Capítulo 5

-Solo habla, Hela, las cosas están ya bastante tensas como para que te pongas en modo sarcástica. Los guardias ya me advirtieron sobre tu forma de ser. 

-Uy, qué amargo. En fin, supongo que será lo mejor. 

-¿Y bien?

-Sencillo: primero que nada, como dije, hablando de inútiles, no quiero que esos me estén fastidiando. Tu hija será una florecita indefensa que los necesita por si se rompe una uña, pero yo soy capaz de romperme un brazo o recibir una bala en el cuerpo y asistirme sola, así que no los quiero rondándome ni molestando por lo que sea que haga. Pueden acompañarme como a ella y fingir que hacen su trabajo, sin embargo, en lo que a mí respecta, si se meten en mi camino, recibirán lo suyo como cualquier otro... No trabajo en equipo, no le necesito, solo están para la fachada, no para estorbar, ¿estamos en claro?

-Supongo que es aceptable...

-No creo que sea algo difícil.

-Está bien, ¿qué mas?

-Segundo, no recibo órdenes, de nadie, y mucho menos de ella. No soy estadounidense, por lo que no les debo ningún tipo de respeto y, le recuerdo, yo no los necesito, a ninguno, no obstante, ustedes a mí sí. Sabe bien que solo acepto esto porque me conviene, porque me facilitan el saldar una cuenta pendiente que tengo con ese desgraciado, nada más; puedo fingir ante el publico que soy su "dulce niñita", buena y obediente, todo con tal de mantener la farsa y que su "protocolo público" se mantenga intacto, pero eso no quiere decir que dejaré que alguno de ustedes dicte sobre mí. Después de todo, soy una asesina y no sigo las órdenes de nadie, ¿pueden soportarlo? 

-No es como que haya muchas opciones, ¿no?

-La verdad no, es un tómalo o déjalo. 

-No, no, no y no, ninguna mocosa maleducada va a venir con exigencias a querer imponerse, no mientras yo tenga algo qué decir al respecto. 

-Pues, la verdad, no tiene nada qué decir, porque mi negocio no es con usted, sino con su esposo. Estamos aquí, discutiendo esto frente a sus ojos, porque él la tiene lo suficientemente en cuenta como para que se entere de las cosas, mas eso no significa que tenga algún poder de decisión sobre todo esto. Puede protestar cuanto quiera, no obstante, al fin y al cabo, el Presidente es quien decide, no usted, sin importar si le molesta o no, si hierve de rabia o si piensa en asesinarme... No olvide con quién está tratando. 

-No lo hago, estoy tratando con escoria de la peor calaña. 

-Lo tomaré como un cumplido. Ahora, Sr., ¿su respuesta?

El hombre suspira y asiente al tiempo en que su esposa lo apuñala con la mirada y yo sonrío satisfecha. 

-Bien, entonces vamos con la tercera. 

-¿Y cuál es?

-Armas.

-¿Qué?

-Sé usar de todo, conozco todo tipo de estilo de peleas, por lo que, si necesito algo, cualquier arma, objeto, lo que sea, y lo solicito, no solo no me lo van a negar, sino que o me lo darán, o no pondrán ninguna objeción a mis métodos para conseguirlo si no pueden ustedes. No pienso estar indefensa, ni siquiera cuando cuando tenga que ir a suplantarla en sus clases. Puedo defenderme sin necesidad de ellas, aun así, jamás voy desarmada a ningún lado, y no empezaré a hacerlo ahora. 

-Me parece bien, sobre todo si el punto es terminar definitivamente con todo esto. 

-Exactamente, no pienso desperdiciar ni una oportunidad siquiera, no me interesan ni las quejas ni las protestas, será a mi modo o nada. 

-No puedes aceptar eso, básicamente le estás dando todo el poder que quiere a ésta desgraciada y piensas que cumplirá con lo que están hablando ahora...

-Escuche algo, señora, porque ahora sí que me está haciendo enojar y eso no es buena idea, porque aunque de rostro me parezco a su hija, por dentro soy muy, muy diferente a ella. Puedo ser una desgraciada, una asesina, un monstruo, pero si hay algo que no permito, es que la gente dude de mi palabra; cuando digo que haré algo, eso es lo que voy a hacer, y ahora mucho más, porque esto saldará una deuda que tengo pendiente. No me interesa si lo cree o no, ese es su puto problema, no el mío, yo vine aquí para hacer mi trabajo y nada más, puede aceptarlo y hacer las cosas más fáciles para que su hija esté protegida, o puede negarse, hacer que todo esto sea complicado y arriesgarse a que ella pague las consecuencias. Así de sencillo.

No dice nada, su rostro muestra la clara sorpresa de quien no se esperaba una contestación como esa, y decido centrarme en su esposo, porque es quien tomará la decisión y además, porque mi copia rubia sigue quieta en el lugar, sentada en el sillón del que no se ha movido, sin siquiera decir una palabra, solo observándome con un gesto bastante extraño, pues aunque es evidente que la situación no le gusta, al mismo tiempo no veo el desagrado que es evidente en su madre y tampoco está feliz, es algo bastante raro. 

-¿Entonces tenemos un trato?

-Así es, tú encárgate de hacer lo necesario para terminar con la amenaza y yo te daré lo que necesites para hacerlo. 

-Bien, ahora vamos, no me entusiasma en lo más mínimo el teñirme el cabello a lo Barbie, la verdad no sería algo que haría por voluntad propia nunca, para algo existen las pelucas, no obstante, sé que es necesario, así que hagámoslo antes de que me arrepienta. 

-La estilista espera en el cuarto de baño con todo listo. 

Asiento y sigo al asistente del presidente, preparándome mentalmente para abandonar temporalmente mi identidad y empezar a convertirme en esa evidente niña mimada. Noto la curiosidad en los ojos de la mujer en cuanto entramos en la habitación embaldosada, rodeada de los productos necesarios para quitarme el escarlata del cabello y respiro profundo: adiós a la Bruja Negra, hola a la niña de papi. 

Que sea lo que Dios quiera...

La verdad es que ya empiezo a arrepentirme un poco de haber aceptado.

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