Mía ya tiene una pancita bella de treinta y una semanas, la misma que está acariciando mientras está sentada frente a la chimenea pasando su sábado por la noche como siempre. Les dio la semana libre a todos para pudiesen ir con sus familias y así ella poder tener un poco de privacidad, el único que no quiso aprovechar esos días fue Jason, quien alegó no tener familia que visitar y Giovanna se molestó con él por decir eso, al parecer lo de ellos va muy en serio. Tanto su madre como Hank la invitaron para que fuese a pasar el fin de semana con ellos, pero prefiere quedarse sola, así consigue pensar mejor. Durante la semana se puede escapar perfectamente de todo lo que le ha pasado en el último mes y medio. Cada día se despierta con ese mantra que se ha convertido en su fortaleza, «volverá y lo resolveremos». Para todo el mundo, Mía está furiosa con Nathan, cuando regrese le hará la vida de cuadritos y lo primero que hará luego de la bofetada será pedirle el divorcio, sin embargo, es
Las semanas fueron pasando tanto para Nathan como para Mía, el primero estaba mucho mejor después de aprender a amarse y entender que todo lo que había hecho era por un sentimiento que no provenía de él directamente, sino de esa vida asquerosa que le tocó vivir con su padre y quiso desquitarse con una inocente.Aunque a Gianina le había costado un par de jabs, sabía que Nathan estaría bien con un nuevo terapeuta en Estados Unidos, uno convencional por supuesto.Mía estaba radiante con su embarazo, pensando que tal vez Nathan llegaría para estar con ella en el parto. Pero ahora mismo la tiene ocupada el evento de la empresa, que es este día y siente que no está lista para llegar al lugar sola, pero sabe que siempre puede contar con sus padres, que irán al evento como cada año.—Victor, ¿ya trajeron mi ropa?—No, señora, pero ya está en camino, en unos diez minutos ya debería estar aquí.—Bien… por favor, no me pase más llamadas ni visitas, a menos que sean mis padres, me recostaré a de
—Déjame… —le dice ella dándole un manotazo para que se aleje, pero Nathan no le hace caso, porque la expresión de dolor en el rostro es evidente.—Mía, ¿eso fue una contracción? —le dice ayudándola a llegar a una silla y sacando su teléfono.—Noooo, sólo es una manera nueva de ejercitar la panza… —le dice ella con evidente sarcasmo—. ¡Claro que fue una contracción y es tu culpa! ¡Me había sentido de maravilla y ahora este niño se va a adelantar por tu culpa!—Yo no quería… —pero él mismo se interrumpe, porque no es momento de disculparse—. Mía, vamos al hospital y allí me gritas todo lo que quieras.—Contigo no voy ni a la salida —respira profundamente, se pone de pie y camina a la puerta, pero Nathan la toma por el brazo.—Yo te llevo.—¡Que no me toques! —y vuelve a estallar en llanto, pero esta vez ella misma entierra la cara en el pecho de Nathan—. Te odio… te odio mucho.Él se queda allí, sonriendo porque es obvio que no, la rodea con sus brazos para consolarla, le acaricia la es
Cuando Nathan regresa con su mujer y su hijo, siente que el corazón le salta de felicidad al verla de lado, sonriendo mientras alimenta a su bebé y Steve está aferrado a un dedo de su madre. Se acerca a él, para dejarle un beso en su cabecita, ganándose un gruñido de su parte y dejándolos a los dos con los ojos y sus bocas abiertas.—¡Acaba de gruñirme porque lo estoy molestando mientras come!—Es un pequeño tragón, se me hace que este pecho no será suficiente.—¿Cómo te sientes?—Agotada… pero feliz, tenerlo así, frente a mí y que tú estuvieras presente… pensé que no…—Shhh, ya hablaremos de eso después. Ahora quiero que estés lo más tranquila posible, porque todo lo que tú sientas, lo sentirá él.Mía asiente y se relaja, eso sólo hasta que Steve suelta el pecho de su madre y busca más, así que ella se acomoda del otro lado, mientras Nathan lo sostiene, para luego dejarlo al lado de su madre y pueda succionarle todo lo que puede.En esa tarea llegan Verónica y Todd, este último se ll
