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Tras conseguir todo lo que había necesitaba decidí volver a casa pero me encontré con el alcalde quién  me miraba sorprendido, llevaba poco más de  semana en aquel lugar y lucía muy tranquila.

— ¿Puedo acompañarla a su casa?

— Claro, solo déjeme comprar café y algo de comer, aún no hay electricidad, por lo que beberemos el que venden aquí.

— Muy amable Cat.

Mientras caminábamos hacia el vehículo, intenté obtener algo más de información.

—Me gustaría conocer un poco más sobre los antiguos dueños, los originales quiero decir.

— ¿Y por qué el interés repentino si se puede saber?

—Bueno, es pura curiosidad. Las vecinas <<incluida su odiosa esposa>> han estado hablando sobre mí parecido con ellos, entre otras cosas.

—Sabe algo, aunque han pasado casi  20 años  son imposibles de olvidar, usted se parece tanto que resulta increíble… en fin, al principio pensé que pertenecía a la famosísima familia Quinn, pero resultó ser una mera coincidencia.

Las personas, especialmente las de mi pueblo, no creen en las casualidades y todo lo relacionado a “ellos” les mantiene alertas. Le pido que no les juzgue, al fin y al cabo han vivido con miedo. Esos ojos suyos son… impresionantes…

—Bueno, la gente siempre me ha preguntado si uso lentes de contacto. Los médicos en Carolina del Sur me diagnosticaron una malformación genética.  Con el paso de los años, el amarillo se hace más intenso.

Ahora dígame algo, a los antiguos dueños... ¿Los querían aquí? Porque me parece que les temían.

—Ellos eran especiales, al menos lo eran para mí, los demás  no pensaban ni piensan  igual.  Quizás los Quinn eran culpables en cierto modo, no tenían gran relación con la comunidad, se dedicaban a  convivir en el día a día obligatorio pero nunca iban a las actividades sociales.

Al poco tiempo de instalarse  aquí, una de las jóvenes de nuestro pueblo, se hizo cercana a ellos. Se llamaba... Lucianna,  Luca, el más joven  se enamoró y  se casaron. Se fueron a vivir lejos de Yellowknife.  Meses después de su marcha, Bruno <<el padre>>  volvió aquí.

Me dijo que podía vender la casa y usar  el dinero para ayudar a obras sociales. Se quedó en el hotel unos cuantos días, iba cada mañana a recorrer la ciudad, entraba y salía de cada tienda, al final del día suspiraba resignado.

Seis meses después dejó de hacerlo, su único pedido fue que no demoliéramos la casa, pues era un lugar especial y por el cariño hacia Ivanna su esposa, la conservé tal cual estaba.

En fin, la idea no es aburrirla con viejas historias, me voy para que continúe instalándose, si necesita algo no dude en llamarme, a cualquier hora.

Estaba tan absorta en lo que me decía que ni siquiera me di cuenta que habíamos llegado.

— ¿Cómo va a regresar?

—Caminando, realicé el recorrido muchas veces y ahora que todo se siente más en paz, será agradable.

—Bueno… gracias por todo.

—Por cierto, espero que mi esposa no haya sido una molestia, es alguien “especial” ¿me comprende? Y puede ser algo incómodo lidiar con ella…

<< ¿Especial? Mas bien chismosa quise decirle>>

—No se preocupe, pero gracias por preguntar. Casi lo olvido ¿Puedo saber a qué se debe la enorme cantidad de vehículos que vi hace algunos días?

— Ellos son los ancianos del pueblo, aquellos que llegaron primero… los fundadores, aunque se habían mantenido lejos  han decidido regresar para alejar al mal.  La situación lo amerita.

       — ¿Qué situación…?

—Gracias a su presencia aquí Cat, el mal no reinará de nuevo en nuestro pueblo.

— ¿El mal? Ya veo, bueno… eh… gracias por la compañía.

—Espere un momento Cat… ese medallón que tiene en el cuello… parece antiguo.

—Algo así, me lo regalaron en uno de mis cumpleaños cuando más joven.

— ¿Podría prestármelo… para verlo mejor?

<<Le dijo el lobo al corderito…. >>

—No es nada personal, pero nunca me lo quito. Sobre todo ahora que han muerto mis padres.

— ¿Sabe usted algo sobre magia negra?

—No, pero si piensa que mi medallón está asociado a ella se equivoca.

—Jamás insinuaría algo así. Que pase buen día Cat.

 Viejo loco <<pensé>> aunque aparentemente parecía un desequilibrado inofensivo…

Ya a solas decidí ordenar un poco el ático.  El lugar era aún más impresionante que la casa en sí. Había cerca de 6 cuadros sin terminar, del mismo autor pero uno me cautivó de forma distinta, el hombre  del lienzo me recordaba a mi ángel, aunque no estaba completamente segura, es decir, aunque lucía igual me parecía extraño que fuese el mismo.

