Aquella semana para Nathan había sido la más estresante y dura de su vida, sin excepción alguna, pero al fin puede sentir alivio.Sale de la clínica con aquel sobre entre las manos y las lágrimas de felicidad pura, por saber que Steve no tiene ninguna enfermedad a causa del parentesco de sus padres.«—Ahora eso es un alivio para ti, pero te advierto… debemos realizar chequeos constantes, porque en cualquier momento de su vida un cromosoma querrá hacer un bailecito y eso puede desatar una enfermedad bastante complicada.—Pero las enfermedades se pueden tratar, ¿no es cierto?—En teoría sí, pero depende a lo que tú entiendas por tratamiento. Existen tratamientos paliativos y tratamientos para curar la enfermedad, y las de origen genético suelen tener tratamientos paliativos, así que no te confíes al cien por ciento.»La doctora había sido categórica en aquello de las enfermedades, pero él se siente optimista. Al menos, por ahora, su hijo está sano y no tendrá que lidiar con otro dolor o
Una semana le había tomado a Mía poder adaptarse a esa nueva realidad.Era duro, pero al ver a Nathan sonreírle a su hijo y a ella, saber que él se había alejado para protegerlos y que ahora estaba afrontando la verdad de que eran hermanos con mejor ánimo, le dejaban claro cuánto la ama.Por su parte, ha planeado una linda cena familiar, a la que están invitados todos. Lleva unos cuantos días sacándose leche, porque dentro de sus planes está que Steve no esté en aquella casa cuando desate el infierno.Dalia se irá una hora antes a que lleguen los invitados y Jason será responsable de su seguridad, en su mente sólo sabe que debe ser fuerte, que debe enfrentarse a todos con estoicismo, pero es difícil hacerlo.Aquella verdad significa que debe cortar los lazos con las personas que más amó, pero ahora sólo siente un dolor inconmensurable, más grande que ella misma y su mente la llama a que se pierda en la vía de escape que usó por tanto tiempo, pero no puede.Ahora debe ser más fuerte qu
El teléfono de Nathan comienza a vibrar en su pantalón justo cuando está terminando de cambiar a Steve, por lo que no le presta nada de importancia. Han pasado dos días desde que se enfrentaron a sus padres y para Nathan ha sido un alivio tremendo el soltar esa carga que estaba llevando solo. Mía está afectada, por supuesto que sí, pero en lugar de retraerse, está planeando la mejor manera de hacerlos sufrir, especialmente a Tyron. Vuelve a vibrar el teléfono y Nathan suspira con frustración, como ya tiene a Steve entre sus brazos, decide ver quien llama tanto, al ver el número de la casa de su abuelo, decide contestar de inmediato. —¿Aló? —Joven Moore, perdone la insistencia de mi llamado, pero su abuelo quiere verlo lo antes posible… y también quiere conocer a su bisnieto. —Tendría que hablarlo con mi esposa… —Ella también está invitada, por supuesto que sí, el señor Moore quiere hablar con los dos algo muy importante, si es posible, hoy mismo. —Dígale que sí, iré en un par d
Cuando Mía cruza la puerta tras su madre, cierra la puerta del despacho y se queda allí, como si no quisiera apartarse por si tiene que escapar. Verónica se retuerce las manos con nerviosismo, hasta que deja salir un suspiro, levanta la mirada y le dice con cautela a Mía. —Primero, quiero pedirte perdón, por no haberme dado cuenta de todo lo que ocurrió hace veinte años, para entonces era una mujer felizmente casada, que quería más que nada tener un hijo y así formar una familia. «Llevaba seis años de matrimonio con Todd y queríamos tener un hijo, pero no lograba embarazarme. Me hice estudios, buscamos ayuda profesional, pero no lo conseguía, eso me tenía frustrada, pero de todas maneras no perdí la esperanza. «El doctor decidió enfocarse en Todd, lo mandó a realizarse estudios, los que salieron normales y no entendía por qué no conseguía ser madre —Verónica se sienta, sin dejar de mirar a los ojos a Mía, quien puede ver un profundo dolor en su madre. «Ese año, para el cumpleaños
