Haz Tu Mejor Actuación

Jacob.-

— Jacob tenemos un problema –Ronie entró a mi oficina con el rostro pálido. –Nos robaron el diseño de los alemanes, mira –Me mostró un artículo donde la McLaren mostraba el boceto de mi sedan como su próximo lanzamiento. –Los alemanes llamaron furiosos quieren que le devolvamos el adelanto que nos dieron.

— ¡Maldita sea! –Golpee con mi puño cerrado el escritorio causando que Ronie diera un respingo. – ¿Cómo mierdas pasó esto? ¡SOLO TÚ Y YO CONOCIAMOS EL BOCETO! –Grité con la furia apoderándose de cada centímetro de mi cuerpo.

— ¡No lo sé! Tal vez alguien en el restaurante, espero que no pienses que fui yo Jacob –Expresó indignada con los ojos brillantes al borde del llanto.

— ¿Sabes lo que esto significa? –Caminé de un lado a otro. –Tendremos que devolver ese anticipo y rogar porque los alemanes no piensen que quisimos jugarle una pasada, primero trata de convencerlos para enseñarle otro diseño me comprometo a entregarlo mañana mismo y rezaré porque lo acepten, ve –Le ordené, asintió sin decir nada y salió de mi oficina.

En un arranque de furia lancé todo lo que había en mi escritorio al suelo, golpeando de nuevo con fuerza, tenía el pecho agitado, si mi plan no resultaba iba a tener que aceptar la absurda idea del matrimonio que mi madre estaba planeando, si los alemanes dicen que no, mi empresa se pondría en números rojos, necesitaría el dinero de los Morgan que tanto me he negado en aceptar, con eso estarían controlando mi vida.

(…)

El piso de mi oficina estaba cubierto de papeles, intentaba concentrarme en realizar un nuevo diseño, pero estaba tan preocupado y enojado que la inspiración había desaparecido, arrugué de nuevo la hoja de papel al no estar convencido de lo que había dibujado, me recliné sobre mi silla cerrando los ojos inhalando y exhalando, cuando escucho la puerta abrirse lentamente abrí uno de mis ojos el semblante que traía Ronie no era bueno, lo alemanes se habían negado, lo sabía antes de que ella siquiera abriera la boca.

— Tendré que casarme –Solté con un tono resignado. –Voy a pelearle el puesto a mi primo por el control de las empresas Morgan.

Me levanté de mi silla pasándole por un lado a Ronie, necesitaba salir de ahí y descargar mi ira.

— ¿Quieres que te acompañe? –Preguntó con amabilidad.

— No, quiero estar solo.

(…)

El aire en el ring es denso, aquí vengo siempre a dejar fluir mis emociones negativas, cargado de un sudor palpable y del eco de los golpes, que doy a mi entrenador, estoy de pie con los pies firmemente plantados en la lona, sintiendo la textura rugosa bajo mis zapatillas y mis manos están envueltas en vendas, listas para absorber cada impacto, cada respiración es un recordatorio de la energía llena de ira que fluye a través de mí que trabajan como adrenalina bombeando en mis venas.

Cada golpe que lanzo resuena en el aire, un crujido que deja escapar la frustración; al dejar escapar un último golpe me detengo por un momento, respirando hondo, la satisfacción de haber superado mis límites me inundan, le doy guantazo a mi entrenador que se baja rápidamente, le di una paliza, en este ring, no solo entreno mi cuerpo, sino también mi mente aquí es donde forjo mi fortaleza y descargo mi mal humor y en donde mi inspiración fluye.

Al salir de la ducha escucho mi celular en mi casillero, veo el nombre mi madre.

— Madre –Respondo con seriedad.

— ¿Sigues enojado conmigo mi príncipe? –Ese tono meloso ya me lo conocía algo me pediría.

— No, ¿Qué vas a pedirme madre? –Solté yendo al grano.

— Quiero que me acompañes mañana a ver a una chica, quiero conseguir a alguien que te guste cariño –Suplicó desde el otro lado, por mucho que odiara la idea ahora no me queda de otra.

— Está bien envíame la dirección –Pegó un grito de alegría dejándome sordo.

— Me alegra que hayas cambiado de opinión, te escribo con la dirección de la mansión de los Redmond.

A la mañana siguiente.-

Estaciono frente a la mansión de los Redmond, tienen dinero es obvio podría sacarle provecho a mi nueva esposa, arrugo la nariz, ese no es mi estilo, por otro lado Ronie tenía razón, debe ser una niña mimada que le gusta gastar y gastar, pero ya estoy aquí este estúpido compromiso me servirá de algo, al menos sé que mi primo Derek no se ha comprometido con nadie, estaría un paso por delante.

— Haz tu mejor actuación Jacob.

Natalia.-

Dos días habían pasado desde ese desagradable y asqueroso suceso con mi tío, anoche tuve que encerrarme por completo, sin embargo el seguro de la puerta no me dio la suficiente confianza para dormir, hice un gran esfuerzo tapando las ojeras con el corrector como me explicó la maquilladora en el centro estético.

— Mi niña –Ermita entró a mi habitación, me conocía más que nadie, sabía que algo me sucedía, pero solo le dije que eran los nervios, por suerte mi tío anoche no volvió a intentar a entrar a mi habitación y me ha estado evitando. –Tu tía mando a llamarte, que bajes de inmediato.

— Gracias Ermita –Le sonreí, me miré en el espejo una última vez, me apliqué un poco de perfume en el cuello alisé el vestido estampado escogido por mi tía y salí de la habitación, mientras me acercaba a las escaleras escuchaba las risas que provenían de la estancia, las piernas me temblaban, esto tenía que salir perfecto.

— ¡Oh sobrina querida! –Mi tía se acercó rodeándome, yo estaba sorprendida por su actuación llena de cariño al desviar mis ojos captaron en el sofá a una mujer muy elegante se podría decir que tiene la misma edad que mi tía, pero mejor conservada, tenía un gesto amable. –Caroline quiero presentarte a mi sobrina Natalia. –Expresó mi tía mostrando todos los dientes en una gran sonrisa.

— Natalia, que lindo nombre –La mujer me extendió su mano sonriendo con amabilidad. –Además eres preciosa, tu tía se quedó corta al describir tu belleza.

— Es un placer conocerla señora Morgan –Sonreí sonrojada. –Bienvenida.

— ¡Aaaw! Eres hermosa, elegante y adorable si mi hijo no se enamora de ti es un completo idiota –Sonreí sin separar mis labios, en ese momento la voz gruesa y ronca de un hombre interrumpió las sonrisas animadas de ambas mujeres, las tres giramos para verlo casi al mismo tiempo.

— Yo también te quiero madre, buenas tardes

Al verlo mi corazón palpitó con fuerza, un adonis estaba parado frente a nosotras, con traje hecho a la medida, unos ojos verdes preciosos, pero su mirada es fría e intimidante, su cabello, de un profundo color castaño, caía en suaves ondas sobre su frente, mientras que su mandíbula marcada y sus pómulos bien definidos le daban un aire de distinción casi aristocrática, lo vi acercarse y de inmediato su presencia me dejó sin aliento era como si el aire a su alrededor se volviera más denso, cargado de una energía que atraía todas las miradas, su figura, alta y esbelta, irradiaba confianza; cada paso que daba resonaba con una elegancia natural que sin duda lo hacía destacar, era un hombre que no solo se veía bien, sino que también poseía una fuerza y un magnetismo que lo hacían verdaderamente imponente, en su presencia, sentía que el tiempo y todo a mi alrededor se desvanecía y todo lo que quería era acercarme a él.

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