5

Por mutuo acuerdo nos tomamos un descanso, yo aproveche para darme un baño y luego me reuní con él en la sala.               Con un café en la mano y comiéndome una ensalada me sentí más humana.

—Eres el hijo de Ivanna, ¿verdad?

—Sí, y mi madre se sentiría muy halagada de ver lo que hiciste con la casa.

—Cuando llegué a vivir aquí todos me juzgaron pero en esta casa me sentí a gusto, fue sencillo tomarle cariño. Si Ivanna quiere volver, puede hacerlo. Yo buscaré otro lugar…

— ¿Crees que ella podría venir y tomar una casa en la que has trabajado tanto? ¿O que yo te dejaría sin hogar? Al fin y al cabo este lugar me fue heredado a mí, por eso te dije en sueños que vinieras aquí, para poder protegerte.

¿A ustedes cómo les recibieron?

—Bastante bien pero en nuestro caso  no podíamos confiarnos, un pueblo hospitalario está lleno de fisgones. Lo que por sí solo representa problemas seguros.

— ¿No exageras?

—La mente humana es la más imaginativa que existe, ninguna otra criatura se asemeja a ustedes, algunas veces es una ventaja ya que les permite aislarse y olvidar sus propios problemas, pero en otras ocasiones los lleva directamente al peligro.  

Al llegar descubrí que la gente de aquí era demasiado afable, eso nos hacía estar aún mas alertas. Una de las cosas que no jugaban a nuestro favor, eran los ojos pues no es común que las personas los tengan amarillos. Aunque papá se encargaba de comentar nuestra extraña y anómala condición genética, los humanos seguían hablando.

Traté de explicarle a papá que tal vez este no era el lugar para vivir, nunca antes habíamos enfrentado tantas personas intuitivas. Y no solo eso, eran pensamientos demasiado intensos. Él  se encontraba preocupado por mi actitud, por lo que ese día antes de irnos a la ciudad  me dijo algunas cosas que en su momento me molestaron un poco.

—Debes esforzarte Luca. El asesinato no está permitido en nuestra familia. No somos vampiros o Gonimbus. Somos una de las razas superiores, nuestro control es el símbolo del mundo  que queremos.

— ¡Tengo que hacerlo!

¡Está fuera de discusión el tema de los asesinatos!, no me parece necesario llegar a eso. Debes tratar de mantenerte en calma o la gente sospechará aún más, ¿es que acaso quieres que se inicie una cacería en nuestra contra?

—No puedo sentir compasión por aquellos humanos que representan una amenaza.

¡YO.NO.FUI.UNO.DE.ELLOS! Comprende que me es difícil tener esa empatía que esperas ver en mí.

— Bueno, por lo que veo hemos llegado a un arreglo, debemos dejar de hablar sobre esto.

— ¿De qué me hablas? ¿Arreglo? Yo igual te digo que si un humano se vuelve una amenaza lo voy a eliminar.

—Entonces todos te apoyaremos, de nuestra familia, eres a quien más le cuesta. Tengo claro cuán difícil debe ser sentir empatía por una raza a la que nunca perteneciste, pero creo que es posible que lo logres, has dominado a tu otro yo de manera impecable.

—Tu padre tenía muchas esperanzas puestas en ti.

—Pero era una carga difícil de llevar,  veía esa confianza en los ojos de mamá y me presionaba mucho para no defraudarla.

Continuaba molesto, era imposible  ignorar el peligro  que nos acechaba, pero me había jurado intentarlo, sobre todo por mi madre. Papá  lo hacía cuando la amenaza  era inminente pero no lo disfrutaba.

Yo no era malo, pero estaba en mi naturaleza.  Quizás ser hijo de quienes una vez fueron mortales, haber crecido bajo sus reglas y su moral,  causaba que no dejara a mi otro yo libre.

— ¿Puedo decirte algo?

— Lo que quieras, no temas Cat.

— ¿Cómo puedes sentir aversión por algo que no escogiste ser? Es decir… así naciste y a mí en lo personal no me causas repulsión.

— Quizás… su manera de defender a los humanos originaba mis sentimientos de aberración por mi verdadero ser. Y gracias, no imaginas lo que significa para mí saber que no te causo repulsión.

—Entiendo, pero ese lado que mantienes oculto está presente ¿verdad?

—Pero ahora es más fácil que hace veinte años, lo controlo mejor.

—Me dijiste que sientes deseos de matarme, entonces no has logrado un dominio total.

—Cat, el desear matar humanos nunca va a disiparse, pero mi autocontrol ha mejorado de manera increíble, incluso papá piensa que tengo más dominio del que ellos mismos nunca han tenido.

Al mantenerme vigilándote todos estos años, cacé tan solo una vez al mes, jamás antes había cumplido con el mínimo y eso me afectó, por eso te asustó mi apariencia al verme en el ático unos meses atrás.

Tengo pocos años de auto controlarme tan bien.

— ¿Pocos años?

—Midiendo el tiempo según los Tsugniss, años humanos son muchísimos.

— ¿Y puedo saber qué causó ese incremento de autocontrol?

—Estuve enamorado de una mortal, incluso nos casamos  y el verme obligado a mantenerla a salvo, hizo que desarrollara esa habilidad. Lamentablemente desde que murió he tenido que volver a vivir solo. Nuestra existencia es difícil, porque para mí ese fue el peor de los castigos por dedicarme a robar almas.

— ¿Te…te  casaste con una mortal?

—Sí, era algo que tendría que haber evitado, de esa forma ella quizás hubiese tenido posibilidades de sobrevivir.

—Por eso fue que se quedaron a vivir en este lugar.          

—El señor Jenkins  organizó una reunión social para darnos la bienvenida, las cosas iban de maravilla hasta que una de las mortales se fue de la reunión. Yo descubrí que Audrey Patterson, una mujer de unos 70 años  sabía de nosotros.  

Ese miedo la hacía actuar por impulso pues se sentía aterrada. Cinco minutos después me disculpé con los presentes alegando que debía buscar algo para la alergia, la situación era un peligro inminente y debía solucionarlo. Audrey pensaba buscar algunas fotografías nuestras.

Ella vivió en Londres cuando era adolescente y sospechaba de mi familia, ahora que nos encontrábamos de nuevo estaba decidida a dar parte a las autoridades. Cuando entré empezó a ponerse pálida y repetía que habíamos venido tras ella.

—Luca…. Su miedo era lógico, ¿Cuán probable es coincidir nuevamente con ustedes?

—Exacto, pero si bien intenté explicarle que no estábamos ahí por ella, estaba decidida a dar parte a las autoridades. Confieso que me sentía algo ansioso… fascinado, aunque me avergüence reconocerlo. Para ella no había ninguna otra explicación, nos encontrábamos en Yellowknife para matarla.