Nathan no sabía cómo contentar a Mía, estaba realmente molesta porque él quería seguir adelante con el divorcio. En ese momento, Mía entra en la cocina, en donde Nathan está preparando su postro favorito, en cuanto Mía siente el olor a chocolate y canela, sabe lo que su esposo está tramando, pero pasa directo a la nevera para buscar un poco de leche y, luego de beberlo, se va al jardín. —Dalia, ¿qué más se puede hacer para contentar a una mujer? Tengo una semana tratando de que Mía vuelva a hablarme, a mirarme… es que hasta en el suelo estoy durmiendo y ya me duele todo. —Lo siento, señor, pero es que yo tampoco entiendo que, amándola tanto, usted quiera seguir adelante con el divorcio. —Tengo mis razones —dice él y mira a la puerta para asegurarse de que Mía no entre—. Quiero proponerle matrimonio otra vez, como ella se merece, y darle la boda de sus sueños, que lance el ramo, bailar el vals… —Quiere hacer con ella todo lo que no hizo la primera vez —Nathan asiente y Dalia sonrí
Mía observa el lugar, mira a todos lados, sin poder creer lo que sus ojitos ámbar ven. Nathan se acerca a ella con esa sonrisa cautivadora, va con un traje negro de tres piezas que le queda, ay madre mía… Mía trata de pasar saliva, pero simplemente no puede, porque la boca se le ha secado de repente. —Nathan… ¿qué haces aquí? Mi madre… no hay nadie más… —No, por hoy sólo nos atenderán a nosotros, lo de tu madre era una pequeña mentira para que quisieras salir —la toma de las manos, pero no puede evitar que ese calor que su mujer emana lo llame a rodearla por la cintura—. Estás realmente hermosa, esposa mía… —No te creo, veo mi cuerpo cada día y no es hermoso. —¿Bromeas? Es el cuerpo de una madre… ¿tienes idea de lo que te admiro? Aun sabiendo que subirías de peso, que eso te podría afectar, lo hiciste y sacrificaste tu apariencia, una de las cosas que más te preocupan. «Eres más bella que antes y te prometo que yo mismo te ayudaré a que bajes de peso, a que recuperes tu cuerpo,
Nathan se arregla el traje, se remueve nervioso, como si aquel traje le molestara o le apretara, pero en realidad sólo es la ansiedad de ver entrar a su mujer de nuevo por aquella iglesia. Esta vez, aquella cantidad de invitados de la primera vez sólo están reservados para la fiesta, porque en la ceremonia de la iglesia sólo estarán los más importantes para ellos. Hank otra vez está parado allí, el abuelo sonríe abajo sentado en su silla de ruedas y Verónica espera a su hija con una sonrisa radiante mientras sostiene a su pequeño nieto. Dalia, Jason, Gianina, Steven y Victor también los acompañan en la reafirmación de su matrimonio. Convencer al padre fue difícil, porque ni siquiera el generoso aporte de Nathan le era suficiente para casarlos otra vez, pero cuando él le explicó que la primera vez se había portado como un idiota y había faltado a sus votos, el cura no pudo negarse. Y allí están, con el coro de fondo, esperando a que Mía haga su entrada. Por supuesto, para que todo s
Aquellos dos días Nathan no dejó que Mía saliera de la cama nada más que para ir al baño (y era él quien la cargaba hasta la puerta), porque todo lo demás lo hizo él. Se encargó de alimentarla, de bañarla, secarle el cabello y cuando Mía quiso colocarse un pijama o algo que le cubriera la desnudez, simplemente le arrancó la prenda de las manos para hacerla pedazos… algo que a Mía le provocaba cierta excitación y todo volvía a iniciar. Pero no sólo de sexo se trata el matrimonio, eso lo tienen muy claro, por lo que ahora están parados en la puerta, entregando las maletas a Jason, quien los llevará a la mansión de Leonidas para recoger allí a Verónica, quien se irá con ellos a la luna de miel. Puede no ser muy romántico, pero ella se ofreció gustosa hacerse cargo de Steve, así ellos podían disfrutar sus salidas sin preocuparse por el bebé. Aquella luna de miel iniciará en Ketchikan, Alaska, todo para cumplir los deseos de Mía de conocer aquel estado tan lejano, que promete días eterno