Eiza.Caminaba lentamente por el parque, mi hijo sujetando mi mano mientras observábamos a los pequeños jugar en los balancines. Las palomas picoteaban ansiosamente los granos de maíz que las personas dejaban caer, ajenas al bullicio que las rodeaba. Decidí sentarme en una banca cercana, necesitaba descansar. Carmela, siempre atenta, ayudó a mi hijo a subirse a uno de los balancines mientras yo me quedaba sentada, acariciando distraídamente mi vientre abultado. Ya estaba en el octavo mes de embarazo, y aunque había decidido no saber el sexo del bebé, una parte de mí sospechaba que podría ser una niña. Mis síntomas, que habían sido tan intensos durante los primeros dos meses, se habían disipado rápidamente, dejándome con la esperanza de que quizá sería, pero quiero que sea una sorpresa cuando por fin llegara el momento.El mes de diciembre avanzaba rápidamente, y el frío se hacía cada vez más intenso. Cada noche, mis pensamientos volvían a esa persona que no merecía ocupar un lugar en m
EmirMe encontraba en un estado de profunda tristeza y preocupación. Le había suplicado a mi madre, Esmeralda, que me llevara a otro hospital para descubrir qué estaba pasando. Mi cuerpo no era el mismo y no podía seguir así. Sin embargo, se negó rotundamente. La presión y la frustración me llevaron a insistir.—Mamá, si no me llevas, encontraré la manera de irme por mi cuenta. No puedo quedarme aquí, esperanzado en recuperar mi sensibilidad para poder empezar a caminar.—En donde vayas, es lo mismo.—Entonces regresemos a Italia, si es de esa manera—ella negó, tapo su rostro, cansada de mi instancia.—Te llevare a un hospital, en Ginebra, la Tour. Mañana saldremos en auto.—Finalmente accedió.—Bueno, puedes retirarte, y no quiero ningún masaje así que dile a la enfermera, que no se moleste en venir—Mi madre soltó un suspiro y salió de la habitación. Mire la pastilla que tomaba para recuperar las fuerzas en mis músculos. Pero llevaba días sin querer tomarlas por lo que decidí averigu
Esmeralda.Quede impactada al ver la noticia, un odio profundo se apoderaba de mí. Quería ir y ahorcar al padre de mis hijos, ese maldito de Osvaldo. Un fraude, un hipócrita. Pero lo peor de todo esto era darme cuenta de que mi propia hija Erín, nos había traicionado. Ahora comprendo esa insistencia en que firmara aquel documento, donde le otorgaba el permiso para estar al frente de Rockefeller mientras nosotros seguíamos aquí, en Suiza. Todo esto fue obra de ellos. Esa insistencia en alejarnos tenía un propósito oscuro. Erín aprovechó el accidente de mi hijo… No puedo creerlo. Todo esto es culpa mía. Mi pobre hijo está sufriendo, y no puedo permitir que siga así.Miré a Pablo, con desesperación en mis ojos, y le pregunté. —¿Qué malicia habrá hecho para que me haya hecho esto mi propia hija?—Señora, usted no tiene la culpa de que su hija haya heredado un corazón tan oscuro como el de su padre— me respondió Pablo con firmeza. —Pero le he dado todo desde pequeña y para demostrarle q
Eiza Sostener a mi bebé en mis brazos era como tocar un sueño. Esa pequeña niña de ojos azules y cabello tan hermoso completaba mi mundo. No podía contener las lágrimas, la emoción de tenerla era abrumadora. Su fragilidad me conmovía; tan pequeña, tan perfecta. Cuando vi su carita, supe sin lugar a dudas que tendría un increíble parecido con Emir. El parecido era innegable, por mucho que me doliera admitirlo. Su rostro era un reflejo de su padre. La cargué con cuidado, besando suavemente sus mejillas y esas manitas diminutas que parecían de porcelana. A pesar de todo lo que había pasado, en ese momento, mi felicidad era absoluta.Mi amiga se acercó con una sonrisa, abrazándome con cariño. —Ay, qué lindo tu bebé. ¡Felicidades! Es una niña preciosa, pero… se parece tanto a él…— Su comentario me hizo un nudo en el estómago, pero no podía negarlo. —Es bella, ¿verdad?— respondí, intentando concentrarme en la alegría del momento.—Sí, parce una muñequita. Quiero cargarla,—dijo, estirando