Y con su miedo…. Más me llamaba su alma.

— No hemos venido a dañarte Audrey, esto es una simple casualidad, nada más.       

— ¡Mientes!  Debo avisarles a los demás…     

— Si esa es tu actitud entonces  deberé matarte, no tengo alternativa.

Me situé justo en frente  dispuesto a matarla cuando se desmayó, su corazón había jugado a mi favor, por lo que solo terminé el trabajo. Coloqué mi mano sobre su pecho, pero esta vez cuando su alma empezó a salir me aparte de su lado.

No era un alma para tomar así que la dejé ir, imaginaba que debía  descansar al fin, había vivido atormentada tanto tiempo por miedo a que la encontráramos  que era justo darle paz.

Llamé al hospital para que me esperaran los mejores médicos, quienes le declararon muerta apenas llegamos.

— ¿Y a que se dedicaban? Es decir…

— ¿Qué si aparte de tomar almas hacíamos algo provechoso?

— No pensaba usar esas palabras.

— Lo sé.

<<Luca estaba sonriendo, me sentía incomoda pensando que le había ofendido y él… riéndose de mi>>

—Bruto engreído…

—Vamos pequeña, es imposible no disfrutar de tus expresiones cuando te enojas o apenas.

—Creía que estábamos hablando en serio.

—Vamos que no es para tanto.

—Necesito otro café y usar el baño.

Claro que no era para tanto, pero verle disculpándose resultaba divertido.

— Pues bien, habíamos decidido que mi padre trabajaría como abogado, mi madre se dedicaría a vender sus cuadros,  mi hermano sería el  nuevo veterinario. En cuanto a mi, sabía que necesitaban un profesor de artes plásticas avanzadas, habilidad que había aprendido al lado de mamá, quien por cierto  era bastante famosa en Europa.

En cuánto inicié las lecciones, noté que el aura de una alumna era negra, aquello representaba peligro inminente. Usualmente tienen distintas gamas de colores, incluyendo violeta, índigo, azul, verde, amarillo, naranja y rojo, cuando vemos una negra, debemos actuar pues indica ausencia de luz, algo como un agujero negro en el alma. Solo los espíritus malos han sido asociados a este color.

En casos así existen dos opciones, A) la  persona está poseída, esto es relativamente esperanzador.  Tenemos un límite de tiempo, si transcurrido este  el alma no ha sido salvada pasará a manos de entes malignos. B)  ya es diabólica y no hay nada que hacer.  

Durante el resto del día, me mantuve vigilante pero cauteloso, al tenerla cerca experimentaba mil cosas, me hacía sentir la presa, era como estar bajo hipnosis.  

Ese poder que ejercía sobre mí no era normal, visto hasta entonces solo en los más grandes hechiceros. Además me gustaba, la quería para mí, como mi pareja.

—…Tu esposa fue ella…

—Intenté ignorar aquella situación pero resultaba inútil. Durante los recesos estuve observándola, poseía algo que la hacía distinta, me mantuve casi toda la tarde siguiéndola, amparándome a las sombras.

Al salir de clases decidí ir tras ella. Necesitaba hablarle, era prioritario conseguir información.

— Hola, me llamo Luca, soy el nuevo profesor.

— Obviamente sé quién es usted, estoy en su clase. Supe que llevó a la señora Patterson al hospital.

—Llegué a buscar  unos medicamentos y la encontré en el suelo, imaginé que una ambulancia tardaría muchísimo. Por lo visto tampoco fui muy rápido.

—Bueno, no debería de sentirse mal al respecto, es un hecho que nadie la extrañara realmente. En fin, debo irme ya.

— ¿Necesitas que te lleven a casa?

—No, pero necesito llegar al almacén, ¿le molestaría llevarme?

—Claro que no, además debo llevarle unas cosas a mi madre.

—Bien, gracias.

—Lucianna, ¿Verdad?

—Si

Durante aquellos veinte minutos del viaje, se mantuvo en silencio y con los ojos cerrados, incluso su respiración era más lenta.

—Lucianna... hemos llegado

—OH… lo siento, me he quedado dormida.

—Descuida, no quise despertarte te veías fatigada.

— Han sido días difíciles, me he sentido más cansada que de costumbre.

—Bien, trata de descansar, nos vemos mañana

— ¿Pero no iba a comprar unas cosas?

—Claro, lo había olvidado.

Di vueltas durante una eternidad en aquel lugar, Luci esperaba por alguien pero me seguía con la vista, aunque ¿Cómo culparla? Llevaba más de veinte minutos y aún no había comprado nada. Así que puse unas cuantas cosas y me dispuse a salir.

Pude verla esperando aun pero dudé un poco al acercarme, el ambiente se sentía tenso, pero… ¿qué podría salir mal?, ella seguía allí, por lo que probablemente algo saldría bien.

—Hola Lucianna

—Profesor.

— ¿Necesitas que te lleve a casa?

—No, espero por mi padre. Si ha terminado de dar vueltas puede marcharse a su casa.

Luciana se veía incomoda... ¿se habría molestado por mi oferta? ¿Acaso era tan intuitiva que había notado mi ansiedad por estar con ella?  ¿Sería yo tan obvio?

— ¡Absurdo! entonces sufriste su rechazó, ¿Cómo te hizo sentir?

—Honestamente… fue algo difícil, incluso me sentí deprimido lo que para una criatura inmortal incluso letal, aquello era ridículo… risible. Aparentemente no le interesaba del todo lo que tuviese que decirle.

 Pasé a ponerle combustible al auto, al salir y para mi “buena suerte” la encontré  caminando por aquella calle oscura. En mi mente había un inmenso debate, nuevamente el destino  estaba poniéndola ahí, a mi alcance.

—Hola Lucianna ¿Te llevo a casa?

— No es necesario.

—Vamos ya es tarde y peligroso, hay muchos animales por aquí. A esta hora serías presa fácil.

—Bien

— ¿Hacia dónde debo ir?

—Aurora Village

—Está bien.

Al principio creí que se iría sola, quizás sus tontos instintos terminarían activándose pero no sucedió así, incluso estaba más tranquila, su aura era bastante clara, fácil de leer.

—Profesor, ¿puedo preguntarle algo?

—Claro, pero al menos trata de llamarme por mi nombre y tutearme pues no soy mucho mayor que tu, y me haces sentir como un viejo.

—Muy bien, lo intentaré. ¿Porque han escogido Yellowknife? no les parece algo ¿Frío? ¿Aburrido?

—Papá trabaja como abogado y le han contratado. Viajamos mucho durante mi infancia pero finalmente decidimos instalarnos en un solo lugar.