Traté de no pensar en eso y fijé  la mirada en otro de ellos, una mujer parecía estar muriendo.  ¡Pero qué desagradable! En eso recordé que la dueña de la casa se llamaba Ivanna, los cuadros debían ser suyos. 

También encontré un libro sobre una tal  Morgana, apenas lo tomé en mis manos, empecé a sentirme extraña, como débil, mareada.... no lo sé, me senté por un momento y pude leer que era una bruja, inmediatamente miles de imágenes sobre guerras y muerte llegaban a mí,  lo cerré y me dispuse a salir de aquel lugar.

Pero me sentía tan cansada que simplemente tomé una sábana y la puse sobre el suelo, me acosté en ella y pensé en cerrar los ojos solo un par de minutos. El ático completo daba vueltas, era un mareo muy fuerte. En solo segundos empecé a soñar lo mismo que desde niña, pero esta vez en mi sueño aparecía la mujer de uno de los cuadros.

Desperté incómoda, al abrir los ojos me di cuenta que frente a mí estaba sentado un joven, debía tener cerca de 24 años, obviamente no esperaba que yo despertara, su cara de sorpresa era evidente.

—Te he despertado Cat, lo siento solo te cuidaba, eso es todo.

— ¿Eres…? No puede ser te ves tan distinto…

Soy yo, aún no es tiempo para que estemos juntos pero debía asegurarme que estabas bien, si hubiese imaginado que despertarías no me habría acercado.

No eres Luca, tú te ves… aterrador, estás pálido y las ojeras tan negras como la noche. A él no le temía pero tú pareces dispuesto a exterminarme.

Debo irme, lo siento.

No me dejes, quédate…. ¡Luca!

En tan solo segundos me encontraba sola, todo fue extraño, sabía que era cuestión de tiempo para verlo nuevamente. Lo único alarmante era su apariencia, se veía demacrado y temible, sentí ganas de huir pero no pude. Justo entonces sonó el timbre, debía continuar como si nada, no podía levantar sospechas.

 El electricista, terminó los trabajos del día y se marchó sin comentar nada sobre mi evidente preocupación. Lo mejor era que según él, en tres meses estaría todo listo, justo a tiempo para navidad.

April se la pasaba encima de mis piernas, esa melosa gatita me había robado el corazón, aunque aún estaba en el proceso de enseñarla a no morderme, los brazos los tenía todos arañados y llenos de marcas.

Estaba cansada y algo tensa, por lo que antes de ir a descansar, decidí inaugurar la tina que acababa de comprar. Por suerte no había utilizado mucho el calentador a gas, aún debía alcanzar para bañarme. Tras encender algunas velitas aromáticas y preparar una copa de vino,  me dispuse a entrar al agua. Me desnudé e ingresé poco a poco, la espuma llenaba mi cuerpo por completo, relajándolo al máximo.

Luego de frotar mi espalda, noté que la ventana tenia vista hacia la calle, en ese momento no le di importancia pues estaba en un segundo piso, incluso me pareció divertido encontrarme desnuda, vulnerable.

Justo antes de salir del agua, sentí como si alguien estuviese mirándome, lo que segundos después me pareció absurdo. Mientras secaba mi cuerpo con la toalla, la sensación de ser observada continuaba, casi me era posible escuchar su respiración.

Miré  alrededor y la extraña impresión desapareció. Decidí dejar mi cuerpo al descubierto, sin ropa alguna. Si era mi hogar y refugio, debía sentirme libre y segura.

 Los siguientes tres meses pasaron rápidamente,  una vez que Henry <<mi electricista>> terminó todo decidí hacer una reunión para celebrar navidad.

Tras comprar el árbol y decorar la casa envié cerca de 30 invitaciones, pensando en aquellos considerados los líderes de la ciudad y para mi sorpresa todos confirmaron,  asistirían a una fiesta en la famosa casa de los horrores.

A las 8pm sonó el timbre, de a poco empezaban a llegar, el miedo era palpable, se desbordaba a más no poder. Me parece que estaban aterrados, examinaban todo buscando algo paranormal.

Las primeras tres horas transcurrieron de manera normal, hasta llegaron a sentirse a gusto, por un momento llegué a pensar que sería un éxito, pero entonces la luz falló, las paredes crujieron y el ambiente se puso denso. La esposa del señor Jenkins, Margaret, era todo un personaje, una típica vieja petulante, robusta, con su cabello gris acomodado en bucles bajo un espantoso sombrero lleno de plumas.

Al igual que la secretaria de su esposo, usaba una enagua ajustada a más no poder y unos diminutos zapatos. Vaya moda <<pensé>> el tiempo no pasaba.

Tras  dedicarse a husmear y criticar... corrección… alabar mi trabajo para organizar la fiesta y arreglar la casa,  se metió al baño. Nunca supe lo que ahí sucedió, pero lo cierto es que salió más blanca que un papel y juró nunca más volver.

Aunque era una vieja bastante chismosa, debo decir que me dio un poco de lástima.

