-¿Cómo es que...?-¿Que sé quién eres? Sé mucho más que eso, muchísimo más, y puedo exponerte si así lo quiero con absoluta facilidad, casi con apretar un simple botón, así que, yo que tú, bajaría las armas, mandaría a mis hombres afuera, y aceptaría hablar calmadamente. De lo contrario, mi dedo podría temblar involuntariamente y quién sabe lo que podría salir a la luz... -Mientes.-¿Eso crees? ¿Tan seguro estás? ¿Realmente quieres arriesgarte? -No soy alguien con quien puedas jugar...-¿Y crees que conmigo sí? No tienes idea de con quién estás hablando, por lo que te convendría tener más cuidado. Te daré un consejo gratis: si no sabes a quién te enfrentas y de lo que es capaz, entonces no te arriesgues, porque no sabes lo que puede pasar. Ahora, ¿les dirás que se vayan, o tendré que encararme yo misma de ellos?En silencio, observo el evidente nerviosismo que han causado en el idiota mis palabras, las dudas que he generado en él, y aunque no está seguro de si hacerlo o no, finalmen
En cuanto entro a mi habitación en la Casa Blanca, me quito la máscara y respiro profundo, aliviada de ya no tener nada que me haga sudar como langosta al vapor. Hacía mucho que no la usaba, me he desacostumbrado, mas eso no implica que no volveré a utilizarla, es solo cuestión de terminar esto, y volveré a mi vida normal. De todas formas, se siente bien volver a portar mi traje negro, digamos que me trae buenos recuerdos...Sacudo la cabeza y me siento en la computadora, tomando un cable y enchufando el teléfono para que la computadora empieza a descargar todo lo que pueda serme de utilidad. Mientras lo hace, me meto al baño y me doy un baño, saliendo ya seca, solo vestida con un pijama compuesto de un pantalón de franela negro y una camiseta del mismo material. Vuelvo a sentarme frente al escritorio y, mientras termina la descarga completa, reviso la dirección que conseguí del cobarde, utilizando una herramienta muy útil, o sea, el Street View de Google. ¿Quién hubiera pensado que,
Bajo del árbol donde estaba oculta y reviso los alrededores en caso de que haya alguien a la vista. Por suerte, la calle está muy tranquila (quizás demasiado), aunque supongo que es algo normal en un barrio cerrado como éste. ¿Quién lo hubiera dicho? La familia de J.J. está bien acomodada como para estar viviendo en un lugar así.El auto lo dejé a un par de calles de aquí, porque sabía que no podría entrar en éste sitio con él sin que me hubiera visto alguien.Antes de que terminara el horario de clases, un mensaje del pelinegro me llegó, diciendo que tenía cosas que contarme sobre lo que le había pedido, pero que no podía hablarme mientras la Barbie Castaña no se alejara de mí y yo estaba de acuerdo. Desde que puse un pie en la Universidad, se pegó a mí como lapa al casco de un barco y no me la he podido sacar de encima, pues ahora que no está Jeanet con ella para acompañarla mientras me escabullo, no tiene más con quien juntarse porque, obviamente, la reputación del par ha alejado a
Escucharlo decir mi nombre me pone los bellos de punta, porque por más que no es el primero que lo dice, si es el primero en mucho tiempo que lo dice sin ningún tipo de reproche o de molestia... Se siente raro. -¿Alguien te espera o tienes que ir a hacer otra cosa que vas a irte ya?-¿Y si así fuera?-No te diría nada, aunque tampoco lo haría aunque no sea así, pero eso no quita que sea una lástima. -¿Y por qué lo es?-Porque viniste aquí a media noche, y solo tenía malas noticias para ti, al menos me gustaría ofrecerte algo sabroso. ¿Está mal?Su mirada confiada me molesta un poco, casi pareciera que me dijera "yo sé que dirás que si", y me gustaría borrársela, aunque, si soy sincera, tengo que admitir que tiene bonita sonrisa. A pesar de que me resulte irritante. -No voy a envenenarte, solo te ofrezco algo caliente quizás, como un café y un panquecito si disfrutas lo dulce, o quizás unas galletas de queso, si prefieres lo salado. Son caseros, nada industrial.-¿Tú cocinas?-Claro