—Ya veo, aunque debe ser increíble viajar por todo el mundo.

—Sí, pero llega un momento en que resulta extenuante. ¿Tú siempre has vivido aquí?

—Sí. Vivo con mis padres, soy hija única. Ellos están fuera de casa siempre, se dedican a viajar por el mundo, ya sabe… unos aventureros incansables, así que me he criado prácticamente sola. Tal vez por eso no tengo amigos ya que prefiero estar lejos de los simples mortales. Son demasiado básicos, ¿Comprende?

—Hmmm, creo que no

—Menosprecian a aquellos que somos distintos. Durante toda mi vida he luchado contra ese odio hacia la raza humana, a pesar de ser parte de la misma. La única en quién podría confiar es  mi abuela “Nana” pero lleva años estando muy  enferma.

Luci había adoptado una posición bastante rígida aunque temblaba ligeramente. Lloró durante algunos minutos hasta que parecía que de sus ojos no podían brotar más lágrimas. Luego se incorporó, tomó la manga de su abrigo y secó su rostro. Se revisó en el espejo, acomodó sus mechones, retomando el control.

—Lucianna... me gustaría saber si puedo ayudarte de alguna forma.

—Todo está poniéndose de cabeza, estaré sola porque se han ido a algún viaje. Nunca hemos sido una familia de verdad ¿sabes? Cuando están en casa discuten todo el tiempo, mi padre me grita mucho, me insulta tanto que parece que no soy su hija. A pesar de todo les amo pero en días como hoy, cuando cumplo años y ha olvidado nuestra cena comprendo que así debe ser.

—Pero no es justo lo que te hacen.

¿Y qué puedo hacer? Algunos nacen con estrella otros estrellados, en fin Luca, gracias por traerme hemos llegado ya.

<<Para mi desgracia así fue. Me hubiese gustado que habláramos más. >>

—Pero antes de irme revisaré que todo esté en orden, no me siento bien dejándote a solas y sintiéndote tan mal.

—Nunca nadie se había interesado por mí de esa forma.

— Lucianna, esta es mi tarjeta, si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme. Déjame ser tu amigo, confía en que nunca haría nada para lastimarte.

— Pero... yo apenas te conozco, ¿Por qué quieres ayudarme?

— No pienses mal, me has caído bien, y te la doy por si necesitas algo.

— Está bien. Gracias y disculpa, normalmente no soy tan antipática. He tenido días difíciles.

—No hay problema.

Revisé todo y tras comprobar que estaba en orden me marché.

Tras dejarla en su casa, deambulé sin rumbo fijo. Tuve que detenerme y bajarme del automóvil pues me sentía tenso, el viento impactaba mi rostro ferozmente, el cielo estaba negro, con cientos de nubes grisáceas cubriéndolo completamente.

Aquel paisaje resultaba increíblemente familiar, casi como mirarme interiormente. Intenté descifrarlo pero al final comprendí, mi otro yo batallaba por contenerse y yo me esforzaba por evitar que ese lado brutal asesinara a Lucianna.   

Las  horas pasaban pero no mejoraba, nunca había estado expuesto a una humana capaz de robar mi esencia ni energía, físicamente estaba cambiando.

Entonces escuché una voz, más suave y sutil que el susurro del viento. Incline la cabeza intentando descifrar el origen de aquello. Inspeccione la zona con sumo cuidado… ¿un enemigo? una débil voz me decía que debía alejarme, por su bien y el mío.

—Lucianna había logrado cautivarme, parecía cómoda conmigo, definitivamente era distinta, no abrigaba miedo, un humano sin instintos. Al estar a su lado sentía una extraña necesidad de protegerla, mi cuerpo completo vibraba, mis huesos gritaban su nombre. 

Pues bien, me parece que necesitas descansar. Saldré por unas horas y volveré, ¿estás de acuerdo...? Cat... ¿Cat? ¿Qué te sucede? Ni siquiera sé si estás escuchando

—Claro que te escuchaba pero... ¿Te parece bien si seguimos mañana? es un día difícil, hoy sería el cumpleaños de mamá y quisiera estar sola.

— ¿Estás segura que no quieres compañía?

—Eso creo. Además necesitas cazar.

—Evita salir, los entes están cerca, no pueden ingresar a la casa pues cuenta con protección especial.

—Gracias.

Pasé aquella mañana durmiendo, pero entonces un repentino viento helado me despertó. Al asomarme  por la ventana  me di cuenta  que el cielo se había llenado de nubes, el viento soplaba intensamente.

¡Qué clima tan extraño! <<Pensé>>

Al ir a buscar algo de madera para encender la chimenea, descubrí que el agua la había humedecido. Regresé a casa, tomé una inmensa cobija y me acurruqué en el sillón.

Como si las cosas no pudiesen empeorar, un inmenso rayo cayó en uno de los árboles del jardín, llevándose todo el tendido eléctrico. ¡Maravilloso! Sin chimenea ni electricidad. Me abrigué nuevamente  a la espera de que mi calor corporal fuese suficiente. Pensé en él, estaba asustada, ya no quería estar sola.

—Cat, he llegado ya.

Luca se sentó a mi lado en el sillón y me arrastró a sus brazos

—Gracias, es que las tormentas me asustan mucho.

—Lo sé, por eso ya no te preocupes. Yo he de cuidarte.

Luca me abrazó, frotándome los brazos una y otra vez, esperando que mi cuerpo se calentara un poco más. Todo estaba muy bien, tomando una nota de romanticismo, pero entonces escuchamos un sonido que resultaba ensordecedor. Me levanté para ver lo que sucedía y entonces otro árbol cayó,  una de sus ramas rompió la ventana de la sala, por lo que mis gritos debieron escucharse a kilómetros.

— ¡Cat!

En solo segundos Luca me apartaba del camino de los vidrios lanzándome lejos. Aunque sin intención consiguió herirme pues golpeé fuertemente la pared. Pude observar su rostro, estaba aterrado, había terminado lastimándome.

— ¡Oh no! Cat… lo siento, lo siento….

Al tocar mi frente descubrí que sangraba a causa del impacto contra aquella superficie. En solo segundos, me llevó a la habitación y empezó a limpiarme. Se mantuvo en silencio la mayor parte del rato.

—Luca no fue tu culpa.

—No lo veo igual. Bien, la frente está lista. Debes quedarte aquí, iré a recoger un poco el desastre.

— No te vayas…

Luca insistió en encargarse de ordenar la sala, pero cada diez minutos pasaba a revisarme, sabía que se sentía mal por haberme lastimado.

Todo carecía de sentido, ¿cómo había terminado ahí? Tomé mi almohada, la foto de mis padres y me acurruqué, la casa se estremecía aún. Cuando Luca llegó no preguntó nada, simplemente me abrazó.

