EmirEste momento parecía un sueño hecho realidad. Tenerla cerca de mí, besarla y tocarla era algo mágico. No hay marcha atrás, debo hacer lo posible por tenerla a mi lado, hacerla mi esposa sin importar las consecuencias. La amo, y nadie detendrá este sentimiento. Dejo de pensar en ella, al ver preocupación en su mirada.—Emir, debo irme a casa. Hoy falté al trabajo y debo reportarlo —mencionó intentando sonar firme.—Sí, tienes razón. Yo tenia una reunión. Te llevaré a casa—respondí, acercándome un poco más.—No te preocupes, iré sola —negó ella, pero me acerqué y le di un suave beso en los labios. Sonrió, aunque con cierta duda.—Déjame llevarte, y no quiero un "no" por respuesta —le dije, mirándola fijamente—. Desde ahora en adelante.—¿Es esto en serio? Pero si nos ven juntos... No quisiera perjudicarte.—Que eso no te impida estar a mi lado —mencioné con mi voz firme—. Te amo, Eiza, y quiero que tú y yo formalicemos una relación.Ella me miró sorprendida, como si no pudiera cre
Eiza.Me encontraba consternada al ver a Kadir frente a mí, de pie en la puerta de mi apartamento. ¿Cómo había logrado dar conmigo? La desesperación me invadía, estaba sorprendida. Emir, a mi lado, lo miraba de una manera que no podía descifrar.—Eiza, tenemos que hablar —Rogó Kadir con urgencia, ignorando a Emir—. ¿Y este tipo quién es?—Mi nombre es Emir Rockefeller —respondió Emir con calma pero con firmeza—. Soy el novio y prometido de Eiza. ¿Qué quieres tú?Su prometida. Será eso posible.—Necesito hablar con ella sobre nuestro hijo.—¿Nuestro hijo? —repitió Emir con incredulidad—. Estás muy equivocado, ese niño no es tuyo, es mío.Volteé a ver a Emir, sin saber qué decir. Estaba atrapada entre la tensión de ambos.—Estás loco —Vocifero Kadir— Eiza estaba embarazada de mí. Es mi hijo y vengo por mi derecho paternal.—Vaya, si que eres un sinvergüenza, ahora vienes a decir que mi hijo es tuyo cuando ni siquiera estuviste para mí.—Exclame molesta.—No sabes como me arrepiento por t
EmirNo lograba dejar de sonreír al pensar en que pronto le pediría la mano a Eiza. Quiero hacerla mi esposa, protegerla a ella y a su hijo, y darle la vida que se merece, no pienso permitiré que ese tal Kadir, se interponga ahora que ella se ha abierto al amor. Por otro lado, la noche de ayer, casi no logré pegar el ojo, al hacer mi informe para la reunión de hoy, y por si fuera poco Erín estaba llamándome como una desquiciada. Sabia muy bien a que se debía su insistencia.Esta mañana me encuentro con la sonrisa intacta, sin poder borrarla en todo el camino. No pienso permitir que nadie me lo arruine, dejando de lado mi felicidad, puede notar a Andrew mirándome por el retrovisor, consciente de que aún teníamos una conversación pendiente. Anoche me confesó que tenía una relación con Laurien era algo increíble; no me lo imaginé de esa manera. Siempre supe que Andrew tenía una hija y que era divorciado, pero no imaginé que le gustara tanto la amiga de mi novia.Al llegar a la empresa, s
Eiza.Me desperté esa mañana con una sonrisa en mi rostro. Era imposible ocultar la felicidad que sentía. Mi corazón, por fin, estaba completamente compartido con Emir. Y lo mejor de todo era que él quería ser el padre de mi hijo. Ese pensamiento me llenaba de una alegría indescriptible, aunque también sabía que debía hablar con él sobre los trámites para legalizar la paternidad, porque me asustaba la idea de que Kadir pudiera intentar algo en ese sentido.Sacudí mi cabeza, alejando esos pensamientos sobre Kadir, y me concentré en prepararme para el día. Escogí un vestido en color lila que dejaba un hombro al descubierto, tal como me gustaba, y me maquillé con cuidado. Añadí una trenza al estilo de una flor en mi cabello, me puse un blazer y unos tacones. Antes de salir, saludé a la niñera y le recordé que, si necesitaba algo, no dudara en llamarme. Luego, le dejé un beso en la cabecita a mi hijo. Noté que mi amiga ya no estaba, así que me fui, por lo otro lado este fin de semana nos