Tres meses después de navidad decidí comprar aquella casa, también una pequeña tienda e instalé una venta de suvenir para turistas.  Mi hogar lucía  extraordinario, podía decir que estaba casi restaurado en su totalidad, aunque seguía siendo algo tétrico según los vecinos. El jardín se veía perfecto y el río estaba bellísimo, incluso tenía más agua.

 Los meses seguían pasando, la perversa Margaret, luego de la fiesta, se había propuesto echarme del pueblo, al parecer creía que yo era más peligrosa que la casa en sí.  

Me iba acostumbrando a la soledad, lo de mis padres estaba aún muy presente, especialmente en fechas como mi cumpleaños. La noche que cumplí 22 años fue dolorosa, luego de cenar, tomé una botella de vino y fui a mi habitación. La mezcla de nostalgia y licor me ayudaron a dormir rápido. Esa noche tuve un sueño, distinto a los que tenía normalmente, Luca estaba cerca, abrazándome.

—Beber no te ayudará amor,  sé que todo es difícil pero no desesperes, pronto estaremos juntos Cat, pronto… muy pronto…

Me levanté sintiéndome verdaderamente mal con una jaqueca realmente intensa, cuando pasé frente al espejo del cuarto me di cuenta de mi mal aspecto. Luego de ponerme unos jeans, anteojos oscuros  y una sudadera, fui en busca de algunas cosas a la farmacia.

El regente me dijo que no podía venderme nada para la migraña, <<la  padecía algunas veces pero había empeorado con la botella de vino>> así que me envió a ver al doctor.

El consultorio estaba vacío así que me atendió rápidamente. Me inyectó un analgésico y me envió a casa, pero aun tenía que realizar algunos pagos. En el pueblo todo amaneció distinto, las personas hablaban del sobrino de aquella familia.

La curiosidad era mayor cada vez, las voces se escuchaban con más intensidad. Maldito momento para tener jaqueca.

— ¡Han vuelto y sin envejecer! ¡Son ellos!

—Calma Margaret, es el sobrino. Los monstruos como los llamas...no existen. Pobre chico, no tiene la culpa de ser la viva imagen de su tío Luca.

— ¿Viva imagen? Si como no, hasta se llama igual.  ¿Y los ojos?

—Por Dios mujer, ¿te fijaste que también tiene dedos?

—Basta de sarcasmos Elliot.

—No son sarcasmos, no puedes satanizar al pobre chico, además Cat también tiene los ojos amarillos y no es nada de ellos, así que deja las tonterías y desiste de juzgar al chico.

—Para mi ella es rara también, de que otra forma justificas su fascinación por esa maldita casa, debíamos haberla destruido hace tiempo, me parece que vamos a arrepentirnos.

Y no puede ser casualidad que ella llegara a vivir aquí tan solo unos meses antes de su regreso. Además, Cat es un pésimo ejemplo para los más jóvenes. Hace unos minutos  vi cuando iba a la farmacia, deberías haber visto la pinta de esa muchacha.

¡Vieja chismosa y cuentera!  <<Pensé>>

La gente murmuraba, todos le temían al nuevo visitante, razón de sobra para visitar al alcalde, tenía la excusa perfecta ya que debía efectuar el pago de impuestos por mi tienda. Además, lo único en que podía pensar era en el nombre que había escuchado, hablaban de un tal Luca, pero… ¿y si era él…?

Lo mejor era no adelantarme y entrar de una vez por todas, aquella muchedumbre estaba aglomerada frente al portón de la alcaldía, así que me vi forzada a usar los codos para abrirme paso.

¡No entres ahí Cat! <<Me dijo Margaret>> es peligroso, ese bicho raro está reunido con mi esposo.

—Buenos días Margaret, siempre inmiscuyéndose en los asuntos ajenos, ¿verdad? Por lo que veo  no puede vivir sin los chismes. Y déjeme decirle algo más, yo podré ser rara por aceptar vivir en una casa como la mía, pero quien está realmente mal es el señor Jenkins, usted es peor que las siete plagas de Egipto.

Está loca, es una chismosa y tiene además, un pésimo sentido de la moda.

— ¡Pero qué grosera!

—Pero que metiche, ahora quítese que voy a entrar.

Me dirigí a la oficina cuando le escuché hablando con el famoso y no querido visitante, oí un poco aquella conversación sabiendo que estaba ligada a mí.

—Vaya Luca. Es impresionante el parecido que tienes con tu tío.  Ustedes son todos tan similares. ¡Hasta el mismo nombre! En fin. La casa ya ha sido  vendida.

— Lo sé, Cat la compró.

— ¿Cat? ¿Cómo lo supo?

— Eso no importa. Bueno, debo irme, gracias por la información.

— ¿Información?

—Bueno, charlar con usted le ha dado la oportunidad perfecta a esos buitres para caerme encima y juzgarme. También me brindó una nueva perspectiva, aunque usted se mantiene sin inmiscuirse tiene sus reservas.

—Bueno Luca, no puedes culparnos.

—No, lastimosamente tiene usted razón.

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