—Si no hubiese sido tan impulsiva, quizás ellos...

—No puedes culparte por eso.

—No evité que saliera aquella noche, es mi culpa...

—No llores Cat, no ha sido tu culpa.

—En fin, mejor seguimos con tu historia.

—Esta noche he de mimarte, te cuidaré y haré sentir mejor. Mañana seguiremos, unas cuantas horas no harán una gran diferencia.

Pasó horas arrullándome, deslizaba sus dedos sutilmente por el contorno de mis brazos.  Mi corazón iba a mil por hora, sin darme cuenta, pasó de acariciar mi cabello a recorrer lentamente el contorno de mi rostro, sus manos iban de la frente a los labios terminando en la barbilla. En ese punto, mi cuerpo entero vibraba, deseaba estar con él.

 Nuestros labios se habían encontrado, viejos amantes reuniéndose nuevamente. Al principio fue sutil, como si temiera lastimarme, pero cuando no lo detuve ni me negué a aquello que se daba entre nosotros, cambió. Sus besos se tornaron más intensos, me deseaba tanto como yo a él.

Durante unos segundos se quedó mirándome, examinándome.

— ¿Estás segura? Estarás tan vulnerable que podría tomar tu alma.

—Estoy completamente segura, ¿Y tú, crees que podrás controlarte?

—Eso creo.               

Nos quitamos la ropa uno al otro, él sabía que era mi primer amante y fue muy cuidadoso, pero de pronto comenzó a dudar y yo no iba a dejarle apartarse.

—Hay mucho en riesgo.

—Si te detienes juro que te clavaré una estaca en el corazón.

—Esos son cuentos sobre matar vampiros.

— ¿Quién habló de matarte?

—De acuerdo, jamás podrás acusarme de negarte algo.

Penetró lentamente mi cuerpo deteniéndose para permitirme aceptarle, luego ambos nos abandonamos en el frenesí del momento. En algún momento perdió el control, creí que me mataría.

Me sentía muy débil, vagamente vienen a mi mente los recuerdos sobre la angustia de Luca. Tras alcanzar la cima juntos sentí como si parte de mi energía le fuese entregada. Intenté bajar de mi cama pero estaba tan débil que caí, Luca me ayudó a acostarme. 

—Descansa pequeña, robé gran parte de tu energía vital, debes recuperarte.

Dormí unas diez horas, al abrir los ojos vi que no estaba a mi lado, le encontré en la sala, su mirada se hallaba lejos.

—Luca…

—Sabía que era una mala idea. No cacé lo suficiente.

No te arrepientas ¿me escuchas? <<Dije dentro de su cabeza>>

— ¿Cómo lo hiciste?

—No lo sé, en el pueblo pude escuchar a otros pero ahora…

—Eso cambia todo un poco, pero de eso te enterarás más adelante.

—De acuerdo.

Luego de  desayunar, reanudamos la charla.

—Mi familia me notaba distinto pero preferían callar, en lo último que pensaba era en eso,  no sabía qué hacer para acercarme más a ella. Lucianna me hacía sentir distinto, era irónico negarlo por mucho tiempo más.

Salí rumbo a su casa muy temprano, durante el camino la sentí triste, se encontraba en cada uno de mis pensamientos, era como haber puesto papel tapiz en mi cerebro. Miles de imágenes y su voz...todo me invadía.

Creí que estaba perdiendo la razón, se que suena incoherente, los humanos no penetraban mi mente, yo irrumpía en las suyas. Pero esa vez no me equivocaba, era capaz de escucharla. 

Al llegar vi varios camiones llevándose todas las cosas. ¿Cómo era posible que no me dijera que planeaban dejar la ciudad?

Lucianna no estaba en casa, escuché a sus padres, ellos se iban y la dejarían sola, entonces comprendí su ausencia… tristeza. Los mortales son sencillos de descifrar. Decidí intentar seguir su rastro, ansiaba verla de nuevo y…

... ¿Y cuidarla? ¿Consolarla? ¿Ofrecerle tu hombro? Pero... ¿Desde cuándo se puede sentir tanto en tan poco tiempo y hacia una mortal?  <<Maldición, hablé nuevamente en su mente, pero me sentía celosa incluso sin conocerla.

Ella seguía siendo su gran amor a pesar de que llevaba algún tiempo muerta, era obvio que su ausencia le lastimaba, la necesitaba, sus ojos estaban llenos de amor hacia ella y yo... yo sentía algo muy fuerte hacia él. Pero ¿qué le diría? ¿En donde quedaba lo nuestro y lo la noche anterior?>>

—Cat... ¿estás bien?

Sus palabras lograron volverme a la realidad

—Si claro <<mentí>> continua por favor.

— ¿Olvidas que hablaste dentro de mi mente?

—Continuemos por favor, no me digas nada y ahórrame la vergüenza de hablar del tema.

—Bien

—Y deja ya de reírte, me siento lo suficientemente apenada.

—Está bien.

Conforme conseguía acercarme empecé a sentirla, la tristeza, desolación, ira, soledad, todo dominaba su estado de ánimo,  pensaba en irse lejos pero estaba claro que lo evitaría, no me iba a resignar a perderla tan fácil.

El lugar estaba lleno de peligros, desde animales salvajes hasta los Gonimbus, el terreno se encontraba junto al bosque. De pronto pensé en ella y pude verla, no se sorprendió cuando aparecí, casi que perecía aliviada de verme allí. Sus pies se acercaban al borde del risco, si daba un paso en falso, caería unos doscientos metros.

—Hola Luca ¿cómo me has encontrado?

—No tiene importancia en este momento. Sé lo que está pasando, por eso he venido a buscarte.

—Gracias Luca. Pero puedes irte, no quiero estar con nadie, déjame sola por favor.

—Jamás te dejare aquí,  debo insistirte, déjame  acompañarte, no quiero que estés sola en este momento tan...

—...bueno, que rayos te importa. ¿Porque no me dejas en paz?

—Me importas, no puedo dejarte. Sé que estás triste, espero que aceptes mi compañía y me digas si necesitas algo. Este lugar es peligroso, déjame llevarte a tu casa.

—Gracias, pero no necesito nada.

—Lucianna, ven conmigo.

—Y ¿luego qué? Al final todos me abandonan, incluso tú lo harás.

Había dado un paso hacia atrás, las piedras y el polvo cayeron por la ladera.

— ¿Acaso es tan difícil creer mis palabras? Me importas realmente. Con tantos problemas es comprensible que no te hayas dado cuenta que quiero cuidarte, ven conmigo Lucianna, ¡por favor!

—No te acerques, de verdad aprecio mucho lo que haces pero no vale la pena.