EmirObservé las revistas desplegadas sobre mi escritorio, cada una mostrando los mejores vestidos de novia que el dinero podía comprar. Con la atención puesta en los detalles minuciosos de cada diseño, estaba inmerso en la tarea de encontrar el lugar perfecto para realizar mi boda con Eiza. Sabía que no podía escatimar en nada; tenía que ser la mejor boda del año, una que dejara huella en la alta sociedad.Melivia, interrumpió mis pensamientos cuando me informó que la señorita Hoffman, deseaba verme. Dejé el móvil a un lado, justo cuando estaba considerando las opciones para los trámites matrimoniales.—Déjala pasar —dije sin desviar la mirada de la revista.Diandra entró en mi despacho con su característico tono coqueto y un aire de confianza que siempre parecía acompañarla.—Buenos días, señor Emir —saludo con una sonrisa que pretendía ser encantadora—. Solo vengo para pedirle unos días libres porque últimamente me he sentido enferma y necesitaba tiempo para mí.Me recosté en mi si
Emir—Hola Hijo mío—Replica la señora, y no sabía qué decir al respecto. Era un sueño o la realidad.—Madre—Mencione sorprendió, de verla expectante.—Emir—Susurró Eiza mirando la escena sin entender lo que estaba pasando.—Estás viva.—Inquiero aún sin creerlo.Me levanté, consternado, al ver la frente a mí. Era mi madre. Se acercó lentamente, y por un momento pensé que podría ser un fantasma. ¿Cómo era posible? Pero cuando colocó sus manos en mi mejilla, la toqué y sentí su calidez. ¡Era de verdad!—Madre… ¿eres tú? —pregunté, aún incrédulo.—Sí, hijo mío. Soy yo. Tengo mucho que contarte, pero necesitamos hablar en privado.La abracé fuertemente, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. No entendía absolutamente nada de lo que estaba sucediendo. Me volví hacia Eiza, que estaba a mi lado.—Cariño, ella es mi madre… —le dije, aún sin poder procesar la situación.—Mucho gusto señora —respondió Eiza, educadamente.Mi madre la miró de pies a cabeza, y aunque no dijo nada, su mirada tr
ESMERALDA.Me siento feliz porque tengo a mis hijos conmigo. A mi varón, Emir, lo había dado por perdido, pensando que nunca volvería para estar a su lado. No puedo dejar de pensar en aquel momento en que creí que perdería la vida; sin embargo, lo primero que vino a mi mente fue él. Creo que la vida me ha enseñado lo verdaderamente importante, y eso son mis hijos.Pablo me llevó al hospital a tiempo y estuvo conmigo en todo momento. También estuvo a mi lado mi estaba mi hija quien no se separado en ningún momento. Ppr otro lado no tuve más opciones que fingir mi muerte, tal como Osvaldo, el padre de mis hijos, lo había planeado. Lo hice para proteger a Erín y a Emir. Ahora que he regresado, no puedo simplemente observar lo que sucede a mi alrededor; debo proteger a mis hijos como sea y restablecer mi vida.Ha pasado una semana desde que volví a la mansión. He visto todo lo que dicen las redes sociales y me siento orgullosa de lo mucho que ha crecido mi hijo, aumentando su fortuna en el
EmirMe encontraba revisando unos documentos, cuando recibí una llamada de Eiza.—Hola cariños, buenos días.—Emir, Podemos hablar, tu madre se acaba de ir.Mi novia me comentó lo que mi madre le dijo.Rápidamente deje todo regado en el escritorio de mi habitación y fui hacia donde ella. ¿Cómo era posible que mi madre la haya ido a verla? Quise llamarla, pero la verdad no tenía deseos de hacerlo. Seguramente Erín fue y le inventó de todo. Al llegar al apartamento, Eiza me abrazó con fuerza, y yo correspondí.—Cariño, discúlpame por lo que hizo mi madre. La entiendo, ¿sabes? Sin embargo no permitiré que me alejen de ti.— Declare molesto.—¿Cómo es posible que la entiendas? Le han llenado la cabeza de todo tipo de cosas. Se ve que es una buena mujer, pero no quiere ver a su hijo con una prostituta, una mujer con un pasado que trabajó en un club nocturno. Encima con un hijo.—respondió Eiza con tristeza.—Sin embargo, tú no eres así. Trabajaste por necesidad, y fui yo quien te alentó a ac