-Solo habla, Hela, las cosas están ya bastante tensas como para que te pongas en modo sarcástica. Los guardias ya me advirtieron sobre tu forma de ser.
-Uy, qué amargo. En fin, supongo que será lo mejor.
-¿Y bien?
-Sencillo: primero que nada, como dije, hablando de inútiles, no quiero que esos me estén fastidiando. Tu hija será una florecita indefensa que los necesita por si se rompe una uña, pero yo soy capaz de romperme un brazo o recibir una bala en el cuerpo y asistirme sola, así que no los quiero rondándome ni molestando por lo que sea que haga. Pueden acompañarme como a ella y fingir que hacen su trabajo, sin embargo, en lo que a mí respecta, si se meten en mi camino, recibirán lo suyo como cualquier otro... No trabajo en equipo, no le necesito, solo están para la fachada, no para estorbar, ¿estamos en claro?
-Supongo que es aceptable...
-No creo que sea algo difícil.
-Está bien, ¿qué mas?
-Segundo, no recibo órdenes, de nadie, y mucho menos de ella. No soy estadounidense, por lo que no les debo ningún tipo de respeto y, le recuerdo, yo no los necesito, a ninguno, no obstante, ustedes a mí sí. Sabe bien que solo acepto esto porque me conviene, porque me facilitan el saldar una cuenta pendiente que tengo con ese desgraciado, nada más; puedo fingir ante el publico que soy su "dulce niñita", buena y obediente, todo con tal de mantener la farsa y que su "protocolo público" se mantenga intacto, pero eso no quiere decir que dejaré que alguno de ustedes dicte sobre mí. Después de todo, soy una asesina y no sigo las órdenes de nadie, ¿pueden soportarlo?
-No es como que haya muchas opciones, ¿no?
-La verdad no, es un tómalo o déjalo.
-No, no, no y no, ninguna mocosa maleducada va a venir con exigencias a querer imponerse, no mientras yo tenga algo qué decir al respecto.
-Pues, la verdad, no tiene nada qué decir, porque mi negocio no es con usted, sino con su esposo. Estamos aquí, discutiendo esto frente a sus ojos, porque él la tiene lo suficientemente en cuenta como para que se entere de las cosas, mas eso no significa que tenga algún poder de decisión sobre todo esto. Puede protestar cuanto quiera, no obstante, al fin y al cabo, el Presidente es quien decide, no usted, sin importar si le molesta o no, si hierve de rabia o si piensa en asesinarme... No olvide con quién está tratando.
-No lo hago, estoy tratando con escoria de la peor calaña.
-Lo tomaré como un cumplido. Ahora, Sr., ¿su respuesta?
El hombre suspira y asiente al tiempo en que su esposa lo apuñala con la mirada y yo sonrío satisfecha.
-Bien, entonces vamos con la tercera.
-¿Y cuál es?
-Armas.
-¿Qué?
-Sé usar de todo, conozco todo tipo de estilo de peleas, por lo que, si necesito algo, cualquier arma, objeto, lo que sea, y lo solicito, no solo no me lo van a negar, sino que o me lo darán, o no pondrán ninguna objeción a mis métodos para conseguirlo si no pueden ustedes. No pienso estar indefensa, ni siquiera cuando cuando tenga que ir a suplantarla en sus clases. Puedo defenderme sin necesidad de ellas, aun así, jamás voy desarmada a ningún lado, y no empezaré a hacerlo ahora.
-Me parece bien, sobre todo si el punto es terminar definitivamente con todo esto.
-Exactamente, no pienso desperdiciar ni una oportunidad siquiera, no me interesan ni las quejas ni las protestas, será a mi modo o nada.
-No puedes aceptar eso, básicamente le estás dando todo el poder que quiere a ésta desgraciada y piensas que cumplirá con lo que están hablando ahora...
-Escuche algo, señora, porque ahora sí que me está haciendo enojar y eso no es buena idea, porque aunque de rostro me parezco a su hija, por dentro soy muy, muy diferente a ella. Puedo ser una desgraciada, una asesina, un monstruo, pero si hay algo que no permito, es que la gente dude de mi palabra; cuando digo que haré algo, eso es lo que voy a hacer, y ahora mucho más, porque esto saldará una deuda que tengo pendiente. No me interesa si lo cree o no, ese es su puto problema, no el mío, yo vine aquí para hacer mi trabajo y nada más, puede aceptarlo y hacer las cosas más fáciles para que su hija esté protegida, o puede negarse, hacer que todo esto sea complicado y arriesgarse a que ella pague las consecuencias. Así de sencillo.