En un abrir y cerrar de ojos cayó, pero pude moverme lo suficientemente rápido como para sujetarla del brazo.

— ¿Porqué no me dejaste morir? Nadie va a extrañarme, he pedido a Dios ir con él. Lo hubiese logrado de no ser por ti.

—Me importas Luci, ahora vamos a tu casa, tengo que curarte los cortes de la cara.

—  Son solo unos cuantos raspones, pero a mi casa no por favor.

— ¿Te parece bien si vamos a la mía?, quizás sería mejor cambiar de ambiente.

—Lo que sea.

Me llamó la atención que no se intimidó al ver nuestro hogar. Las personas normales, y ya lo has visto, se sienten amedrentadas por este lugar.

—Le temen a esta casa y lo místico que la envuelve.

—Exacto, pero ella no era como los demás.

—Madre, Padre, Pietro, vengan que deseo presentarles a alguien. Lucianna ha venido a cenar con nosotros.

—Bienvenida, siéntete como en casa, si quieres ven conmigo y te mostraré un poco el lugar.

Mi madre estaba eufórica, vivir con tantos hombres la tenía algo aburrida. Todos fueron amables con ella y para el final de la tarde yo sobraba en la casa, Luci los cautivaba hablando de cualquier cosa, habían caído presos de su encanto, finalmente serían capaces de entenderme.

—Gracias Luca, la he pasado increíblemente.

— ¿Segura que estarás bien?

—Si claro, gracias por todo, nos vemos mañana.

Me sentía tranquilo, la protegería y consolaría, sería una buena forma de acercarme a ella.

— ¿Pensabas protegerla, o en cuanto necesitaría ella de tu compañía? ¿No te parecía algo incorrecto, aprovecharte de su dolor?

—Hmmm... Es interesante como funciona la mente humana.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Actúas molesta ante mis sentimientos pero deseas abrazarme y confortarme cuando mi mirada refleja la melancolía causada por la ausencia de Luci?

—Bueno...yo...

—Cuando amamos, seamos mortales o inmortales, nuestras mentes funcionan parecido.

Hacemos lo necesario, no existe espacio para dudas, ni fallos.  No sentía arrepentimiento, sabía que nadie la cuidaría como yo. Podríamos envejecer juntos, ella estaba en mi futuro.

En el camino, mi teléfono comenzó a sonar.

—Si ¿Quién habla?

— ¿Luca?...

— ¿Lucianna eres tú?

—Me preguntaba si… ¿te importaría volver?

—Para nada, voy hacia allá.

Al llegar me pidió que le hiciera compañía. Pocos minutos después se quedó dormida y entonces comencé a ver lo que soñaba.

—Increíble…

—Más extraordinario aún era mi autocontrol. Me generaba una exquisita sensación, deseaba aún más su alma. Y aunque hasta el momento lo hacía bien, no podía bajar la guardia.

Mi familia y yo, fuimos los pioneros en el asunto de tomar las almas que vagan por el mundo, los demás Tsugniss las toman directamente de los cuerpos.  

 Es más sencillo con las personas mayores, son más vulnerables, ¿has pensado a que se debe que un anciano simplemente se acueste a dormir y no despierte? Esa famosa muerte que todos los humanos desean, sin dolor, ni enfermedad, pues bien, somos los responsables de tal suceso.

Mientras duermen, colocamos las manos sobre ellos  y tomamos el alma, pero si están conscientes les hacemos caer en un profundo sueño. Para mí fue difícil luchar contra esa sensación tan intensa.

—Imagino que los siguientes días, su alma te resultaba más llamativa.

—Si, al ver sus sueños, tuve la oportunidad de absorber una parte.

— ¿Cuándo estás en contacto almas, la otra persona resulta afectada?

—Eres muy perspicaz. Tal como un vampiro ata a su pareja con una mordida, nosotros vinculamos parcialmente a los humanos mediante las almas.

— ¿Por eso me siento atraída hacia ti?

—No, pues aunque yo reconocí tu alma, jamás me acerqué lo suficiente como para ligarte a mí. Han de ser mis encantos naturales….

—O tu arrogancia.

—Vamos a tener que fijar límites, aunque resulta fascinante y estimulante que me trates como un igual, frente a otros de mi raza necesitas guardar cierta compostura.

—Nunca me verás comportarme como si te temiera, crecí contigo a mi lado, te tengo demasiada confianza.

—Lo sé pequeña, pero es que esto resulta nuevo para mí. Luciana siempre me desafió pero nunca me afectó tanto.

Pocos días después me llamó, era casi media noche. Al llegar la puerta estaba abierta y entré.

— ¿Qué sucede?

— ¿Me llevarías al hospital?

— ¿Te sientes mal?

—Mi abuela nana está enferma. Llamaron los doctores y me han pedido que vaya inmediatamente.

—Claro que si, vamos.

Conduje a máxima velocidad, pero al llegar el médico le dijo que nana acababa de morir. Ni siquiera llegó a tiempo para despedirse. Entró y se quedó unos minutos con su abuela, los médicos se la llevaron para prepararla.

Aquella historia de Luca me afectó mucho, era la primera vez que hablamos sobre alguien muerto. Probablemente al estar lejos de Beaufort mantuve una especie de negación, ahora escuchar sobre Nana rompía mi dique emocional.

—Yo… necesito estar un rato a solas.

Sin decirme nada más, se fue. Durante las tres horas de ausencia me bañé, comí un poco y llamé a mi tío quien insistió nuevamente para que le visitase.

Ya mas en calma esperé por él. Al llegar me dio un abrazo muy fuerte, luego se acuclilló frente a mí.

—Cat… lo siento, me he dejado llevar con un tema que sé, te es difícil de manejar.

—No pasa nada,  lo mejor es continuar.

—De acuerdo, pero las cosas se vuelven un poco más difíciles y no sé si omitir esa parte.

No, Yo tengo que escuchar todo para poder comprender. <<Le dije mentalmente>>

—Bien. Pero no olvides que eres humana, durante mi relato vas a enfrentar cosas difíciles, nos detendremos cuántas veces sea necesario.

—De acuerdo.

Fui a pagar los gastos hospitalarios, pues sabía que estaba pasándolo mal económicamente y al menos podría aligerarle aquella carga un poco. Cuando volví a su lado me di cuenta de lo cansada que se veía, había llorado tanto que sus ojos estaban hinchados, también eran visibles las prominentes ojeras,  la falta de sueño empezaba a pasarle la factura.

— ¿Me acompañarías al funeral? no creo que pueda llegar sola.

— ¿Y cuándo es?

