Mi visita fue sorpresiva para él, aquel amigo de la familia que había comprado mis propiedades. Yo sabía que tenía varios terrenos a lo largo del país e incluso fuera de él. Era de mi entero conocimiento que poseía una hermosa hacienda en Australia. Un cambio bastante fuerte, pero en ese momento fue lo único que se me ocurrió.
—Me sorprende tu visita Cat.
—Hola tío.
— ¿Cómo te trata la vida?
—Bien dentro de lo posible.
—Aún luchas con su recuerdo ¿verdad?
—Si, por eso necesito irme lejos, ni siquiera Canadá me está ayudando.
—Sabes que si puedo hacer algo para ayudarte…
—Por eso he venido, quería saber si aún eres dueño de aquella propiedad en Australia.
— ¿Australia? Si, de hecho pensaba en tomar unas vacaciones, aunque no había contemplado que fuesen tan lejos. Vamos juntos, te presento con mis empleados y luego puedo volver. ¿Tienes idea de cuánto tiempo
En todos mis años como Tsugniss nunca sentí nada igual, ni siquiera cuando era Luci la que estaba agonizando ya que en aquella ocasión, Morgana nos daba una esperanza. Esta vez sabía que no podría lanzar un conjuro, mi Cat iba a morir. Quizás reaccioné de más contra Pietro cuando llegó a buscarme pero fue inevitable, pues eso era lo último que deseaba escuchar, ella no podía morir. No ahora que estábamos tan cerca. Aunque me transporte a casa en solo dos segundos, para mi fue eterno. —Gaetano, dime que es lo que le sucede. —Me parece que su corazón está fallando, pero no lo sé, por mil demonios no lo sé. —Debes hacer algo. No puedes dejarla morir, es tu obligación salvarla. Sin importarme las miradas de mis familiares, me senté en la cama tomándola entre mis brazos, no fui consciente de que brotaban de mi, cientos de lágrimas. -¡Cat, debes quedarte conmigo! no me puedes dejar, lucha por favor, lucha por vivir. ¡No acepto que te des por v
Había tenido una cantidad de dificultades que me eran imposibles de enumerar. La había pasado mal las últimas semanas, estuve a punto de morir. Pero entonces esa noche, después de que Luca me dejara para descansar, tuve un sueño. El mismo que tenía desde niña, aquel en el que caminaba sobre unas rocas, en el que alguien me perseguía y en el que mi ángel me rescataba, pues bien, esta vez había algo distinto, el lugar era el mismo pero me encontraba huyendo descalza. Mi ángel no estaba ahí, pero Augustus sí. Me tomó por el cabello y me arrastro al interior de una cueva, me decía que debía ir a su lado. —Te buscaré pronto, será la única forma que tendrás de salvarlos, no les digas nada, espérame… —Buen día Cat. —Ho…la (aún estaba alterada por el mensaje de Augustus por lo que di un grito de pánico, aunque sutil fue suficiente para llamar la atención de Gaetano) —Lo siento, no fue mi intención asustarte. ¿Como te sientes? —Cans
Habían pasado tantas cosas, que por supuesto me era difícil tratar de dormir. Todos estaban en la sala o en el ático, necesitaba hallar la forma de estar a solas, quería encontrar algo sobre los multiformas. Instintivamente me lleve la mano al medallón, al tiempo que pensaba en que deseaba estar sola, entonces el medallón comenzó a brillar. De pronto me encontraba en mi casa, en Carolina del Sur. Recorrí el lugar temerosa, para darme cuenta de que estaba sola. Me fui a mi antigua habitación y cerré la puerta. Puse mis manos sobre la cubierta y pensé en lo que necesitaba, al abrirlo apareció el dibujo de mi medallón, según el libro, era un transportador, que me llevaría a cualquier lugar que quisiera. Luego pensé en los multiformas, y el libro se abrió, aunque no era mucha, la información me dio suficiente para iniciar mi búsqueda. Estaba decidida a investigar, por lo que Agnos me sería de ayuda, decidí decirle a Luca, pues como me había dicho Pietro, para