No dice nada, su rostro muestra la clara sorpresa de quien no se esperaba una contestación como esa, y decido centrarme en su esposo, porque es quien tomará la decisión y además, porque mi copia rubia sigue quieta en el lugar, sentada en el sillón del que no se ha movido, sin siquiera decir una palabra, solo observándome con un gesto bastante extraño, pues aunque es evidente que la situación no le gusta, al mismo tiempo no veo el desagrado que es evidente en su madre y tampoco está feliz, es algo bastante raro.
-¿Entonces tenemos un trato?
-Así es, tú encárgate de hacer lo necesario para terminar con la amenaza y yo te daré lo que necesites para hacerlo.
-Bien, ahora vamos, no me entusiasma en lo más mínimo el teñirme el cabello a lo Barbie, la verdad no sería algo que haría por voluntad propia nunca, para algo existen las pelucas, no obstante, sé que es necesario, así que hagámoslo antes de que me arrepienta.
-La estilista espera en el cuarto de baño con todo listo.
Asiento y sigo al asistente del presidente, preparándome mentalmente para abandonar temporalmente mi identidad y empezar a convertirme en esa evidente niña mimada. Noto la curiosidad en los ojos de la mujer en cuanto entramos en la habitación embaldosada, rodeada de los productos necesarios para quitarme el escarlata del cabello y respiro profundo: adiós a la Bruja Negra, hola a la niña de papi.
Que sea lo que Dios quiera...
La verdad es que ya empiezo a arrepentirme un poco de haber aceptado.
La cara que me devuelve la mirada desde el espejo la reconozco, salvo por las cejas ahora rubias, pero el resto, ni por asomo...Cabello rubio, piel limpia de tatuajes, perforaciones vacías... Dios mío, realmente he desaparecido bajo de la imagen de una niña hija de papi. Me acabo de deprimir.-Wow, realmente el parecido es asombroso, aunque hay algo que hace que no pueda creer aún que es la Señorita.-Eso es porque tú fuiste quien me tiñó el cabello y tapó las obras de arte de mi piel.-No es eso, es algo en sus ojos... Algo obscuro. No sé bien qué, pero ahí está.-Si hubieras vivido lo que yo, créeme que estarías igual.-Puedo creerlo... vi lo que oculta ahí atrás.Eso me pone en alerta y la observo a través del espejo con gesto serio, a lo que ella alza las manos como disculpándose.
Camino por el pasillo, la sonrisa que me generó enfrentarme a esa mujer (ahora mucho más pequeña), no se borra de mi rostro, y reviso el camino, memorizándolo e intentando ignorar la molestia de estar con trajeados al frente y a mi espalda. ¡VAMOS! Lo más peligroso aquí soy yo y no voy a lastimar a nadie... A menos de que alguien me moleste lo suficiente, ¿es necesario que estén rodeándonos? Empiezo a sentir claustrofobia. ¿Cómo es que al presidente y a su hija no les molesta esto? ¿Los escoltan incluso al baño? Un poco de privacidad, por favor.Finalmente llegamos a nuestro destino, el cuarto de la princesita, el cual (por suerte para mí quizás) no tendré que usar normalmente, tendré mi propia habitación, mas debo conocer a fondo por si alguien viene. Intentaré a toda costa que eso no ocurra, no quiero tener que fingir ser esta debilucha
Me delineo como he visto que hace Mailena y me observo en el espejo, si no supiera que soy yo, en serio podría llegar a pensar que estoy viendo una foto de ella y no mi reflejo en el espejo. Me he pasado los últimos seis días me los he pasado estudiando sus maneras, sus ademanes, sus respuestas, y he interrogado a sus guardaespaldas para que me dijeran la verdad. No importa cómo se comporte con su familia o en público, todos tenemos dos caras, y ellos conocen ambas, por lo que los presioné para que me contaran cómo se comporta con sus amigos y conocidos para que nadie pueda sospechar de quién soy.Resulta que con sus amigas en un tanto odiosa, del tipo que tiene arranques idiotas de molestar a otros por su posición, lo cual va a joderme al tener que hacerlo porque solía golpear a personas como ella. Me costará no sacar a flote la ira al ver a sus amiguitas haciendo esas estupideces, porque tend
