Capítulo 4

-Así que la Primera Dama no está feliz, ¿no es así?

-Hela...

-Bien, ya estoy previendo lo que va a pasar. Por la forma en la que reaccionó cuando su asistente le avisó, usted es un pollerudo, ella es quien lo domina, y lo más probable es que le insistirá para quitarme de esto y que desista de éste plan, pero le comento una cosa, soy su mejor opción para encargarse de ese infeliz. Cualquier otra persona la va a tener prácticamente imposible para eliminar la amenaza, mas yo no, y como extra, no pienso dejar que nadie más me quite el placer de matar a ese desgraciado, así que como consejo, le diré que, antes de que ésta cosa aterrice, será mejor que haya encontrado sus bolas y las reacomode en su lugar, porque si deja que su esposa gane y yo no intercambio lugar con su hija, su destino no va a ser precisamente feliz cuando Demetrius se la lleve. Usted decide, y hágalo rápido.

Quiere replicarme, en serio que sí, lo noto y hasta la piel se le ha puesto un tanto rojiza, creo que nadie le había hablado así en un buen tiempo, sin embargo, eso fue una bofetada de realidad: si quiere mantener a su progenie a salvo, tendrá que anteponerse a esa mujer y plantarle cara, o de lo contrario, las cosas terminarán bastante mal. 

-Mire, es muy simple, ¿quiere que su mujer se enoje ahora y luego se lo agradezca cuando todo esto termine, o prefiere que se ponga feliz ahora "porque ganó" y luego lo culpe a usted por no haber hecho nada para mantener a su hija a salvo cuando Demetrius logre su objetivo y la pierdan? Porque se lo aseguro, ella le echará toda la culpa a usted, se desligará de toda responsabilidad y usted será el único que cargue con el peso de lo que le ocurra a Mailena. Es así de fácil. 

-Sr. Presidente...

-Está bien, me guste o no, sé que tienes razón, y sí, tú cumplirás con ésta misión sin importar lo que mi esposa diga, prefiero que mi mujer proteste ahora y mi hija esté a salvo finalmente, a que algo le pueda pasar por no poder entender que esto será lo necesario. 

-Buena decisión. Ahora, será mejor ir a verla y terminar pronto con esto, luego me teñirán el cabello y me darán una buena y abundante base de maquillaje para cubrir mis tatuajes y estudiaré lo referido a su hija con detalle. 

-Espero que seas muy buena actriz. 

-En cuanto estudie a fondo cómo se mueve, actúa y hasta responde a diversas situaciones, no notará la diferencia. Algo que debe aprenderse rápido si debes pasar desapercibido, es saber adaptarse.

-Por lo menos no tienes el acento ruso de la r marcada al hablar. 

-He vivido en muchos países a lo largo de mi vida, nunca adopté ningún idioma como materno realmente, sin embargo, hablo varios. 

-Supongo que era algo necesario en tu... profesión. 

-Puede decirlo, no se corte, soy una asesina a sueldo, una muy buena y estoy orgullosa de serlo.

-Será mejor dejar la conversación aquí...

-Como prefiera.

Aunque no sonrío, sí que estoy divertida y me mantengo en silencio solo para que se tranquilice, porque sé que lo que se viene va a ser una guerra y que, luego de mi "pequeño empuje", será aún peor. Así pasamos el resto del viaje hasta que finalmente aterrizamos y bajo del armatoste para ir al interior de su "pequeña Casa Blanca"; ya he estado aquí, hace quizás unos dos o tres años, pero nadie lo sabe. Mientras caminamos, reviso cada centímetro de los pasillos de forma disimulada, notando sutiles cambios aquí y allá desde mi última visita, hasta que llegamos al lugar donde nos esperan unos cuantos trajeados completamente serios y dos mujeres, una mayor, que debe de rondar los cuarenta y, por supuesto, mi espejo aniñado, ambas revisándome con la mirada y, obviamente, sin que les guste ni un pelo lo que están viendo. 

-Lisa...

-No.

-Y aquí vamos...

-Tú cállate, eres una asesina y no te quiero aquí ni cerca de mi hija. Y en cuanto a ti, no puedo creer que realmente hayas hecho esto y sin consultarme, ¿es que te volviste loco? ¿Cómo se te ocurre?

-Trato de proteger a nuestra hija, y ella es la única que puede encargarse de Demetrius. Te guste o no, Hela es la única opción que nos queda. 

Debería enojarme por su mandadera a callarme, no suelo permitir esas cosas, mas estoy bastante divertida como para intervenir por el momento, aunque no lo dejaré pasar por una segunda vez. 

-Estás completamente loco, ella ni siquiera se parece a Mailena, ¿cómo se supone que va a hacerlo?

-Si hubieras esperado a los cambios de imagen que estaban programados, no estarías diciendo eso. Su rostro, sus rasgos, incluso sus ojos... Hela es igual a Mailena, y en cuanto sus tatuajes queden cubiertos y su cabello cambie a rubio, no habrá diferencia alguna.

-Estás loco si crees que esa cosa podrá parecerse siquiera a mi bebé. 

-Pues entonces necesita anteojos, señora... Y antes de que siquiera se atreva a volver a decir que me calle, porque no lo dejaré pasar otra vez y nadie, repito, nadie me da órdenes, le aseguro que, una de dos cosas pasará: yo me quedaré, haré mi trabajo, y Demetrius morirá en mis manos, lo que asegurará la vida de su hija, o volveré por donde vine, y usted se despedirá de su hija quizás para siempre, porque es evidente que, ese grupo de inútiles que los custodia no sirven para nada, porque de lo contrario, yo no estaría aquí y no me necesitarían.

-Tú...

-Por cierto, hablando de inútiles, ahora que lo recuerdo, creo que es buen momento para hablar de un par de condiciones que voy a poner y que no van a poder rechazar. 

-¿Cuáles? ¿De qué hablas?

-Pues es muy simple...

-¿Realmente vas a escuchar a esa mocosa irrespetuosa?

-Lisa, por una vez, cierra la boca y déjame hacer lo necesario para proteger a mi hija, porque aunque parece que tú estás dispuesta a perderla por tu necedad, yo no, y si tengo que ceder en algunas cosas para que esto funcione, lo haré. ¿Cuáles son tus condiciones, Hela?

Una sonrisa estira lentamente mis labios y noto la ira de la mujer, la cual es evidente que hierve por dentro ante lo que acaba de hacer su esposo.

-Son solo tres, no es tan grave... Quizás.

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