—En dos días, pero estoy pidiéndote favores sin pensar si dispones de tiempo, además ya estuviste aquí toda la noche, pagaste el hospital…. Creo que has hecho mucho más de lo que te pedí. Vete a casa tranquilo, yo puedo sola

—Estaré a tu lado el tiempo que así desees. No te preocupes por nada más.

Solamente estábamos  el sepulturero, la enfermera que cuidaba a su abuela, el sacerdote y nosotros dos. Constantemente veía hacia lo lejos, con la esperanza de que sus padres llegaran.

Me alejé para darle privacidad, ella consideraba a Nana su único familiar, todo aquello iba a pasarle factura, ya su cuerpo mostraba pequeñas señales.

La lluvia torrencial era implacable, como Tsugniss no afectaba pero a Luci si. Se encontraba acostada, abrazando la tumba  sin moverse. Necesitaba llevarla  a casa o enfermaría.

—Nunca se los voy a perdonar

—Te entiendo. Pero necesitas ir a casa, tomar un baño caliente y acostarte. El día ha sido muy difícil.

— ¿Puedo pedirte algo más?

—Lo que sea.

—Me acompañarías mañana a la casa de campo de Nana, me dejó algunas cosas y quiero recogerlas antes de vender todo.

—Bien, mañana saldremos temprano.

—Hay que llegar a Vancouver. Serán un par de días allá, ¿crees que podrás ausentarte en la Universidad?

—Claro, y no te preocupes que de eso me encargo yo, ¿entendido?

—Luca... ¿Puedo preguntarte algo más?

—Claro que sí.

— ¿Existe la posibilidad de que te marches y no vuelva a verte? ¿Me dejarás?

Entiendo porque piensas eso, pero nunca te dejaré, de ahora en adelantes estaremos juntos.

— Luca, me estoy encariñando y me dolería perderte a ti también, no lo soportaría, la gente que quiero se ha alejado de mí, por una u otra razón.

—Mira Lucianna, eres muy importante para mí. Te quiero y nunca más estarás sola.

— ¿Me quieres? Por favor, evita prometerme  algo que a la larga no serás capaz de cumplir.

—Nunca te abandonaré, por lo pronto dejemos claro que no vas a ninguna parte sin mí.

Fui de cacería, preparé todo para el viaje y me despedí de mis padres, quienes pensaban que lo mejor era acompañarla.

 A la mañana siguiente fui a recogerla, no se veía en la casa pero del patio trasero venían unas voces. Al llegar me di cuenta que su padre estaba ahí, gritándole y maltratándola.

– ¿Qué diablos te ocurre Luci? Jamás has discutido una orden.

—Ya no soy la misma tonta de…

Ni  siquiera me dio tiempo de reaccionar. La cachetada hizo que  la mejilla comenzara a inflamarse rápidamente. Avancé hacia ellos, deseaba ponerle las manos encima… matarlo.

—Papá basta ya, me estás lastimando, déjame.

—Eres una tonta, nada harás yendo a la casa de Nana.

— ¡Déjela ya! Le hace daño, si no la suelta le mataré…

—No te creo.

—Debería…

—Un paso más y ella va a sufrir. <<Dijo al tiempo en que le retorcía el brazo>>

— ¡Aaahhh!

—  ¡Luci!!!!

— Largo de aquí muchacho impertinente, esto es entre mi hija y yo.

— ¿Hija? ¡Pero qué cosas! Ahora que no te necesito, apareces y soy tu hija.

— Tonta. Haré que me respetes.

—Suéltela. AHORA.

Lucianna se puso entre ambos, y me tomó por los hombros.

—Vamos, no vale la pena. Debemos irnos

—Mira lo que te ha hecho, ¿Crees que simplemente puedo dar vuelta y dejarlo irse así nada más? Tienes un ojo morado y el labio se está hinchando.

—Por favor, hazlo por mí, es mi padre.

— ¡Y vaya clase de padre!                     

Me costó mucho irme, aún deseaba eliminarlo pero la prioridad era llevarla a Vancouver.

—Lo siento, no ha sido mi intensión involucrarte en esto.

— ¿Involucrarme? Maldición Lucianna, te estaba lastimando, ¿Qué esperabas, que me sentara a ver cómo te agredía? ¿Te imaginas lo difícil que fue?

Entonces vi miedo en sus ojos, ¿Cómo podría defraudarla? me pedía que no peleara con él, solo eso. Yo sabía que mi lado oscuro estaba esperando una autorización para salir de las sombras, tomar mi lugar y acabar con ese estúpido mortal. Nuevamente mi autocontrol salía a flote y me sentía muy orgulloso.

—No menosprecies mis sentimientos ni olvides que estás dentro de mis prioridades. Aunque tenga muchas cosas en la cabeza, siempre serás la más importante. Entiendo el porqué de tu negativa a aceptarme, no estás acostumbrada a sentirte querida, te prometo ser paciente y darte todo el tiempo que necesites.

—Te creo, aunque preferiría que aceptaras ser mi amigo, nada más. Al menos por ahora necesito claridad mental, dejar atrás muchas cosas y no soy capaz de pensar en otra cosa.

—     Esperaré el tiempo que sea necesario.

Al llegar alquilamos un auto y nos fuimos hacia la casa, nos esperaba el notario, quien le indicó a Luci que su abuela, en uno de sus momentos de lucidez le había dejado la propiedad en herencia.

También una caja llena de cartas y dinero. En los dos días que estuvimos ahí, Luci trabajó muchísimo y la verdad era que me sentía inútil, no podía hacer nada más que empacar en cajas pero sobretodo, no era capaz de hacerla sentir mejor.

—He tomado una decisión Luca, quiero dejarle esta casa a Susie, al principio pensé en venderla, pero ella dedico años a Nana y es lo justo. Más que su enfermera, fue un soporte para mi abuela.

Antes de irnos ella habló con el notario, indicándole sobre los cambios. Eso retrasó nuestro regreso, Luci prefería decírselo personalmente.

—Gracias mi niña.

—Gracias a ti Susie. Siempre cuidaste de nana.

Mientras Luci  terminaba de empacar, Susie se me acercó.

—Gracias Luca <<me dijo>>

— ¿porqué?

—Conozco a Luci desde hace mucho, ella viajaba sola desde Yellowknife siendo una niña.  Sus padres siempre la han hecho a un lado y me preguntaba qué sucedería cuando Nana muriera.

— Me he enterado poco a poco de la clase de progenitores que tiene. Ella me interesa y deseo cuidarla. Ya nunca más estará sola.

—Gracias de nuevo.

—Dime algo Susie, como era la vida de Luci al ser bebé.

—Bien, yo la conocí cuando tenía tres años, me llamaron porque Nana había quedado en una especie de shock.

— ¿Shock?

