso te podría afectar, lo hiciste y sacrificaste tu apariencia, una de las cosas que más te preocupan. «Eres más bella que antes y te prometo que yo mismo te ayudaré a que bajes de peso, a que recuperes tu cuerpo,
Nathan se arregla el traje, se remueve nervioso, como si aquel traje le molestara o le apretara, pero en realidad sólo es la ansiedad de ver entrar a su mujer de nuevo por aquella iglesia. Esta vez, aquella cantidad de invitados de la primera vez sólo están reservados para la fiesta, porque en la ceremonia de la iglesia sólo estarán los más importantes para ellos. Hank otra vez está parado allí, el abuelo sonríe abajo sentado en su silla de ruedas y Verónica espera a su hija con una sonrisa radiante mientras sostiene a su pequeño nieto. Dalia, Jason, Gianina, Steven y Victor también los acompañan en la reafirmación de su matrimonio. Convencer al padre fue difícil, porque ni siquiera el generoso aporte de Nathan le era suficiente para casarlos otra vez, pero cuando él le explicó que la primera vez se había portado como un idiota y había faltado a sus votos, el cura no pudo negarse. Y allí están, con el coro de fondo, esperando a que Mía haga su entrada. Por supuesto, para que todo s
Aquellos dos días Nathan no dejó que Mía saliera de la cama nada más que para ir al baño (y era él quien la cargaba hasta la puerta), porque todo lo demás lo hizo él. Se encargó de alimentarla, de bañarla, secarle el cabello y cuando Mía quiso colocarse un pijama o algo que le cubriera la desnudez, simplemente le arrancó la prenda de las manos para hacerla pedazos… algo que a Mía le provocaba cierta excitación y todo volvía a iniciar. Pero no sólo de sexo se trata el matrimonio, eso lo tienen muy claro, por lo que ahora están parados en la puerta, entregando las maletas a Jason, quien los llevará a la mansión de Leonidas para recoger allí a Verónica, quien se irá con ellos a la luna de miel. Puede no ser muy romántico, pero ella se ofreció gustosa hacerse cargo de Steve, así ellos podían disfrutar sus salidas sin preocuparse por el bebé. Aquella luna de miel iniciará en Ketchikan, Alaska, todo para cumplir los deseos de Mía de conocer aquel estado tan lejano, que promete días eterno
Capítulo FinalMía se ha incorporado a la universidad nuevamente, gracias a que Nathan la empujó para que lo hiciera ahora, considerando que Steve aún es pequeño y puede acostumbrarse a que mamá no esté tanto con él.Pero por supuesto, eso no hace más fácil tener que despedirse de él por las mañanas, cuando pasan a dejarla a la facultad.Ya está terminando el primer semestre y gracias a que ha solicitado pruebas de conocimientos al inicio del semestre para materias específicas, conseguirá terminar la carrera antes del tiempo previsto.Sin embargo, está muy cansada. Las últimas semanas han sido fatales, entre exámenes y trabajos sorpresa. Por las noches se ha dormido tarde para poder repasar, mientras que Nathan asume su rol de papá y super esposo para que ella no se abrume.Deja el lápiz a un lado del examen, mira el techo dejando escapar un suspiro y luego sonríe, porque ese es el último examen que debe rendir. Se pone de pie para entregarlo y cuando sale, una de sus compañeras, que
Steven se encuentra solo en la casa en donde creció junto a su único hermano. Tras la muerte de sus padres cuando eran jóvenes, Steven se volvió más centrado y quiso ayudar a su hermano, pero Robert tomó un camino muy diferente al suyo.Mientras Steven se dedicó a estudiar medicina para salvar vidas, Robert entró al ejército. Para cuando los dos habían terminado sus respectivas carreras muchas cosas habían cambiado y tomaron caminos muy poco convencionales, pero al menos estaban juntos… hasta que pasó aquello.Ocho años antes…Robert llega al departamento en el centro de la ciudad en donde su hermano vive solo. El tonto no quiso quedarse con la casa familiar y no lo culpa, los recuerdos que allí permanecen son lindos, pero también muy tristes.Llama a la puerta, segundos después un Steven sólo en bóxer y somnoliento le abre la puerta, lo deja entrar y camina directo al sofá en donde hay un par de botellas de vodka vacías, Robert frunce el ceño, camina hacia una silla y se sienta allí
Cuando aterrizan en Alemania, Steven se da cuenta de que no lo han hecho en un aeropuerto regular, sino que en instalaciones privadas. El complejo es bastante amplio, eso justifica que un vehículo los traslade a la sede central del lugar, una vez allí los hermanos entran y una mujer con traje negro pegado al cuerpo y una tablilla con papeles se queda con la boca abierta.—¡Carajo! No vuelvo a ponerle vicodin a mi café, estoy viendo doble —Robert se ríe y le pasa una mano por los hombros a su hermano.—Te presento a Steven, mi gemelo mayor… así es, soy el pequeño de la familia —se burla de sí mismo y la mujer se ríe.—Bienvenido, señor Sanders, es un gusto tenerle aquí. Robert nos ha contado que es un médico excelente, sacó las mejores calificaciones de su generación —Steven mira a su hermano sin ocultar la sorpresa y él se encoge de hombros.—Siempre te dije que estaba orgulloso de ti, que no me creyeras es cuento tuyo. Vamos, debes conocer al equipo.Los dos caminan por allí, hasta q