Capítulo 28

Ojos grises me observan desde la lejanía, en una silueta obscura que no alcanzo a reconocer, aunque me resulta extrañamente familiar. De forma involuntaria, alzo mi mano para intentar alcanzarlo y, ese simple movimiento, me hace notar que llevo puesto algo que no había utilizado desde hace ya algún tiempo: el uniforme.

La manga negra elastizada se ajusta a mi muñeca y antebrazo perfectamente, de forma que prácticamente ni se nota que lo llevo puesto y bajo la mirada al resto de mí, encontrando todo mi ser envuelto en esa misma tela, en un traje completo que se asemeja al de un ninja. ¿Por qué lo traigo puesto? 

El entorno antes vacío, de un momento a otro toma forma y lo reconozco al momento, es la sala de entrenamiento y, a mi alrededor, cientos de alumnos, chicos, chicas, mujeres y hombres sin rostro, se mueven al unísono, todos siguiendo los movimientos del que es

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