-No creo que alguien pueda decir que no estás lista.-Si puedo engañar a sus propios padres, creo que nadie más dudará que soy ella, ¿no?-Imagino que no. Pero eso no quiere decir que no debas una disculpa.-¿Por qué? ¿Por hacer mi trabajo bien? ¿O por demostrar, a quien dudó de mí y me insultó, que soy mucho mejor de lo que creen?-Tienes que admitir, que te pasaste de la raya.-Yo no le dije que viniera a defenderme a mí, ¿o sí? Fue su elección, tan convencida estaba de que yo no podría jamás imitar correctamente a su hija. Lo hice tan bien, que ni ella no supo quién era quién y hasta me eligió a mí. No veo una necesidad de una disculpa por hacer lo que debo y hacerlo perfecto.El Presidente suspira y simplemente niega con la cabeza, sabiendo que tengo razón en lo que d
-Bueno, la verdad es que...-¿Qué? ¿Que ella quiere quedarse aquí?-Sí.-No me sorprende, y mucho menos el que usted esté considerando aceptar eso, parece que no recordara realmente cómo es su hija.-Ella solo...-Solo está interesada en "mantener su imagen", a costa de la posibilidad de que la rapten. ¿A usted no le importa realmente o me trajo aquí por pura diversión?-No puedes hablarle así al Presidente.-Sí, sí que puedo, porque no voy a desperdiciar mi tiempo en un trabajo que, ya de antemano, sé que saldrá mal porque, mi contratador, no es capaz de mantener a su hija bajo control. Que no es capaz de decirle que no a sus caprichos por el bien de su protección y su vida. Si vamos a empezar así ya, entonces, con su permiso, yo me retiro.Estoy por darme la vuelta, cuando su voz me d
Las armas de los de seguridad automáticamente salen de sus fundas y me apunta, haciendo que los observe con una ceja alzada, ¿esto es en serio? No puedo evitar poner los ojos en blanco y cuento hasta diez para mantener la calma, porque si hay algo que me saca de quicio, son los idiotas, y ahora estoy literalmente rodeada, ¿es que no usan el cerebro? Respiro profundo un par de veces, hasta que creo que puedo mantener completamente bajo control mi instinto asesino y vuelvo a centrar mi atención en el estúpido que inició esto.-¿Aliarme con esa escoria? Nunca, ni es sus más dulces sueños. Ese maldito hizo de mi vida un infierno y por perseguirlo para eliminarlo, es que terminé en la prisión. Si me reuniera con él, solo sería para matarlo, no para ayudarlo, lo quiero ver tres metros bajo tierra o, incluso, siendo devorado por buitres, no vivito y coleando, así que será m
-Bueno, la verdad, es que no confío en ella.-¿Por qué? Que desconfíe de ti es normal, hasta yo lo hago, solo que no pongo demasiadas objeciones porque yo fui quien te trajo, pero ella solo quiere que nuestra hija esté a salvo.-Con todo respeto, Sr. Presidente, su mujer es una manipuladora, por si no se ha dado cuenta. Por lo que he investigado sobre ella...-¿La investigaste?-Como a todas las personas que han estado a mi alrededor en estos días.-Por Dios...-La cosa es que, en lo que he averiguado, su mujer ha cambiado mucho desde que usted se metió en la política y empezó a tener cargos. Pasó de ser una mujer sencilla y tranquila, a una que tiene su mente puesta en el poder.-¿Y por qué debería ser eso motivo para que te de sus datos? ¿Estás insinuando que ella pudo tener que ver con lo que ha estado pasando
Mi mirada se dirige en dirección del origen de ese apodo estúpido y me encuentro con el estereotipo de "chico trofeo" más completo que se puedan imaginar: cabello rubio trigo brillante y con peinado corto de salón con una especie de jopo en la parte superior, piel bronceada, sonrisa del tipo de publicidad de crema dental y ojos azules, del tipo que toda chica quiere e intenta simular con las lentillas. La camiseta al cuerpo pegada, mostrando una espalda ancha en triángulo invertido con caderas más bien delgadas, brazos con buen tono muscular, (seguramente unos abdominales marcados bajo la camiseta), y un pantalón semientubado negro con zapatillas blancas.Parece el modelo usado para los protagonistas de las películas estadounidenses de colegios y universidades. Me da náuseas...En cuanto me alcanza, me abraza sin mi permiso y me besa, cosa que sunsida en mí, el reflejo in voluntario de hacerle