Mi mirada se clava en él al ver la amargura con la que acaba de hablar, casi me siento identificada. Mas todo se va al carajo, cuando él empieza a reírse de la nada, dejándome completamente confundida. -Deberías ver tu rostro, realmente te la creíste.-Eres un idiota, ¿lo sabías?-Está bien, está bien, lo siento, no fue mi intención molestarte. La verdad es que mis padres se fueron a Italia, a una villa familiar al retirarse. Mi padre era el dueño y fundador de una empresa de software de defensa, y la llevó solo a la cima en menos de diez años. Fue tal su "compromiso" con su trabajo, que el estrés le causó un ACV y el médico le ordenó que se retirara para que pudiera recuperarse. Mi madre era ama de casa y, como mi padre, estando aquí, no era capaz de dejar el trabajo del todo, ella tomó la decisión de llevárselo a su país natal para alejarlo de todo y dejó a mi tío a cargo, que era su socio. Él solo se encargaba de la parte gerencial, mi padre era el que diseñaba, y ahora soy yo qui
Gruño frustrada por quizás quinta vez en lo que va de la noche y golpeo la cabeza contra la almohada con ira, ¿por qué no puedo dejar de pensar en él? ¿Por qué no puedo hacer como si ese beso no hubiera pasado? Me siento tan estúpida... Ni que tuviera quince años para actuar de manera tan infantil, por amor de todos los cielos, ¡tengo más de veinte! ¡Sé una mujer madura Hela, maldita sea!Suspiro con enojo y tomo el teléfono para ver la hora, solo faltan veinte minutos para que me ponga en marcha, mejor levantarme de una vez y listo. Un café y un poco de ejercicio me ayudarán a aclarar la mente. Y con eso en mente, hago a un lado las mantas y me pongo de pie, yendo a buscar mi ropa deportiva para ir a entrenar. Para cuando mi rutina termina, me siento un poco mejor, aunque no del todo, pues no me siento ni remotamente tan cansada o relajada como usualmente, y el café tampoco ayudó a despejar mi mente. Estoy un poco mejor, eso sí, mas nada del otro mundo, simplemente estoy un poco mej
Lo veo tragar bajo mi atenta mirada, bajo mis pupilas fijas en su rostro, sin perder siquiera el más mínimo movimiento de cada una de sus pestañas. Y él lo sabe, sabe perfectamente que estoy esperando a que me responda, que estoy atenta y que quiero que conteste, que no podrá escapar de ésta conversación. -Cariño... -Nada de cariño, quiero la verdad, quiero escucharla de tu boca. Sé que lo hiciste... -Pero... -Pero nada, no quiero excusas, quiero que admitas lo que pasó. Quiero que me digas si lo disfrutaste, si quieres hacerlo de nuevo. -¿Qué? -Ella ya no es mi amiga, me traicionó, y no solo eso, sino que también me mintió descaradamente. Ahora habla, porque estoy empezando a perder la paciencia... Lo veo nervioso, indeciso, y sé que piensa que, si dice la verdad, voy a terminar con él. Si fuera por mí lo haría, aunque, para empezar, ni siquiera le habría aceptado el salir en primer lugar, sin embargo, eso se lo atribuyo a la mimada, ella es la que eligió mal. Como sea, el p
Suspiro con frustración y me masajeo el puente de la nariz; es por esto que no se debe conocer realmente mi nombre, porque cosas como éstas pueden descubrirse y no me interesa tener que dar explicaciones. Ese certificado es tan falso como un billete de dos dólares, pero no por eso no es legal. En él pregona que sufrí una pulmonía que, por mi corta edad y "frágil" salud, terminó por acabar conmigo a la tierna edad de ocho años. La verdad es que se trataba de una hábil artimaña para evitar que alguien me buscara, incluso hay una pequeña placa con mi nombre en un cementerio de un pequeño pueblo de Rusia, por si, en algún momento de los años venideros, alguien aparecía buscándome por la razón que fuere. Poco probable, mas lo mejor en casos como éste, es no dejar cabos sueltos de ningún tipo. Uno nunca sabe lo que puede pasar. Y sí, utilizar mi nombre era más cómodo que buscar y usurpar el de alguien muerto, porque eso genera más preguntas y momentos molestos a los cuales hay que respond