Para evitar que las personas sospecharan, decidimos mudarnos a vivir a un nuevo lugar. Luego de mucho pensarlo, Siberia fue el lugar escogido. Pietro y Gaetano se fueron conmigo primero mientras los demás recogían las cosas de la casa. Augustus estaba molesto y sería cuestión de horas para que llegara a casa. Se suponía que a nuestro encuentro llegarían Khanthraz, Anfhraz, Hafirihus, Bellhius, Sohrtrhoz, Sifhirius, los seis osos polares que habían ayudado a Luca en el bosque, aquella vez que Jenkins y sus hombres me habían atacado. Me despedí de Luca, sintiéndome muy ansiosa, Augustus no sabía sobre nuestro viaje por lo que según ellos no tenía que temer. Pietro y Gaetano se tomaban de las manos, manteniéndome en el centro, el viaje sería fuerte ya que nunca se trasportaba a más de dos juntos. Pronto estábamos en una especie de túnel, miles de luces danzaban a nuestro alrededor, de un momento a otro fuimos sacudidos por algo parecido a la turbulencia en l
Aparecí en casa, Luca no sabía sobre lo que le sucedió a Pietro ni Gaetano y debía decírselo antes que a Ivana y Bruno. -Cuando nuestros primos mencionaron que estabas viva no pude creerlo. —Algo terrible sucedió y no sé que hacer. Vamos a hablar lejos, no quiero que tus padres nos escuchen. —Me preocupas amor… Luego de contarle lo sucedido, él se veía notablemente afectado también. —No creo que sea justo que debas tomar esa decisión —Debo hacerlo, sino ambos morirán. —Lo siento mucho amor. —Lo sé, lo peor es que debo decirle a tus padres. —Lo haré yo, —No, es mi deber —Hola Cat, es maravilloso tenerte de vuelta. Creímos que estabas…. —Bruno… Ivanna……. Ivanna se desvaneció, Bruno se había quedado sin habla. Yo amaba a Pietro y Gaetano era mi padre. Los siguientes dos días me mantuve en la casa del lago, había tomado mi decisión y debía com
Unos meses después fuimos llamados a presentarnos ante los líderes. Debíamos tomar una decisión importante, Giorgio había sido liberado de su castigo, dejando de ser un Pfathraz pero el resto debía ser encerrado de nuevo. Los líderes habían preparado todo pero no sabían cómo hacerlo, también nos comunicaron que Morgana estaba a punto de liberar al Conde y obviamente eso no nos beneficiaba porque era muy poderoso. Me dirigí al castillo ya ella se encontraba ahí, anticipándome a sus movimientos le lancé el Apakthruz, aparentemente ella estaba débil, porque cayó inmediatamente. Morgana había muerto sin siquiera luchar. Luca me ayudo a llevar al Conde a la puerta dimensional en los Campos de Céide, tras ponerlo en el suelo, esperamos a que cayeran en la trampa. Poco a poco los Pfathraz llegaron hasta encontrarse encerrados. Luca me llevaba en brazos, ambos estábamos cubiertos con la túnica blanca, estaban furiosos podían tocarnos. —Bien hecho Cat, han logra
¡Hola! Empezamos la edición de la novela. Un abrazo a todos. Vida versus muerte… Una lucha eterna entre ambos mundos ha estado presente desde siempre. Obviamente todo resultaría muchísimo más simple de asimilar si aceptáramos que una y otra están estrechamente relacionadas, viajan paralelas a todo ser vivo. No le temo al lado oscuro pues estaba siempre cerca; ignoro como logré esquivarle tantas veces, claro… no salí completamente ilesa pero aún sigo aquí y finalmente eso es lo que importa ¿cierto?, incluso tantos años después de mi primer encuentro con… “ellos”, no puedo evitar estremecerme. Cuando les vi por primera vez me mostré incrédula <<como es lógico>>, es decir… siempre se nos ha hecho creer que criaturas así solo existen en libros terroríficos o películas taquilleras, pero muy a mi pesar encontré una realidad absol
Nada me preparó para encontrarme frente a una criatura así, al principio sentí mucho miedo, es decir… esa “cosa” estaba decidida a arrancarme la vida en tan solo un segundo. ¿Irónico no? Los seres humanos crecemos pensando que la forma ideal de morir sería acostándose a dormir y nunca despertar, dichas ideas se convierten en el sueño de muchos e incluso alguna vez fue el mío también, pero en aquel instante mi realidad distaba mucho de esa utopía. Mi infierno comenzó cuando cumplí cinco años. Aunque intenté explicarle a mis padres fue inútil, solo lo consideraban “cosas de niños”, entonces comprendí que para poder sobrevivir necesitaba ayuda. Antes de apagar la velita pedí un deseo, clamé al universo por ayuda, deseándolo desde el fondo de mi corazón. Durante el crepúsculo invadió mis sueños. se presentó a sí mismo como Luca, me acunó entre sus brazos susurrándome al oído que todo estaría bien. Los años pasaron le