—Un completo misterio. Pero recuerdo que cuando la atendí la primera vez, me dijo que su nieta corría peligro, que ellos no eran sus padres. Nadie le hizo caso, ni siquiera yo lo hice.

—Sospechoso

— ¿Listo Luca?

—Claro que sí. Ha sido un gusto Susie

—Lo mismo digo Luca

Llegamos a su casa y  creí prudente quedarme con ella en caso de que pudiese necesitarme. Le administré unos calmantes,  después de eso durmió toda la noche sin despertar una sola vez. Su rostro tenía paz luego de días de tensión y sufrimiento, su aura estaba mil veces más brillante que cuando la conocí.

— ¿Y ese asunto de que no eran sus padres?

—Yo tenía mis sospechas, por lo que tomé la caja de cartas y las leí, luego las abrí con mucho cuidado.

Luci, espero que algún día leas esta carta. No se quienes son pero no son tus padres. Ella no es mi hija, algo ha sucedido con mi hija…

No podía decirle nada a Luci, me llevé las 4 cartas que había abierto y me deshice de las otras.

Había pasado un mes desde la muerte de Nana, los días le mantenían ocupada, así que la situación fue más sencilla de llevar. Poco a poco Lucianna empezó a sentirse mejor, había decidido no buscarlos más.

— Pero al menos estaban vivos,  yo daría lo que fuera por tener a los míos.

— Si, pero el caso es distinto, los tuyos estaban preocupados por atenderte. Es injusto que compares, Luci nunca contó con ellos realmente.

— ¿Cómo sabes lo que es injusto? A mí no me importaría tener unos padres así.

—Niña mimada, crees eso porque nunca pasaste dificultades.

— ¿¡Niña mimada!? ¿Cómo te atreves…? ni siquiera me conoces lo suficiente como para llamarme así.  Siempre viví bajo la sombra de esas horribles pesadillas, mi existencia ha sido un infierno, perdí a las personas que más amaba, una de ellas misteriosamente, me siguen demonios, hablo con una criatura de 300 años…

¡Estoy harta de no tener control de mi vida!  ¡De que siempre haya estado dominada por el miedo… la soledad…!

—Cat, realmente lo siento, no fue mi intención...

— ¡Sí que lo fue! ¡Al menos ten los pantalones para mantener lo que dices! a mi no me importa si ella sufría o no, esperas que sienta empatía por Luci, cuando solo siento coraje, todo es tan extraño…

—Cálmate que te va a dar algo, estás muy alterada.

— ¡Déjame en PAZ!

Me levanté molesta con él, y le metí un buen empujón, lo único que logré fue caer sentada presa del rebote de mi cuerpo contra el suyo. Me dirigí a la puerta del jardín, decidida a irme de ahí.

Entonces me tomó por los hombros, subía y bajaba las manos, frotándome para hacerme entrar en calor. Rodeo mi cintura  poniéndome contra su pecho, me abrazó con fuerza, no mucha como para lastimarme pero si la suficiente como para no ser capaz de moverme.

—Mientras no entiendas que lo de tus padres no ha sido tu culpa, seguirás amargándote más y más cada día.

—Los perdí, no puedo evitar sentirme molesta. Maldigo lo que sucedió, aunque sé que todo tiene una razón de ser, no logro entender cuál es el propósito de que me sucediera a mí, por eso reacciono así, ella es una…

— Bueno, mejor seguimos, porque me parece que no vamos a llegar a ningún lugar.

Recuerdo que me sentía ansioso por volver a casa. Al llegar  papá me dijo que se había encontrado con una bruja muy poderosa llamada Harthas, acababa de llegar junto a otras dos hechiceras bastante peligrosas, estaban a la espera de la reencarnación de la que fue su líder…  Morgana.

La casa se puso en tinieblas y Harthas  <<creía yo>>  se había colocado frente a nosotros, estaba acompañada por las otras dos brujas. Me sentía tenso, ansioso. Yo no estaba al tanto de sus jerarquías,  pero hasta a mí me inspiraban  respeto. Eran imponentes, su sola presencia llenaba todo por completo.

— He venido a presentarme, soy Harthas, ellas son mis acompañantes: Krianna y Trianna, debíamos verificar que estuvieran establecidos.

 — Mi nombre es Luca, y como pueden ver, ya lo hemos hecho.

— No queremos problemas, <<dijo una de ellas>>, estamos aquí para asegurarnos, solo eso. Nos vamos a Vancouver, pero volveremos para seguir buscando hasta que la encontremos. ¿Ustedes no la habrán visto por casualidad?

—Es difícil saberlo, ¿como la reconoceríamos?

—Pues... aunque se ve como una simple mortal, su aura es negra, sería capaz de hacer que sus poderes Tsugniss aumentaran, incluso podría brindarles nuevas habilidades. En este momento debe tener 18 años.

—No la he visto <<mentí>> ¿Y están seguras de que ella se encuentra aquí?

—Bueno, es el lugar correcto según nuestras profecías.

— ¿y qué le sucederá a esa mortal?

—Bueno, conservará su apariencia actual, más solo eso, en esencia ella morirá dejándole el cuerpo a  Morgana, nuestra líder.

—Pues bien, me sería difícil pasar por alto esos beneficios, así que si la veo les avisaré.

—Bien, estaremos en contacto. Sabremos recompensar  su lealtad.

Tras su marcha,  papá se sentó a hablarnos sobre nuestras visitantes.

—Harthas y sus acompañantes son peligrosas. Trianna, es quizás una  de las brujas más poderosas, incluso más letal que la misma Harthas, mitad bruja mitad vampiro Y Krianna comparte los dones de Trianna, pero solo se ha dedicado a cazar como vampiro.

Tanto Trianna como Krianna son las últimas en línea de sucesión,  podrían matarse entre ellas para lograr subir de posición, pero trabajan bajo un estricto código de lealtad, por lo que ni siquiera piensan en algo así.

Toda esa situación está complicándose, Morgana debe estar tomando consciencia física, revelando su verdadero ser, y aún no le encuentran, además los Gonimbus están desesperados, la quieren, desean eliminarla.

Es tan poderosa que equivale a un millar de almas. Será mejor mantenernos alertas, si llegara a desarrollarse un combate entre brujas y Gonimbus, las consecuencias serían terribles.

Lucianna tenía dichas cualidades, la pregunta más importante era si lo sabía, quizás ni siquiera imaginaba sus habilidades o su destino. Por eso me debatía entre decirle o no.

Llegué hasta su casa y me quedé oculto entre las sombras, deseaba hablarle, pero no sabía qué hacer. Nunca le había mentido.

— Hmmm ¿Nunca le habías mentido…?

—Bueno, no creo que el sarcasmo sea necesario Cat.