Eiza.La emoción me invadía a tal punto que casi no podía contenerme. Apenas vi a Laurien quien estaba hablando por el móvil, me apresuré a interrumpirla. —¡Laurien, tengo que contarte algo increíble! —le dije con una mezcla de nervios y entusiasmo en la voz.Ella levantó la mirada, algo sorprendida, y preguntó.—¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan emocionada?—Me han contactado para una contratación en una de las mejores agencias de modelaje —respondí con una sonrisa que no podía ocultar—. Creo que está aquí, o al menos cerca. ¿Conoces a Savanna Smith? La agencia de modelaje más grande de nuestro país.—Sí, creo que es la CEO, más destacada en mundo de la moda y el arte.—Vaya y yo no se mucho de ella.—Tengo una amiga que trabaja ahí o sigue trabajando. Llévame contigo,déjame llevarte. Quiero saber todos los detalles, y hoy es mi día libre, así que no hay problema.—Esta bien, prepárate, entonces— le dije y ella entró a su habitación— Carmela, podrás quedarte con los niños.—No te preocu
EmirPase varios días en medio de un caos absoluto, atrapado en Suiza, Erín había cerrado nuestras cuentas en el banco, y no podía visitar un medico, ella le dijo a mi madre, que viéramos que hacer para continuar con nuestras vidas, ya que congelo mis cuentas bancarias, como lo hizo, aún no tengo idea, pensé lo peor, pero nuevamente la esperanza volvió. Mi madre, desesperada por ayudarme, contactó a Alexander. Ese hombre noble y leal no dudó en venir hasta aquí para rescatarme, llevando su jet privado. Me encontraba entre la confusión y el dolor, tantas cosas en poco tiempo, pero sabía que mi madre haría cualquier cosa por mí, incluso engañar a mi propia hermana para protegerme.Cuando Alexander llegó, fue mi madre quien primero le expresó su agradecimiento. Ese mismo día él decidí que teníamos que irnos, por lo que Pablo preparo mis maletas y todo lo que necesitaba.—Señor Alexander, le agradezco por todo. No imaginé que vendría hasta acá por mi hijo —dijo ella, con una mezcla de ali
EIZA La sala estaba llena de luces, voces y murmullos mientras los miembros de la junta me miraban con admiración. Las felicitaciones a Savanna por haber contratado a la mejor modelo del momento resonaban en la sala, y yo no podía evitar sentir una mezcla de orgullo y asombro. Savanna sonreía con esa confianza imponente que siempre la caracteriza. Al recibir la llave de mi nueva oficina, sentí que un nuevo capítulo se abría para mí. Una diseñadora exclusiva estaría a cargo de mi imagen para cada evento importante en el país. Esto era más de lo que alguna vez soñé.Tomé aire, sonriendo, y pronuncié mis primeras palabras.—Quiero agradecerte, Savanna, por todo lo que has hecho. Nunca imaginé que estaría donde estoy ahora, apareciendo en cada rincón del país. Gracias por confiar en mí y darme esta oportunidad.Los aplausos resonaron de nuevo, y por un momento, el peso de lo que acababa de ocurrir me golpeó, ahora era la cara de la industria, una de esas modelos cuyo nombre resonaba en t
EizaEstaba de pie en la casa del señor Andrew, con un nudo en el estómago que no sabía cómo deshacer. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Tal vez porque, después de tanto tiempo, iba a ver a la madre de Emir. Recordaba claramente las palabras que me dijo aquella vez, cuando me pidió que me alejara de su hijo. Al final, lo logró, aunque no por completo. No me alejé de Emir porque yo quisiera, sino porque él mismo se apartó de mí.Andrew me hizo pasar y salude a la señora de servicio, el pidió que trajera a la señora Esmeralda. Mientras la esperaba, mordí mis labios y me retorcí los dedos, incapaz de controlar los nervios. Solté un suspiro y me puse rígida.Cuando la madre de Emir apareció en la pequeña sala, su sorpresa al verme fue evidente. Se quedó mirando a Andrew, con el rostro pálido y cansado, muy distinto a la mujer deslumbrante que había conocido antes. Se sostenía de la mano de la señora.—¿Qué hace ella aquí? —preguntó Esmeralda, con un tono algo desconfiado.Andrew intervino ráp