Aquella semana para Nathan había sido la más estresante y dura de su vida, sin excepción alguna, pero al fin puede sentir alivio.Sale de la clínica con aquel sobre entre las manos y las lágrimas de felicidad pura, por saber que Steve no tiene ninguna enfermedad a causa del parentesco de sus padres.«—Ahora eso es un alivio para ti, pero te advierto… debemos realizar chequeos constantes, porque en cualquier momento de su vida un cromosoma querrá hacer un bailecito y eso puede desatar una enfermedad bastante complicada.—Pero las enfermedades se pueden tratar, ¿no es cierto?—En teoría sí, pero depende a lo que tú entiendas por tratamiento. Existen tratamientos paliativos y tratamientos para curar la enfermedad, y las de origen genético suelen tener tratamientos paliativos, así que no te confíes al cien por ciento.»La doctora había sido categórica en aquello de las enfermedades, pero él se siente optimista. Al menos, por ahora, su hijo está sano y no tendrá que lidiar con otro dolor o
Una semana le había tomado a Mía poder adaptarse a esa nueva realidad.Era duro, pero al ver a Nathan sonreírle a su hijo y a ella, saber que él se había alejado para protegerlos y que ahora estaba afrontando la verdad de que eran hermanos con mejor ánimo, le dejaban claro cuánto la ama.Por su parte, ha planeado una linda cena familiar, a la que están invitados todos. Lleva unos cuantos días sacándose leche, porque dentro de sus planes está que Steve no esté en aquella casa cuando desate el infierno.Dalia se irá una hora antes a que lleguen los invitados y Jason será responsable de su seguridad, en su mente sólo sabe que debe ser fuerte, que debe enfrentarse a todos con estoicismo, pero es difícil hacerlo.Aquella verdad significa que debe cortar los lazos con las personas que más amó, pero ahora sólo siente un dolor inconmensurable, más grande que ella misma y su mente la llama a que se pierda en la vía de escape que usó por tanto tiempo, pero no puede.Ahora debe ser más fuerte qu
El teléfono de Nathan comienza a vibrar en su pantalón justo cuando está terminando de cambiar a Steve, por lo que no le presta nada de importancia. Han pasado dos días desde que se enfrentaron a sus padres y para Nathan ha sido un alivio tremendo el soltar esa carga que estaba llevando solo. Mía está afectada, por supuesto que sí, pero en lugar de retraerse, está planeando la mejor manera de hacerlos sufrir, especialmente a Tyron. Vuelve a vibrar el teléfono y Nathan suspira con frustración, como ya tiene a Steve entre sus brazos, decide ver quien llama tanto, al ver el número de la casa de su abuelo, decide contestar de inmediato. —¿Aló? —Joven Moore, perdone la insistencia de mi llamado, pero su abuelo quiere verlo lo antes posible… y también quiere conocer a su bisnieto. —Tendría que hablarlo con mi esposa… —Ella también está invitada, por supuesto que sí, el señor Moore quiere hablar con los dos algo muy importante, si es posible, hoy mismo. —Dígale que sí, iré en un par d
Cuando Mía cruza la puerta tras su madre, cierra la puerta del despacho y se queda allí, como si no quisiera apartarse por si tiene que escapar. Verónica se retuerce las manos con nerviosismo, hasta que deja salir un suspiro, levanta la mirada y le dice con cautela a Mía. —Primero, quiero pedirte perdón, por no haberme dado cuenta de todo lo que ocurrió hace veinte años, para entonces era una mujer felizmente casada, que quería más que nada tener un hijo y así formar una familia. «Llevaba seis años de matrimonio con Todd y queríamos tener un hijo, pero no lograba embarazarme. Me hice estudios, buscamos ayuda profesional, pero no lo conseguía, eso me tenía frustrada, pero de todas maneras no perdí la esperanza. «El doctor decidió enfocarse en Todd, lo mandó a realizarse estudios, los que salieron normales y no entendía por qué no conseguía ser madre —Verónica se sienta, sin dejar de mirar a los ojos a Mía, quien puede ver un profundo dolor en su madre. «Ese año, para el cumpleaños