—No es sarcasmo, ocultarle tu realidad era mentirle.

Le escuche respirar varias veces ¿intentando tranquilizarse? Me asusté un poco o bastante para ser honesta.

—Por lo que veo no te gusta que te lleven la contraria.

—No es eso, tengo hambre y mi otro yo está enviándome a ti. Últimamente he tenido que cazar almas que no logran satisfacerme.

—Por hacerlo a prisa para cuidarme.

—No te culpes.

—Aliméntate de mí.

— ¿De qué rayos estás hablando?

—Puedes tomar algo de mi esencia, eso te llena.

—No, cuando estuvimos juntos haciendo el amor, tuve un momento de flaqueza pero ahora…

—Tendrías que irte a cazar, o aguantar y contener a tu otro yo, ambos sabemos que tengo razón.

— ¿Tienes idea de lo que estás haciendo?

—Sí, ya pasamos por esto, con algo de descanso recuperaría lo perdido. A menos que no me desees… mi esencia quiero decir.

—Está bien.

Luca me llevó a su habitación, colocó una mano sobre mi rostro induciéndome a dormir. En mi sueño había dolor y frio. Durante aquella experiencia me contactaron.

—Hola Catherinna

— ¿Quién eres… dónde estoy?

—la muerte está cerca, morirás en mis manos.

Me encontraba en aquellos acantilados, corría nuevamente para salvar mi vida. Los cortes en mi espalda dolían muchísimo

— ¡Luca… ayúdame…!

—Abre los ojos Cat.

—Tienes que huir Luca…

     — ¡ABRE.LOS.OJOS. CATHERINNE!

Luca me sacudió, ayudándome a regresar. Abrí los ojos lentamente, la migraña era peor que ninguna otra. Antes que pudiese hablarle, su boca cubrió la mía, me lleno de besos suaves pero posesivos.

—Pequeña Cat….

Cuando me abrazó un pequeño gemido salió de mí. Luca se miro las manos encontrándolas llenas de sangre. Sin darme tiempo para asimilarlo, colocó mi espalda frente a él.

— ¿Qué demonios te pasó?

—Fueron mis sueños, una criatura me dijo que iba a matarme, luego estaba siguiéndome… golpeándome.

—Ellos están cerca, no pueden entrar a casa así que aprovechan tus siestas. Tendré que inducirte el sueño, pero acompañarte para cuidarte.

—Continuemos tu relato, ¿falta mucho?

—No.

—Pues adelante, cúrame la espalda y sigamos.

Los cortes no eran más que arañazos poco profundos, así que me los curó y luego regresamos a la sala, era prioritario avanzar.

— Me atormentaba la idea de que Luci pudiese morir, aunque fuera ese su destino sería muy difícil para mí. Por el momento no había nada que hacer, solo el tiempo diría como se desarrollarían las cosas.

 Los días siguientes pasaron tranquilamente, veía a Lucianna cada día, la llevaba a casa, y después intentaba seguir con mi vida Tsugniss. Iba de cacería, pero no lo disfrutaba, estar sin ella me hacía sentir hueco, vacío. Fui a buscar unas cosas, la dependiente me miraba como si acabara de ver un  demonio.

Mientras cobraba lo que llevaba pude ver a una criatura espantosa, tal vez me advertía que aquel ser estaba en la tienda, pero al acercarme más al vidrio vi mi reflejo en el y entonces comprendí.

Mis ojeras estaban mucho más pronunciadas, los pómulos se hundían cada vez más. Sentía su miedo cuando me acercaba, las emociones humanas son muy básicas, fáciles de entender.

Sin darme cuenta, llevé mi mano al  medallón, no pude evitar notar que Luca se sentía atraído por él.

—Ese medallón ha cumplido con su propósito, de no tenerlo los demonios te hubiesen atacado en el plano terrestre.

—Jenkins quiso que se lo prestara según él solamente quería verlo de cerca. Me preguntó si sabía sobre Magia Negra.

—Es un pobre diablo, pero no  podemos descuidarnos, incluso él es una amenaza.

—Es un sujeto extraño. Continuemos Luca.

—Bien, aquella mañana las cosas iban a cambiar, mis sospechas sobre Lucianna habían hecho que apresurase mi decisión de contarle mi verdad. Quería llevarla lejos, pero la realidad era otra, así que fui a buscarla.  No podía huirle más, si deseaba algo con ella debía sincerarme.

—Pero podías fingir ser normal y vivir con ella como un mortal

—Había cosas a considerar, si mi teoría era cierta, ella no viviría mucho más, por lo que debía buscar una forma de resolverlo y la única posibilidad sería transformarla en una Tsugniss.

Si me equivocaba y no era esa bruja, tendría más tiempo para que se acostumbrara a la idea,  en su mente estaban claros sus sentimientos hacia mí pero no sabía de mis habilidades. Si  deseaba estar a mi lado, seria amándome por quién era.

Quizás podría vivir junto a ella conservándola como mortal, pero otras criaturas luchaban contra nosotros y correría peligro siempre.

La llamé por teléfono y quedé en ir por ella, nos dirigimos a una zona campestre, caminamos durante algunas horas, llegando al fin a un hermoso mirador. Justo cuando me disponía a decirle todo, pude sentir la presencia de un Gonimbus.

Había sido un estúpido, llevarla al bosque sabiendo que podrían aparecer ellos fue algo completamente irresponsable.

—Saludos Luca, me parece interesante que estés cerca de mis dominios.

—Cerca pero no dentro por lo que no se ha roto ninguno de los tratados limítrofes.

—Bien, consideré apropiado acercarme y asegurarme, nada más. ¿Y quién es esta hermosa mortal?

—Ella está conmigo <<le dije>>  por lo que no puedes acercártele.

Nos rodearon seis Gonimbus pero  mis padres, mi hermano Pietro y Gaetano <<el médico familiar>> se nos unieron. Luci estaba muda, apenas si respiraba, sabía que estaba muerta del pánico, pero trataba de mantenerse de pie, aguantando. Mamá se quedó con ella mientras los demás luchábamos.

Gaetano luchaba contra el líder del grupo y logró atravesarle  con una daga.  Aquella criatura aullaba del dolor, la pobre Luci se había puesto pálida. Mi madre la abrazaba fuertemente, pero seguía mirando. Pietro había terminado fácilmente con el suyo.

Me moví rápido ya que los que quedaban tenían su mirada puesta en Luci, me acerqué por detrás  y logré enterrarles mi daga. En menos de 5 minutos habíamos acabado al grupo completo.

 Después me concentré  en Lucianna, rápidamente llegué junto a ella. Temblaba, se había enterado de todo y no de la mejor manera.  Al aproximarme noté su miedo.

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